martes, 15 de noviembre de 2022

Reseña del libro Jorge III de Victoria Holt


Escrito por:
Alejandro Rutto Martínez

AUTORA: Victoria Holt como Jean Plaidy

EDITORIAL: Planeta

 

Este libro es una novela histórica sobre la vida del rey Jorge III de Inglaterra desde 1.760 hasta 1820. Como es costumbre la autora se documenta muy bien sobre la vida del personaje   a cuya historia convierte en todo un relato literario que desde un principio atrapa al lector desde cada uno de los frentes en los cuales se sitúan importantes personajes.

En un principio el lente de la cámara se posa sobre la princesa Carlota Sofía de Macklenburgo-Strelitz y su familia, quienes tienen un estilo de vida gris, sin los sobresaltos de la realeza europea de la época.   Su territorio era víctima del abandono y de los abusos de los soldados por lo cual, sin consultar con su hermano, que era el príncipe y a quien debía respetar, ni con otros miembros de la familia, decide escribir una carta a Federico de Prusia, llamado Federico el Grande, para contarle la situación.

Dicha carta desencadenaría varios sucesos entre ellos el hecho de que se hablara de ella en la corte británica y se le ofreciera de forma inesperada que fuera la esposa del rey Jorge.

El matrimonio se lleva a cabo y de esta manera el trono de Inglaterra es ocupado por el rey Jorge III y la reina Carlota Sofía, quien se dedica a su labor de ser una buena esposa y darle herederos al rey.

El monarca es un hombre serio, alejado de los romances que había tenido con hermosas mujeres inglesas cercanas a la corte y se concentra en su tarea de gobernar, para lo cual cuenta al principio con la influencia de su madre Augusta.

En el transcurso de los próximos años Jorge se enfrentará a los conflictos propios de quien gobierna el imperio más poderoso de la época, lo cual incluye intrigas, componendas y la  muy variable aceptación de la ciudadanía. 

Carlota Sofía, por su parte, deberá mantenerse en pie ante las burlas de las mujeres de la corte por su figura poco agraciada y la desconfianza de la reina madre con quien no alcanza a tener unas perfectas relaciones.

La narración va in crescendo como todas las de Jean Plaidy, de manera que el lector estará muy atento a seguir cada línea y cada capítulo debido al suspenso y a los acontecimientos que se asoman en el horizonte.

La narración es descarnada y no oculta nada sobre la vida de los reyes: ni la debilidad de Jorge frente a algunos de sus consejeros, ni la fealdad de Carlota Sofía, ni las constantes desgracias que ocurren a la familia del soberano, en especial a la reina madre y sus hermanos.

¿Qué va a pasar con Augusta?  ¿Cuál es el misterio de los amoríos pre matrimoniales del rey?  ¿Es cierto que la reina madre tiene un amante? ¿Cuál es la relación del rey con el supuesto amante de su progenitora?  ¿Por qué  el primer ministro es más querido que el rey? ¿Cómo solucionará Jorge esta incómoda situación?  ¿Qué pasará con las colonias del   Reino Unido en América?  ¿Mantendrán   su matrimonio el rey Jorge y su esposa a pesar de todas las dificultades? ¿Morirá el rey a causa de esa tos persistente que lo agobia?

Estas preguntas cruzan por la mente del lector y no le permiten despegarse del libro en ningún momento.

Es una obra que vale la pena leer aunque pudo haberse escrito en menos páginas de las 319 con las que cuenta y tal vez debió incluir algunos aspectos sobresalientes del gobierno del rey  y de las gestiones culturales de su esposa.

Calificación: 8 sobre 10. RECOMENDADO

lunes, 7 de noviembre de 2022

El mundo de ayer y la plenitud del ocaso


Escrito por: Arcesio Romero Pérez

Un encuentro intergeneracional en mi pueblo me hizo recordar a Stefan Zweig y su autobiografía “El mundo de ayer”, un atractivo testimonio escrito con maestría por un europeo empapado por la nostalgia. La misma nostalgia presente en la conversa de seis señoras que en el ocaso de su existir deslumbraron a sus jóvenes escuchas con las memorias evocadoras del perfume de lo vivido.

Retrotraer un siglo y sus alforjas deleitaron un auditorio con la brisa de la añoranza de los buenos tiempos y las buenas costumbres. Hechos como la escenificación de la esencia pueblerina del madrugar para contar los aconteceres del pueblo generaron toda suerte de aplausos. Una época, que como todo pretérito fue mejor, y aun así yace condenada en el rescoldo dejado por la modernidad y sus afanes.

Menos mal nos queda el vehículo de la tradición oral para transportar y escribir con pluma y tinta los recuerdos del defenestrado siglo XX. Y por ese menester histórico, en una misión cuya encomienda fue el disfrute de la sonrisa senil de las señoras, nos sumergimos en los pasajes de una vida rociada por el sereno de la tranquilidad. Con la pícara expresión en sus rostros, las abuelas recrearon el laberinto que representaban las calles y callejones de los pueblos, sus nombres evocadores y el alumbrar de la luna del danzar de las sombras en las penumbras de los tiempos idos. 

Tiempos que como el melodioso despertar de la madrugada yacían aromatizados por el vapor del primer café que sacó a relucir las limitaciones del pasado y el consentimiento de las gracias de juventud.

Nos mostraron la magistral heredad del pasado donde se convidaba a coexistir en la armonía del colectivismo y la cooperación de una vida en una aldea cuya atmósfera era la familiaridad y la bien llamada “consideración”. 

