Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
Marcos Mejía es un hombre de hablar sereno y espíritu pausado. Esas dos
características resumen en parte la vida de una persona cuyo
comportamiento ha sido siempre
apegado al respeto de la ley y al cumplimiento de las buenas costumbres. En un mundo convulsionado como el de hoy, en el que todos tenemos variadas razones para desconfiar de los demás, es necesario resaltar la vida y obra de seres humanos como el protagonista de la crónica que nos ocupa.
apegado al respeto de la ley y al cumplimiento de las buenas costumbres. En un mundo convulsionado como el de hoy, en el que todos tenemos variadas razones para desconfiar de los demás, es necesario resaltar la vida y obra de seres humanos como el protagonista de la crónica que nos ocupa.
Si buscáramos un ejemplo de vida de alguien que pueda ganarse el
adjetivo de confiable: Marcos Mejía aparece en la corta lista como una de las
mejores opciones. Desde niño, en las reuniones en que los mayores de
antes enseñaban a los niños de antes, aprendió que una de las cosas más
importantes en la vida era la seriedad. Y se enseñaron que una persona seria
era responsable y decía siempre la verdad.
Por eso cuando Marcos dice algo, hay que creerle. Por una razón
simple: nunca ha tenido necesidad de mentir ni de engañar a alguien para
conquistar uno de los múltiples logros que Dios y la vida le han concedido.
Y, además, es una de las pocas personas de quienes se puede decir que su
palabra es un documento. Y, para ser sinceros, mejor que algunos documentos que
han servido para engañar a quienes consideran que la firma de una persona en
representación propia o de una organización es prenda de garantía. La
realidad se ha cansado de demostrar que en algunos casos vale más la palabra de
un hombre serio que la firma de quien no tiene credibilidad.
¿Por qué razón tenemos que hablar así de Marcos? Acaso para proyectarlo
a un cargo de elección popular o para adularlo y ganar puntos con él? Definitivamente, por ninguna de las razones
anteriores. El día que Marcos retorne a la política, terreno que ya exploró un
tiempo con éxito, no necesitará quien hable bien de él, porque su testimonio de
vida habla por sí mismo. Y en cuanto a adulaciones debemos decir con franqueza
que él no las necesita ni las acepta.
La única razón por la que se hace una nota destacada de Marcos es porque
es un buen ciudadano y un buen referente para las nuevas generaciones. Los
niños de hoy han crecido viendo y leyendo noticias que podrían llevarlos a
formarse una imagen equivocada de la vida. La televisión les enseña que las
mujeres más lindas son las que salen desnudas en la televisión o internet; se
le ha enseñado que los mejores futbolistas son los que se dibujan extraños tatuajes
en cada milímetro de su piel; se le ha dicho, a través de diferentes medios que
todo vale con tal de conseguir lo que te propones, desde engañar a un árbitro
de fútbol fingiendo una falta que no ha ocurrido, hasta hacer trampas para
ganar un examen.
Por eso y por muchas más razones, yo de manera particular, decidí
cambiar las fotos de los héroes a quienes amaba en la infancia, porque eran
fuertes y valerosos y se dedicaban todo el tiempo a hacer el bien. Los cambié
por personas de verdad, de carne y hueso, que sufren y sienten y que viven
entre nosotros, como Marcos Mejía alguien que es testimonio viviente de lo que
es hacer el bien y lo hace en cada momento en que la vida le brinda la
oportunidad.