Por: Fabián FragosoMédico Neurólogo
Hoy en día, son muchos los padecimientos que sufren las personas, dentro de las cuales se encuentra el insomnio. El descanso es fundamental para el organismo, es esencial para la conservación de la energía y sobre todo para tener un grado de satisfactorio de atención durante el día.
Lo vamos a definir como la dificultad para la iniciación, mantenimiento, duración y calidad para conciliar el sueño que resulta en el deterioro diario del funcionamiento diurno. Así mismo vamos a observar que este tipo de trastornos tiene una prevalencia de un 10 al 15%, presentándose más en mujeres adultas y pacientes psiquiátricos.
El insomnio ha sido uno de los trastornos del sueño más comunes y aunque únicamente puede concebirse como la dificultad para conciliar el sueño, la realidad es que tiene múltiples formas: la dificultad para conciliar el sueño al acostarse (insomnio inicial); despertares frecuentes durante la noche (insomnio intermedio); despertares muy tempranos por la mañana antes de lo planeado (insomnio terminal). Esto impide la recuperación que el cuerpo necesita durante la noche, trayendo consigo otros problemas de los cuales nos quejamos, como son la somnolencia diurna, baja concentración e incapacidad para sentirse activo durante el día.
Todos alguna vez nos hemos formulado preguntas como:” ¿por qué no logro conciliar el sueño?, ¿por qué me despierto varias veces en la noche?, ¿por qué me levanto antes de tiempo?”.
Existen muchas razones que nos llevan a este estado: los estados de ansiedad excesiva, consumo de sustancias (café, alcohol, coca cola, tabaco), condiciones físicas del lugar donde descansa, situaciones generadas de estrés general o crónico, necesidad de ir al baño, estrés post traumático, entres otros.
Aunque parezca cómico, las personas debemos hacer higiene del sueño, teniendo en cuenta ciertas pautas como: interrumpir 4 a 6 horas antes el consumo de cafeína, ya que este aunque no crea dependencia física, lo hace de manera psicológica; la nicotina debe evitarse unas horas antes de acostarse; el alcohol (depresor del sistema nervioso) aunque facilita el concilio del sueño provoca despertares a lo largo de la noche; una comida ligera puede inducir al sueño, pero una comida copiosa en un momento cercano al sueño puede hacer que este sea menos profundo; no hacer ejercicios vigorosos de 3 a 4 horas antes de acostarse; minimizar los ruidos, luz o temperaturas extremas; tratar de acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, ya que cambios de horarios generan insomnio; hacer lo posible por no estar pendiente de la hora.
Hoy en día, son muchos los padecimientos que sufren las personas, dentro de las cuales se encuentra el insomnio. El descanso es fundamental para el organismo, es esencial para la conservación de la energía y sobre todo para tener un grado de satisfactorio de atención durante el día.
Lo vamos a definir como la dificultad para la iniciación, mantenimiento, duración y calidad para conciliar el sueño que resulta en el deterioro diario del funcionamiento diurno. Así mismo vamos a observar que este tipo de trastornos tiene una prevalencia de un 10 al 15%, presentándose más en mujeres adultas y pacientes psiquiátricos.
El insomnio ha sido uno de los trastornos del sueño más comunes y aunque únicamente puede concebirse como la dificultad para conciliar el sueño, la realidad es que tiene múltiples formas: la dificultad para conciliar el sueño al acostarse (insomnio inicial); despertares frecuentes durante la noche (insomnio intermedio); despertares muy tempranos por la mañana antes de lo planeado (insomnio terminal). Esto impide la recuperación que el cuerpo necesita durante la noche, trayendo consigo otros problemas de los cuales nos quejamos, como son la somnolencia diurna, baja concentración e incapacidad para sentirse activo durante el día.
Todos alguna vez nos hemos formulado preguntas como:” ¿por qué no logro conciliar el sueño?, ¿por qué me despierto varias veces en la noche?, ¿por qué me levanto antes de tiempo?”.
Existen muchas razones que nos llevan a este estado: los estados de ansiedad excesiva, consumo de sustancias (café, alcohol, coca cola, tabaco), condiciones físicas del lugar donde descansa, situaciones generadas de estrés general o crónico, necesidad de ir al baño, estrés post traumático, entres otros.
Aunque parezca cómico, las personas debemos hacer higiene del sueño, teniendo en cuenta ciertas pautas como: interrumpir 4 a 6 horas antes el consumo de cafeína, ya que este aunque no crea dependencia física, lo hace de manera psicológica; la nicotina debe evitarse unas horas antes de acostarse; el alcohol (depresor del sistema nervioso) aunque facilita el concilio del sueño provoca despertares a lo largo de la noche; una comida ligera puede inducir al sueño, pero una comida copiosa en un momento cercano al sueño puede hacer que este sea menos profundo; no hacer ejercicios vigorosos de 3 a 4 horas antes de acostarse; minimizar los ruidos, luz o temperaturas extremas; tratar de acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, ya que cambios de horarios generan insomnio; hacer lo posible por no estar pendiente de la hora.