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domingo, 30 de julio de 2023

Mientras respire


Escrito por: Ayda Díaz Ojeda

Mientras respire, siempre tendrás mi mano para asirte de ella

Mientras respire podrás contar con mi abrazo lleno de afecto y sinceridad

Mientras respire estaré a tu lado para escuchar tus palabras o escuchar tu silencio

Mientras respire sabrás que hay sobre la tierra un único ser que te ama porque sí, porque sí y porque sí

Mientras respire serás mi hijo que amo tanto

Y cuando deje de respirar, pediré licencia a Yahvéh para estar contigo cuando la brisa acaricie tu rostro, cuando la arena bañé tus pies, cuando la angustia llegué a tu corazón y tu conciencia sutilmente te diga: recuerda lo que mamá decía " cuando tengas dificultades ve a los pies de Jesús.

Cuando todo vaya bien, ve a los pies de Jesús. En todo momento y en todo lugar agradece a Dios por todo. Pon tu confianza y esperanza en Él, no en los hombres ni en el mundo."

viernes, 28 de julio de 2023

Cortisol


Escrito por:
Lizeth López España

El mundo sucumbe

Ante la falta de un abrazo,

La humanidad clama perenne 

Por una sonrisa,

La especie desea vehementemente

Ser querida.

¿Por qué preocuparnos por lo que no es real?

Bien dice la escritura: Bástele a cada día su propio afán.


El ser humano necesita descansar,

Respira profundo y haz a un lado el celular,

Corre, grita, salta y nunca dejes de soñar.

Ten una ilusión ante el futuro;

Todo lo que nos pasa tiene un propósito 

Seguro. 

Fija tu mirada no en lo que te pasa, 

Si no como interpretas cada vivencia 

Al final de la jornada.


Por último y no menos importante 

Disfruta de la vida, eres un campeón,

Estimula oxitocina con la meditación 

Y si quieres algo más barato con la imaginación 

Logra cosas increíbles como subir en un avión 

Y si quieres ser osado ayuda al necesitado

Pero no permitas que sin pies y manos

Nos siga ganando el malvado CORTISOL,

El esta vencido en el nombre de nuestro gran DIOS

miércoles, 1 de marzo de 2023

Taza de café

Escrito por: Yorledis Pabón Aguilar


Sírveme caliente y bébeme sorbo a sorbo

saboréame y endúlzame con tus labios,

rózame con tu lengua quiero sentir tu aliento.

 

Soy negra como el café tostado, fuerte como cada grano

te seduzco con mi aroma, el sentirlo te enamora,

con un solo sorbo te reinicia la vida y te aferras a mi cada día.

 

Tómame poco a poco siente como pasa por tu cuerpo

lléname de energía desata en mi esta agonía

de no querer que te acabes y tenerte todos los días.

 

Ese aroma cautiva, ese aroma apasiona

llenando todos mis sentidos

con cada sorbo vuelve a mí esos recuerdos vividos.

 

Soy tu taza de café caliente

aunque suene un poco demente pero siempre estarás,

en mi mente ya no tengo escapatoria siempre te llevo presente.

miércoles, 8 de febrero de 2023

Autorretrato de José Cárdenas

El siguiente es el autorretrato del escritor  colombiano José Cárdenas, autor del libro "El hijo de los dementes" 

Este es mi autorretrato.

Me defino, como un autodidacta 

y a modo de un hombre que se siente enorgullecido de haber nacido en el campo.

De haber tenido, desde mi edad primera,

Un  directo contacto

Con la madre Naturaleza  

Ella tan sabia me impuso sus influjos. 

Las Náyades  de sus fuentes. 

Las driades de sus bosques, 

me ungieron  con sus manos secretas

Me han hecho un formidable soñador

De un  imperecedero amor

aguerrido luchador y poeta.


Se cómo arde el leño, en las humildes cabañas

como crecen las sementeras en la úberrima tierra.

He subido a escarpadas montañas

Cómo también al terrado,

de arquitectura moderna.


Hoy ya no cuento con mis años nuevos

Pero si con la experiencia de las décadas.


Mis cabellos han volado al viento

cómo en  verano, las hojas secas.

