sábado, 22 de octubre de 2022

El mural de "Lola la Negra" en Barrancas


Este mural en homenaje a Dolores María Redondo, conocida como "Lola la Negra" está ubicado en la calle 11 (antigua calle de la Fortuna) de Barrancas, muy cerca de otras obras de arte dedicadas al futbolista Olinto Fonseca, primer guajiro que vistió la camiseta el la Selección Colombia y cuadros representativos de la cultura Wayüu.

A todas estas ¿Quién era Dolores María Redondo?

Era una líder muy conocida de Barrancas, propietaria de un almacén y dueña de un gran don de servicio.  

Entre sus hijos de destaca el nombre de Denieis Núñez de Monsalve, exalcaldesa del municipio.  Nació el 8 de octubre de 1911 y murió el 5 de septiembre de 2001 a la edad de noventa años. 

En Homenaje a ella Carlos Huertas compuso la canción “Lola la Negra” , grabada por los Hermanos Zuleta e incluída en el álbum Dinastía y Folclor 1979, uno de cuyos apartes dice: 

“Grata nostalgia me trae la tierra/ por la que alegre quiero cantar/ para poder combatir las penas/que me tornaron sentimental

Al recordar a Lola la Negra/que de Barrancas es un pedestal/esa señora prudente y buena/esa tocaya de mi mamá…"

Escuchar "Lola la Negra"

¡ Póngale el nombre que a usted le dé la gana!

Escrito por:  Stevenson Marulanda Plata (Presidente del Colegio Médico Colombiano.)

Cierta vez, siendo yo residente de cirugía de la Universidad Nacional de Colombia, por allá en los años ochenta, con escenario de práctica en el extinto y viejo hospital San Juan de Dios, con préstamo del Icetex y todas las gabelas y ventajas, casi privilegios, que la reforma José Félix  Patiño nos dio a los estudiantes pobres y de provincia ---residencias, restaurantes, biblioteca, servicio médico, transporte para el hospital, campus y escenarios deportivos--- con algunos precarios y sufridos ahorros invité a mi papá, campesino elemental, casi analfabeto, apenas con segundo de primaria, a un restaurante de carnes finas en el norte de Bogotá.

Llegó el mesero, Tráigame la carta: Filet mignon, Steak pimienta, Chateaubriand y Lomo jalapeño, me contestó el atento y gentil servidor.

Yo pedí Lomo jalapeño y le pregunté a mi papá por su gusto, se quedó confundido,  mirando impávido secuencialmente al mesero y a mi. 

Pasaron unos cuantos segundos, cuando al rompe dijo: "mijito tráigame una carne blanda, suave y bien asada con dos o tres pedazos de yuca buena hervida en agua, ambas bajitas de sal y póngale el nombre que a usted le dé la gana".

Echo este cuento porque yo en política y cuestiones de ideologías soy lo mismo que mi papá, pragmático: no soy de izquierda ni de derecha, soy de lo que funciona bien,  y pónganle el nombre que usted quiera.

domingo, 16 de octubre de 2022

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (quinto y último episodio)

Foto oficial del Encuentro de escritores

Acto seguido pasaron al frente
 los profesores Álvaro  Suescún y  Luis Barros Pajaveau, quienes hicieron un agradable y extenso  recorrido a través del contenido variopinto de la literatura Caribe, desde las áridas tierras del norte de La Guajira hasta las fértiles sabanas del departamento de Córdoba. (Lee el cuarto capítulo de esta emocionante crónica)
Álvaro Suescún y Luis Barros

El cierre no pudo ser mejor: un vibrante recital de poesía erótica de Julio Manuel Larios; una emocionante lectura de poemas de  Limedis Castillo y un sensual monólogo de la  incomparable Ella Celedón.   

Ella Celedón

El público aplaudió con fuerza y cuando se esperaban más intervenciones  Marcela Soto Angarita tomó el micrófono para anunciar que había llegado el final y para invitar a los escritores a la maravillosa noche del festival amenizada, entre otros por Iván Villazón y Elder Dayán.

Yo me di una vuelta por el parque pero tuve que encargar a Abel Medina y Julio Larios de que le ofrecieran mis respetos a los artistas, pues yo tenía un inaplazable compromiso en el país de los sueños a partir de las diez de la noche.

Al día siguiente, sábado 15 de octubre, Arcesio Romero tuvo la generosidad de invitarme a su casa paterna para presentarme a su señora madre María Josefina Pérez, a su hermana Auxiliadora Romero  a Arcesio Romero padre y al arquitecto y pintor  Luis Fernando Guarín.  

Nos tomamos un café delicioso y nos fuimos a una sesión de fotos en los murales dedicados a la herencia africana de los barranqueros  los cuales llevan la firma de Guarín y  se han convertido en un nuevo ícono de la capital carbonífera de Colombia.