No en vano, amigos lectores, siempre escuchamos que la mejor enseñanza proviene de los mayores y mayoras, por ello, ahora, cuando la generación de entreguerras sucumbe en las trincheras de la extinción, es apremiante oficiar al contingente de relevo para que reescribe la historia, no como un espejismo de ficción, sino como el derecho pleno de los adultos y jóvenes a sentarse todas las tardes en las puertas y sardineles de sus casas a rememorar el mundo de ayer que tanto apreció Zweig.

sábado, 5 de noviembre de 2022

Orlando Sánchez, ebanista y escritor

 

Les presento a Orlado Sánchez uno de los más reconocidos ebanistas de Maicao.  Sus trabajos son una verdadera obra de arte. De su taller salieron joyas de madera que hoy engalanan la sala, el comedor y las alcobas de numerosos hogares de La Guajira.                                                                                            

También procreó una familia llena de amor y unidad y dio vida a varias bellísimas hijas y nietas. 

Además tiene el don de la creatividad y cuando las canas le  adornan  el cabello, ha dejado en descanso las herramientas habituales y ha tomado el lápiz y el papel para escribir sus memorias. He leído los borradores y va muy bien encaminado.   

Junto a su esposa Ruth Escobar y sus hijos fue  miembro fundador de la Igleisia Cristiana Cuadrangular.   Dios le de larga vida al lado de su familia.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Julio Manuel Larios Ríos está de cumpleaños


Está de cumpleaños el profesor Julio Manuel Larios Ríos.  Es una persona que ha dedicado su vida a muchas cosas, pero en especial dos han ocupado la mayor parte de su tiempo: la docencia y las causas sociales.

Llegó a Maicao muy joven, a celebrar uno de los primeros títulos obtenidos a lo largo de la vida: su título de bachiller. En esos tiempos de oportunidades escasas para acceder a la educación para era un logro gigantesco no sólo para quien se constituía en bachiller sino para toda la familia.   Así las cosas la fiesta del grado de Julio fue un acontecimiento memorable y la celebración fue una fiesta de tres días encabezado por su cuñado Carlos Huertas.

Poco después Julio seducido por los libros y la posibilidad de aplicar cotidianamente su sabiduría acepta la oportunidad de ingresar a la docencia en los colegios María Montessori y San José, en las áreas de ciencias sociales.

Fue así como empezó una legendaria carrera que lo llevaría a ser profesor de historia, geografía y educación artística. 

Un poco después fue nombrado por la Secretaría de Educación Departamental, lo que le permitió tomar la decisión de que lo suyo sería ejercer por siempre como profesor, investigador, líder de la comunidad educativa.

El nombramiento, sin embargo, le causó cierto inconvenientes con las directivas del María Montessori, institución de carácter privado cuya propietaria, la señora Imera Soto, no le aceptó la renuncia y lo conminó, mediante un fuerte sermón maternal, a que continuara prestándoles sus servicios.   Larios logró hacer los ajustes necesarios en sus horarios de trabajo para atender los dos compromisos por varios años.   Un poco más adelante se incorporó tambiél a la planta de profesores del Colegio Colombo Libanés, fundado por el profesor Enrique González.

Pero en donde Julio Larios tuvo más apego y una carrera de largo aliento  fue en el colegio San José en cuyas aulas, salas, pasillos y corredores pudo desempeñarse como profesor, líder educativo, dirigente sindical y rector.

Tal vez pocos recuerda que el profesor Julio Manuel Larios se desempeñó como rector encargado por algunos meses al terminar la gestión del profesor Triviño, quien desempeñaba esa dignidad y  el nombramiento de su remplazo en propiedad.

Su gestión fue breve pero muy provechosa: logró el nombramiento de cuatro profesores que le hacían falta al colegio,  construyó dos aulas mediante actividades pro fondos realizadas con los padres de familias y estudiantes y los aportes de la comunidad y gestionó la apertura de los grados décimo y undécimo con lo que el San José se convirtió en el primer colegio de Maicao en tener bachillerato completo, lo que permitió a un mayor número de jóvenes alcanzar el sueño de graduarse en su propia tierra. Además, planteó por primera vez la necesidad de que el plantel tuviera una sede más apropiada a sus proyecciones de crecimiento.

Como  sindicalista defendió no sólo el derecho de los maestros a mejores condiciones salariales y laborales sino el derecho a una educación pública de calidad para todos los estudiantes. Esas luchas y sus largas horas de lectura lo llevaron a asumir ideas libertarias y a ser un convencido de los ideales de la izquierda latinoamericana no por moda o por fiebre juvenil sino por convicción.

Su constante búsqueda del conocimiento lo llevó a estudiar licenciatura en ciencias sociales en el convenio de la Universidad de La Guajira con la Universidad del Magdalena y su afición a la lectura le abrió la puerta para consagrarse como escritor. 

Del horno de su cocina escritural salió hace algún tiempo el libro de poesías “En busca de mis huellas” y en sus manuscritos hay material para varios libros más.   Julio Larios es invitado con frecuencia a tertulias, recitales y lunadas literarias en las cuales se destaca como uno de los mejores declamadores.

Felicitaciones para el gran maestro de las ciencias sociales, las artes y la poesía, que Dios le de muchos, pero muchos años más de vida.

 

sábado, 22 de octubre de 2022

El mural de "Lola la Negra" en Barrancas


Este mural en homenaje a Dolores María Redondo, conocida como "Lola la Negra" está ubicado en la calle 11 (antigua calle de la Fortuna) de Barrancas, muy cerca de otras obras de arte dedicadas al futbolista Olinto Fonseca, primer guajiro que vistió la camiseta el la Selección Colombia y cuadros representativos de la cultura Wayüu.

