Por: Danny Daniel López Juvinao
Profesor Catedrático Universidad de La Guajira
En los vigentes tiempos donde abunda la corrupción en las administraciones publicas locales, se levanta a paso mesurado una Nueva Ola de ideología, que estuvo pasiva y resignada, para asumir el compromiso que su departamento le depara; increíblemente se viven ahora situaciones tangibles de miseria en una región exquisita en recursos naturales a por doquier.
Este discurso que pareciera que ya está agotado, es necesario seguir abordándolo una y otra vez, para provocar el cambio generacional (y de razonamiento) que los futuros hijos desde su inminencia existencial, exigen a gritos desesperados.
El ignora do paradigma trae consigo un rechazo rotundo a las prácticas tradicionales de la política en La Guajira, la compra de votos, las rapiñas en las registradurías, el trueque con las comunidades indígenas movilizadas masivamente, el trasteo de votos desde el vecino país y demás vicisitudes clientelistas.
La Nueva Ola objeta la “politiquería” tradicional efectuada en periodos eleccionarios para llevar a la juventud hacia una concienciación sobre las verdaderas realidades sociales que está afrontando la gente y generar el cambio en los erróneos esquemas que han llevado a La Guajira a posicionarse en las ultimas escalas de desarrollo nacional, cuestión que se evidencia al recorrer cada rincón de esta tierra.
El asunto de una Nueva Ola como tendencia, mucho más allá de la edad de sus partidarios, pasando por la juventud “mental” de las personas que habitan y aman este territorio, pasa por concebir básicamente que el dinero no lo es todo y dejar de priorizarlo en sus vidas y en las organizaciones, una vez que se obtiene el poder popular e inclusive en el mismo proceso. La tarea se establece en exteriorizar que lo significativo reside en hacer las cosas bien, en actuar coherente con lo que se predica, con honestidad y transparencia, sin ensuciarse las manos, como único sendero para que el departamento prospere sobre una plataforma ética.
Los jóvenes deben trabajar por su comunidad y les correspondió a los mayores guiarles por ese camino, como principio básico de sus actuaciones, pero no aconteció así; ahora entonces, les corresponde a quienes están estudiando y preparándose para ser cada día mejores seres humanos, tomar la iniciativa y participar activamente como agentes de cambio cultural, social, político y ambiental.
¿El poder para qué? ¿Para robar y enriquecerse? ¿Para contaminar vuestras conciencias con dineros que no les pertenecen? El erario público es del pueblo, por ende deben ser distribuido en programas y proyectos que le beneficien; cuando se obtiene la posición de gerente publico es solo para cumplir con sus obligaciones, correspondiendo a esa esperanza legitima de la gente que les eligió (incluyendo la que votó por otro), para ganar solo lo que les incumbe como salario y no para usufructuar desesperadamente lo ajeno.
El quehacer publico es un principio de funcionamiento demasiado simple, pero las otrora generaciones de políticos (consumidores desmedidos) se enfocan en seguir dando un mal ejemplo y en persistir buscando el adictivo poder, de manera que así como viene una Nueva Ola de jóvenes limpios, así también viene una manada de “pelaos” que han copiado esos viejos modelos y se avecina una guerra ideológica substancial contra el poder del dinero, pelea que hasta el momento ha ganado este último, pero en la que hay muchos dispuestos a luchar insistentemente.
Sea este moderno paradigma socio-político de abstraer los contextos locales, el reflejo de la población que normalmente se abstiene de votar, porque aborrecen la esencia típica de la política y aunque tienen el derecho de elegir y ser elegidos, ni siquiera participan porque no encuentran sentido en que siempre lleguen al poder los mismos con las mismas atrocidades. Se exponen casos de personas y/o familias que llegan a los puestos de mando superior a engordarse de manera descarada, para derrochar, ostentar sus riquezas y abusar del poderío que la sociedad le otorgó, cuan negocio de mercado, debido a la baja capacidad de discernimiento que poseen algunos sectores de la población, que no razonan sobre el fuerza democrática que tienen en las justas electorales.
Consecuentemente jóvenes, les concierne atreverse, querer ser, desear, intentarlo, armas tomar, la Nueva Ola del pensamiento fundamentado en ideas y propuestas debe intervenir también en la política, término que ha sido desacreditado a lo largo de las décadas, para volverle a retomar su condición que radica en el servicio desinteresado a la comunidad y ese designio constante de dar ejemplo, sobre la base un camino holístico y espiritual que les lleve a distinguir como humanidad que hay muchas “cosas” que transcienden mas allá de los intereses económicos y que el dinero es importante pero no debe convertirse en su Dios.
Cabe concluir, que son las ideas frescas las que cambiaran los modelos convencionales, estas deben ejercerse y luchar dinámicamente por el departamento; La madre tierra Guajira lo está suplicando y la respuesta es muy simple: servir como instrumento de Dios en la tierra, para que se haga su obra en la región. Volver las hojas nosotros mismos es la mejor forma de empezar a cambiar este sistema equivoco en el que nos encontramos inmersos.
¡BUENA MAR HEREDEROS!
Profesor Catedrático Universidad de La Guajira
En los vigentes tiempos donde abunda la corrupción en las administraciones publicas locales, se levanta a paso mesurado una Nueva Ola de ideología, que estuvo pasiva y resignada, para asumir el compromiso que su departamento le depara; increíblemente se viven ahora situaciones tangibles de miseria en una región exquisita en recursos naturales a por doquier.