El autor de la crónica al lado del artista Fernando Guarín pintor de los murales

Terminada la sesión de fotos mi anfitrión me llevó a un recorrido por los sitios emblemáticos del pueblo: la casa del futbolista Luis Díaz, las residencias de exgobernadores  y exparlamentarios, la Biblioteca municipal Gabriel Solano Vidal, la cancha en donde Luis Díaz  pateó el balón por primera vez, la calle  en donde son vecinos  dos representantes a la Cámara, los murales dedicados a Olinto Fonseca y Dolores María Redondo.

Por último me trajo a la casa de Maximiliano Hernández y Helena Parodi, un bello pero derruido edificio al  cual se le nota el paso de los años y sobresale en el vecindario por su hermosa arquitectura antigua. 

Estamos frente a esa construcción y recordamos que en sus habitaciones durmieron ilustres representantes  de la política nacional, incluido el virtual presidente Guillermo León Valencia,  en una lejana  noche de 1.962.

Me contó que ese día algunos vagos, alentados por sus odios viscerales incubados en la trastienda de la maldad, embadurnaron cada pared de la casa con excrementos humanos cuyos hedores se percibían veinte calles más abajo, treinta cuadras más arriba y como a cien kilómetros a la redonda.  

Cuenta la historia que doña Berta y Guillermo León Valencia jamás regresaron a Barrancas, ni a preguntar por el nombre del bandido que ofendió sus delicadas narices.

En cambio yo me marcho con nostalgia y sé que pronto muy pronto volveré a la tierra amable de La Guajira atraído por el perfume de la literatura y el aroma del buen café que se sirve en los corredores de cada una de sus casas.

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (cuarta parte)


Hubiéramos querido ir a acompañar a Abel Medina y compartir con los niños, niñas y adolescentes pero... ya estaban terminando. El retraso nos había pasado factura.

Leer la tercera parte de esta emocionante crónica

A las 12 en punto estuvimos reunidos en el comedor en donde conocimos a Mario Romero y su equipo de trabajo del cual hacen parte Clara Inés Bolívar y Marcia Fonseca. 

Además fue la primera oportunidad para el reencuentro de escritores: ahí estaban Limedis Castillo y su nuevo look fitness; Ella Celedón  y sus llamativos rizos; Delia Bolaños y su sonrisa inconfundible; Lila Sagbini con sus versos a flor de piel; Jhony Beleño con su poesía rebelde y estábamos a la espera de quienes se encontraban atrapados en alguno de los frecuentes bloqueos de las carreteras, entre ellos los profesores Álvaro Suescún y Luis Barros. 

En una mesa aparte Marcela Soto Angarita, quien sería la presentadora oficial del evento de la tarde, repasaba la programación con Mario Romero, director de la Biblioteca Municipal.

Terminado el almuerzo nos despedimos y convinimos encontrarnos a las 2:30 para iniciar el programa en el que se haría el homenaje a Arcesio Romero y además tendríamos conversatorios y recitales.

Estuvimos puntuales, tal como habíamos acordado. Después de los actos protocolarios que incluyeron los himnos de Colombia y Barrancas, la oración al Creador por la secretaria de educación María Victoria Barros  y la bienvenida y 
presentación del programa por parte de Mario como director de la Biblioteca.


Acto seguido se dio inicio al diálogo entre el homenajeado Arcesio Romero y uno de los escritores asistentes. Y… ¿saben a quién escogieron?

Exacto, el escogido fue quien les escribe, un honor grande y desafiante para el cual aún no encuentro explicación lógica.

En todo caso, el autor y su entrevistador dialogaron por espacio de cuarenta minutos sobre la vida de Arcesio y algunos de los quince relatos que componen el libro “Disrupciones”. 

Arcesio Romero cuenta con un gran reconocimiento en toda La Guajira y en especial en su pueblo natal. Prueba de ello es el lleno que tuvo el auditorio: la mayoría de los asistentes llegaron con la intención de escucharlo a él y de conocer un poco más su obra literaria. 

Los barranqueros mayores gozaron con cada historia porque algunos de ellos fueron coprotagonistas o conocieron los hechos cuando deambulaban por las calles del municipio rogando para que alguien los plasmara en una pieza literaria. Y fue el autor de Disrupciones quien les hizo la reverencia.

A las cinco y un minuto terminó el homenaje y comenzó la presentación de Lila y Delia, y al lado de las dos el moderador de lujo: Abel Medina Sierra, uno de los más destacados orfebres de la palabra en el Caribe. Las dos damas de las letras premiaron a los asistentes con historias de sus vidas y extractos de sus obras. 


Las dos damas de las letras hablaron de sus obras y en especial de las más recientes. La profesora Sagbini se refirió a su bello libro Alquimia de la Palabra, mientras Bolaños trajo un trabajo recién salido del horno titulado El lápiz rosado.

Acto seguido pasaron al frente  los profesores Álvaro  Suescún y  Luis Barros  quienes nos sorprendieron con sus palabras...¿Saben de qué hablaron ellos?