Los cauces que surcan mi tez

Son anuncios con premura

campanazos sin ventura

de mi ya, inminente  vejez.


Soy frugal en el comer

Parco en la oratoria 

Pero si prolijo En el papel.


Hay tantas huellas en mi alma

dejadas por amores castos

otras de infieles y desalmadas

que sin recato se marcharon.

¡Son tantas!

como léntigos en mi piel.


Progresiva es la penumbra de mis ojos

Más, viva y creadora la luz de mi pensamiento.

Siempre cualquier camino que tomo

la lírica me sale al  encuentro.

Será porque vive libre y pura 

En la inquieta naturaleza de los vientos.

Y siento que  me lleva y me guía 

Con alto vuelo, vuelo alto de firmamento.

¡Oh Sublime poesía!

jueves, 1 de diciembre de 2022

Noche de tormenta

Escrito por: Yorledis Pabón Aguilar (*)


Mientras todos dormían plácidamente,

yo en mis trasnochos y en mis horas de insomnio

solo escucho caer la lluvia sobre mi techo,

siento la brisa cada vez más fuerte golpear ventanas,

golpear las puertas, golpear mi alma.

 

Esa brisa fría como mi ser, como mi vida,

eso me inspira, eso me anima.

Yo soy poeta, poeta loca, que no duerme y se trasnocha,

mientras se envuelve en cada letra.

Se va sumergiendo en cada prosa,

ya no es real, no sé si soy, no sé si fui, estoy o no estoy.

 

Hay una locura en mí, yo solo entiendo no lo intentes saber.

Hay algo fuerte, hay una coraza dentro de mí

¿Quién soy?, ya ni lo sé, es algo que intento descubrir

entre letras y escritos me pierdo,

me encuentro que es real que es fantasía,

todo esto pasa en este instante, o solo está en mi mente.

 

Estoy aquí, estoy allá es este plano

o este espacio, ya no sé qué es real.

Me fui con mis locuras a navegar mi fantasía,

es algo absurdo es algo ilógico, ya ni me entiendo.

Solo dejo que mi pluma fluya y fluya

sacando cada letra dentro de mí.

 

No soy perfecta, solo emerge de mí esta esencia.

Alzo mi vista y ya la noche se ha ido, se esfumo como mis letras

Solo las noches llenan mi alma y me despiertan

haciendo mi mente a un más demente,

devolviéndome mi locura.

 

Ya aclaró el cielo, ya no hay oscuridad,

ya no hay encanto, volví a ser yo.

Será esperar la noche y no dormir,

que vuelva toda esa magia de nuevo en mí.


*(Manaure, La Guajira. Colombia). Licenciada en Etnoeducación con énfasis en Ciencias Naturales y Educación Ambiental, culminando una maestría en mención de Gerencia Educativa. Actualmente es docente en la Institución Urbana Mixta # 1 de Manaure, La Guajira. Perteneciente a la etnia indígena Wayuu. Inició mostrando a sus alumnos sus escritos para que se enamorara de la lectura y se envolvieran en el mágico mundo de las letras. Apasionada por la naturaleza, orgullosa de su etnia y feliz de darla a conocer. 


miércoles, 2 de noviembre de 2022

Julio Manuel Larios Ríos está de cumpleaños


Está de cumpleaños el profesor Julio Manuel Larios Ríos.  Es una persona que ha dedicado su vida a muchas cosas, pero en especial dos han ocupado la mayor parte de su tiempo: la docencia y las causas sociales.

Llegó a Maicao muy joven, a celebrar uno de los primeros títulos obtenidos a lo largo de la vida: su título de bachiller. En esos tiempos de oportunidades escasas para acceder a la educación para era un logro gigantesco no sólo para quien se constituía en bachiller sino para toda la familia.   Así las cosas la fiesta del grado de Julio fue un acontecimiento memorable y la celebración fue una fiesta de tres días encabezado por su cuñado Carlos Huertas.

Poco después Julio seducido por los libros y la posibilidad de aplicar cotidianamente su sabiduría acepta la oportunidad de ingresar a la docencia en los colegios María Montessori y San José, en las áreas de ciencias sociales.