A todas estas ¿Quién era Dolores María Redondo?

Era una líder muy conocida de Barrancas, propietaria de un almacén y dueña de un gran don de servicio.  

Entre sus hijos de destaca el nombre de Denieis Núñez de Monsalve, exalcaldesa del municipio.  Nació el 8 de octubre de 1911 y murió el 5 de septiembre de 2001 a la edad de noventa años. 

En Homenaje a ella Carlos Huertas compuso la canción “Lola la Negra” , grabada por los Hermanos Zuleta e incluída en el álbum Dinastía y Folclor 1979, uno de cuyos apartes dice: 

“Grata nostalgia me trae la tierra/ por la que alegre quiero cantar/ para poder combatir las penas/que me tornaron sentimental

Al recordar a Lola la Negra/que de Barrancas es un pedestal/esa señora prudente y buena/esa tocaya de mi mamá…"

Escuchar "Lola la Negra"

¡ Póngale el nombre que a usted le dé la gana!

Escrito por:  Stevenson Marulanda Plata (Presidente del Colegio Médico Colombiano.)

Cierta vez, siendo yo residente de cirugía de la Universidad Nacional de Colombia, por allá en los años ochenta, con escenario de práctica en el extinto y viejo hospital San Juan de Dios, con préstamo del Icetex y todas las gabelas y ventajas, casi privilegios, que la reforma José Félix  Patiño nos dio a los estudiantes pobres y de provincia ---residencias, restaurantes, biblioteca, servicio médico, transporte para el hospital, campus y escenarios deportivos--- con algunos precarios y sufridos ahorros invité a mi papá, campesino elemental, casi analfabeto, apenas con segundo de primaria, a un restaurante de carnes finas en el norte de Bogotá.

Llegó el mesero, Tráigame la carta: Filet mignon, Steak pimienta, Chateaubriand y Lomo jalapeño, me contestó el atento y gentil servidor.

Yo pedí Lomo jalapeño y le pregunté a mi papá por su gusto, se quedó confundido,  mirando impávido secuencialmente al mesero y a mi. 

Pasaron unos cuantos segundos, cuando al rompe dijo: "mijito tráigame una carne blanda, suave y bien asada con dos o tres pedazos de yuca buena hervida en agua, ambas bajitas de sal y póngale el nombre que a usted le dé la gana".

Echo este cuento porque yo en política y cuestiones de ideologías soy lo mismo que mi papá, pragmático: no soy de izquierda ni de derecha, soy de lo que funciona bien,  y pónganle el nombre que usted quiera.

domingo, 16 de octubre de 2022

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (quinto y último episodio)

Foto oficial del Encuentro de escritores

Acto seguido pasaron al frente
 los profesores Álvaro  Suescún y  Luis Barros Pajaveau, quienes hicieron un agradable y extenso  recorrido a través del contenido variopinto de la literatura Caribe, desde las áridas tierras del norte de La Guajira hasta las fértiles sabanas del departamento de Córdoba. (Lee el cuarto capítulo de esta emocionante crónica)
Álvaro Suescún y Luis Barros

El cierre no pudo ser mejor: un vibrante recital de poesía erótica de Julio Manuel Larios; una emocionante lectura de poemas de  Limedis Castillo y un sensual monólogo de la  incomparable Ella Celedón.   

Ella Celedón

El público aplaudió con fuerza y cuando se esperaban más intervenciones  Marcela Soto Angarita tomó el micrófono para anunciar que había llegado el final y para invitar a los escritores a la maravillosa noche del festival amenizada, entre otros por Iván Villazón y Elder Dayán.

Yo me di una vuelta por el parque pero tuve que encargar a Abel Medina y Julio Larios de que le ofrecieran mis respetos a los artistas, pues yo tenía un inaplazable compromiso en el país de los sueños a partir de las diez de la noche.

Al día siguiente, sábado 15 de octubre, Arcesio Romero tuvo la generosidad de invitarme a su casa paterna para presentarme a su señora madre María Josefina Pérez, a su hermana Auxiliadora Romero  a Arcesio Romero padre y al arquitecto y pintor  Luis Fernando Guarín.  

Nos tomamos un café delicioso y nos fuimos a una sesión de fotos en los murales dedicados a la herencia africana de los barranqueros  los cuales llevan la firma de Guarín y  se han convertido en un nuevo ícono de la capital carbonífera de Colombia.

El autor de la crónica al lado del artista Fernando Guarín pintor de los murales

Terminada la sesión de fotos mi anfitrión me llevó a un recorrido por los sitios emblemáticos del pueblo: la casa del futbolista Luis Díaz, las residencias de exgobernadores  y exparlamentarios, la Biblioteca municipal Gabriel Solano Vidal, la cancha en donde Luis Díaz  pateó el balón por primera vez, la calle  en donde son vecinos  dos representantes a la Cámara, los murales dedicados a Olinto Fonseca y Dolores María Redondo.

Por último me trajo a la casa de Maximiliano Hernández y Helena Parodi, un bello pero derruido edificio al  cual se le nota el paso de los años y sobresale en el vecindario por su hermosa arquitectura antigua. 

Estamos frente a esa construcción y recordamos que en sus habitaciones durmieron ilustres representantes  de la política nacional, incluido el virtual presidente Guillermo León Valencia,  en una lejana  noche de 1.962.