Leer el quinto y último capítulo de esta emocionante crónica

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (tercera parte)



Por el retrovisor pudimos observar que eran dos hombres con intenciones de viajar y en cuyas manos tenían herramientas agrícolas.

-“Pobrecitos, nadie los va a llevar”, dijo el conductor

Leer la segunda parte de esta emocionante crónica

Recordé que no había orado aquella mañana, así que lo hice con toda la devoción posible así que apenas alcancé a ver los pueblos que dejábamos atrás: Carraipía, Porciosa, La Jamichera…y finalmente apareció la anhelada S de Paradero sin que hubiera ocurrido nada. 

En  verdad nos habíamos ganado lo que nuestro piloto llamaba “la lotería del viaje”.

En el asiento de atrás los dos compañeros de Larios, un hombre y una mujer,  charlaban animadamente acerca de los miles de millones de pesos que se movían en sus contratos.  Sin proponernos escuchamos detalles de jugosos negocios relacionados con actividades impensables. 

Al parecer tenían relaciones con empresas contratistas del estado y el diálogo giraba en torno a su evidente inconformidad por la repartición de utilidades.

Menos mal los ladrones de la carretera no supieron que  ellos venían con nosotros. 

Habrían sido el blanco perfecto.  A todas estas  ¿Por qué viajaban como pasajeros y no en sus propios vehículos? Tal vez para despistar al enemigo.  

La mujer se  ufanaba de haber puesto a alguien contra la pared mediante o una dura advertencia: 

-"Me ha visto cara de  idiota, pero usted no sabe quién soy yo"

Me hubiera gustado ver la cara de Larios al escuchar la manida frase de los prepotentes en Colombia. Preferí imaginar su irónica sonrisa. 

Los casuales acompañantes  iban para la audiencia pública organizada por la senadora Marta Peralta en Fonseca, de manera que su viaje era un poco más largo que el nuestro y tendrían más tiempo para hablar de sus millonarias transacciones. 

En cierto momento de su conversación decidieron hablar en un idioma desconocido para nosotros así que no pudimos saber quiénes eran ni en qué campo de la vida diaria se desempeñaban, así que nos concentramos de nuevo en la vía. 

Las lluvias dejadas por la tormenta habían logrado que a lado y lado de la carretera hubiera paredes verdes salpicadas de flores amarillas y rojas.   De un momento a otro el cielo claro fue inundado de nubes grises y comenzaron a caer algunas  gotas de lluvia que se deslizaban vertiginosas por el parabrisas.   

Un poco más adelante el sol volvió a asomarse en toda su intensidad, los pueblos se sucedían uno detrás del otro: Albania, Cuestecitas, Hatonuevo.

-¿Falta mucho para llegar a Fonseca?, preguntó uno de los multimillonarios del asiento trasero.

-“Ahora viene Papayal, después Barrancas y enseguida Fonseca”, estamos muy cerca contestó Fernando.

En efecto cruzamos Papayal pero Fernando llevaba en mente a Fonseca, así que por poco se pasa de largo. 

-¿Ustedes dónde se quedan? Nos preguntó Fernando

-Hotel Iparú, le contesté de inmediato.


Al llegar al sitio de nuestra reunión pagamos los cincuenta mil pesos del pasaje y entramos a toda prisa, pues llegábamos con una hora de retraso.

Nos recibió Jesús Acosta, un joven atento, respetuoso y emprendedor a quien los afanes de las múltiples tareas concernientes a su rol de director general del Festival del Carbón aún no le arrancaban ninguna muestra de preocupación y mucho menos de intranquilidad.

Lo primero que hizo fue pedirle a uno de sus auxiliares que nos hospedaran en el Hotel Musichi y que nos mantuviéramos allá a la espera de nuevas instrucciones.

A todas estas ¿Dónde estaría Abel Medina?

Una llamada de Julio Larios despejaría la incógnita:

-“Estamos en un colegio dando consejos a los jóvenes y de paso un recital”

Hubiéramos querido ir a acompañarlo y compartir con los niños, niñas y adolescentes pero...

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Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (Segunda parte)

Leer la primera parte de esta interesante crónica

Era una mañana lluviosa y el transporte estaba en verdad muy escaso.    Al fin pudimos embarcarnos en un automóvil  cuyo conductor nos prometió dejarnos en el Barrancas setenta minutos después de que se iniciara el viaje.

Julio Larios y Alejandro Rutto

Impulsado por su poderoso motor de auto nuevo el vehículo avanzaba raudo por la Carretera de la Esperanza que nos llevaría desde Maicao hasta Paradero y desde ahí por la Vía Nacional hasta la ciudad natal de Luis Díaz el flamante extremo del Liverpool de Inglaterra.

Avanzábamos a cien kilómetros por hora, tuve la intención de pedirle a Fernando que bajara a la velocidad reglamentaria pero el caballero atendía la llamada de uno de sus numerosos clientes a quien debía recoger unos pueblos más adelante.   En el asiento posterior Larios miró su reloj con aire de impaciencia: eran las nueve de la mañana y veinticinco minutos, de manera que ya no podríamos cumplirle la cita a Abel.