Fue así como empezó una legendaria carrera que lo llevaría a ser profesor de historia, geografía y educación artística. 

Un poco después fue nombrado por la Secretaría de Educación Departamental, lo que le permitió tomar la decisión de que lo suyo sería ejercer por siempre como profesor, investigador, líder de la comunidad educativa.

El nombramiento, sin embargo, le causó cierto inconvenientes con las directivas del María Montessori, institución de carácter privado cuya propietaria, la señora Imera Soto, no le aceptó la renuncia y lo conminó, mediante un fuerte sermón maternal, a que continuara prestándoles sus servicios.   Larios logró hacer los ajustes necesarios en sus horarios de trabajo para atender los dos compromisos por varios años.   Un poco más adelante se incorporó tambiél a la planta de profesores del Colegio Colombo Libanés, fundado por el profesor Enrique González.

Pero en donde Julio Larios tuvo más apego y una carrera de largo aliento  fue en el colegio San José en cuyas aulas, salas, pasillos y corredores pudo desempeñarse como profesor, líder educativo, dirigente sindical y rector.

Tal vez pocos recuerda que el profesor Julio Manuel Larios se desempeñó como rector encargado por algunos meses al terminar la gestión del profesor Triviño, quien desempeñaba esa dignidad y  el nombramiento de su remplazo en propiedad.

Su gestión fue breve pero muy provechosa: logró el nombramiento de cuatro profesores que le hacían falta al colegio,  construyó dos aulas mediante actividades pro fondos realizadas con los padres de familias y estudiantes y los aportes de la comunidad y gestionó la apertura de los grados décimo y undécimo con lo que el San José se convirtió en el primer colegio de Maicao en tener bachillerato completo, lo que permitió a un mayor número de jóvenes alcanzar el sueño de graduarse en su propia tierra. Además, planteó por primera vez la necesidad de que el plantel tuviera una sede más apropiada a sus proyecciones de crecimiento.

Como  sindicalista defendió no sólo el derecho de los maestros a mejores condiciones salariales y laborales sino el derecho a una educación pública de calidad para todos los estudiantes. Esas luchas y sus largas horas de lectura lo llevaron a asumir ideas libertarias y a ser un convencido de los ideales de la izquierda latinoamericana no por moda o por fiebre juvenil sino por convicción.

Su constante búsqueda del conocimiento lo llevó a estudiar licenciatura en ciencias sociales en el convenio de la Universidad de La Guajira con la Universidad del Magdalena y su afición a la lectura le abrió la puerta para consagrarse como escritor. 

Del horno de su cocina escritural salió hace algún tiempo el libro de poesías “En busca de mis huellas” y en sus manuscritos hay material para varios libros más.   Julio Larios es invitado con frecuencia a tertulias, recitales y lunadas literarias en las cuales se destaca como uno de los mejores declamadores.

Felicitaciones para el gran maestro de las ciencias sociales, las artes y la poesía, que Dios le de muchos, pero muchos años más de vida.

 

viernes, 6 de septiembre de 2019

El niño que era culpable de todo



Eran los años setenta, la época en que Maicao
era la ciudad más bulliciosa del mundo y la que atraía más turistas por cada mil habitantes en todo el país. No se trataba de turistas que vinieran a conocer las montañas de basuras que se acumulaban en la plaza Simón Bolívar ni los charcos de la calle 14 inmortalizados en una canción de Roberto Solano, sino de visitantes que venían a comprar mercancías a precios que eran muy bajos y por lo tanto muy atractivos.
  

Con lo que un padre de familia compraba un televisor en Bogotá o Barranquilla podía comprar cuatro o cinco en Maicao y con lo que costaba una botella de whisky en cualquier ciudad del país, podía comprar la caja completa en una de las provisiones de la calle 12.

