Se equivocan quienes creen que el trabajo fue un castigo impuesto por Dios a causa de la desobediencia del hombre. Antes de que la primera pareja cometiera el error que les valió su expulsión del paraíso Dios le había dado la orden a Adán de gobernar sobre la obra recién creada, lo cual implicaba un trabajo que no era propiamente sencillo.
Las labores que realizamos diariamente nos permiten obtener el sustento para nuestras familias pero, además, son una buena forma de poner en práctica el talento, el ingenio y las múltiples capacidades con las cuales hemos sido dotados. Trabajar es servir a los demás en algo para lo cual estamos preparados a través de las experiencias adquiridas con el tiempo y el conocimiento obtenido en la escuela, los libros o los maestros. Si no fuera por el trabajo pasaríamos por la vida sin sentirnos útiles y sin poder demostrar de lo que somos capaces.
Está cargada de sabiduría aquella frase que afirma “Uno trabaja es porque necesita”. Quienes la dicen pueda que se refieran únicamente a una de las necesidades prioritarias: ganar dinero y con este dinero pagar lo demandado por otras necesidades básicas. Pero también trabajamos porque nuestra formación nos permite ser prestadores de un servicio u oferentes de un producto y es necesario hacer lo que queremos y nos gusta para sentirnos bien con nosotros mismos y con la sociedad.
En este orden de ideas el trabajo es un medio para lograr el desarrollo de las habilidades, de las destrezas y de las aptitudes que, puestas al servicio de los demás, nos permite encontrar el camino que nos llevará al auto realización.
Cuando trabajamos ponemos a prueba nuestras capacidades: somos capaces de demostrar lo que valemos y vamos creando un alto concepto de nosotros mismos y esto nos conduce a tener una alta autoestima y ésta nos impulsará a hacer de mejor manera lo que sabemos hacer y así mejoraremos nuestra autoestima y…así sucesivamente en una carrera ascendente hacia nuestra graduación como personas merecedoras del éxito y dueñas de los pergaminos que caracterizan a los triunfadores.
El trabajo que nos gusta lo hacemos bien y con la motivación que procede de la propia obra realizada y del orgullo de hacer una labor óptima que cumpla con los parámetros de calidad establecidos o que logre superarlos. Cuando esto último sucede, quiere decir que hemos iniciado el tránsito por el camino de la excelencia.
Como recomendación para quien desee transitar por una vida laboral plena de logros y realizaciones le podemos decir que todas las tareas y actividades deben realizarse con amor, incluso aquellas por las que tenemos menos inclinación. A las situaciones problemáticas hay que darles las gracias pues cuando no haya problemas que resolver ya no seremos tan necesarios en un puesto de trabajo.
Piense bien en esto: usted ha sido contratado porque tiene aptitud y actitud para resolver problemas. El día que los problemas ya no le gusten entonces buscarán a otro para que se encargue de su trabajo y no creo que éste sea el escenario que deseamos para el presente ni para el futuro.
Veamos el trabajo como la mayor bendición, sáquele el cuerpo al mal humor y póngase el chaleco de la valentía para hacer frente a los obstáculos de la vida diaria. Comencemos el día con buen ánimo y disposición, demos gracias a Dios y salgamos a conquistar el éxito que se encuentra oculto detrás de cada faena, de cada reto y de cada desafío.