Por: Alejandro Rutto Martínez
Las palabras terminadas en “icidio” normalmente se usan para denominar diferentes formas de eliminación o exterminio de los seres vivos. En algunos casos se hace necesario librar ala humanidad de ciertas amenazas o molestias y entonces debe acudir a la lucha contra ciertos enemigos como las malas hierbas, los insectos, las ratas y los hongos.
Para acabar con las hierbas utilizará los herbicidas. En el caso de los insectos podrá emplear los insecticidas (aunque puedo dar fe de que la última generación de insectos, especialmente los mosquitos, son inmunes a todos los venenos).
Para combatir a las ratas, además de los gatos, cada vez menos cazadores y más perezosos, puede resultar útil un raticida. Se recomienda no dejarlo al alcance de personas altamente deprimidas o afectadas de aburrimiento porque podrían darle otro uso.
La eliminación de hongos puede lograrse con los fungicidas. En algunas recomendaciones es necesario eliminar otros molestos seres vivientes, por recomendación profesional del médico o por la sabia sugerencia de una abuela preocupada: las lombrices intestinales.
Estamos viviendo una era de tantos avances tecnológicos que ya no hay tiempo para pensar en las lombrices. Definitivamente para ellas pasaron los tiempos felices en que eran el centro de tantas conversaciones. Hace tanto tiempo que no se oye hablar de ellas que, no sería exagerado creer que la naturaleza ha dejado de producirlas en un gesto indulgente con la humanidad perseguida por los virus informáticos, la mala televisión y la música ensordecedora. Pero, por si acaso alguien sabe de su paradero y le resultan incómodas, le recomendamos acudir a un vermicida. Si el farmaceuta no entiende pregúntele por los vermífugos o por los antihelmínticos. Y si aún así pone cara de que usted le está hablando en ruso, pídale sin más rodeos un purgante. Si desea ser más específico pida un aceite de ricino y adminístrelo solamente en un lugar en el que no le sea difícil manejar una emergencia estomacal ( no pregunte por qué pero no es recomendable tomarlo antes de viajar ni en casa ajena en la que no se puedan dar demasiadas molestias).
Analicemos ahora las relaciones precarias del hombre con el medio ambiente que lo rodea. En época decembrina miles de familias suelen celebrar con una cena a base de carne de pavo. La humanidad entera participa de manera activa o pasiva en un gigantesco pavicidio. Y a los pobres pavos ni siquiera les avisan, ni les mandan una carta de condolencias ni les hacen campañas masivas por la televisión para prevenirlos. No todo el mundo puede comer pavo y por so acuden a recetas menos costosas. A base de pollo o gallina por ejemplo. No existe la palabra “gallinicidio” y tampoco “pollicidio” pero sí una más genérica: el avicidio. Se llama así a la matanza de aves de cualquier tipo.
Pero mucha atención que algunas personas estiman que tal acto se comete incluso cuando partimos un huevo para echarlo en la sartén. Y los ambientalistas consideran como un verdadero avicidio las peleas de gallos, cruel enfrentamiento de dos animalitos en que el dolor y la sangre de los combatientes es solo un poco menor al sadismo de los espectadores.
Y a propósito del medio ambiente, son tantos y cada vez mayores los crímenes contra la naturaleza que el diccionario aún no ha logrado ponerse al día para incluír palabras con las cuales designar esta alocada e inexplicable carrera hacia la destrucción del planeta. El procesador de textos aún subraya con una línea roja las palabras “ballenicidio” y “bosquicidio” y los periódicos que se atreven a usarlas las incluyen entre comillas, síntoma inequívoco de que no han sido aceptadas por los académicos de la lengua. Dos términos han logrado insertarse en el lenguaje común: arboricidio y ecocidio.
Desafortunadamente su significado es terrible y las consecuencias las estamos pagando aunque no a tan alto precio como las pagarán nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. El arboricidio es la tala de árboles de la cual son afectos ciertos empresarios y aún algunos ciudadanos quienes se fastidian de la sombra generosa, las raíces vigorosas y los frutos deliciosos de estos generosos seres vivos. El ecocidio es mucho más complejo: se trata de la destrucción deliberada y masiva de un ecosistema. El ecocidio es una forma de suicidio colectivo pero la humanidad no ha querido entenderlo. Por eso las industrias siguen contaminando el ambiente.
Desafortunadamente su significado es terrible y las consecuencias las estamos pagando aunque no a tan alto precio como las pagarán nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. El arboricidio es la tala de árboles de la cual son afectos ciertos empresarios y aún algunos ciudadanos quienes se fastidian de la sombra generosa, las raíces vigorosas y los frutos deliciosos de estos generosos seres vivos. El ecocidio es mucho más complejo: se trata de la destrucción deliberada y masiva de un ecosistema. El ecocidio es una forma de suicidio colectivo pero la humanidad no ha querido entenderlo. Por eso las industrias siguen contaminando el ambiente.
Y las vecinas del barrio siguen quemando la basura. Y los inconscientes no quieren entender que están destruyendo el mar, o el río o la laguna. O los tres. Solo espero que usted no tire este artículo por ahí. Mejor guárdelo o déselo a otros. No le garantizo que así sea más feliz, pero al menos habrá hecho la buena obra del día.
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