martes, 10 de junio de 2008

ANÉCDOTA FONSEQUERA

Protagonistas:
FACUNDO RINCONES MARTINEZ
JOSE AGUSTIN OLMEDO LARRAZABAL

Par de amigos, contemporáneos e inseparables en sus años de escuela y primeros juveniles. Para todas partes se les veía juntos y así aprendieron a ganarse los primeros pesos, que les servían para comprar los útiles escolares y alguna ropa para estrenar en las fiestas patronales y de fin de año. Hoy en día por circunstancias de la vida viven en localidades diferentes trabajando en oficios diferentes, uno es empresario en Becerril, el otro es un abogado litigante en Valledupar, pero se encuentran con alguna frecuencia y parece que nunca en la vida se hubieran separado.

El relato es como sigue:

En la época de la “bonanza marimbera”, “Tin Bollo” y “Facu”, como se les conoce familiarmente, también echaron su canita al aire y sembraron su “parcelita”. Tendrían alrededor de 14 años, pero el comportamiento de este par de muchachos era el de curtidos “serranos” y se codeaban con personajes mayores a los que conocían y los conocían, tanto, que realizaban negocios de “mercancía”, como unos verdaderos y experimentados empresarios.

Estando en la sierra de “La Faldioska”, propiedad de la familia Rincones Martínez y agotadas las provisiones, principalmente la carne. “Facu”, le dijo a su socio: “oiga compadre, tenemos varios días de estar comiendo espagueti, con guineo verde, vamos a tratar de cambiar el menú.

Lo invito a que salgamos esta noche de cacería, para ver que podemos conseguir”. “Tin, que desconocía esas aptitudes de su compadre, le preguntó. ¿Facu y tú con esos ojos tienes puntería? Facundo, había nacido con un defecto visual, que comúnmente se conoce como “metida de ojo” y desde muy niño uso gafas, las cuales fue dejando con el transcurrir del tiempo y la mejoría de la vista, hoy en día casi no se le nota nada. Contestó, “hombe compadre, si yo donde pongo el ojo pongo el perdigón”. Tin un poco incrédulo acepto la propuesta del compadre, y empezaron a pertrecharse para la acción; cuando la negra noche tendió su manto salieron para dar inicio a la cacería. Al momento de partir, “Tin” le recordó a “Facu” que tenían que encomendarse a Dios, antes de salir o que al menos se santiguaran. Facundo no dijo nada, pero “Tin” de reojo, vio que “Facu” se Santiguó pero con la mano izquierda porque en la derecha cargaba la escopeta. Y le dijo, compadre con la derecha. A lo que “Facu” le contestó algo enojado: “vea compadre lo importante es santiguase con la mano que sea, Dios está con nosotros” y reiniciaron el camino. “Facu” llevaba la linterna de cacería en la cabeza y “Tin” un foco de mano. “Facu”, tenía “tercia” la escopeta calibre 12 con tiros recargados por él mismo y “Tin” llevaba la mochila con una honda de caucho de manguerita y como 50 piedras, acompañadas de un pedazo de panela…por si acaso.

No habían recorrido 30 metros del rancho, cuando Facundo le dice a “Tin”. ¡SHIIIIII!, ¡Cállese compadre! Mire hacia la derecha donde está el chorro de luz, ese par de ojos, mínimo es un “venao” y diciendo esto apunto con la escopeta; “Tin” le apretó el brazo y le susurró, ¡compadre, no vaya a disparar todavía, fíjese bien, no se vaya a “trata” del ternero de la vaca mariposa, que no pudimos “encerrá” esta tarde. “Facu” hizo caso, se acomodó mejor la linterna, pestañeo varias veces y enfocó nuevamente…y efectivamente, se trataba del ternero de la vaca mariposa. ¡”Ñerda” compadre, se escapó! Expresó “Facu”.

Continuaron caminando y “Tin” internamente pensaba: ¡mi compadre parece que no sabe mucho de esto… voy a “tene” que estar mas alerta! “Facu” se detuvo de improviso, estiro la mano para que “Tin” se detuviera y por señas le indicó lo que tenía enfocado con la linterna. Otro ´par de rojizos y brillantes ojazos, que a una altura aproximada de 30 a 40 cm del suelo se movían de un lado para el otro, “Facu” pensó que era un conejo, un poco grande, pero encandilado por la luz…y ¡PUUMM! Soltó el disparo y con él el último ladrido de la perra mocha, quedo lista en el acto. “Tin” tardíamente gritó, ¡Compadre es la mocha! Ya era demasiado tarde. A medida que avanzaban, “Tin” comprendía mejor que su compadre sabía muy poco de cacería, pero la idea de cambiar de menú lo ilusionaba, y en su mente veía, un conejo, una “chenga”, una guartinaja, un zaino, asados a la brasa, lo cual le impulsaba a seguir.

Sin darse cuenta, quizás porque era de noche, habían dado un rodeo y el recorrido fue prácticamente un círculo, de tal manera que se encontraban en el potrero, cerca de la casa. No pronunciaron ni una sola palabra, hasta el momento en que “Facu” le dijo: “Tin”, mirá a la izquierda esos dos “mampanos”, que ni se mueven; éste muy despacio lanzo el chorro de luz de su pequeño foco de mano y reparó bien la figura iluminada. Mientras tanto, “Facu” estaba listo para disparar y cuando ya casi apretaba el gatillo…”Tin” soltó un grito que retumbó en toda la montaña. ¡NO DISPARE COMPADRE QUE MATA LA MULA! Facundo bajo la escopeta desconsolado y muy triste, dijo: “mañana temprano nos vamos “pa” Fonseca, yo no sigo comiendo espagueti con guineo verde ¡Nojoda!

Escribió: Armando José Olmedo Larrazábal.

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