LEANDRO DIAZ: EL JUGLAR MAYOR
Por: Jorge Castillo Mendoza
Jorge.antony12@gmail.com
Administrador de Empresas, Periodista e Historiador
Leandro Díaz, nació sin ver la luz del día, un 20 de febrero de 1928 en el hoy municipio de Hatonuevo, no obstante le canta a la belleza de Matilde Lina, a los verdes primaverales y a las vivencias cotidianas de la provincia.
Este artista vivió esta la edad de 20 años en el campo, donde tuvo una relación intima con la naturaleza, de ella aprendió muchas cosas valederas, escuchaba mucha radio, y les solicitaba a sus amigas de infancia que le relataran cuentos y poemas de los libros que podían llegar a sus manos.
La influencia música enmarcada en este artista, viene de sus ancestro, quienes tocaban los instrumentos como la guacharaca, bombo y dulzaina. Sus maestros en su estilo fueron Chico Bolaño, Lorenzo Morales y Emiliano Zuleta Baquero.
Entre los intérpretes de sus canciones se encuentran los Cantantes Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, Carlos Vives, Jorge Celedón y Otros destacados intérpretes de la música Vallenata. Sus obras musicales tienen una importancia por el manejo acertado del mensaje y la descripción poética y la riqueza de sus melodías en cada una de ellas.
Este compositor, es uno de los juglares mas connotados y valioso de la música vallenata, la mayoría de sus canciones son clásicas de este folclor, obras musicales tales como “Matilde Lina”,” La Gordita “y “el Cardón Guajiro”. Este destacado autor tuvo el privilegio de participar en concierto en el Hay Festival en Cartagena de Indias en el pasado mes de Enero. Rodeándose en este evento con los grandes del periodismo, la literatura y las artes a nivel internacional.
Leandro ha puesto en práctica el poema de Rafael Pombo, que dice “que la paciencia y la perseverancia son la vestidura del éxito”.
Dentro del Vallenato, Leandro Díaz, es catalogado como el rey del género del Merengue, en canciones tales como “La Contra”, “La Parrandita” y “Los Tocaimeros” a las letras y melodías en estas canciones le imprimió Picardía y Sabrosura.
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