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domingo, 16 de octubre de 2022

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (quinto y último episodio)

Foto oficial del Encuentro de escritores

Acto seguido pasaron al frente
 los profesores Álvaro  Suescún y  Luis Barros Pajaveau, quienes hicieron un agradable y extenso  recorrido a través del contenido variopinto de la literatura Caribe, desde las áridas tierras del norte de La Guajira hasta las fértiles sabanas del departamento de Córdoba. (Lee el cuarto capítulo de esta emocionante crónica)
Álvaro Suescún y Luis Barros

El cierre no pudo ser mejor: un vibrante recital de poesía erótica de Julio Manuel Larios; una emocionante lectura de poemas de  Limedis Castillo y un sensual monólogo de la  incomparable Ella Celedón.   

Ella Celedón

El público aplaudió con fuerza y cuando se esperaban más intervenciones  Marcela Soto Angarita tomó el micrófono para anunciar que había llegado el final y para invitar a los escritores a la maravillosa noche del festival amenizada, entre otros por Iván Villazón y Elder Dayán.

Yo me di una vuelta por el parque pero tuve que encargar a Abel Medina y Julio Larios de que le ofrecieran mis respetos a los artistas, pues yo tenía un inaplazable compromiso en el país de los sueños a partir de las diez de la noche.

Al día siguiente, sábado 15 de octubre, Arcesio Romero tuvo la generosidad de invitarme a su casa paterna para presentarme a su señora madre María Josefina Pérez, a su hermana Auxiliadora Romero  a Arcesio Romero padre y al arquitecto y pintor  Luis Fernando Guarín.  

Nos tomamos un café delicioso y nos fuimos a una sesión de fotos en los murales dedicados a la herencia africana de los barranqueros  los cuales llevan la firma de Guarín y  se han convertido en un nuevo ícono de la capital carbonífera de Colombia.

El autor de la crónica al lado del artista Fernando Guarín pintor de los murales

Terminada la sesión de fotos mi anfitrión me llevó a un recorrido por los sitios emblemáticos del pueblo: la casa del futbolista Luis Díaz, las residencias de exgobernadores  y exparlamentarios, la Biblioteca municipal Gabriel Solano Vidal, la cancha en donde Luis Díaz  pateó el balón por primera vez, la calle  en donde son vecinos  dos representantes a la Cámara, los murales dedicados a Olinto Fonseca y Dolores María Redondo.

Por último me trajo a la casa de Maximiliano Hernández y Helena Parodi, un bello pero derruido edificio al  cual se le nota el paso de los años y sobresale en el vecindario por su hermosa arquitectura antigua. 

Estamos frente a esa construcción y recordamos que en sus habitaciones durmieron ilustres representantes  de la política nacional, incluido el virtual presidente Guillermo León Valencia,  en una lejana  noche de 1.962.

Me contó que ese día algunos vagos, alentados por sus odios viscerales incubados en la trastienda de la maldad, embadurnaron cada pared de la casa con excrementos humanos cuyos hedores se percibían veinte calles más abajo, treinta cuadras más arriba y como a cien kilómetros a la redonda.  

Cuenta la historia que doña Berta y Guillermo León Valencia jamás regresaron a Barrancas, ni a preguntar por el nombre del bandido que ofendió sus delicadas narices.

En cambio yo me marcho con nostalgia y sé que pronto muy pronto volveré a la tierra amable de La Guajira atraído por el perfume de la literatura y el aroma del buen café que se sirve en los corredores de cada una de sus casas.

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