domingo, 6 de julio de 2008

LOS CARRAIPIUNOS Y LOS VELORIOS

Por: Jorge Rincones Fontalvo

Una de las cosas que más nos caracteriza a las personas de este pueblito(Carraipía), es que somos amantes de dar las condolencias o dar el pésame o, como decimos algunos, echarles el brazo a las amistades y familiares, ya sean estas oriundas o no del pueblo, para compartir con ellas por unos momentos el dolor y la tristeza, por la muerte o perdida de un familiar.
Si los difuntos y los familiares son netos del pueblo, es decir, nacidos y criados allí, y si el velorio se hace ahí mismo, este es nutrido, es decir la asistencia es masiva, todo el pueblo asiste , las casas quedan solas y muchas mujeres, las de mas edad y las mas amigas de los deudos, se hacen dueñas de los velorios, se mudan para las casas donde se hace la velación por los nueve días que dura el velorio y solo van a sus casa a cambiarse de ropa, a medio hacer cualquier oficio y se devuelven inmediatamente para acompañar y consolar a los deudos y a colaborar con los oficios de la casa, como barrer, lavar y cocinar.

Y es que en esos velorios, el cocinar es una labor ardua, pues es necesario hacer bastante comida, ya que a todo el que llega, sea del pueblo o de afuera, se les brinda, claro a los de afuera se les atiende de primero y luego por orden jerárquico, es decir, primero a los mas amigos y a los que aportaron o contribuyeron con los gastos, es así como las ollas de sancochos no faltan, tampoco los calderos de frichi.

Y sancocho y frichi que se acaban, sancocho y frichi que se ponen al fogón, por que aquí para hacer estos comistrajales, como dicen las abuelas del pueblo, se hacen o arman en los patios los fogones con unas piedras llamadas tacanes utilizando bastante leña, la cual en la mayoría de las veces es regalada por los vecinos. Esos fogones durante los nueve días del velorio no se apagan, por que aquí lo que abunda es quien coma pero también quien cocine.

Además de hacer abundante comida también abunda el chirrinche o ron hecho en unos aparatos artesanales llamados alambiques; es necesario comprar este trago no solo por lo barato sino por que le gusta a mucho de los asistentes, especialmente a los indios (les decimos así a los de la etnia Wayuú), quienes van a los velorios y se pegan unas borracheras de padre y señor mío. Se me olvidaba decir que durante las nueve noches del , no falta el café y el calentillo que es una agua aromática que se hace de una hierba que la llamamos paja de limón

Bueno dirán muchos en esos velorios se gasta bastante plata, sí, se gasta, pero es que también hay los que colaboran aportando dinero o artículos y elementos para ayudar a cubrir parte de esos gastos, estos aportes empiezan a llegar por parte de los familiares mas cercanos, luego por las familias amigas y por las amistades que se tengan. Y de acuerdo a la familiaridad, a la amistad que se profesen así será el aporte que se haga, vemos llegar algunos en vehículos y le dicen a sus parientes o amigos manda a bajar una cositas que traje; otros llegan en animales como burros y caballos cargados con productos del campo. Lo curioso aquí es que no faltan en las familias, dueñas de los velorios, los familiares avispados que se encargan de recoger esas donaciones pero no hacen entrega de todo, alguna parte sea dinero o productos van a parar a otras casas, aquí se práctica aquel aforismo que dice al muerto al hoyo el vivo al bollo. Muchas veces cuando los familiares del difunto son muy pobres, es cuando mas se ve la solidaridad de los carraipiunos, quienes inmediatamente se dan a la tarea de recoger entre los moradores de mi pueblito no solo para comprar el ataúd o cajón, sino para hacer café, calentillo y hasta comida. Hemos notado que hasta en los velorios se ve la diferencia entre los que tienen alguna comodidad económica y los faltos de recursos, mientras en los primeros abunda la comida, el trago, el café y el calentillo, en los segundos a duras penas se ve pasar un tinto de cuando en cuando.