Pero no es de turismo, ni de televisores ni de whisky de lo que quiero escribir sino de mi amado Gimnasio Girardot, el colegio en el que cursé mi primaria y pasé muy buenos años de la infancia al lado de Mauricio Alarcón, Fredy Arrieta, Ildefonso Sánchez, Alejandro Suárez y José Manuel Polo. Por supuesto que la lista era más larga (en el curso éramos como veinte) pero la voy a dejar hasta ahí a ver si aparecen algunos de los compañeros que desde hace mucho se han perdido en las brumas del tiempo, aunque permanecen intactos en las páginas de los recuerdos.  

Estoy omitiendo sus nombres de manera no tan involuntaria a ver si aparecen, aunque sea para hacerme el reclamo.

El Girardot era un buen colegio en el que se enseñaba con el amor en una mano y la disciplina en la otra. La señora Sara, por ejemplo, iniciaba a sus alumnos en las tablas de multiplicar apoyada en una tabla tipo regla; la fórmula era fácil: un reglazo para el que no se supiera la tabla del uno, dos para el que fallara en la del dos y así sucesivamente… hasta que el estudiante estuviera bien educado.

Los profesores, a la usanza de la época, eran experto en métodos de avanzada inquisición educativa y aplicación social.  Eran famosos y queridos, no por los métodos, sino a pesar de ellos.

Afortunadamente los espacios eran amplios y los salones tenían suficiente ventilación en iluminación natural. En recreo todo era ruido, pero a la hora de clases escucharse hasta el zumbido de una mosca.

El silencio sería sepulcral de no ser por las voces de los profesores tratando de transmitir los contenidos de los libros y …por el desordenado estilo de Polo, uno de los estudiantes más desordenados del mundo, el mismo que había puesto a prueba la paciencia de Dilia, la profesora más tierna de la ciudad y había desafiado las reglas de Rita, la adusta directora del colegio.

Polo era el  encargado de tirar los cuadernos de sus compañeros contra las aspas de los ventiladores para ver cómo volaban las hojas hacia todas partes, era el que se trepaba al techo para verificar la resistencia de las láminas de asbesto, invadía la cancha y se robaba el balón en plena final del campeonato Inter cursos, era el que desaparecía la tiza y el borrador del profe de matemáticas…y también tenía la costumbre de limpiar la silla de los maestros para que estos la encontraran limpia. 

A veces, por puro descuido, dejaba sobre el asiento una bolita de chicle de manera que cuando se levantaban, después de llamar a lista, lo hacían con la silla pegada al trasero. Un día burló la vigilancia del coordinador de disciplina, se subió a un escritorio y tocó el timbre que indicaba la hora de salida media hora antes, lo cual revolucionó al plantel porque todos los estudiantes corrieron a la puerta y aún los profesores terminaron más temprano sus clases en la creencia de que todas las actividades terminaban más temprano, tal vez por ser vísperas de las fiestas de San Martín, el patrono del barrio en que estaba ubicado el colegio. 

Las travesuras de Polo terminaban indefectiblemente en una de estas tres situaciones:  llamado a la coordinación, en donde el profesor Pareja le suministraba treinta amables correazos;  llamado a la dirección, en donde la señora Rita lo amenazaba con la expulsión;  el paso por la sala de consulta en donde la seño Margarita lo sentenciaba a, por lo menos, dos horas de reclusión  en el cuarto oscuro, un pequeño calabozo si ventanas, cuyo único adorno era un mico disecado, sin ventanas, sin luz y sin muebles.  Allí aguantaban el suplicio de la privación de la libertad los reos de Margarita, hasta cumplir el último segundo del último minuto de la pena asignada.

Polo era posiblemente el niño más famoso no solo del colegio sino del barrio, pues se le había visto en los patios del vecindario robando mangos y mamones en lo más alto de los árboles a los que subía con destreza felina y de los que bajaba con mucha dificultad.

Un día la calma de la mañana fue interrumpida por el golpe de una piedra contra un vidrio que se hizo añicos. En menos de dos minutos los profesores y los estudiantes estaban reunidos en la rectoría y hacían conjeturas sobre el causante del pequeño desastre. Las esquirlas de vidrio estaban cobre los escritorios, también en el piso y hasta en el cabello de Dorita, la encargada de hacer el aseo.
Por encima del murmullo se escuchó la voz fuerte y firme de la profesora Dilia:
-¡Yo vi a Polo!