Me contó que ese día algunos vagos, alentados por sus odios viscerales incubados en la trastienda de la maldad, embadurnaron cada pared de la casa con excrementos humanos cuyos hedores se percibían veinte calles más abajo, treinta cuadras más arriba y como a cien kilómetros a la redonda.  

Cuenta la historia que doña Berta y Guillermo León Valencia jamás regresaron a Barrancas, ni a preguntar por el nombre del bandido que ofendió sus delicadas narices.

En cambio yo me marcho con nostalgia y sé que pronto muy pronto volveré a la tierra amable de La Guajira atraído por el perfume de la literatura y el aroma del buen café que se sirve en los corredores de cada una de sus casas.

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (cuarta parte)


Hubiéramos querido ir a acompañar a Abel Medina y compartir con los niños, niñas y adolescentes pero... ya estaban terminando. El retraso nos había pasado factura.

Leer la tercera parte de esta emocionante crónica

A las 12 en punto estuvimos reunidos en el comedor en donde conocimos a Mario Romero y su equipo de trabajo del cual hacen parte Clara Inés Bolívar y Marcia Fonseca. 

Además fue la primera oportunidad para el reencuentro de escritores: ahí estaban Limedis Castillo y su nuevo look fitness; Ella Celedón  y sus llamativos rizos; Delia Bolaños y su sonrisa inconfundible; Lila Sagbini con sus versos a flor de piel; Jhony Beleño con su poesía rebelde y estábamos a la espera de quienes se encontraban atrapados en alguno de los frecuentes bloqueos de las carreteras, entre ellos los profesores Álvaro Suescún y Luis Barros. 

En una mesa aparte Marcela Soto Angarita, quien sería la presentadora oficial del evento de la tarde, repasaba la programación con Mario Romero, director de la Biblioteca Municipal.

Terminado el almuerzo nos despedimos y convinimos encontrarnos a las 2:30 para iniciar el programa en el que se haría el homenaje a Arcesio Romero y además tendríamos conversatorios y recitales.

Estuvimos puntuales, tal como habíamos acordado. Después de los actos protocolarios que incluyeron los himnos de Colombia y Barrancas, la oración al Creador por la secretaria de educación María Victoria Barros  y la bienvenida y 
presentación del programa por parte de Mario como director de la Biblioteca.


Acto seguido se dio inicio al diálogo entre el homenajeado Arcesio Romero y uno de los escritores asistentes. Y… ¿saben a quién escogieron?

Exacto, el escogido fue quien les escribe, un honor grande y desafiante para el cual aún no encuentro explicación lógica.

En todo caso, el autor y su entrevistador dialogaron por espacio de cuarenta minutos sobre la vida de Arcesio y algunos de los quince relatos que componen el libro “Disrupciones”. 

Arcesio Romero cuenta con un gran reconocimiento en toda La Guajira y en especial en su pueblo natal. Prueba de ello es el lleno que tuvo el auditorio: la mayoría de los asistentes llegaron con la intención de escucharlo a él y de conocer un poco más su obra literaria. 

Los barranqueros mayores gozaron con cada historia porque algunos de ellos fueron coprotagonistas o conocieron los hechos cuando deambulaban por las calles del municipio rogando para que alguien los plasmara en una pieza literaria. Y fue el autor de Disrupciones quien les hizo la reverencia.

A las cinco y un minuto terminó el homenaje y comenzó la presentación de Lila y Delia, y al lado de las dos el moderador de lujo: Abel Medina Sierra, uno de los más destacados orfebres de la palabra en el Caribe. Las dos damas de las letras premiaron a los asistentes con historias de sus vidas y extractos de sus obras. 


Las dos damas de las letras hablaron de sus obras y en especial de las más recientes. La profesora Sagbini se refirió a su bello libro Alquimia de la Palabra, mientras Bolaños trajo un trabajo recién salido del horno titulado El lápiz rosado.

Acto seguido pasaron al frente  los profesores Álvaro  Suescún y  Luis Barros  quienes nos sorprendieron con sus palabras...¿Saben de qué hablaron ellos?

Leer el quinto y último capítulo de esta emocionante crónica

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (tercera parte)



Por el retrovisor pudimos observar que eran dos hombres con intenciones de viajar y en cuyas manos tenían herramientas agrícolas.

-“Pobrecitos, nadie los va a llevar”, dijo el conductor

Leer la segunda parte de esta emocionante crónica

Recordé que no había orado aquella mañana, así que lo hice con toda la devoción posible así que apenas alcancé a ver los pueblos que dejábamos atrás: Carraipía, Porciosa, La Jamichera…y finalmente apareció la anhelada S de Paradero sin que hubiera ocurrido nada. 

En  verdad nos habíamos ganado lo que nuestro piloto llamaba “la lotería del viaje”.

En el asiento de atrás los dos compañeros de Larios, un hombre y una mujer,  charlaban animadamente acerca de los miles de millones de pesos que se movían en sus contratos.  Sin proponernos escuchamos detalles de jugosos negocios relacionados con actividades impensables. 

Al parecer tenían relaciones con empresas contratistas del estado y el diálogo giraba en torno a su evidente inconformidad por la repartición de utilidades.

Menos mal los ladrones de la carretera no supieron que  ellos venían con nosotros. 

Habrían sido el blanco perfecto.  A todas estas  ¿Por qué viajaban como pasajeros y no en sus propios vehículos? Tal vez para despistar al enemigo.  

