domingo, 23 de agosto de 2009

¡Riohacha es un bolero!

Por: Martín López González

El bolero con la elegancia y melodía que lo caracterizan está reclamando su espacio. No es como algunos titulares mediáticos lo señalan: El bolero en la tierra del Vallenato; El bolero se toma a Riohacha; ¿Festival de bolero en La Guajira? Estos deberían ser: El bolero y el vallenato comparten su tierra; El bolero regresa a Riohacha con furor; ¡Al fin un Festival de bolero en La Guajira! Muchos turistas quedan maravillados al enterarse de una verdad que ni imaginan. Riohacha siempre ha sido una ciudad musical de primer orden y el bolero es tan de acá, como la plaza Padilla, el Colegio Divina Pastora, los embarradores del Carnaval o la devoción hacia la Virgen de los Remedios.

La Guajira y en especial Riohacha, son parte inseparable del litoral Caribe; hace poco se integraron al estado nacional colombiano. Apenas 35 años atrás se inauguró el puente sobre el Rio Magdalena; el cerro de los Muchachitos en la Sierra Nevada de Santa Marta no dejaba pasar. Para llegar a Barranquilla había que dar la vuelta por Valledupar y luego esperar muchas horas un “ferry” trasbordador para entrar a la famosa “Puerta de oro” de Colombia y el resto del país.

Los riohacheros salían de su ciudad por mar y aire, llegar a Bogotá era como tocar a un país extranjero. Había más sentido de pertenencia con Punto Fijo, Maracaibo, Aruba, Curazao, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, entre otras localidades. Fueron dominicanos antes de ser colombianos. Riohacha primero perteneció a la Real Audiencia de Santo Domingo en el siglo XVI que al Virreinato de Nueva Granada. Por estas razones un riohachero se parece más a un dominicano, cubano o puertorriqueño que a un boyacacuno, paisa o santandereano.

Hay que resaltar que la raigambre musical del riohachero le llegó de la magia del Caribe; los padres y abuelos de los raizales no sólo vestían, bailaban y comían al mejor estilo del Caribe, sino que sus expresiones corporales y argot lo trajo ese inmenso mar. También vino el bolero, expresión musical tan bailada, cantada y serenateda aquí en Riohacha como en San Juan de Puerto Rico o La Habana. Por estas razones, lo normal es un Festival de Bolero en Riohacha y más aun, que se haya constituido en el mejor de Colombia y una de los grandes del Caribe. Así lo afirman los grandes maestros de este ritmo musical que visitan todos los años estas tierras.

Muchos jóvenes tampoco conocen la historia de Riohacha, algunos nunca antes habían escuchado un bolero; otros perdidos en su identidad ni siquiera sabían que era uno de los ritmos musicales más importante del Caribe. Riohacha por igual extravió su tradición musical por los incrementos migratorios poblacionales. De 31.987 habitantes con visión caribeña en 1965 a 57.000 en 1985 y al gran salto de 167.00 habitantes en el 2005. Población incrementada sin el conocimiento del pasado local y con muchos problemas económicos para estudiarlo. Resulta frecuente que esas personas han sido atraídas por el boom económico de ese entonces con necesidades básicas insatisfechas en sus lugares de origen.

Por eso fue fácil la alteración de los valores culturales propios de las décadas anteriores a los setenta, pues se puso la música de acordeón al servicio del hedonismo de los emergentes. Los grandes cambios en la dinámica sociocultural en la segunda mitad de ese decenio, alteraron radicalmente los gustos musicales por los grandes capitales puestos al servicio de la difusión de este tipo de música, que en parrandas interminables les inflaba el ego a los nuevos ricos.

Muchos otros aspectos de la cotidianidad del riohachero también cambiaron, entre ellos, el arraigo.

EI VI Festival Internacional del Bolero de Riohacha (muchos se preguntan por qué sexto, cuándo se hicieron los anteriores) abre un nuevo capítulo de la historia riohachera en el contexto nacional y proyecta el reencuentro con la Cultura Caribe. La Fundación Cultural Raíces organizadora de estos eventos merece un gran reconocimiento por su labor de rescate cultural, tal vez uno de los más importantes del país. Se han puesto en el mismo escenario a los grandes de este género musical de tres generaciones de intérpretes, como también de espectadores.

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