Por: Alejandro Rutto Martínez
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Roberto Enrique Pineda Lengua nació en Chimichagua, departamento del Cesar, el 27 de noviembre de 1.945 en el hogar conformado por Heliécer Pineda Palomino y doña Cristina Lengua Amarís. De su señor padre, quien fue juez de la república y corresponsal de EL ESPECTADOR aprendió el amor a la lectura y a una profesión a la cual prácticamente le dedicaría toda su vida.
Después de culminar la secundaria siguió los consejos de doña Cristina quien le insistía una y otra vez: “Estudie para que sea alguien en la vida”. Se presentó a un instituto, terminó sus estudios y en 1.967 se trasladó a Venezuela en donde un familiar le había prometido conseguirle trabajo en esta área. Sin embargo, una vez en el vecino país se encontró que el prometido trabajo era en una Serviteca y no propiamente como contabilista sino como lavador de carros. No duró mucho tiempo allá antes de regresar de nuevo a su país. Llegó a Maicao en donde consiguió trabajo de contabilista en el colegio Gimnasio Girardot y como profesor de primaria en el Colegio Colombo Venezolano.
Comenzó 1.968 y por esos días Domingo Ocando, un empresario que deseaba agradecer a Maicao lo mucho que este pueblo le había dado, fundaba la emisora “Ondas de Maicao”, y estaba formando el equipo de locutores y periodistas que lo acompañaría en la singular aventura. Roberto se presentó ante el dueño de la emisora y tras superar las pruebas a la que fue sometido fue contratado con la condición de que sacara la licencia de locución lo más pronto posible. El propio Ocando le facilitaría los medios para gestionar este documento en Bogotá y, a su regreso, comenzó sus labores.
Como parte de su trabajo debió entrevistar a las candidatas del carnaval y con una de ellas tuvo una bella amistad que pasó a convertirse en noviazgo y luego en un matriminio para toda la vida. Aquella muchacha era Reina Murieles, quien sería la compañera de toda su vida y la madre de sus hijos, la fuente de su inspiración y de fortaleza para lo que sería una dilatada carrera en los medios.
De Ondas de Maicao pasó a la Radio de Barranquilla en donde estuvo en las más importantes emisoras de la época. Luego regresaría a Radio Península en Maicao y un poco después a Radio Reloj y Radio Guatapurí de Valledupar. Esporádicamente trabajó en Ondas de Riohacha y Radio Almirante de Riohacha.
Sin embargo Roberto tenía sus raíces y siempre regresaba a Maicao. En su retorno definitivo, luego de una nueva incursión por la radio barranquillera, fundó el noticiero de la emisora del Ejército Nacional y creó, dirigió y presentó un noticiero en el canal comunitario de televisión Telecosta en lo que sería, prácticamente, su única participación en un medio diferente a la radio.
A lo largo de su vida como periodista y hombre público Roberto fue cofundador del Cuerpo de Bomberos y la Cruz Roja de Maicao y trabajó al lado de voces que marcaron una época en la radio colombiana: Tulio Pizarro, Raúl Comas, Carlos Serrano, Julio César Campanella, Jorge Ochoa y Carlos serrano. Sin proponérselo creó también una escuela y un estilo de periodismo entre cuyos discípulos se encuentran Harvey Cuesta, Alcides Alfaro, Ernesto Acosta y Alejandro Rutto Martínez.
La voz de Roberto se apaga y sus ojos se cierran. También se dobla una de las páginas finales del libro de su vida pero comienzan a escribirse las primeras líneas del nuevo libro: el de la vida de Roberto pineda, como habitante de la leyenda y como protagonista de la historia, en la cual tiene un lugar muy especial.
Después de culminar la secundaria siguió los consejos de doña Cristina quien le insistía una y otra vez: “Estudie para que sea alguien en la vida”. Se presentó a un instituto, terminó sus estudios y en 1.967 se trasladó a Venezuela en donde un familiar le había prometido conseguirle trabajo en esta área. Sin embargo, una vez en el vecino país se encontró que el prometido trabajo era en una Serviteca y no propiamente como contabilista sino como lavador de carros. No duró mucho tiempo allá antes de regresar de nuevo a su país. Llegó a Maicao en donde consiguió trabajo de contabilista en el colegio Gimnasio Girardot y como profesor de primaria en el Colegio Colombo Venezolano.
Comenzó 1.968 y por esos días Domingo Ocando, un empresario que deseaba agradecer a Maicao lo mucho que este pueblo le había dado, fundaba la emisora “Ondas de Maicao”, y estaba formando el equipo de locutores y periodistas que lo acompañaría en la singular aventura. Roberto se presentó ante el dueño de la emisora y tras superar las pruebas a la que fue sometido fue contratado con la condición de que sacara la licencia de locución lo más pronto posible. El propio Ocando le facilitaría los medios para gestionar este documento en Bogotá y, a su regreso, comenzó sus labores.
Como parte de su trabajo debió entrevistar a las candidatas del carnaval y con una de ellas tuvo una bella amistad que pasó a convertirse en noviazgo y luego en un matriminio para toda la vida. Aquella muchacha era Reina Murieles, quien sería la compañera de toda su vida y la madre de sus hijos, la fuente de su inspiración y de fortaleza para lo que sería una dilatada carrera en los medios.
De Ondas de Maicao pasó a la Radio de Barranquilla en donde estuvo en las más importantes emisoras de la época. Luego regresaría a Radio Península en Maicao y un poco después a Radio Reloj y Radio Guatapurí de Valledupar. Esporádicamente trabajó en Ondas de Riohacha y Radio Almirante de Riohacha.
Sin embargo Roberto tenía sus raíces y siempre regresaba a Maicao. En su retorno definitivo, luego de una nueva incursión por la radio barranquillera, fundó el noticiero de la emisora del Ejército Nacional y creó, dirigió y presentó un noticiero en el canal comunitario de televisión Telecosta en lo que sería, prácticamente, su única participación en un medio diferente a la radio.
A lo largo de su vida como periodista y hombre público Roberto fue cofundador del Cuerpo de Bomberos y la Cruz Roja de Maicao y trabajó al lado de voces que marcaron una época en la radio colombiana: Tulio Pizarro, Raúl Comas, Carlos Serrano, Julio César Campanella, Jorge Ochoa y Carlos serrano. Sin proponérselo creó también una escuela y un estilo de periodismo entre cuyos discípulos se encuentran Harvey Cuesta, Alcides Alfaro, Ernesto Acosta y Alejandro Rutto Martínez.
La voz de Roberto se apaga y sus ojos se cierran. También se dobla una de las páginas finales del libro de su vida pero comienzan a escribirse las primeras líneas del nuevo libro: el de la vida de Roberto pineda, como habitante de la leyenda y como protagonista de la historia, en la cual tiene un lugar muy especial.
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