jueves, 7 de abril de 2022

La edad dorada de la radio en Maicao(tercera parte)


 

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

A pesar de tener sus pensamientos ocupados en descifrar la posible identidad del inesperado visitante continuó con la alegría de siempre y se despidió con la acostumbrada fórmula: “mañana será otro día y será mejor, se lo dice Lucho, su locutor”.

¿Te gustaría leer la segunda parte de La edad dorada de la radio de Maicao?

Acto seguido pasó a la sala de espera en donde un caballero bien vestido disfrutaba del café que le había brindado doña Rosario. Cuando vio a Luis se puso en pie se adelantó unos pasos y le dio la mano y lo saludó de forma efusiva.

-Don Luis, me complace saludarlo, soy su admirador número uno y me complace saludarlo, me parece un sueño estar delante de una personalidad tan importante

-Gracias  señor, muchas gracias

El visitante era Leonidas  Ocando, pionero de la radio en Riohacha y con fuertes vínculos en Maicao a donde había viajado para hacerle una propuesta al joven “Lucho” Cepeda.

-Quiero que seamos socios, mi querido Luis

Luis lo miró con incredulidad, pero al mismo tiempo con alegría. El hecho de que un reconocido empresario radial se tomara la molestia de buscarlo para proponerle que fueran socios le llenaba de orgullo y alegría.

-Don Leonidas, verá usted, en realidad la emisora nuestra no tiene buenos equipos, además la licencia que tenemos es solo para programas culturales. No creo que a un empresario prestante como usted esté interesado en una emisora tan pequeña y con las limitaciones que le he dicho, de pronto usted debería pensar en otras posibilidades.

-Luis, la verdad no me he explicado bien, lo que yo en realidad le quiero proponer es la creación de una nueva emisora. Ayúdeme Luis, no se preocupe por los equipos, los compraremos nuevos en Bogotá y usted adelantará todos los trámites ante el  Ministerio de Comunicaciones para que nos expidan la licencia y nos concedan la frecuencia.

Después del diálogo Luis aceptó a ayudar a Leonidas en la iniciativa de poner en marcha el proyecto de una emisora de carácter comercial en Maicao. En  adelante su contacto más estrecho sería con Tomás Domingo “Mingo” Ocando, a quien la familia designó para que se encargara de liderar las gestiones correspondientes.

Lucho Cepeda y Mingo viajaron a Bogotá con el doble propósito de gestionar la licencia de la nueva emisora ante el Ministerio de Comunicaciones y, además, comprar los equipos necesarios para el montaje de la radiodifusora.  Cada uno de ellos iba lleno de optimismo, tenían la seguridad de que lograrían encontrar a alguien que los ayudara en la gestión ante el Ministerio y, después de tener la seguridad de la autorización, comprarían los equipos necesarios.

A pesar de su juventud Cepeda  tenía muy buenas relaciones en las esferas de gobierno. Algunos de los amigos de la familia en Magangué se movían bien en la capital de modo que en un tiempo relativamente corto consiguió la ansiada autorización. Junto a  Mingo visitaron varias empresas proveedoras de equipos de radio así que los dos regresaron muy felices a Maicao. De inmediato se dieron a la tarea de montar los estudios y los transmisores.

Unos meses más tarde ya se estaban haciendo las emisiones de prueba de la nueva emisora, la cual estaría en los radios de la región para brindar alegría, diversión y noticias.  A pesar de que ya en el pueblo existía una emisora  los ciudadanos celebraban la novedad y la ventaja que la nueva radio tenía: era de carácter comercial y, por lo tanto podría hacer todo tipo de programas, incluidos los noticieros.

Con el paso del tiempo Radio Maicao declinó hasta que finalizó sus emisiones. Por su parte, Ondas de Maicao tuvo un rápido crecimiento con la ventaja que le daba el hecho de  ser una emisora comercial. Y lo mejor de todo, al estilo de los pueblos grandes y de las ciudades más desarrolladas, también tendría su propio noticiero.

Los programas musicales y las primeras pautas publicitarias se hicieron presentes en la emisora. Además, por esos días los almacenes registraron un aumento significativo en la venta de radios, principalmente de las marcas Philpps, Crown, JVC Nivico y Sanyo, que eran las más conocidas.  Ondas de Maicao había logrado algo muy importante: hacer que los maicaeros se sintieran muy orgullosos de su emisora y, de paso, de su ciudad.

Pero lo bueno apenas estaba iniciando. Un viernes  por la tarde la emisora le dio la mejor de todas las noticias a la audiencia y el pueblo respondió con alegría y mucha expectativa.

¿Saben cuál fue esa buena noticia?

