martes, 8 de noviembre de 2011

Homenaje a una madre: El canario que no volví a ver

Por: Alejandro Rutto Martínez  (Con mucho, mucho sentimiento)

La señora estaba enferma, pero  no tanto.

Era uno más de esos achaques  junto a los cuales había convivido por años: el dolor de cabeza, la mala circulación, la gripa crónica y otros más.

Junto con sus males visitó todos los consultorios médicos y volvió a recorrer ciudades cuyos recuerdos casi se habían borrado de su memoria.

Nada la hacía doblegar: ni la tozuda enfermedad, ni las dolorosas terapias ni las treinta pastas diarias, ni la dieta calamitosa que le recomendaban para vivir más pero la hacían disfrutar menos.
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Nada impedía que gobernara a su crecida prole de ocho hijos, treinta nietos y algunos yernos y nueras que permanecían bajo la férrea disciplina de su autoridad. 

A unos les mandaba por las buenas, a otros por las malas y a casi todos los tenía alineados a los valores que había aprendido en su Riohacha natal, en donde recibió los consejos oportunos de las matronas pertenecientes a un tupido árbol genealógico en el que se mezclaba en porcentaje parejo la sangre de los indios nativos, de los abuelos africanos y de los sagaces marinos españoles que un día llegaron y también en el centenario puerto dejaron más de un amor.

Sus días eran intensos: en la mañana arreglaba todo lo de la casa, peleaba con quienes vigilaban su dieta y el horario de los medicamentos, asistía al médico, corregía a los nietos, le reclamaba a los hijos por sus temporales ausencias, dirigía  reparaciones domésticas, cuidaba de su florido jardín y hacía averiguaciones acerca de la salud de los suyos.

Un canario encantador revoloteaba por aquella casa como símbolo de la alegría que inundaba todos los corazones de sus ocupantes.
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Todo le interesaba, todo hacía parte de su responsabilidad, todo la estimulaba a dar una opinión, todo la hacía pronunciarse, todo la hacía sufría y todo lo disfrutaba.

A sus hijos los crió como criaban a los muchachos de antes: con mucho amor y mucho pechiche pero con una autoridad casi militar. 

Cuando un nuevo vástago venía a la familia, fuera hijo o nieto, le sobraba el maternal afecto que demostraba de mil maneras: con regalos, con canciones en su voz de cantante profesional, con sobrenombres cariñosos y, sobre todo, con muchos mimos.

Pero cuando se trataba de imponer su mando era como un sargento del ejército y sus  métodos de crianza despertarían la ira de los pedagogos modernos, quienes además la denunciarían ante las autoridades de familia.

Así, entre el amor profundo y las normas rígidas, se convirtió en una matrona respetada y respetable. Y muy querida además por su familia y por todos los que la conocieron.

De ella se decía que en su cocina hubo siempre calderos, ollas y sartenes de donde brotaba la comida, porque todo viajero cansado o familiar recién llegado, encontró siempre un buen plato de los apetitosos alimentos que sabía preparar.

Los achaques al fin diezmaron su salud y el 8 de noviembre del 2.004 a las cinco de la mañana su corazón palpitó  por última vez.

El llanto y la tristeza inundó la vieja casona del barrio San Martín en Maicao  y miles de personas se congregaron alrededor de su cuerpo inerte para despedirla.

Ese día también lloré por la partida de mi madre, a quien Dios usó como instrumento para hacerme como soy. 

Desde ese día de hace siete años no siento su abrazo cálido, ni su voz hermosa ni sus palabras tiernas.

Desde ese día no he visto tampoco el canario feliz que se paseaba por la copa de los árboles del patio inmenso en la vieja casona.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Este escrito de mi amigo Alejandro Rutto está lleno de sentimiento, calidez, buenas remembranzas... De cierto modo me identifico con este escrito pues veo en él reflejado la vida y muerte de mi padre.
Como todo buen escritor logra trasladar sus sentimientos a las palabras escritas, te admiro alejito, sigue cosechando exitos.
Samir Kader Facuy

orance diaz dijo...

La madre de un ser que se convierte en la fotografía del futuro de una persona.... definitivamente que escrito tan maravilloso y eso muestra la gran formación y valores que tuvo esa GRAN MADRE al saber orientar a sus pequeños los invito a seguir este ejemplo de vida y llevar unos lineamientos que nos caractericen como personas de bien Dios los bendiga

ULISES RODRÌGUEZ LOBELO dijo...

Bien lindo ...sentimiento y expresión literaria ...

IVIS OÑATE dijo...

DIOS LE BENDIGA PROFESOR ALEJANDRO RUTTO. QUE EL SEÑOR LE SIGA COLMANDO DE SABIDURIA Y LE MULTIPLIQUE CADA DIA ESE GRAN TALENTO QUE TIENE PARA ENVOLVER AL LECTOR EN LAS HERMOSAS PALABRAS QUE BROTAN DE SU CORAZÓN Y LOGRA PLASMAR EN UN PAPEL.

ESE ESCRITO ME LLEGÓ AL CORAZÓN.
QUE DIOS LO FORTALEZCA INMENSAMENTE.

IVIS OÑATE dijo...

DIOS LE BENDIGA PROFESOR ALEJANDRO RUTTO.
QUE EL SEÑOR LE SIGA COLAMNDO DE SABIDURIA Y LE MULTIPLIQUE ESE GRAN TALENTO QUE TIENE PARA ENVOLVER AL LECTOR EN LAS HERMOSAS PALABRAS QUE BROTAN DE SU CORAZÓN, PLASMADAS MAGISTRALMENTE EN UN PAPEL.

ESE ESCRITO ME LLEGÓ AL CORAZÓN. QUE DIOS LO FORTALEZCA INMENSAMENTE.

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