Si las personas fallecen en otras partes del departamento, entonces varias familias se reúnen y fletan algunas de las camionetas que hay en pueblo para viajar e ir a dar ese pésame, ya que es una obligación cumplir con ese deber y si alguien les dice algo al respecto, la respuesta puede ser: hoy por ellos mañana por mi o bien eso es prestado, después me lo devolverán o en su defecto es un compromiso social. También surgen las siguientes respuestas: como se te ocurre que no voy a ir si es el hijo o la hija, la hermana o el hermano, el papá o la mamá de mi comadre o de mi compadre fulano de tal. Ella o el fue mi gran amiga o amigo, nos criamos juntos o juntas, etc. El hecho curioso es que cuando se muere algún paisano en un lugar del departamento, mas de un dueño de estos vehiculas se pone contento por que algunas de estas camionetas serán utilizadas en el transporte para ir al deceso del ese amigo o amiga y esto genera unos ingresos.

Pero si la familia del difunto o difunta tiene comodidades, es decir, tiene sus pesos y viven en este departamento, se encargan del transporte y facilitan los vehículos para que todo aquel Carraipiuno que quiera ir vaya y haga presencia y pueda darles las condolencias a los deudos y también echen sus lloraditas como decimos en el pueblo. Estas lloradas se hacen si el velorio se hace en casas de los familiares, por que si se realiza en algunas funerarias a mis paisanas no les gusta asistir por que en esos lugares no pueden llorar a sus anchas.

En los velorios que se hacen en otras latitudes, siempre encontraremos paisanos no solamente en todos y cada uno de los municipios y pueblos de esta Guajira sino en los pueblos y rancherías circunvecinos, no importa el sistema de transporte que le toque utilizar, lo importante es echarle el brazo al amigo, a la amiga y llorar con el o con ella Si alguien quiere comprobar esto nada más tiene que asistir al sepelio o al velorio de un carraipiuno ocurrido en un lugar diferente al pueblo para que se den cuenta de cuantos paisanos asisten y de acuerdo con el grado de consanguinidad, de afinidad y de amistad, así será la estadía en el lugar de los hechos.

En muchas oportunidades me he topado con paisanos, en sepelios y velorios en algunas ciudades del país y de la República Bolivariana de Venezuela, con los cuales tenía tiempo(años) de no verlos, y después de los saludos y abrazos de rigor por el reencuentro, vienen esas reuniones, regadas por unas cuantos tragos de ron, para traer a la memoria y evocar anécdotas, situaciones y hechos ocurridos años atrás en el pueblito, donde fuimos protagonistas, o lo fueron nuestros amigos reencontrados o bien lo fue el difunto (a). También sirven para preguntar por el resto de los familiares y por la suerte que ha corrido cada uno de ellos.

Como hecho curioso, siempre que me encuentro con estos amigos y amigas de infancia les digo en forma jocosa; caramba fulano tengo que venir a esta ciudad o pueblo para verte, siendo que Maicao y Carraipía están nariz con boca, o bien, ya sabia yo que tu no podías faltar a estos eventos pues te gustan mas los velorios que a un gato la valeriana y a veces con un poco de humor negro decirles a algunos amigos o amigas: tenía que morirse fulanito o fulanita para verte, estas fregao o fregada con Jota.

Cuando a una persona, que vivió en el pueblo por muchos años, que tuvo hijos e hijas allí y que además la mujer o el marido son nativos del pueblo, se le muere un familiar en un lugar diferente al pueblo, ahí encontraremos a muchos carraipiunos asistiendo a ese sagrado deber de acompañar al amigo o a la amiga. No asistir es llevar un peso en la conciencia y comentar con los amigos y amigas cosas como las siguientes: yo no le veo la cara a fulanito o a fulanita de tal, imagínate no le di el pésame. Que ira a pensar de mi fulanito o fulanita de tal si se entera que no fui al velorio de su familiar. Uyy no me perdono el no haber asistido al entierro ni al velorio del familiar de fulano pero a las nueve noches no puedo fallar.

Sin embargo sino podemos asistir al novenario aun nos queda el cabo de mes, el cual es tan concurrido como el novenario, o en su defecto asistir a la misa del cabo de año, para cumplir con ese compromiso social, donde la gente vuelve a dar el pésame o reafirmar el pesar por el amigo o amiga fallecido (a) Nos gusta tanto asistir a los velorios y sepelios que aprovechamos cualquier circunstancia para ir, como por ejemplo, que los familiares del finado (difunto), como dicen las abuelas del pueblo, sean amigos o amigas de mis amigos, ese solo hecho me obliga a que asista y les de las condolencias a los deudos, por consideración a mis amigos y lógico, para no perder la costumbre de ir a los velorios.

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