Este discurso que pareciera que ya está agotado, es necesario seguir abordándolo una y otra vez, para provocar el cambio generacional (y de razonamiento) que los futuros hijos desde su inminencia existencial, exigen a gritos desesperados.
El ignora do paradigma trae consigo un rechazo rotundo a las prácticas tradicionales de la política en La Guajira, la compra de votos, las rapiñas en las registradurías, el trueque con las comunidades indígenas movilizadas masivamente, el trasteo de votos desde el vecino país y demás vicisitudes clientelistas.
La Nueva Ola objeta la “politiquería” tradicional efectuada en periodos eleccionarios para llevar a la juventud hacia una concienciación sobre las verdaderas realidades sociales que está afrontando la gente y generar el cambio en los erróneos esquemas que han llevado a La Guajira a posicionarse en las ultimas escalas de desarrollo nacional, cuestión que se evidencia al recorrer cada rincón de esta tierra.
El asunto de una Nueva Ola como tendencia, mucho más allá de la edad de sus partidarios, pasando por la juventud “mental” de las personas que habitan y aman este territorio, pasa por concebir básicamente que el dinero no lo es todo y dejar de priorizarlo en sus vidas y en las organizaciones, una vez que se obtiene el poder popular e inclusive en el mismo proceso. La tarea se establece en exteriorizar que lo significativo reside en hacer las cosas bien, en actuar coherente con lo que se predica, con honestidad y transparencia, sin ensuciarse las manos, como único sendero para que el departamento prospere sobre una plataforma ética.
Los jóvenes deben trabajar por su comunidad y les correspondió a los mayores guiarles por ese camino, como principio básico de sus actuaciones, pero no aconteció así; ahora entonces, les corresponde a quienes están estudiando y preparándose para ser cada día mejores seres humanos, tomar la iniciativa y participar activamente como agentes de cambio cultural, social, político y ambiental.
¿El poder para qué? ¿Para robar y enriquecerse? ¿Para contaminar vuestras conciencias con dineros que no les pertenecen? El erario público es del pueblo, por ende deben ser distribuido en programas y proyectos que le beneficien; cuando se obtiene la posición de gerente publico es solo para cumplir con sus obligaciones, correspondiendo a esa esperanza legitima de la gente que les eligió (incluyendo la que votó por otro), para ganar solo lo que les incumbe como salario y no para usufructuar desesperadamente lo ajeno.
El quehacer publico es un principio de funcionamiento demasiado simple, pero las otrora generaciones de políticos (consumidores desmedidos) se enfocan en seguir dando un mal ejemplo y en persistir buscando el adictivo poder, de manera que así como viene una Nueva Ola de jóvenes limpios, así también viene una manada de “pelaos” que han copiado esos viejos modelos y se avecina una guerra ideológica substancial contra el poder del dinero, pelea que hasta el momento ha ganado este último, pero en la que hay muchos dispuestos a luchar insistentemente.
Sea este moderno paradigma socio-político de abstraer los contextos locales, el reflejo de la población que normalmente se abstiene de votar, porque aborrecen la esencia típica de la política y aunque tienen el derecho de elegir y ser elegidos, ni siquiera participan porque no encuentran sentido en que siempre lleguen al poder los mismos con las mismas atrocidades. Se exponen casos de personas y/o familias que llegan a los puestos de mando superior a engordarse de manera descarada, para derrochar, ostentar sus riquezas y abusar del poderío que la sociedad le otorgó, cuan negocio de mercado, debido a la baja capacidad de discernimiento que poseen algunos sectores de la población, que no razonan sobre el fuerza democrática que tienen en las justas electorales.
Consecuentemente jóvenes, les concierne atreverse, querer ser, desear, intentarlo, armas tomar, la Nueva Ola del pensamiento fundamentado en ideas y propuestas debe intervenir también en la política, término que ha sido desacreditado a lo largo de las décadas, para volverle a retomar su condición que radica en el servicio desinteresado a la comunidad y ese designio constante de dar ejemplo, sobre la base un camino holístico y espiritual que les lleve a distinguir como humanidad que hay muchas “cosas” que transcienden mas allá de los intereses económicos y que el dinero es importante pero no debe convertirse en su Dios.
Cabe concluir, que son las ideas frescas las que cambiaran los modelos convencionales, estas deben ejercerse y luchar dinámicamente por el departamento; La madre tierra Guajira lo está suplicando y la respuesta es muy simple: servir como instrumento de Dios en la tierra, para que se haga su obra en la región. Volver las hojas nosotros mismos es la mejor forma de empezar a cambiar este sistema equivoco en el que nos encontramos inmersos.
¡BUENA MAR HEREDEROS!
2 comentarios:
amigo, esa corrupcion de de la que ablas, su familia ha sido gran protagonista, y no solo de eso si no de echos delincuenciales de todo tipo.
usted como tigre muchas pintas tiene
Hola Anónimo te invito a publicar cuales son las “pintas” que yo tengo… mi vida es pública, limpia y transparente… anhelo profundamente lo mejor para nuestro municipio y estoy abierto al debate… Saludos…
Danny Daniel
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