CONTINUARÁ


lunes, 4 de abril de 2022

Cómo mueren las democracias


 Escrito por:  Arcesio Romero*

El libro Cómo mueren las democracias (Editorial Ariel, 2018), es un conjunto de reflexiones académicas, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, profesores de la Universidad de Harvard, presentan una guía para salvar un sistema democrático amenazado por el populismo. El texto entrega al lector elementos de análisis para inferir sobre los riesgos de la democracia colombiana ante la advenimiento del populismo en las próximas elecciones presidenciales. 

A través de la presente columna se presentarán lo elementos coincidentes con nuestra realidad y las tesis abordadas por los investigadores.

En primer lugar se avizora el temor de actual de un retroceso democrático con génesis en la urnas, senda engañosa que puede conducir hacia una peligrosa desarticulación institucional. Según los autores «los autócratas, tras su elección, electos mantienen una apariencia de democracia, la cual van destripando hasta despojarla de todo contenido». 

Para el caso Colombiano, es necesario recordar que en todas la sociedades emergen «demagogos extremistas», cuyas aspiraciones son soportadas en el oportunismo o un error de cálculo de las élites que facilita la incorporación de los revolucionarios de izquierda al sistema democrático.

 Muchos creen que el sistema de pesos y contrapesos de los poderes públicos blindará a Colombia de un autócrata adicto al poder y enemigo solapado de la democracia. Craso error, porque de acuerdo los vicios de mal gobernante del potencial presidente, se debe concluir que las instituciones por si sola no bastan para poner freno al señor de las bolsas. 

No cabe duda que el comandante Aureliano no le temblará el pulso para subvertir la democracia en un desbarajuste por medio de la instrumentalización de las cortes y otros organismos «neutrales» para reescribir las reglas de la política en su favor. Esa será, a merced de advertencia, la paradoja trágica de un probable acontecimiento apocalíptico en la senda electoral de 2022. Y entonces, el autoritarismo entronizado nos conducirá a un riesgo intrínseco, que de seguro, gracias a la utilización de las propias instituciones de la democracia de manera gradual y sutil para liquidarla, y sepultar las aspiraciones de futuro del un país que supuestamente aspira a ser «potencia de la vida».

¿Qué tipo de candidatos suelen dar positivo en una prueba de tornasol para detectar el autoritarismo? 

Los autores presentan el prototipo del candidato autócrata y populista: «… son políticos antisistema, figuras que afirman representar la voz del pueblo, y que libran-según ellos- una guerra contra lo que describen como una élite corrupta y conspiradora». Además, le dicen a sus votantes que: «el sistema existente en realidad no es una democracia, sino que ésta ha sido secuestrada, está corrupta o manipulada por la clase dirigente» y le prometen enterrar a esa élite y devolver el poder al pueblo». Todos estos elementos están presentes en el ideario y en el discurso del candidato del Pacto Histórico en los debates y redes sociales, donde se asoman como un giro lingüístico engrupidor propio de un autoritarismo en plena gestación.

 Reglas de una democracia sana

Los investigadores plantean dos reglas fundamentales en una democracia que funciona: (i) la Tolerancia Mutua y (ii) la Contención Institucional. La Tolerancia Mutua alude a la idea de que «nuestros adversarios acaten las reglas constitucionales, aceptamos que tienen el mismo derecho a competir por el poder y gobernar con nosotros. Se puede estar en desacuerdo con ellos, e incluso sentir un profundo desprecio por ellos, pero los aceptamos cono contrincantes legítimos». 

Esta regla, para el caso colombiano, apunta a que, aunque creamos que las ideas y propuestas del Pacto Histórico sean ilusas o erróneas (democratización expropiada de la tierras, creación de una agencia aeroespacial, eliminación de la explotación y explotación de petróleo, modificación de los sistemas de salud y pensiones, o el tren elevado de Buenaventura a Barranquilla), no debemos concebirlos, aparentemente, como una amenaza existencial para el futuro del país. La segunda norma crítica para la supervivencia de la democracia es la Contención Institucional, descrita por los autores como:«... evitar las acciones que, si bien respetan la ley escrita, vulneran a todas luces su espíritu poniendo en peligro el sistema existente».

En caso de la llegada del «Petro-progresismo» a la Casa de Nariño es inminente la desaparición de la tolerancia mutua. El nuevo presidente no dudará en rechazar de plano las reglas democráticas y se verá tentado a abandonar la contención institucional (resquebrajar las funciones de las Cortes, el Congreso y los organismos del control) e intentará prolongar su estancia en el poder (al mejor estilo de los regímenes totalitarios de los vecinos chavistas, sandinistas y castristas). Por lo tanto, los políticos no deben utilizar sus prerrogativas institucionales hasta la saciedad, aunque posen de aparente legalidad, para desplegar una labor de sastrería institucional a la medida de sus intereses y de los grupos de «primera linea» que los respalden.

