Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
Resumen del capítulo anterior: Guillermo y su hijo Herbert deben regresar a casa en horas del mediodía, como todos los sábados, pero el tiempo pasa y no aparecen. Ya ha caído la noche y Sara está angustiada por la desaparición de los suyos. ¿Qué les habrá pasado? ¿Por qué no regresan?
Mientras hacía sus oraciones
sintió que tocaban con suavidad a la puerta. ¿Quién sería a esa hora?
Obviamente bendijo a Dios, pero sabía que no era Guillermo, pues conocía su
forma de tocarla puerta y lo hacía de manera fuerte. El visitante desconocido,
en cambio, tocaba con suavidad y la timidez de quien llega a la casa ajena.
Cuando abrió la puerta vio a
un hombre desconocido, pero de rostro familiar.
"Buenas noches, ¿es usted
la señora Sara?
"Si señor, yo soy, ¿Qué
se le ofrece"?, dijo ella con nerviosismo
-No se preocupe señora Sara,
soy compañero de trabajo de Guillermo, vengo a decirle que él viajó, tomó esa decisión
de un momento a otro. Le manda decir que no se-preocupe, que está bien, al
Igual que el niño. También le
mandó este dinero para sus gastos.
- ¿No dijo cuando venía?
Dijo que vendría pronto, que prepare todo para que se vaya con él.
Guillermo y Herbert
iban sentados en sendas sillas de un bus de la empresa Almirante Padilla, rumbo
a Maicao.
Sobre ese precipitado viaje
Herbert se expresa, años después, de la siguiente manera:
- “Pasábamos por el terminal y
mi padre sintió un impulso de montarnos en un busque iba saliendo para Maicao,
en donde se encontraba mi abuelo Efraín, mi abuela y algunos de mis tíos.
Apenas le dio tiempo de mandarle algo а mi mamá junto con un mensaje para que
no se preocupara"
Llegaron a Maicao a eso de 1as
3 de la mañana. Se bajaron en una plaza de la que despu6s supieron que se
llamaba Simón Bolívar.
A esa hora la ciudad aun dormía,
pero algunos estaban despiertos. Un vigilante trasnochado le explicó dónde
quedaba la construcción del edificio más alto de la ciudad. A un vendedor de café
le
compraron cuatro tintos,
suficientes para ellos, para el vigilante y para un habitante de calle que los acompañaba.
A las´6 de la mañana se
dirigen hacia la construcci6n en donde encontraron un celador que les señaló
con el dedo una casa´.
-Ahí, en esa casa vive Efraín
y su familia, pero si quiere lo espera aquí, él siempre viene temprano.
Pero Guillermo no tenía tiempo
para esperar, se dirigió a la vivienda ubicada en la calle 13 con carrera 10 y,
cuando estuvo en la puerta hizo escuchar el santo y seña infalible para que los
suyos supieran que era él: un silbido que parecía un sonido de flauta.
La puerta se abrió de
inmediato. La familia estaba despierta y ya tenían el desayuno preparado, así
que Guillermo y Herbert fueron los invitados de honor.
- ¿“Papá, ¿qué es esta carne
extraña” ?, preguntó Guillermo
-Chivo, Guillermito, chivo y
váyase acostumbrando, por que es lo que se come por aquí todos los días
Guillermo se vinculó a la
cuadrilla de trabajadores dirigida por su padre la cual tenía a cargo los
acabados de un imponente edificio en el cual funcionaría en Maicao Juan Hotel. Los Ospina
aplicaban el granito a las
escaleras y, al final, construyeron también la piscina del último piso.
Por ese entonces vivían, como
se ha dicho, en la esquina de la calle 13 con carrera 10 a media cuadra del
Juan Hotel, sección posterior, frente a la casa del conocido ciudadano Fuge
Brito, sobandero del pueblo, y a muy corta distancia del cine Sandra, uno de
los lugares más visitados de la época.
Unas semanas después Guillermo
viajó a Barranquilla para traer a su familia, pero le indicó a Sara que no еmрасаrа
todos los muebles y utensilios del hogar.
-Nos vamos a pasar un tiempo
en Maicao y después nos regresamos para acá, dijo Guillermo y agregó:
- “Usted sabe que yo soy muy
andariego"
Sara hizo un gesto
significativo como para dar a entender que conocía muy bien la condición de
hombre errabundo de su marido.
Al regresar se instalaron en
una vivienda ubicada en la carrera 10 con calle 18 del barrio San José, a unas
cinco cuadras de la casa en que antes vivía con el señor Efraín.
En su tránsito por los caminos
de la vida se conoció con una personalidad de Maicao, alguien que tenía una
enorme popularidad, un garante de convivencia pacífica, carismático, buen ser humano,
gran orador y dueño de grandes cualidades como líder y como persona.
Esa naciente amistad con aquel
caballero sería clave para que Guillermo Ospina Vélez tomara una de las
decisiones más trascendentales de su vida.
¿Quién era esa persona y cuál
era la decisión que iba a tomar?
9 comentarios:
Esta historia cadia se pone más interesante felicitaciones profe Ruto
espectacular historia gracias por compartir con nosotros
Es mejor leer esta historia que ver tele novelas, muy interesante la vida y obra del
Sr Guillermo Ospina Vélez, que bueno que supe quien construyó ese Hermoso hotel
Era mi sitio preferido en Maicao, allá iba con mi novio, hoy mi esposo, a comer arroz Chino decía yo, y el Chef que era mi vecino decía que era arroz oriental, en la orilla de la piscina en la azotea a tomar una copa de Cuba Libre,
Y me imagino que desde que se fue el sr Guillermo a trabajar allá, se quedó a vivir allá,
Buena Historia sr Rutto
Gracias
La verdad...es un arte el escribir
Interesante historia amigo Rutto, un placer saludarte y leerte
Excelente escrito sobre la vida de una de las personas más sencillas de Maicao.
Que bueno plasmar las letras y hacer vivir al lector cada detalle como si hubiera estado allí. Maicao ha tenido sus personajes muy reconocidos que las nuevas generaciones deben conocer y respetar.
Lo más chévere profe es esa intriga
Cuando leí tocaban la puerta yo me imaginé lo peor jajaaa
Y al final ese continuara..... ufffff buenísimo
Gracias profe por compartir esa historias de mi pueblito muchas gracias
Emocionado porque hoy tengo dos capítulos para degustar.
Gracias mi amigo Alejo.
Cada día más apasionantes los capítulos
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