La mujer se  ufanaba de haber puesto a alguien contra la pared mediante o una dura advertencia: 

-"Me ha visto cara de  idiota, pero usted no sabe quién soy yo"

Me hubiera gustado ver la cara de Larios al escuchar la manida frase de los prepotentes en Colombia. Preferí imaginar su irónica sonrisa. 

Los casuales acompañantes  iban para la audiencia pública organizada por la senadora Marta Peralta en Fonseca, de manera que su viaje era un poco más largo que el nuestro y tendrían más tiempo para hablar de sus millonarias transacciones. 

En cierto momento de su conversación decidieron hablar en un idioma desconocido para nosotros así que no pudimos saber quiénes eran ni en qué campo de la vida diaria se desempeñaban, así que nos concentramos de nuevo en la vía. 

Las lluvias dejadas por la tormenta habían logrado que a lado y lado de la carretera hubiera paredes verdes salpicadas de flores amarillas y rojas.   De un momento a otro el cielo claro fue inundado de nubes grises y comenzaron a caer algunas  gotas de lluvia que se deslizaban vertiginosas por el parabrisas.   

Un poco más adelante el sol volvió a asomarse en toda su intensidad, los pueblos se sucedían uno detrás del otro: Albania, Cuestecitas, Hatonuevo.

-¿Falta mucho para llegar a Fonseca?, preguntó uno de los multimillonarios del asiento trasero.

-“Ahora viene Papayal, después Barrancas y enseguida Fonseca”, estamos muy cerca contestó Fernando.

En efecto cruzamos Papayal pero Fernando llevaba en mente a Fonseca, así que por poco se pasa de largo. 

-¿Ustedes dónde se quedan? Nos preguntó Fernando

-Hotel Iparú, le contesté de inmediato.


Al llegar al sitio de nuestra reunión pagamos los cincuenta mil pesos del pasaje y entramos a toda prisa, pues llegábamos con una hora de retraso.

Nos recibió Jesús Acosta, un joven atento, respetuoso y emprendedor a quien los afanes de las múltiples tareas concernientes a su rol de director general del Festival del Carbón aún no le arrancaban ninguna muestra de preocupación y mucho menos de intranquilidad.

Lo primero que hizo fue pedirle a uno de sus auxiliares que nos hospedaran en el Hotel Musichi y que nos mantuviéramos allá a la espera de nuevas instrucciones.

A todas estas ¿Dónde estaría Abel Medina?

Una llamada de Julio Larios despejaría la incógnita:

-“Estamos en un colegio dando consejos a los jóvenes y de paso un recital”

Hubiéramos querido ir a acompañarlo y compartir con los niños, niñas y adolescentes pero...

Leer la cuarta parte de esta emocionante crónica

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (Segunda parte)

Leer la primera parte de esta interesante crónica

Era una mañana lluviosa y el transporte estaba en verdad muy escaso.    Al fin pudimos embarcarnos en un automóvil  cuyo conductor nos prometió dejarnos en el Barrancas setenta minutos después de que se iniciara el viaje.

Julio Larios y Alejandro Rutto

Impulsado por su poderoso motor de auto nuevo el vehículo avanzaba raudo por la Carretera de la Esperanza que nos llevaría desde Maicao hasta Paradero y desde ahí por la Vía Nacional hasta la ciudad natal de Luis Díaz el flamante extremo del Liverpool de Inglaterra.

Avanzábamos a cien kilómetros por hora, tuve la intención de pedirle a Fernando que bajara a la velocidad reglamentaria pero el caballero atendía la llamada de uno de sus numerosos clientes a quien debía recoger unos pueblos más adelante.   En el asiento posterior Larios miró su reloj con aire de impaciencia: eran las nueve de la mañana y veinticinco minutos, de manera que ya no podríamos cumplirle la cita a Abel.


Ante la evidencia de que ya era imposible llegar temprano como deseábamos nos tranquilizamos y nos concentramos en el viaje.

Las últimas dos semanas habían sido atípicas en el pueblo: nuestra geografía fue azotada por dos tormentas que dejaron barrios y calles inundadas y en medio de las dos un temblor de tierra de 4.3 en la escala de Ritcher con epicentro en el Lago de Maracaibo.

Dispuesto a olvidar esos malos momentos y para distraer la mente inicié conversación con Fernando a quien le pregunté por la seguridad en una carretera que tiene fama de ser muy peligrosa por el accionar frecuente de los atracadores.

La respuesta movió las placas tectónicas de mis emociones:

-“Viajar por aquí es una lotería. Sólo estaremos seguros cuando lleguemos a Paradero. En el momento menos pensado sale gente armada y se nos atraviesan. A mí me ha sucedido diez veces. En seis ocasiones me he salvado pero en otras cuatro nos han quitado todo lo que llevamos”

Con la intención de encontrar una respuesta más consoladora y para darme esperanzas a mí mismo me escuché decirle:

-Me imagino que el horario más peligroso es en la tarde o en la noche y no en una mañana tan bonita como esta

A lo que Fernando no tardó en responder:

-“Ellos no tienen horario, salen a cualquier hora y en todas partes, nadie está seguro hasta que no lleguemos a la curva en forma de S de Paradero

Un poco más adelante vimos a dos personas a la vera del camino que nos hacían señales para que nos detuviéramos,  lo llamativo no era su solicitud para que nos detuviéramos sino los objetos que llevaban en las manos. ¿Serían armas?

No nos detuvimos a averiguarlo.  Fernando fue hundió a fondo el acelerador hasta que la aguja del velocímetro marcaba 120, 140…160 kilómetros por hora.