Ante la evidencia de que ya era imposible llegar temprano como deseábamos nos tranquilizamos y nos concentramos en el viaje.

Las últimas dos semanas habían sido atípicas en el pueblo: nuestra geografía fue azotada por dos tormentas que dejaron barrios y calles inundadas y en medio de las dos un temblor de tierra de 4.3 en la escala de Ritcher con epicentro en el Lago de Maracaibo.

Dispuesto a olvidar esos malos momentos y para distraer la mente inicié conversación con Fernando a quien le pregunté por la seguridad en una carretera que tiene fama de ser muy peligrosa por el accionar frecuente de los atracadores.

La respuesta movió las placas tectónicas de mis emociones:

-“Viajar por aquí es una lotería. Sólo estaremos seguros cuando lleguemos a Paradero. En el momento menos pensado sale gente armada y se nos atraviesan. A mí me ha sucedido diez veces. En seis ocasiones me he salvado pero en otras cuatro nos han quitado todo lo que llevamos”

Con la intención de encontrar una respuesta más consoladora y para darme esperanzas a mí mismo me escuché decirle:

-Me imagino que el horario más peligroso es en la tarde o en la noche y no en una mañana tan bonita como esta

A lo que Fernando no tardó en responder:

-“Ellos no tienen horario, salen a cualquier hora y en todas partes, nadie está seguro hasta que no lleguemos a la curva en forma de S de Paradero

Un poco más adelante vimos a dos personas a la vera del camino que nos hacían señales para que nos detuviéramos,  lo llamativo no era su solicitud para que nos detuviéramos sino los objetos que llevaban en las manos. ¿Serían armas?

No nos detuvimos a averiguarlo.  Fernando fue hundió a fondo el acelerador hasta que la aguja del velocímetro marcaba 120, 140…160 kilómetros por hora.

¿Quiénes serían esas personas?

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Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (primera parte)


Un día de 1962, en el fervor de la  campaña presidencial que llevaría el país a escoger el segundo de cuatro mandatarios del Frente Nacional, uno de los más fuertes aspirantes, Guillermo León Valencia programó una gira por el departamento de La Guajira en compañía de la cúpula del partido conservador, algunos dirigentes liberales y la   señora Berta Hernández de Ospina, una de las mujeres más poderosas de la época. Valencia y los suyos hicieron varias reuniones y, al llegar la noche se hospedaron en la casa de la familia Hernández  Parodi.

Casa de los Hernández Parodi

Todo iba bien, según  cuenta Arcesio Romero, mi  generoso guía a través de las calles llenas de historia de este macondiano pueblo del centro de La Guajira, pero nadie contaba con el odio y la astucia de la oposición, uno de cuyos representantes tenía diseñado un muy bien calculado plan para arruinarle la noche al político y a sus anfitriones.

Ahí estamos Arcesio y yo frente a la antigua casa de  color mostaza rodeada de una hierba que nadie ha cortado en los últimos seis meses, casi en plan de despedida después de acudir al primer Encuentro de Escritores en el marco de la versión cincuenta y uno del Festival Nacional del Carbón.

Las notas de prensa de los días previos manifestaban que todos los caminos conducían a Barrancas en alusión al Festival que se inició hace más de medio siglo. Para los escritores era una bonita oportunidad de reencontrarnos después de más de un lustro sin que nos reuniéramos  como lo hacíamos cuando existía la hermosa fiesta de las letras en el municipio de El Molino.

Abel Medina, uno de los encargados de la organización, me había invitado con dos semanas de anticipación y en las últimas horas me hizo varias llamadas para pedirme que no fuera a faltar.  

-“Ponte de acuerdo con Julio Manuel Larios que él también viene desde Maicao”

Acaté la sugerencia y me puse en contacto con Julio Larios, pero el duende del correo electrónico había mandado su invitación directamente a la bandeja de documentos no deseados y el hombre no se encontraba lleno de ánimos para emprender un viaje de última hora.

Fue necesaria una llamada de varios minutos para convencerlo, de manera que nos citamos para encontrarnos en el centro y hacer juntos el viaje que nos llevaría de nuevo a un momento de aventuras literarias, tal como la hacíamos antes para asistir a El Molino (insisto en lamentar que el evento no se haya vuelto a hacer).

Abel nos esperaba en Barrancas a las nueve de la mañana de ese 14 de octubre y, fiel a su costumbre, nos brindaría las mejores atenciones. También nos esperaba Arcesio  Romero, autor de Disrupciones un libro que se ha robado el corazón de los lectores del continente aunque todavía no es muy conocido en La Guajira y mucho menos en Barrancas, en donde están ambientados varios de los quince relatos de su contenido. 

