martes, 25 de mayo de 2010

Cómo ser un buen estudiante (Primera parte)

Al colegio se va a estudiar y no a perder el año ni a malgastar el tiempo. A la Universidad se va a adquirir los conocimientos necesarios para desempeñar con éxito una profesión, preparar el relevo generacional y dejar en firme las bases para la construcción de un país renovado en su esencia y mejor en el desarrollo de sus relaciones sociales, económicas y humanas.

Mientras estemos en las aulas, el buen desempeño es una obligación. Ser estudiante es sinónimo de esfuerzo continuado, dedicación permanente y angustias relacionadas con un tema inherente a los programas de formación. La evaluación permanente y la necesidad de mostrar buenos resultados para seguir avanzando en la en la escala progresiva del plan académico en que se está matriculado.

Demos un vistazo a algunos aspectos que te van a ser útiles en el caso de que, como es obvio, quieras obtener unos muy buenos resultados en tu vida académica, entendiendo esos resultados no solo como buenas notas sino con el aprendizaje útil para la vida y para el trabajo y la pronta y feliz inserción en el mercado laboral. Veamos pues:

1. Es necesario tener claridad en cuanto a la vocación, a lo que nos hace vibrar y nos apasiona, porque en la profesión elegida pasaremos la mayor parte del día todos los días de nuestras vidas. Elegir correctamente es un paso inicial y esencial para asegurar los buenos resultados pues está comprobado que hacemos mejor lo que nos gusta, tal como le sucede a los niños, quienes son felices por ejemplo, en el juego al punto de que en ocasiones lo prefieren sobre algo que también les gusta, como comer o tomar su bebida preferida.

Si aún no has elegido tu futura profesión, ten en cuenta algo que te guste y te permita crecer como persona y como profesional. Si ya estás embarcado en algo que sientes que no es lo tuyo, es mejor que te vayas enamorando o que pienses con seriedad en cursar una carrera alterna en la cual puedas realizarte plenamente.

2. Combinar en altas dosis la disciplina y la pasión. La disciplina, nos permite cumplir lo que debemos hacer, aún cuando no tengamos ganas o no sea de nuestro agrado. Algunas personas tienen apatía y en algunos casos aversión a madrugar, pero gracias a su disciplina cumplen sus compromisos de las primeras horas del día. Disciplinarse es necesario para hacer lo que hay que hacer independientemente de otras consideraciones.

La pasión, en cambio nos permite desarrollar el talento con la ventaja de que mientras se trabaja o estudia, se siente el deleite de hacerlo sin afanes, sin impaciencia y, lo más importante, con la convicción de que cada actividad desplegada puede transformar el mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Necesitamos leer rápido la segunda parte

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