Todos la miraron y movieron la cabeza afirmativamente, para darle la razón a quien había hecho la categórica afirmación. Margarita la miró complacida, como dándole las gracias por la oportunidad que le daba de tener un cliente en el oscuro aposento de castigos.

Ya iban en busca de Polo cuando el profesor Pareja los detuvo

-¡No puede ser! ¡Debió haber sido otra persona!

-¿Cómo se atreve a defenderlo? Era la voz de Duarte, el director de grupo. Polo siempre es culpable de todo

-Sí, pero acá tengo su excusa. Hace tres días no viene a clases porque está enfermo de varicela.   Ustedes dicen ver lo que no han visto.

Dilia miró avergonzada hacia el suelo y comenzó a caminar hacia su salón de clases, como lo hicieron todos.

¿Por qué siempre culpan a Polo? Decía Pareja, mientras guardaba la excusa en una carpeta.

¿Por qué será? Por que él siempre tiene la culpa de todo.

Años después aún no se sabe quién rompió la ventana y la calma en ese lejano día de clases.

sábado, 31 de agosto de 2019

Cuando buscas explicar lo que no puedes entender


Escrito por: Kaled Rutto Martínez

Cuando buscas explicar aquello que no puedes entender, algo que duro menos que el adiós de tu silencio haciéndome creer que estuviste ahí siendo tú, y no era más que el reflejo invisible de tu piel presente en mi inconsciente que tuvo vida con tus palabras y murió con tus actos.

Que puedo explicar si tú eras lo que yo nunca fui y siempre soñé, tu voz alimentaba cada una de mis fantasías olvidando la realidad, porque fuiste la palabra correcta de lo que pensé que era amor, porque curabas mi miedo cuando había una duda, necesitando una mirada haciéndome ver el disfraz de tu alma.

No entiendo como un suspiro hizo de un todo la nada, un espejismo que me hizo creer la verdad que nuca fuiste, si eras una niña mientras yo crecí como hombre, pensé que la inocencia no les ganaría a los años, pero veo que es el tiempo quien declara las huellas y te deja la enseñanza.

Has de ti un vuelo si descanso, donde las árboles sean más que tu habitación en cada noche, las montañas no solo estén para cegar tu camino si no para alentar tu inconsolable sed de soledad, y te haga ver que el viento por más que vueles, lo sientas, pero no lo veas, estará en ti, impulsando tus ganas de libertad hasta que descubra tu verdadera desnudez.  

viernes, 9 de agosto de 2019

La luna

Escrito por: Kaled David Rutto Martínez

La luna es testigo de mis noches más frías. Hay un solitario en busca de la luna para poder hablar, los lobos están en silencio y la luna aúlla en su calma. Sólo cuando la mente reconoce la belleza y el corazón está amando, reconoces la luna. Ésta, es el reflejo de tu corazón y su luz, es el reflejo de tu amor. La luna se convierte en el revestimiento de tu piel querida mía.  

Estoy sentado sobre la tierra que he caminado. Con la mirada perdida en la luna buscando una respuesta, he visto su inmensidad, me gusta pensar que brilla para mí, me gusta pensar que siempre está ahí, e incluso sino estoy mirando.  

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Mis ideas caen por el peso de su lógica, ahora puedo ver la luna, he pasado mucho tiempo en la oscuridad, el brillo de la luna hace eco en mis sentidos. 

Tal vez la luna sea culpable de mi locura, me bastan con un instante para mirarla y descubrir el amor infinito que la tierra despierta sobre ella y solo en su compañía palpar su ilirio de amor.