¿Quiénes serían esas personas?

Leer de inmediato la tercera parte de esta emocionante crónica

Crónica del primer encuentro de escritores en la Tierra Amable (primera parte)


Un día de 1962, en el fervor de la  campaña presidencial que llevaría el país a escoger el segundo de cuatro mandatarios del Frente Nacional, uno de los más fuertes aspirantes, Guillermo León Valencia programó una gira por el departamento de La Guajira en compañía de la cúpula del partido conservador, algunos dirigentes liberales y la   señora Berta Hernández de Ospina, una de las mujeres más poderosas de la época. Valencia y los suyos hicieron varias reuniones y, al llegar la noche se hospedaron en la casa de la familia Hernández  Parodi.

Casa de los Hernández Parodi

Todo iba bien, según  cuenta Arcesio Romero, mi  generoso guía a través de las calles llenas de historia de este macondiano pueblo del centro de La Guajira, pero nadie contaba con el odio y la astucia de la oposición, uno de cuyos representantes tenía diseñado un muy bien calculado plan para arruinarle la noche al político y a sus anfitriones.

Ahí estamos Arcesio y yo frente a la antigua casa de  color mostaza rodeada de una hierba que nadie ha cortado en los últimos seis meses, casi en plan de despedida después de acudir al primer Encuentro de Escritores en el marco de la versión cincuenta y uno del Festival Nacional del Carbón.

Las notas de prensa de los días previos manifestaban que todos los caminos conducían a Barrancas en alusión al Festival que se inició hace más de medio siglo. Para los escritores era una bonita oportunidad de reencontrarnos después de más de un lustro sin que nos reuniéramos  como lo hacíamos cuando existía la hermosa fiesta de las letras en el municipio de El Molino.

Abel Medina, uno de los encargados de la organización, me había invitado con dos semanas de anticipación y en las últimas horas me hizo varias llamadas para pedirme que no fuera a faltar.  

-“Ponte de acuerdo con Julio Manuel Larios que él también viene desde Maicao”

Acaté la sugerencia y me puse en contacto con Julio Larios, pero el duende del correo electrónico había mandado su invitación directamente a la bandeja de documentos no deseados y el hombre no se encontraba lleno de ánimos para emprender un viaje de última hora.

Fue necesaria una llamada de varios minutos para convencerlo, de manera que nos citamos para encontrarnos en el centro y hacer juntos el viaje que nos llevaría de nuevo a un momento de aventuras literarias, tal como la hacíamos antes para asistir a El Molino (insisto en lamentar que el evento no se haya vuelto a hacer).

Abel nos esperaba en Barrancas a las nueve de la mañana de ese 14 de octubre y, fiel a su costumbre, nos brindaría las mejores atenciones. También nos esperaba Arcesio  Romero, autor de Disrupciones un libro que se ha robado el corazón de los lectores del continente aunque todavía no es muy conocido en La Guajira y mucho menos en Barrancas, en donde están ambientados varios de los quince relatos de su contenido. 

Sería un viaje maravilloso, según mis suposiciones, pero las cosas no serían tan fáciles. Más adelante les cuento al respecto

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miércoles, 5 de octubre de 2022

El credo de Francisco El Hombre

 

El Credo de Francisco el Hombre es una publicación de Ángel Acosta Medina empacada en el formato de cartilla, cuya extensión es de apenas  veintiséis  páginas las cuales son suficientes para que el autor  revele los secretos encriptados en la historia del creador de la música vallenata relacionados con sus frecuentes recorridos por la provincia y, en especial, su legendaria batalla musical contra el diablo. 

El relato tiene como telón de fondo un diálogo del afamado indio Manuel María, un reconocido sabio de la región, quien trata de liberar a un grupo de jóvenes acordeoneros del "mal de la mano tiesa" o "firi-firi" grave trastorno que sufrían los músicos de acordeón. 

El indeseable mal consistía en una dificultad para accionar en una dificultad para accionar los dedos de las manos y cuya causa los viejos atribuían a la perversidad de ciertas personas que, a fin de obtener méritos en el arte musical hacían pactos con el Maligno, para que éste hiciera disminuir las capacidades de sus adversarios. 

Manuel María  avanza en el diálogo con sus amigos y pacientes y de ahí en adelante se desenvuelve la historia de Francisco El Hombre y su enfrentamiento y  con el padre del mal, en el cual resultó victorioso. 

Llama la atención en la página 12 los versos con los cuales Francisco El Hombre dio a conocer a sus oyentes la tragedia del Titanic, tal como se lo comentaron los marinos con quienes frecuentaba en el puerto de Riohacha: 

Le sucedió al barco supremo, bajo el cielo

y vengo a informá a mi gente, el accidente

un navegante omnipotente, quiso creerse, 

lo hundió una punta'e hielo, con su reino


El Titanic lo llamaban, lo alababan, 

que "ni Dios lo hundiría, y reinaría

la ley divina desafían, qué osadía

sobre to'a agua brava, navegaba

¡Ay! se oían lloros y sones de acordeones, 

valses clamando SOS, amparo a Cristo, 

tocaban los marinos, ay Dios bendito...

La publicación cuenta con una gran belleza visual, fue impreso en los talleres litográficos Comercializadora de la Costa en Barranquilla y es producto del  taller de escritura creativa Relata del Ministerio de Cultura

Palabra y residencia

 


Palabra y Residencia es un hermoso libro antológico publicado hace un tiempo en Riohacha por la dirección de Cultura y Turismo, prologado por el escritor sincelejano Miguel Iriarte.