Sería un viaje maravilloso, según mis suposiciones, pero las cosas no serían tan fáciles. Más adelante les cuento al respecto

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miércoles, 5 de octubre de 2022

El credo de Francisco El Hombre

 

El Credo de Francisco el Hombre es una publicación de Ángel Acosta Medina empacada en el formato de cartilla, cuya extensión es de apenas  veintiséis  páginas las cuales son suficientes para que el autor  revele los secretos encriptados en la historia del creador de la música vallenata relacionados con sus frecuentes recorridos por la provincia y, en especial, su legendaria batalla musical contra el diablo. 

El relato tiene como telón de fondo un diálogo del afamado indio Manuel María, un reconocido sabio de la región, quien trata de liberar a un grupo de jóvenes acordeoneros del "mal de la mano tiesa" o "firi-firi" grave trastorno que sufrían los músicos de acordeón. 

El indeseable mal consistía en una dificultad para accionar en una dificultad para accionar los dedos de las manos y cuya causa los viejos atribuían a la perversidad de ciertas personas que, a fin de obtener méritos en el arte musical hacían pactos con el Maligno, para que éste hiciera disminuir las capacidades de sus adversarios. 

Manuel María  avanza en el diálogo con sus amigos y pacientes y de ahí en adelante se desenvuelve la historia de Francisco El Hombre y su enfrentamiento y  con el padre del mal, en el cual resultó victorioso. 

Llama la atención en la página 12 los versos con los cuales Francisco El Hombre dio a conocer a sus oyentes la tragedia del Titanic, tal como se lo comentaron los marinos con quienes frecuentaba en el puerto de Riohacha: 

Le sucedió al barco supremo, bajo el cielo

y vengo a informá a mi gente, el accidente

un navegante omnipotente, quiso creerse, 

lo hundió una punta'e hielo, con su reino


El Titanic lo llamaban, lo alababan, 

que "ni Dios lo hundiría, y reinaría

la ley divina desafían, qué osadía

sobre to'a agua brava, navegaba

¡Ay! se oían lloros y sones de acordeones, 

valses clamando SOS, amparo a Cristo, 

tocaban los marinos, ay Dios bendito...

La publicación cuenta con una gran belleza visual, fue impreso en los talleres litográficos Comercializadora de la Costa en Barranquilla y es producto del  taller de escritura creativa Relata del Ministerio de Cultura

Palabra y residencia

 


Palabra y Residencia es un hermoso libro antológico publicado hace un tiempo en Riohacha por la dirección de Cultura y Turismo, prologado por el escritor sincelejano Miguel Iriarte.

Se divide en tres grandes capítulos: Tres que deberían ser cuatro (dedicado a Víctor Bravo, Rafal A. Morales y Miguel Ángel López).

Después viene una sección dedicada a los poetas, en la que encontramos trabajos de Hilda Lubo, Neilys Gómez, Julio César Guzmán, Gustavo Maceas y Juan Guerra).

Finalmente aparecen narradores de la talla de Martín López, Polaco Rosado, Limedis Castillo y Alejandro Rutto Martínez.

Fue publicado en el año 2007 cuando el gestor cultural Miller Sierra se desempañaba como director de Cultura y Turismo del entonces municipio de Riohacha durante la alcaldía de Miller Choles.

El libro tuvo una muy buena aceptación y aún en nuestros días es obra obligada de consulta para quienes desean estudiar la literatura del departamento de La Guajira.

Los champetúos, estilo de vida de una música (Tercera parte)

Escrito por: Abel Medina Sierra 


El fenómeno social se mantuvo casi imperceptible cuando estos jóvenes se apropiaban de la música afrofrancesa que importaban los picós desde Europa. La gente identificaba más la música que un estilo de vida apenas en ciernes; como “música de negros” o “de picó” solían denominar esta desconocida expresión en lengua indescifrable que ponía a tronar   los pisos en las verbenas.

Pero, la onda champetú sólo se vino a vislumbrar con la efímera fiebre de la “Terapia”, nombre con el cual los disc jockeys de Cartagena y Barranquilla llamaron a los ritmos africanos y caribeños que ganaron popularidad en la Costa Caribedurante los primeros años de los noventa. 

Los antecedentes de esta sincrética expresión musical urbana han tratado de ser rastreados desde los años 70`s cuando algunos marineros cartageneros trajeron desde París, algunos aires africanos que ya contagiaban a los fríos franceses a ritmo de tambor negro. Se trataba de agrupaciones de Zaire, Nigeria, Camerún e incluso, algunas de nuestro cercano Haití, que con picantes fusiones de música folclórica con teclados y cuerdas eléctricas habían creado un género nuevo en este país europeo. 

En esta época se registra un efímero intento de nutrir aires africanos con instrumentos electrónicos y otros muy típicos de regiones como San Andrés y Providencia. Se trata de la primera agrupación colombiana en producir fonográficamente fusiones de música afrocaribeña, la “Uganda Kenia” , la cual popularizó canciones que aún se recuerdan como “El  evangelio” y “Kiriwa”.  

