Por: Paola Johana Martínez Ortíz
Eran las 10:25 de la mañana, llegué afanada al Banco para realizar una transacción pero encontré mucha gente, habían alrededor de 50 personas delante de mí, y la buena noticia es que “era la última”; la verdad pensé retirarme y aprovechar el tiempo en otra gestión pero decidí quedarme, pues pensándolo bien era el último día que tenía para reclamar el giro que me habían enviado, sino sería devuelto.
10: 35 a.m, habían las mismas 50 personas, pero ya detrás mío habían otras cuantas; ya avanzaba, ya no era la última, de pronto estoy muy cerca y la verdad ¡no sabía cómo¡, muchos de los que iban delante de mi comenzaron a cansarse, muchos se retiraron del lugar manifestando que no alcanzarían a llegar y que volverían mejor después; otros prefirieron dedicarse a otras cosas y cedieron sus lugares, unos cuantos cedieron el lugar con la condición de que aquel que lo tomara realizara la operación por ellos. En ese último plan estuve yo, y luego de ser la última detrás de 50, ahora era la tercera en la fila del banco con 30 detrás de mí y todo en cuestión de 20 minutos, pues eran ya las 10:45 de la mañana, ¿y qué tal si me hubiese retirado?.
De cada experiencia por simple que sea siempre podemos aprender, ese día aprendí que la vida exitosa es como estar en la fila de un banco, cada quien tiene su afán, cada cual tiene una prioridad; unos llegan para satisfacer una obligación “pagar” sea cual sea la situación, otras como yo, llegan a recibir “retirar dinero”, yo lo llamaría mejor “recibir una bendición” por lo cual hay que pagar un precio, porque aunque se reciba en vez de consignar “tenemos que esperar en la fila” y eso es lo que a muchos desagrada, porque todos desearían que en la vida igual que en los bancos existiera “una fila rápida”, o tal vez; se pudieran encontrar en una situación de preferencia, pero resulta que : ¡HAY QUE HACER LA FILA¡
En la fila del banco iniciamos en el último lugar, claro está ¡no siempre¡ hay unos que les encanta colarse en la fila o pedirle a otros que lo hagan por ellos, y da la casualidad que esos son los que más fácil se rinden, por la sencilla razón de que no les gusta esperar ; todo lo quieren fácil y para “ya”, esos son los que consiguen dinero pero jamás podrán conseguir el éxito.
La palabra “éxito” proviene de la palabra latina “exitus”, que significa “salida”, y este concepto se refiere al resultado feliz de algo. El éxito es una actitud, una manera de pensar, de actuar y de ser, un modo de vida que se refleja en la tranquilidad y seguridad de alguien.
El individuo realmente exitoso no es exitoso sólo por momentos o en situaciones de triunfo. Una persona exitosa siente esta paz y esta autosatisfacción en momentos de dolor, fracaso, rechazo y frustración, se mantiene firme, determinado y perseverante ante sus objetivos sin importar lo adverso de las circunstancias externas. Para este tipo de personas el fracaso es la mejor oportunidad de crecer y de aprender y saben que cada fracaso les acerca a la meta que se han propuesto, Fue por esta razón que aunque me incomodaba la idea de estar de pie por un buen rato, decidí esperar mi turno, sin pensar que llegaría tan pronto pero precisamente el vacio de aquellos que se rinden , es la recompensa de aquellos que esperan, porque de ellos será la victoria.
En la vida muchos se rinden, ceden oportunidades y luego se preguntan cómo fue que aquel llegó cuando no tenía la mínima oportunidad, la respuesta está en algo que se denomina “constancia” y es la virtud de aquellos que simplemente creen aunque no vean en el momento, de aquellos que tienen fe y no se rinden al primer intento; de aquellos será el éxito, de aquellos que aunque no lleguen a la meta en el primer lugar, llegaran confiados porque superaron todos los obstáculos. En la carrera de la vida muchos renunciaran, otros buscan depender de otros pero solo los que perseveran podrán conocer el “éxito”. Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús…. Hebreos 12:1,2.”