jueves, 14 de febrero de 2008

UNA RAZÓN AMBIENTAL

POR: Armando Olmedo Larrazábal*

En los albores del siglo XXI y cuando el mundo vive una verdadera crisis climática, en donde nadie se escapa ni nada se excluye y todos tenemos la culpa de lo que está pasando.

Hoy a principios del año de 2008, mas de 2000 años después del nacimiento de Jesús de Nazaret, llamado El Cristo, hijo de Maria, La virgen del Carmen y José uno de los 33 ancianos del Templo de Salomón; aquel vino al mundo para darnos ejemplo de vida y nos entregó su enseñanza para que conviviéramos y pusiéramos en practica sus verdades y enseñanzas, como por ejemplo:

Amaos los unos a los otros.
Haz el bien sin mirar a quien.
No desearas la mujer del prójimo.
No matarás.
Honra a padre y madre, etc.

El hombre hace todo lo contrario y su actuación deja mucho que decir y todo lo que hace es calculado, muy medido y con un interés marcado, que no deja duda que actuar significa ganar; cuando no se gana no hay voluntad de servicio, se hacen las cosas de mala gana o no se hacen simplemente.

Esta falta de amor, de voluntad, de ganas de servir desinteresadamente, ha traído como consecuencia el incremento del egoísmo, la ambición desmedida y ha despertado en el hombre demonios que lo devoran y lo hacen envidioso, perezoso, embustero, avaro y cada vez más negativo y orgulloso de si mismo, sin importarle lo que sucede a su alrededor, solo se interesa por tener. ¿Cuánto tienes, cuánto vales?

El hombre es cada día más individualista, este comportamiento trae como consecuencia directa, un desequilibrio en el normal desarrollo de la sociedad y al romperse este equilibrio todo funciona mal. Todo el mundo hace lo que le viene en gana y la relación con el medio que nos rodea se afecta de tal manera que se origina el desorden, la amargura y se vive el caos. Vivimos el desequilibrio ecológico, la hora del desorden social, institucional, moral, en fin el mundo está desequilibrado.

La célula de la sociedad es la familia, la cual está compuesta de hombres y mujeres, llámense marido, mujer, hijos etc. El comportamiento del hombre no puede ser cerrado, porque la familia sería de comportamiento cerrado. La sociedad compuesta de familias no se desarrolla y tiende a desaparecer.

Para que la sociedad cambie, tiene que haber un cambio en el hombre. Si el hombre cambia la sociedad cambia. El desequilibrio que hoy se vive en el medio ambiente, se debe al comportamiento egoísta del hombre. Todo mundo vive en función de tener, conseguir, cosas, dinero, posiciones, sin importar a quien nos llevemos por delante. Hoy se vive la filosofía del ambicioso: primero yo, segundo yo, tercero yo, los demás son los demás.

En las condiciones en que se encuentra la sociedad, teniendo en cuenta lo que acabamos de anotar, solo estamos tocando parte del problema, creemos necesario hacer un alto en el camino, porque como vamos andamos mal. ¿Cómo pretendemos cambiar la sociedad, si yo no cambio? Si no damos ejemplo de buen comportamiento, no podemos esperar que se comporten bien con nosotros. El equilibrio del medio ambiente, se logra poniendo en práctica la filosofía del buen comportamiento ecológico.

¿Cómo es nuestra relación con el medio externo? ¿Cómo es nuestra relación con nuestro cuerpo físico? ¿Cómo es nuestra relación intima? Alguna vez nos hemos hecho una de estas tres preguntas y hemos reflexionado sobre ellas. Si no lo hemos hecho es hora de hacerlo y recomponer algunos comportamientos que nos ayudaran a mejorar la sociedad en la que nos desenvolvemos. A los dos primeros interrogantes son a los que les paramos un poco más de atención, sin embargo, aseguramos sin lugar a equivocarnos, que esta relación no es la más adecuada y allí radica en un alto porcentaje, la razón de nuestro mal comportamiento ecológico. El medio externo es todo lo que nos rodea, y sin embargo que estamos haciendo por su conservación. La respuesta es una sola, contaminación total. Mares, ríos, quebradas, arroyos, suelos, atmósfera, en fin nuestro medio ambiente lo envenenamos todos los días más y más.

Nuestro cuerpo físico. Nos hemos preguntado alguna vez, ¿Qué consumo… que me enferma? Pues si no lo hemos hecho, hagámoslo y no dañemos más este vehículo, que nos permite manifestarnos en el mundo tridimensional. El alcohol, el tabaco, las comidas en exceso nos dañan y nos enferman. Tenemos la obligación personal de moderar la bebida y el consumo de alimentos y sustancias nocivas que nos apartan del equilibrio. Las formas normales del cuerpo físico son un atractivo para el sentido visual y armonizan con el ambiente externo, de tal manera que el paisaje se embellece.

Ahora, el tercer aspecto y el más importante, ¿Cómo es nuestra relación con nosotros mismos? Para la mayoría de la gente, este tipo de relación no tiene la menor importancia. A las gentes solo les interesan los dos primeros aspectos y miran con la más absoluta indiferencia el tercer tipo de relación. Comida en abundancia, bebidas, dineros, salud, negocios etc. Constituyen realmente las grandes preocupaciones del hombre actual, enclaustrado en un solo aspecto “importante” la tecnología.

No quiere decir que no sea importante conocer y manejar las tecnologías, pero sin dejar de ser humanos. Al hombre actual le falta relación íntima, estamos muy alejados del aspecto espiritual, lo cual nos aparta más y más de Dios. El Amor nace del corazón y en el corazón. Si no tenemos ni sentimos Amor, no podemos darlo, porque nadie da lo que no tiene. Incuestionablemente, debemos establecer correctas relaciones, no solo con nuestro cuerpo físico y el mundo exterior, sino también con cada una de las partes de nuestro propio Ser.
“En tiempos de rigurosa tentación, abatimiento y desolación, uno debe apelar a la íntima recordación de sí mismo. Cuando uno se recuerda a sí mismo, internamente se produce un cambio milagroso en todo el trabajo del cuerpo, de modo que todas las células reciben un alimento diferente”, (Samael Aun Weor).

Para cambiar el mundo, primero tenemos que cambiar nosotros mismos. Si tenemos una buena relación consigo mismo, podemos relacionarnos excelentemente con el medio que nos rodea y así haremos del mismo, un lugar digno para convivir. Que la PAZ y la tranquilidad nos acompañen ahora y en todo momento.

*Ingeniero agrónomo

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