Lastimosamente esta agrupación no tuvo la continuidad necesaria para llegar a promover estos ritmos con la intensidad que goza actualmente.

Los ritmos afrofranceses les hablaban a los cartageneros con el atávico lenguaje del sudor y la sangre, con la contagiosa sonoridad percusiva, con la fuerza telúrica que desde el piso domina los pies. 

Pronto los picós de la región se encargarían de importar producciones de la orquesta Olokún de Zaire, Les etoles du Zaire, Prince Nico, Theo Blaisse, Bopol, Neil Zitany, Prince Nico Mbarga, Miriam Makeba, Sheena Peters, Kassav y Tabu Ley Rocherau que hicieron carrera en Francia. 

Esta festiva manifestación encontró adeptos entre los barrios negros y fue fraguando una identidad alrededor de la cultura del picó. Nadie los instruyó sobre el baile, cada quién ensayó sus pases, cada cual le dio movimiento al cuerpo, el tiempo se encargaría de seleccionar los repertorios; aunque en la actualidad persisten marcadas diferencias en el baile tanto a nivel individual como de una región a otra: los cartageneros la bailan con influencia del reggae (más movimiento del cuerpo que de los pies) y los barranquilleros más parecido a la salsa (movimientos rápidos de los pies).    

Los ritmos africanos influyeron primero en la música de los países antillanos. Estas expresiones, más cercanas geográfica y culturalmente a nuestro Caribe colombiano se encargarían de promover la fiebre de “La terapia” que tuvo su eclosión a inicios de los 90`s. 

Los eventos que legitimaron esta influencia fueron el Festival de Música del Caribe que se celebró en Cartagena desde 1982 y el Festival Green Moon (Luna Verde) que se realiza en San Andrés Islas. Estos proyectos de promoción de la música caribeña, permitieron difundir expresiones como el reggae jamaiquino, el calipso de Trinidad y Tobago, el soul, la soca y algunos ritmos crossovers (fusiones) de igual naturaleza y origen. 

Muy pronto agrupaciones y artistas caribeños o afrofranceses como Mighty Sparrow, Byron Lee y The Dragoniants, Arrow, Gazoline, Zouk All Star, Bod Guibert, Bassingo, Les Meridianes Des Cayes y Combo Tabou se hicieron populares con canciones que ocuparon sitios de privilegio aún en los medios de comunicación regional que, antes ignoraban este tipo de música. 

Entre los éxitos más recordados están canciones que fueron rebautizadas por los DJ’s pues sus títulos originales era de difícil pronunciación   para un hablante de lengua hispana: “La mencha” ( su título original es  Mamema y su intérprete Moro Beya Maduma), “El Sapito”(I know  what I know), “La Bollona” (Umasihlalisane ) “La granada” (Awuthule kancane) , “El cheque” (Vie ya moto), “La guaya” (Afrinigth), “El enguayabado” (Abrentisie), y otros como “Culucucú”, “Yawani” , “Zangalewa” y “Tataliba”.

martes, 4 de octubre de 2022

Los champetúos, estilo de vida de una música (Segunda parte)

Escrito por: Abel Medina Sierra 


Es música, es sensualidad con olor salvaje a carne, sopor, licor, alegría, libertad ¿No es acaso el ideal de la felicidad? Los champetúos están en plena faena, están en su templo, celebran su liturgia escanciadora.  

Te recomendamos leer la primera parte de este artículo

Las horas pasarán y el cansancio se olvidará de visitarlos, mañana les espera el trabajo, pero ellos esperarán con resignación y nuevas piruetas el próximo sábado.   

Los champetúos han hecho de esta música todo un estilo de vida, toda una filosofía del “vacile efectivo”, el ritmo de una vida vertiginosa que se mueve a ritmo de champeta, que se diluye en la instantaneidad, que se nutre con el baile, con el sudor, con la estridencia. 

Es el vacilón para gozar la vida, para la vitalidad del cuerpo, para la gente “legal”, para recoger la savia telúrica que vivifica al “grone”, que “solla” al bacán, que alienta a la “jeva” y expulsa el dolor del “compa”. 

El vacile efectivo es la onda de la nueva negritud urbana:  la de La Boquilla, Olaya, El Pozón y la zona palenquera del Paseo Bolívar en Cartagena; la de Barlovento, Carrizal, La Manga y Me quejo en Barranquilla; la de La Paz, Manzanares y Chimila  en Santa Marta;  la de El Cerezo y el Mercado Viejo  en Riohacha; la de los pasajes  y la zona del mercado en Maicao. 

Es el nuevo cosmos en el que cobra vida la ciudad marginal, la urbanidad de la sombra, la informalidad, la cultura del rebusque y la gozadera. Es el nuevo estilo de vida que representa el champetú, protagonista de la rumba, héroe de la acrobacia y la pista, fuente del sudor y el movimiento.