Ante este riesgo inminente, la clase política y la sociedad colombiana se pregunta: ¿Qué hacer ante la amenaza de una presidencia de Gustavo Petro?

Levitsky y Ziblatt afirman que cuando se tiene por delante a un déspota en potencia, la élite política debe derrotarlo contundentemente en las urnas (como ocurrió en 2014 y 2018), convencer al pueblo de su rechazo oportuno. Los partidos políticos deben actuar sin ambigüedades y hacer todo lo posible por defender las instituciones, aunque ello implique: «aunar temporalmente fuerzas con sus adversarios más acérrimos para contrarrestar la amenaza». 

Para ese propósito, es necesario construir confianza mutua, despojarse de egos y orgullos, dejar atrás las mezquindades y ambiciones para lograr un fin supremo y patriótico: ser guardianes de la constitución y protectores de la democracia colombiana.

A manera de advertencia final, los escritores de Cómo mueren las democracias nos enseñan que: «la promesa de la historia y de la esperanza del libro, es que sepamos detectar las rimas antes de que sea demasiado tarde». Por eso, en virtud de esa consideración y del riesgo de asistir a las últimas elecciones libres de nuestra historia, los colombianos debemos evitar que «una combinación letal de ambición, temor y errores de cálculo conspiren para entregarle voluntariamente, las llaves del poder a un autócrata en ciernes». 

Es importante tener presente que la última palabra y la decisión a esta encrucijada está en manos del pueblo, de los ciudadanos en ejercicio, cuyos valores democráticos y conciencia salvarán al país de la extrema izquierda y de su caudillo, el Cayo Graco de Ciénaga de Oro. Solo de esa forma, asumiendo esa responsabilidad histórica, conformaremos el Equipo Colombia y la coalición que siembre la esperanza en una nación donde verdaderamente se pueda «vivir sabroso» y en paz.

 

 

 

Barrancas, 28 de marzo de 2022

 

Arcesio Romero Pérez

*Escritor afrocaribeño

miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI

Seis décadas de la radio en Maicao


Todo se inició con una bocina en lo alto del poste

Escrito por:  Alejandro Rutto Martínez

Fue un año convulsionado en todo el mundo: la crisis de los misiles rusos instalados en Cuba  estuvo a punto de provocar la tercera guerra mundial, el conservador Guillermo León Valencia ganaba la presidencia de Colombia con 1.636.081 votos y era el primer mandatario del denominado Frente Nacional, Colombia empataba 4-4 con la Unión Soviética en el mundial de Chile (ganado por Brasil) después de ir en desventaja 4-1 y marcaría la hazaña más grande del fútbol nacional hasta ese momento, Marilyn Monroe, símbolo sexual y una de las figuras icónicas del momento muere al parecer por una sobredosis de barbitúricos, el peso colombiano sufre una fuerte devaluación frente al pasar de 6.7 pesos por dólar en septiembre a 9 pesos por dólar en noviembre.

Mientras todo eso pasaba en el país y en el mundo,  un joven visionario y emprendedor llegaba a Maicao atraído  los comentarios de que era un pueblo floreciente, habitado por muchos ciudadanos árabes y con un comercio que todos los días crecía y prosperaba. Se trataba de Luis Cepeda Arraut, periodista en ciernes, nacido en Magangué y dueño de un gran espíritu aventurero y de una forma de ser que no se adaptaba a la rutina de cada día. Era tan buen explorador que cuando buscaba algo siempre lo encontraba y si no lo encontrara lo inventaba.

Pocas horas después de su llegada se dio cuenta de que en Maicao no había nada, lo que se dice nada: ni pavimento en las calles, ni energía eléctrica y mucho menos periódicos o emisoras en las que un buen periodista pudiera trabajar.

Lejos de entristecerse por todas las carencias del lugar se llenó de emoción y acuñó una frase propia de los buenos pioneros:

-¡Aquí todo está por hacer!

Había llegado donde debía llegar para poner en práctica la fuerza de su imaginación, el poder de la fantasía y el impulso de los sueños.

Lo más parecido a una emisora era el micrófono conectado a una bocina que se encontraba en lo alto de un poste situado en cierta esquina de la plaza Simón Bolívar, a través de las cuales un ciudadano paisa conocido como “Chalindú”, promocionaba los productos de sus negocios y de paso daba  leía servicios sociales relacionados con los cumpleaños, invitación a honras fúnebres, solicitud de colaboración para que alguien ayudara a encontrar los documentos que se habían extraviado, etc.