Se divide en tres grandes capítulos: Tres que deberían ser cuatro (dedicado a Víctor Bravo, Rafal A. Morales y Miguel Ángel López).

Después viene una sección dedicada a los poetas, en la que encontramos trabajos de Hilda Lubo, Neilys Gómez, Julio César Guzmán, Gustavo Maceas y Juan Guerra).

Finalmente aparecen narradores de la talla de Martín López, Polaco Rosado, Limedis Castillo y Alejandro Rutto Martínez.

Fue publicado en el año 2007 cuando el gestor cultural Miller Sierra se desempañaba como director de Cultura y Turismo del entonces municipio de Riohacha durante la alcaldía de Miller Choles.

El libro tuvo una muy buena aceptación y aún en nuestros días es obra obligada de consulta para quienes desean estudiar la literatura del departamento de La Guajira.

Los champetúos, estilo de vida de una música (Tercera parte)

Escrito por: Abel Medina Sierra 


El fenómeno social se mantuvo casi imperceptible cuando estos jóvenes se apropiaban de la música afrofrancesa que importaban los picós desde Europa. La gente identificaba más la música que un estilo de vida apenas en ciernes; como “música de negros” o “de picó” solían denominar esta desconocida expresión en lengua indescifrable que ponía a tronar   los pisos en las verbenas.

Pero, la onda champetú sólo se vino a vislumbrar con la efímera fiebre de la “Terapia”, nombre con el cual los disc jockeys de Cartagena y Barranquilla llamaron a los ritmos africanos y caribeños que ganaron popularidad en la Costa Caribedurante los primeros años de los noventa. 

Los antecedentes de esta sincrética expresión musical urbana han tratado de ser rastreados desde los años 70`s cuando algunos marineros cartageneros trajeron desde París, algunos aires africanos que ya contagiaban a los fríos franceses a ritmo de tambor negro. Se trataba de agrupaciones de Zaire, Nigeria, Camerún e incluso, algunas de nuestro cercano Haití, que con picantes fusiones de música folclórica con teclados y cuerdas eléctricas habían creado un género nuevo en este país europeo. 

En esta época se registra un efímero intento de nutrir aires africanos con instrumentos electrónicos y otros muy típicos de regiones como San Andrés y Providencia. Se trata de la primera agrupación colombiana en producir fonográficamente fusiones de música afrocaribeña, la “Uganda Kenia” , la cual popularizó canciones que aún se recuerdan como “El  evangelio” y “Kiriwa”.  

Lastimosamente esta agrupación no tuvo la continuidad necesaria para llegar a promover estos ritmos con la intensidad que goza actualmente.

Los ritmos afrofranceses les hablaban a los cartageneros con el atávico lenguaje del sudor y la sangre, con la contagiosa sonoridad percusiva, con la fuerza telúrica que desde el piso domina los pies. 

Pronto los picós de la región se encargarían de importar producciones de la orquesta Olokún de Zaire, Les etoles du Zaire, Prince Nico, Theo Blaisse, Bopol, Neil Zitany, Prince Nico Mbarga, Miriam Makeba, Sheena Peters, Kassav y Tabu Ley Rocherau que hicieron carrera en Francia. 

Esta festiva manifestación encontró adeptos entre los barrios negros y fue fraguando una identidad alrededor de la cultura del picó. Nadie los instruyó sobre el baile, cada quién ensayó sus pases, cada cual le dio movimiento al cuerpo, el tiempo se encargaría de seleccionar los repertorios; aunque en la actualidad persisten marcadas diferencias en el baile tanto a nivel individual como de una región a otra: los cartageneros la bailan con influencia del reggae (más movimiento del cuerpo que de los pies) y los barranquilleros más parecido a la salsa (movimientos rápidos de los pies).    

Los ritmos africanos influyeron primero en la música de los países antillanos. Estas expresiones, más cercanas geográfica y culturalmente a nuestro Caribe colombiano se encargarían de promover la fiebre de “La terapia” que tuvo su eclosión a inicios de los 90`s. 

Los eventos que legitimaron esta influencia fueron el Festival de Música del Caribe que se celebró en Cartagena desde 1982 y el Festival Green Moon (Luna Verde) que se realiza en San Andrés Islas. Estos proyectos de promoción de la música caribeña, permitieron difundir expresiones como el reggae jamaiquino, el calipso de Trinidad y Tobago, el soul, la soca y algunos ritmos crossovers (fusiones) de igual naturaleza y origen. 

Muy pronto agrupaciones y artistas caribeños o afrofranceses como Mighty Sparrow, Byron Lee y The Dragoniants, Arrow, Gazoline, Zouk All Star, Bod Guibert, Bassingo, Les Meridianes Des Cayes y Combo Tabou se hicieron populares con canciones que ocuparon sitios de privilegio aún en los medios de comunicación regional que, antes ignoraban este tipo de música. 

Entre los éxitos más recordados están canciones que fueron rebautizadas por los DJ’s pues sus títulos originales era de difícil pronunciación   para un hablante de lengua hispana: “La mencha” ( su título original es  Mamema y su intérprete Moro Beya Maduma), “El Sapito”(I know  what I know), “La Bollona” (Umasihlalisane ) “La granada” (Awuthule kancane) , “El cheque” (Vie ya moto), “La guaya” (Afrinigth), “El enguayabado” (Abrentisie), y otros como “Culucucú”, “Yawani” , “Zangalewa” y “Tataliba”.

martes, 4 de octubre de 2022

Los champetúos, estilo de vida de una música (Segunda parte)

Escrito por: Abel Medina Sierra 


Es música, es sensualidad con olor salvaje a carne, sopor, licor, alegría, libertad ¿No es acaso el ideal de la felicidad? Los champetúos están en plena faena, están en su templo, celebran su liturgia escanciadora.  