El champetú encarna un estilo de vida en cuyas entrañas nació la champeta, el baile de comienzos de siglo. Un estilo de vida que se fue configurando en la barriada marginal de Cartagena, que fue cifrando su jerga, su práctica, su forma de vestirse; pero a la cual faltaba su mejor motor de identidad: la música, el otro corazón, el otro pulmón de los negros. 

Hoy música y estilo de vida van de la mano burilando el perfil de los reyes del picó y amos de la pista. Su nombre se deriva de “la champeta”, agudo puñal que suelen usar los pandilleros juveniles en los barrios subnormales de Cartagena, capital soberana del vacile efectivo, patria de la fiebre champetera y templo histórico de la negritud.

El estilo champetú, comenzó a irradiar sus influencias hacia otros centros urbanos de la Costa Atlántica desde los años 70`s, inicialmente en Barranquilla y ya a finales de los 90`s en las otras ciudades como Santa Marta, Valledupar, Sincelejo, Montería, Riohacha y Maicao. En poblaciones de notable presencia negroide como Tolú (Sucre) fue un fenómeno paralelo al de Cartagena. 

Leer la tercera parte de este artículo

Los champetúos, estilo de vida de una música (Primera parte)

 Escrito por:  Abel Medina Sierra


Nota de la redacción:
 Este texto fue publicado por primera vez en febreo de 2005 en la Revista Ranchería. El lector juzgará si se han producido algunos cambios desde entonces. 

La estridencia sacude el piso y las paredes de las casas vecinas, hasta la sangre de los congregados da tumbos con el frenético estampido de los bajos amplificados y el efecto doppler que materializa el sonido. 

El sumo regente de los fines de semana ha convocado su parroquia, es la voz sagrada del picó. Al frente de esta descomunal máquina sonora está el líder de esta religión, el chamán del sonido y la mezcla musical, es el picotero, el DJ local. Él preside esta ceremonia, él convoca a la alegría combinando ingredientes sonoros, con mágicos efectos y “exclusivas” producciones.      

La pista está desierta, pero afuera, decenas de oídos se ponen a tono con el ritmo ensordecedor. Los pies ensayan la pirueta, el cuerpo se predispone al sudor. La gente solo espera, paladeando la faena. Como todo gozo, tiene su paciente espera, su ritual preparatorio.

Algunos comienzan a medir la real capacidad sonora del picó, otros valoran que el repertorio de música sea de su agrado.  Los que esperan son prietos jovenzuelos de rostros pringados de sudor y manos callosas, lucen sus mejores galas y ya no se acuerdan de la ardua tarea de los días anteriores. Son los champetús, en pocos momentos, llenarán la pista con los espasmos de sus cuerpos. La champeta los ha atraído al despeluque.  

La música retumba ¡Viene! La estridencia no deja resquicio para que las voces se escuchen, de nada sirve hablar, aquí comunica el gesto, prima el movimiento ¡viene!, es el nuevo lenguaje en la verbena. No se necesita convencer a la “jeva”, no se requiere “la parla”, sólo el guiño, sólo el poder kinésico del cuerpo, la champeta es también culto al cuerpo.

El DJ combina los sonidos, el picó pregona su potencia: “! aquiiii suena ... el Gran Latino, la potencia atómica, el papá de los picós ¡”. Los cuerpos se juntan, se pegan, forcejean, se contorsionan epilépticamente, se sacuden el sudor, se entretejen anudados en un solo ente andrógino, es la comunión corporal, es el ritmo frenético de la champeta que los incita, que los transfiere a los linderos del delirio, del éxtasis. Es la expulsión de los demonios interiores a través de la danza, es la catarsis del espíritu, es también terapia para el alma. 

Leer la segunda parte de este artículo

sábado, 1 de octubre de 2022

Expocoaching 2022 en Riohacha

Crónica y “detrás de cámaras” de un acontecimiento memorable




En algunos círculos de la región no se hablaba de
 
otra cosa durante los últimos días, tan sólo de Expocoaching 2022, evento que se realizaría en Riohacha el cual había concitado el interés de los sicólogos, trabajadores sociales, estudiantes, profesores,  mujeres, líderes sociales y periodistas. Cuando faltaban cuarenta y ocho horas varios medios de comunicación de Santa Marta y de otras ciudades incluyeron en sus páginas más información sobre lo que sería este programa sin precedentes en La Guajira.

El día llegó y desde el cielo algunas gotas de agua anunciaron que también deseaban hacer presencia en los alrededores de la Biblioteca Héctor Salla Zuleta.


En un ambiente de frescura y la alegría habitual de la gente de Riohacha comenzaron a llegar los invitados. Los anfitriones les recibían con un buen café y el formato de inscripción. Después le daban papel y lápiz para que tomaran nota y una recomendación muy puntual: “beban el café acá afuera porque no podemos hacerlo en el auditorio”

Las sillas anaranjadas del auditorio comenzaron a llenarse. Desde Dibulla llegó el cantante, ingeniero y hombre de radio Carlos Roca; también Alfredis Barros del ICBF, y Lácides Molina del Sena junto con su grupo de aprendices, decenas de docentes de primaria y básica y profesores de la Universidad…estábamos a punto de que se levantara el telón y las personas seguían entrando…pero sin el vaso de café en la mano.


