Por: Abel Medina Sierra
Los apodos e hipocorísticos son tan relevantes como géneros orales en La Guajira que han sido elevados a la categoría de patrimonio cultural. Así se desprende del levantamiento del Inventario de Bienes y Manifestaciones de Interés Cultural que durante tres años se desarrolló desde la Dirección Departamental de Cultura y que éste servidor tuvo el privilegio de coordinar.
Como resultado del inventario ya se editó la primera parte de la serie “Patrimonio Guajiro: Patrimonio vivo” en la que aparecen los hipocorísticos y apodos como un portentoso filón de creatividad léxica muy arraigada en el departamento, pero con especial énfasis en Riohacha, Dibulla y su zona de influencia.
Es posible que la práctica común de apelar a distintas formas de nombrar a las personas tenga un sustrato en la tradición de algunas regiones hispánicas. La afición al fútbol nos enseña que también los brasileños son propensos al uso de apodos.
En Riohacha se dice que la costumbre de endilgar apodos e hipocorísticos puede tener origen rural y parroquial pues se enfatizó con las migraciones de campesinos (llamados en la capital como mítios) de los pueblos cercanos hacia el casco urbano de Riohacha (Monguí, Cotoprix, La Punta, Machobayo, Camarones).
Causa tanta curiosidad la cantidad y la peculiaridad de los apodos en Riohacha que una de las canciones más escuchadas por los melómanos en estos días, es una versión acústica compuesta por el extinto William Pontón en la que compendia, de manera lúdica y creativa, los más curiosos apodos de los últimos años en esa ciudad. Pontón a su vez lo toma de un poema del célebre Luis Alejandro López (autor del himno del departamento).
También Oswaldo Robles Cataño, Pablo Emilio Fonseca “Saso” y el ex alcalde Luis Gómez Pimienta también han publicado libros en los que compilan listados de apodos muy originales lo que da cuenta que ya existe una documentación bibliográfica y una lectura etnográfica al respecto. El ilustre abogado Luis Eduardo Acosta Medina hizo lo propio con su pueblo Monguí, donde como la mayoría de pueblos cercanos, no existe persona alguna que no se le haya endilgado un apodo y si no tiene apodo es porque ya cuenta con un hipocorístico.
Pero es prudente establecer distinción entre estas dos categorías nominales. Los hipocorísticos son formas de tratamiento o apelativos usados para denominar personas en el cual se usan diminutivos, deformaciones o giros afectivos y coloquiales del nombre. En La Guajira son comunes algunos como: Fefa (Josefa), Icha o Chave (Isabel), Lencha, Lola, Encha, Chencha (Lorenza) Maye, Mari, Mayo (María), Che, Jóse (José), Yuyo (Julio), Caíto, Cayo (Carlos), Lalo, Yayo (Eduardo), Monche, Mon (Ramón), Beto (Alberto), Chú (Jesús), Moi (Moisés), Fello (Alfredo), Fracho, Efra (Efraín), Chente (Vicente), Quille (Euclides), Guille (Guillermo), Checho (Sergio), Meme (Remedios), Pangue (Orangel), Yeyo (Aurelio). Kike (Enrique), Mane, Mañe (Manuel), Chalía (Rosalía).
Los hipocorísticos están determinados por razones mucho más afectivas pero a veces también intervienen factores regionales y culturales. Por ejemplo, a quien tiene por nombre Francisco, aquí en La Guajira se le diría “Chico”, “Kiko” o “Pancho”. Pero en la zona central y andina del país se le diría “Pacho” y en el Pacífico y occidente “Zico”.
De igual manera, a los José María en el Caribe colombiano los llamamos “Chema” mientras en otras zonas del país se les denomina “Chepe María”.
Por su parte, los apodos son denominaciones o apelaciones que surgen de un defecto o apariencia física, una circunstancia anecdótica, un oficio. Es un acto de creación y recreación lingüística motivado y expresivo mediante el cual el sujeto apodador da un nuevo nombre a su semejante según las características que se evocan en su mente. Uno puede recordar a una persona como hambriento, mezquino, parrandero, feo, locuaz, manco, bizco y esto incide en la manera como crea el apodo. Como se aprecia, en el apodo desencadenamos una fuerza emocional que puede tener cariño, odio, enemistad, burla, confianza, recelo.
El apodo es distinto al sobrenombre. Ejemplos de sobrenombre son Juan El Manco, El Mono Carlos (en este caso Manco y Mono son los sobrenombres). Por su parte los remoquetes, motes o alias son denominaciones que emergen del argot en los bajos mundos y tienen un fin de ocultamiento (un narco o un guerrillero se inventa un alias para evadir o despistar a las autoridades).
Existen muchos mecanismos morfológicos para crear o recrear los apodos. Algunos se crean por derivación: diminutivos (“Cebollin”), aumentativo (“Patón”), despectivos (“Pajarraco”). Otros se crean por composición (“Caremapa”) o por trasplantación (“Superratón”). También se crean apodos apelando a recursos semánticos como el símil (“Pata´e cuchara de meneá mondongo”).