Te recomendamos leer la primera parte de este artículo

Las horas pasarán y el cansancio se olvidará de visitarlos, mañana les espera el trabajo, pero ellos esperarán con resignación y nuevas piruetas el próximo sábado.   

Los champetúos han hecho de esta música todo un estilo de vida, toda una filosofía del “vacile efectivo”, el ritmo de una vida vertiginosa que se mueve a ritmo de champeta, que se diluye en la instantaneidad, que se nutre con el baile, con el sudor, con la estridencia. 

Es el vacilón para gozar la vida, para la vitalidad del cuerpo, para la gente “legal”, para recoger la savia telúrica que vivifica al “grone”, que “solla” al bacán, que alienta a la “jeva” y expulsa el dolor del “compa”. 

El vacile efectivo es la onda de la nueva negritud urbana:  la de La Boquilla, Olaya, El Pozón y la zona palenquera del Paseo Bolívar en Cartagena; la de Barlovento, Carrizal, La Manga y Me quejo en Barranquilla; la de La Paz, Manzanares y Chimila  en Santa Marta;  la de El Cerezo y el Mercado Viejo  en Riohacha; la de los pasajes  y la zona del mercado en Maicao. 

Es el nuevo cosmos en el que cobra vida la ciudad marginal, la urbanidad de la sombra, la informalidad, la cultura del rebusque y la gozadera. Es el nuevo estilo de vida que representa el champetú, protagonista de la rumba, héroe de la acrobacia y la pista, fuente del sudor y el movimiento.

El champetú encarna un estilo de vida en cuyas entrañas nació la champeta, el baile de comienzos de siglo. Un estilo de vida que se fue configurando en la barriada marginal de Cartagena, que fue cifrando su jerga, su práctica, su forma de vestirse; pero a la cual faltaba su mejor motor de identidad: la música, el otro corazón, el otro pulmón de los negros. 

Hoy música y estilo de vida van de la mano burilando el perfil de los reyes del picó y amos de la pista. Su nombre se deriva de “la champeta”, agudo puñal que suelen usar los pandilleros juveniles en los barrios subnormales de Cartagena, capital soberana del vacile efectivo, patria de la fiebre champetera y templo histórico de la negritud.

El estilo champetú, comenzó a irradiar sus influencias hacia otros centros urbanos de la Costa Atlántica desde los años 70`s, inicialmente en Barranquilla y ya a finales de los 90`s en las otras ciudades como Santa Marta, Valledupar, Sincelejo, Montería, Riohacha y Maicao. En poblaciones de notable presencia negroide como Tolú (Sucre) fue un fenómeno paralelo al de Cartagena. 

Leer la tercera parte de este artículo

Los champetúos, estilo de vida de una música (Primera parte)

 Escrito por:  Abel Medina Sierra


Nota de la redacción:
 Este texto fue publicado por primera vez en febreo de 2005 en la Revista Ranchería. El lector juzgará si se han producido algunos cambios desde entonces. 

La estridencia sacude el piso y las paredes de las casas vecinas, hasta la sangre de los congregados da tumbos con el frenético estampido de los bajos amplificados y el efecto doppler que materializa el sonido. 

El sumo regente de los fines de semana ha convocado su parroquia, es la voz sagrada del picó. Al frente de esta descomunal máquina sonora está el líder de esta religión, el chamán del sonido y la mezcla musical, es el picotero, el DJ local. Él preside esta ceremonia, él convoca a la alegría combinando ingredientes sonoros, con mágicos efectos y “exclusivas” producciones.      

La pista está desierta, pero afuera, decenas de oídos se ponen a tono con el ritmo ensordecedor. Los pies ensayan la pirueta, el cuerpo se predispone al sudor. La gente solo espera, paladeando la faena. Como todo gozo, tiene su paciente espera, su ritual preparatorio.

Algunos comienzan a medir la real capacidad sonora del picó, otros valoran que el repertorio de música sea de su agrado.  Los que esperan son prietos jovenzuelos de rostros pringados de sudor y manos callosas, lucen sus mejores galas y ya no se acuerdan de la ardua tarea de los días anteriores. Son los champetús, en pocos momentos, llenarán la pista con los espasmos de sus cuerpos. La champeta los ha atraído al despeluque.  

La música retumba ¡Viene! La estridencia no deja resquicio para que las voces se escuchen, de nada sirve hablar, aquí comunica el gesto, prima el movimiento ¡viene!, es el nuevo lenguaje en la verbena. No se necesita convencer a la “jeva”, no se requiere “la parla”, sólo el guiño, sólo el poder kinésico del cuerpo, la champeta es también culto al cuerpo.

El DJ combina los sonidos, el picó pregona su potencia: “! aquiiii suena ... el Gran Latino, la potencia atómica, el papá de los picós ¡”. Los cuerpos se juntan, se pegan, forcejean, se contorsionan epilépticamente, se sacuden el sudor, se entretejen anudados en un solo ente andrógino, es la comunión corporal, es el ritmo frenético de la champeta que los incita, que los transfiere a los linderos del delirio, del éxtasis. Es la expulsión de los demonios interiores a través de la danza, es la catarsis del espíritu, es también terapia para el alma. 

Leer la segunda parte de este artículo

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