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Querida mía, si te contase todo, si tan solo emprendiéramos un viaje, no todos los que sueñan con la luna la alcanzan, pero todos las que la alcanzan sueñan con ella. No solo hay que resignarse en alcanzar la luna. Podemos ir más allá. Sin llamar la atención, como los misterios más encantadores. La luna nos enseña que las cosas más bellas e interesantes siempre son más difíciles de alcanzar 

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Jesús, mi héroe y amigo

"Jesús, mi héroe y amigo", es uno de los mejores libros sobre espiritualidad escritos en Colombia. Su autor es el escritor guajiro Alejandro Rutto Martínez

martes, 5 de julio de 2016

La triste historia del Águila pescadora



  

                                                                                     Nilson Pérez

Ese día aguilucho me exigió la comida más temprano y mientras iba camino a la bahía donde se ensenan los peces que no madrugan, eché un vistazo superficial por el bosque, estaba hermoso como de costumbre, lleno de silbidos matutinos de las aves que trinan desde el amanecer; apenas vi el movimiento de algunos animales grandes, la gacela amamantando su pequeño cervatillo, la liebre regresando a su madriguera, y una que otra ardilla inmovilizada con mi visaje sobre los cerezos paridos; lo único anormal esa mañana fue el escandaloso haeader de dos chorros de un automóvil clásico, que se movía casi en zigzag por el desolado pavimento que bordeaba los limites del bosque y del océano; al parecer sólo eran seis chicos gomelos en parejas que regresaban ebrios de una cabaña de campo bebiendo cervezas de botellas.

La pesca fue mucho más demorada que de costumbre, puesto que esta vez me tocó adentrarme más al interior del océano; pues era que  otra vez los barcos pesqueros el día anterior me habían ahuyentado las truchas que se agrupaban en cardúmenes.

No fue difícil para mi pescarlas, pero si bastante demorado, ya que me tocó esperar muy arriba hasta que nadaran menos profundas; pero cuando esto sucedió, me lancé en picada ¡si me hubieran visto! era tanta la velocidad, que escasamente me veía; entré y salí del agua cargando en mis garras una trucha que supongo nos iba a demorar tres días.

Pero tanta alegría no pudo permanecer demasiado, sólo me bastó ver a las liebres corriendo abajo en cualquier dirección, para saber que algo andaba mal, estaban tan aturdidas al igual que los monos y los micos, quienes aullaron hasta morir. 

El dolor más grande pensé sentirlo cuando vi la tortuga corriendo en su lentitud, con su caparazón encendido, ¡pero no! el dolor de madre es mucho más profundo, yo lo sentí primero cuando me di cuenta que muchas palomas murieron en sus nidos protegiendo a sus polluelos, y más cuando vi aquella gacela saltar sobre las llamas tratando de encontrar a su cervatillo que se había enredado en un junco. Fue lo último que alcancé a ver, puesto que las llamas se habían elevado tanto erigiendo una columna de humo impenetrable.

Volé muy rápidamente acordándome de aguilucho, conmovida por toda aquella tragedia ecológica; pero fue en vano todo esfuerzo. 

Las brisas marinas le dieron tanta velocidad a las llamas que devoraban hectáreas en cuestión de segundos, y del árbol aquel donde me habían nacido tres generaciones sólo quedaron sus raíces sepultadas en el recuerdo ¡a mi pobre polluelo jamás lo encontré! volé dos días con la trucha podrida en mis garras, abrigando la esperanza de encontrar a mi polluelo, ¡pero no!, todo cuanto había abajo era negro, el suelo quemado parecía las profundidades del abismo apocalíptico, y hasta el asfalto del pavimento recibió otra pasada. Lo único blanco que logré distinguir del antiguo bosque, fue el reflejo que se producía con el sol en el cristal de las botellas de cervezas que arrojaron días antes los gomelos del auto clásico.

¡Jamás encontré a mi aguilucho hambriento¡. Y si que perdí definitivamente toda esperanza, ese otro día en que rendida de cansancio y muerta de tristeza desperté sorprendida en la cesta de ese bombero. Aquel idiota que tuvo la “brillante idea” de venderme a estos desalmados coleccionistas de aves, que no hacen otra cosa que darme de comer sus asquerosos ratones blancos.

Aunque aquí por lo menos he tenido tiempo de pensar, y he concluido que si Dios les hubiera dado alas grandes a todos los animales,  aquellos que perecieron no se hubiesen quemado de es manera, ¡aunque viéndolo bien! Encerrados tampoco les hubiese servido de mucho  ¡porque estuvieran en la misma condición de la famosa  águila pescadora!

                                                                                                            Nilson Pérez


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