Para tener más claros referentes de la manera de construir apodos en La Guajira, presentamos inicialmente una lista de los más famosos en Riohacha, seleccionados de los compendios ya divulgados:
Agua sin sal- Ambupa- Anchícale- Avena Quaker - Babey la piona -Barba piá- Bemba alegre- Benjamín Flojera- Berraco- Beto Nojoda- Beto pelúa- - Bola e moco- Boli vaciao- Bollo limpio- Bololó- Boca e cuero- Buchipluma- Bullaranga- Bululú- Burra vieja- Buscalavida- Cachimonda- Cagabus- Cagá e perro- Cagapatio- Cagaíta- Cabecita e gato- Cabeza e tubo- Caimán Mono- Calienta pan- Carne asá- Carroloco- Cara e candao- Carecuajo- Corredera- Che birria- Che diarrea- Che burra- Che mondongo- Che tortuga- Chema bocadillo- Chema metralla- Chente bala- Cheche Puja - Chichigua- Chinchurria- Chivirico- Cotopla- Cotorra- Concha vieja- Congolocho- Culebra- Culepito- Culo e bronco- Culo e coco- Culo e pantalla- Culoalegre - Doble feo- Efraín cagá- Humberto Cagaíta- Icha la pelito de Nylon - Jaime escopeta- Jando panela- La arrancatronco- La Cicolac- La ombligona- La rucha- La siete modos- Mala Hora- María la Chinchirinchi - Mata abuela- Mira pal cielo- Meme pollo- Patica e nene- Palo floriao- Papel higiénico - Pea pa entro - Pea pantalla- Pea yuca- Picho lombriz- Purrunga- Rafa cajilla- Rafa pan- Sal de frutas- Salivita- Siete y medio- Tapa tierra.
En lo que respecta a Maicao, en febrero del 2008 en el blog Maicaoaldía, el ilustre docente y escritor, Ramiro Choles Andrade, nos ofreció un primer florilegio de apodos clasificándolos en dos generaciones: los de épocas de poblamiento de Maicao y los más recientes. La insinuación del profesor Choles me anima a compilar un nuevo corpus apodístico de esta acrisolada ciudad.
A continuación ofrezco una lista de los apodos que durante mis años de residencia en Maicao he escuchado y otros que muchos amigos me han aportado. Muchos de estas personas apodadas hacen parte del álbum de ausencias lamentables, en cuyos casos presentamos disculpas a sus dolientes, pues sólo nos anima el interés etnográfico y de divulgación. Otros, ya no residen en Maicao; unos más conocidos y emblemáticos que otros pero en general, son apelativos que dan cuenta de la manera como los maicearos recrean la lengua cada día:
Azulín, Babilla, Basura, Bemba, Bichito, Bolita e chicle, Bombona, Burro Mocho, Burrito con sueño, Capulina, Carecaballo, Carevieja, Carecoño, Carreta, Copete é cuero, Cocolito, Candao, Cachucha bacana, Cero Uno, Cajeta e fósforo, Carecaballo, Caregato, Carequeque, Carepollo (Churupita), Cagahamaca, Casisanto, Chéchere, Chicuelo, Chicharra, Chichi Pote, Chichi Raja, Chichón, Chila la loca, Chuchita, Chivo asao, Chuchu la perra, Chundo Patecuchara, Chuto, Elefante con pantalón, El Curvo, El Fiera, El Iguano, El Mello culón, El Mulo, El Puerco, El Putas, El Quemao, Guaca, Huele huele, Huelepeo, Huevo, Jhonny pescuezo de gallo, Jorge el aguao, Juan burule, Juancho burra, Juancho fun fun, Juancho mugre, Juancho yuca, Julio boquita, Julio culo, Julio Patacón, La Alcaldesa, La Bujo, La Coleta, La Conéctate, La Cucaracha, La Escoba, La Gatorade, La Pitoca, La Yilet, Lucho burra, Lucho cotorra, Lucho gallina, Lucho lávate la cara, Malanga mona, Maletica, Mapache, Miro chancleta, Mamorra, Mantequilla roba pollo, Margoth la burra, María tres pelos, Mico mojao, Mochila, Mondacú, Mandinga, Mono cagaleche, Mono sucio, Muela e gallo, Muelas, Nariz de hilo, Ñañorra, Ñapa, Ñopo, Pachanga, Papa Dios, Pasito tum tum, Parapeto, Patecama, Pecho, Pepe cachete, Petaca, Pichírri, Pijagua, Pitágoras, Puerquito arrecho, Púyalo, Quijá é mulo, Rata, Ratica, San Tropel, Sobrebarriga, Tablita, Tascuero, Totem, Turco chimbiao, Veneno, Vende burro, Viejucho.
A los anteriores se suman apodos colectivos que se refieren a toda una familia o grupo numeroso de hermanos: Los aguaitos, Los aguaceros, Los Bembones, Los Cachetones, Los Caramelitos repetíos, Los Carazúa, Los Comeyuca, Los Doblefeos, Los Mascachicle.
Este modesto inventario está abierto a nuevas incorporaciones, son una manera de entender mecanismos de identidad lingüística y formas coloquiales y no formales de tratamiento y por ello hacen parte de nuestro patrimonio inmaterial oral. Definitivamente los hipocorísticos y apodos, algunos tolerados, otros sobreviven a pesar de la resistencia de los apodados, son una manera de desencadenar emociones e imaginarios muy ligados a nuestra cultura. A propósito ¿Cómo te dicen a ti?
17, 06, 2010