Luis “Lucho” Cepeda Arraut se asoció con José Martínez y Marcos Pérez, dos amigos de la adolescencia que habían tenido una emisora en Fundación y se los trajo para Macao con todo y los equipos que ellos poseían. Gracias a algunas relaciones que tenían en Bogotá obtuvieron la licencia de funcionamiento como emisora cultural lo cual les permitió que Radio Maicao comenzara sus emisiones de forma legal en la residencia de la señora Rosario Solano, ubicada en la calle 12 con carrera 11, pleno centro de Maicao y diagonal a la plaza Simón Bolívar.   El problema de la falta de energía eléctrica fue resuelto gracias a que el comerciante Teófilo María, vecino de la señora Rosario, tuvo la generosidad de permitir que la emisora se conectara a la planta de su establecimiento comercial desde la hora en que comenzaban sus emisiones a las 6 de la mañana hasta la hora en que terminaban a las 6 de la tarde.

La emisora se sostenía gracias a los avisos de felicitaciones por cumpleaños, invitaciones a verbenas y anuncios publicitarios de los almacenes. Existían programas culturales en los que se destacaban los comentarios sobre agrupaciones culturales del momento, un programa de humor llamado Tic-Toc y música, mucha música.

El 2022 es un año más importante de lo que usted cree, no sólo porque se elegirá Presidente de la República  y habrá mundial de fútbol como en 1962, sino porque se cumplen sesenta años desde aquel día en que Luis Cepeda Arraut con su voz fresca de veinteañero saludó a la audiencia para decir “señoras y señores bienvenidos al primer día de emisiones de Radio Maicao”

sábado, 2 de abril de 2022

Elfa Viecco de Cuello, una maestra feliz que hizo felices a sus estudiantes



 Séneca: "Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos."

Elfa Viecco comenzó su carrera como docente cuando tenía 24 años y  llegó a las aulas de la Escuela Rodolfo Morales, luego de culminar sus estudios como normalista en Uribia.    En esta institución y por esos tiempos, mediados de los años sesenta, conoció el verdadero significado de la palabra felicidad.    

Ella era feliz enseñando a sus pequeños y traviesos estudiantes en las clases que se extendían desde el lunes hasta el viernes. Y era feliz los sábados cuando se citaba con ellos para reparar los pupitres semi desbaratados que se encontraban por allá guardados en las profundidades del cuarto de San Alejo, sin que prestaran ningún servicio y prácticamente desahuciados.    Los niños trabajaban con entusiasmo en esta labor dirigidos por su joven maestra, una dama que había nacido para educar y para producir las transformaciones necesarias en la sociedad en que vivían.  

Además, los pequeños discípulos sabían que a la semana siguiente tendrían su premio por trabajar con tanto esfuerzo en el día libre: la profesora los llevaría a un divertido paseo a las orillas de la Laguna de Majupay, en el que habría dulces, juegos, diversión y un buen sancocho del cual todos tomarían un buen plato con derecho a repetir si así lo deseaban.

Elfa Viecco Barros nació en Camarones el 14 de noviembre de 1.942 en la familia formada por Alfonso Viecco Barros y Rita Suárez Bermúdez.   Unos años más tarde se trasladó a Uribia en donde cursó todos sus estudios y en 1.966 se residenció en Maicao,  en donde iniciaría una brillante carrera en  el mundo de la docencia. Inicialmente trabajó en la Escuela Rodolfo Morales al lado de un grupo de compañeros que supo guiarla e infundir en ella el amor por lo que considera el oficio más bello del mundo. De esa época recuerda al profesor Miguel Jiménez, quien se desempeñaba como director; a Jesús González, Rita Márquez, Remedios Iguarán y Carmen Castilla y José Cuello Herrera.   

Entre sus estudiantes más recordados se encuentran Ángel Mercado, Plinio López, Luis Cardona y Rafael Ceballos Sierra, aunque, según sus propias palabras “para mí todos mis estudiantes de todas las épocas son muy importantes”.

De la Rodolfo Morales fue trasladada a la José Domingo Boscán y posteriormente a la escuela Lomafresca en donde se desempeñaría como directora por varios años hasta la fecha de su retiro por la puerta grande en el año 2.007.