Era muy fácil conocer al equipo organizador, la gente del consultorio social Apüshi Wayira porque todos tenían la camiseta negra con la leyenda “Ámate inteligentemente”. 


El alma de todo esto era Leoryis Vanegas Rivera, quien estrenaba su título de coach internacional, pero no estaba sola, la rodeaban casi todos los miembros de su familia, sus padres Wilson y Emylis, sus hermanas Kendra, Dayana y Karelbys, su hermano Wilmer y todos sus sobrinos, desde Victoria la más grande hasta Emylis, la más pequeñita, aún en los brazos de su mamá.





Se dio la orden de iniciar y comenzó la conferencia de Yuri Elías Camacho sobre Neurociencia y emociones. El público estaba maravillado con las explicaciones científicas de esa poderosa máquina llamada cerebro, controladora de las emociones y de todo lo que hacemos. Si lo utilizáramos mejor, seríamos superpoderosos.



Mientras avanzaba la disertación los organizadores seguían trabajando como hormigas, unos tomaban fotos, otros respondían por la logística y la mayoría estaba pendiente de los invitados. Un caballero caminaba por el escenario con el rostro feliz, al parecer era el supervisor de todos los coequiperos.

Terminó la primera conferencia en medio de un atronador aplauso y, acto seguido, se dio inicio a la segunda. Estaban todos tan concentrados que no se dieron cuenta de lo que sucedía en el cielo de La Guajira: todo parecía indicar que tendríamos un fuerte aguacero, diminutas gotas de agua insistían en anunciar que llevería fuerte.

Pero dentro del salón de conferencias llovían las emociones. Leoryis conducía su disertación como una experta que además de saber el qué decir, conoce el cómo decirlo de un auditorio ávido de escuchar algo nuevo.  


En el clímax de su sinfonía de palabras cargadas de significado dio a conocer las cinco más importantes muestras de amor hacia los demás y hacia sí mismo: palabras de afirmación, tiempo de calidad, regalos (¿a quién no le gustan los regalos?), actos de servicio y contacto físico (abrazos, caricias y demás)

En los pasillos el equipo organizador seguía en los suyo, trabajo duro para que la artista principal no tuviera que preocuparse de nada, ni siquiera de su garganta afectada por el exceso de uso en las últimas horas.   El señor a quien consideré como supervisor general se movía silenciosa y reflexivamente de un lugar a otro. Daba unas instrucciones aquí y otra allá y volvía a tomar su lugar en una de las sillas ubicadas en primera fila.

El cierre no pudo mejor.  Al escenario fue invitado Diego Torres para que cantara su canción Color Esperanza, a través de un video, por supuesto.


Mientras la voz varonil del argentino repasaba el tradicional “saber que se puede, querer que se pueda, quitarse los miedos, sacarlos afuera, pintarse la cara color esperanza, tentar al futuro con el corazón”… era acompañado por la voz melíflua de Leoryis, de manera que se escuchaba una bella entonación andrógina  con la cual se contagiaron los presentes, quienes a esa hora movían de un lado a otro globos verdes, color esperanza.

El evento terminó con un ensordecedor aplauso, los agradecimientos de los presentes y la petición, digo, la exigencia de que se organizara algo parecido lo más pronto posible. 


Para fortuna de ellos Apüshi Wayira anuncia una jornada similar para el 29 de octubre. Hay que separar el cupo con tiempo, porque de seguro todos van a querer asistir.

Las huellas de la emoción se asomaron aún en el rostro del imperturbable y omnipresente  “supervisor”.

A la salida los asistentes fueron recibidos con una bolsa cuyo contenido eran  galletas de chocolate,  frutas y  yogur de fresa. Buen cierre para esa buena tarde.

El autor de la crónica se detuvo un momento a la puerta de salida a la espera del vehículo que lo trasladaría a su ciudad de origen. Por ahí vio salir felices a los conferencistas y a los asistentes. También a Kendra, Dayana, Karelbis y Wilmer, los hermanos de Leoryis, junto con sus respectivos hijos. La pequeña procesión era encabezada por Emylis Rivera Luna, progenitora de la protagonista.

Cuando parecía que no quedaba nadie, apareció en la puerta  el señor silencioso en cuyas manos parecían estar los hilos de todos los movimientos de la familia. Al salir pude leer su nombre en la escarapela que portaba con orgullo: “Wilson Vanegas”

Antes de que contestara su saludo me tendió la mano, me dio su nombre y me aclaró con un tono henchido de orgullo: “soy el padre de esas hermosas mujeres que usted vio salir, y también de Leoryis”


Así terminó Expocoaching 2022, el cual recordaremos por sus luces, música, olor a tierra mojada, por las emociones, por el intenso aprendizaje y por el orgullo de un padre que sabe guiar a la familia. 

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