En la  Escuela Rodolfo Morales,  tuvo su primera experiencia profesional y  conoció al profesor José Cuello Herrera, el hombre de su vida, con quien se casó y formó su familia y de quien tuvo a sus hijos José de los Reyes, Gabriel José, Elfa Liliana y Antero José.   Con ellos compartió momentos difíciles y gratos en su residencia de la calle 7 en el Barrio Santander, lugar emblemático del sector y a la cual se puede llegar aún si conocer la dirección. Solo es necesario preguntarle al primero que uno se encuentre “dónde vivía la seño Elfa” y enseguida le señalarán una casa grande amplia y generosa como el corazón de su dueña.

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viernes, 1 de abril de 2022

Las historias de Beruski (parte 7)

 


Escrito por:
Mirollav Kessien

A unos metros de distancia, como salida de la nada, se encontraba una enorme roca contra la cual se estrellaban rabiosamente las olas, y lo peor de todo era que el barco se dirigía raudo a su encuentro. El capitán corrió hacia el timón y dio un primer viraje de tal brusquedad que algunos pasajeros rodaron por el suelo. Una dama de edad mayor estuvo a punto de ser arrojada por la borda hacia el enfurecido océano y habría caído a lo más profundo de no ser por la oportuna intervención de Beruski, quien se soltó del mástil al que se encontraba aferrado y la tomó por un brazo hasta llevarla a un poste al cual la ató con una cuerda.

Leer la parte seis de Las Historias de Beruski

Cuando Beruski se dirigía de nuevo hacia su momentáneo refugio el barco viró de nuevo con salvaje violencia y pasó tan cerca de la roca que todos temieron el choque fatal. Beruski no alcanzó a sostenerse, tambaleó, intentó agarrarse al pido de la cubierta, a las cuerdas de estribor, a cualquier objeto que pudiera agarrar, pero finalmente fuerzas superiores a él lo lanzaron al mar.

Cerca de él pudo ver por última vez el barco sorteando las olas en un movimiento irregular, que sin embargo le permitió esquivar la mole de piedra que por poco lo destruye.

En medio de las olas el soldado entendió lo complicada que era su situación y sintió que por primera vez en mucho tiempo su vida corría peligro pues sus fuerzas y su razonamiento poco podrían ayudarlo.  No podía esperar ayuda desde el barco porque el buen capitán concentraba su valor y conocimientos en salvar la nave y la vida de todos los pasajeros, además, era muy probable que en medio del ruido y el terror provocados por la inclemente tempestad ni siquiera se habrían dado cuenta de su infortunio y mucho menos de su ausencia.

En medio de la inmensa oscuridad los relámpagos iluminaban los alrededores y así pudo ver un mar aún furioso y erizado de rocas de todos los tamaños además de aguas ondulantes que avanzaban en todas las direcciones a merced del viento

¿Cuánto tiempo podría resistir aún?

Por un momento le vino a la memoria el recuerdo de la frase que su amada madre pronunciaba cuando la situación era más complicada que de costumbre: “Me siento como tres en el anca de un piojo siendo yo la de más atrás”  Después de escucharla la gente sonreía por la exageración. Pero Beruski en ese momento no tenía ninguna razón para sonreír, estaba en el medio de la nada, con un cielo oscuro sobre su cabeza y peñascos filosos alrededor, además de una fuerte brisa que no amainaba con el paso de las horas.

Se detuvo a pensar en el significado de la vida a la que tanto le había dado y de la que mucho había recibido. Y en la muerte, a la que ahora sentía tan cercana y amigable. Había predicado siempre que vivir mejor no es vivir en el océano de la abundancia y en un mar de  lujos sino acudir puntual a los dictados del corazón.   Y lo que su corazón le dictaba era que su hora aún no había llegado aunque la tozuda y húmeda realidad del momento le estuviera enrostrando que el final estaba cerca.

No había pasado mucho tiempo desde cuando fue arrojado del barco pero a él le parecía que eran largas horas y se sentía frustrado por la impotencia, por la imposibilidad de ayudarse a sí mismo cuando había dedicado la mayor parte de su vida a ayudar a otros y a sobreponerse a todas las adversidades que las circunstancias le ofrecieran. Pero su hábitat era el desierto, en tierra firme, arena y piedras y no en medio del mar, amenazado por el agua y el viento, en medio de la profunda oscuridad y sin esperanzas de ser  socorrido  por los ángeles o por los hombres.

De repente las olas lo hundieron y lo volvieron a alzar, había dado un viraje de ciento ochenta grados y ahora alucinaba con una lucecita que veía a cierta distancia. Se quitó parte del agua del rostro y contempló bien aquella tenue luz. ¿Sería producto de la imaginación? ¿Se trataba de un espejismo? ¿Su desesperación lo conducía a ver lo que no existía?  ¿Qué significaba aquella luz titilante y difusa?

Se preguntó si podría descifrar ese nuevo secreto del misterioso mar


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