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lunes, 4 de abril de 2022

Seis décadas de la radio en Maicao


Todo se inició con una bocina en lo alto del poste

Escrito por:  Alejandro Rutto Martínez

Fue un año convulsionado en todo el mundo: la crisis de los misiles rusos instalados en Cuba  estuvo a punto de provocar la tercera guerra mundial, el conservador Guillermo León Valencia ganaba la presidencia de Colombia con 1.636.081 votos y era el primer mandatario del denominado Frente Nacional, Colombia empataba 4-4 con la Unión Soviética en el mundial de Chile (ganado por Brasil) después de ir en desventaja 4-1 y marcaría la hazaña más grande del fútbol nacional hasta ese momento, Marilyn Monroe, símbolo sexual y una de las figuras icónicas del momento muere al parecer por una sobredosis de barbitúricos, el peso colombiano sufre una fuerte devaluación frente al pasar de 6.7 pesos por dólar en septiembre a 9 pesos por dólar en noviembre.

Mientras todo eso pasaba en el país y en el mundo,  un joven visionario y emprendedor llegaba a Maicao atraído  los comentarios de que era un pueblo floreciente, habitado por muchos ciudadanos árabes y con un comercio que todos los días crecía y prosperaba. Se trataba de Luis Cepeda Arraut, periodista en ciernes, nacido en Magangué y dueño de un gran espíritu aventurero y de una forma de ser que no se adaptaba a la rutina de cada día. Era tan buen explorador que cuando buscaba algo siempre lo encontraba y si no lo encontrara lo inventaba.

Pocas horas después de su llegada se dio cuenta de que en Maicao no había nada, lo que se dice nada: ni pavimento en las calles, ni energía eléctrica y mucho menos periódicos o emisoras en las que un buen periodista pudiera trabajar.

Lejos de entristecerse por todas las carencias del lugar se llenó de emoción y acuñó una frase propia de los buenos pioneros:

-¡Aquí todo está por hacer!

Había llegado donde debía llegar para poner en práctica la fuerza de su imaginación, el poder de la fantasía y el impulso de los sueños.

Lo más parecido a una emisora era el micrófono conectado a una bocina que se encontraba en lo alto de un poste situado en cierta esquina de la plaza Simón Bolívar, a través de las cuales un ciudadano paisa conocido como “Chalindú”, promocionaba los productos de sus negocios y de paso daba  leía servicios sociales relacionados con los cumpleaños, invitación a honras fúnebres, solicitud de colaboración para que alguien ayudara a encontrar los documentos que se habían extraviado, etc.

Luis “Lucho” Cepeda Arraut se asoció con José Martínez y Marcos Pérez, dos amigos de la adolescencia que habían tenido una emisora en Fundación y se los trajo para Macao con todo y los equipos que ellos poseían. Gracias a algunas relaciones que tenían en Bogotá obtuvieron la licencia de funcionamiento como emisora cultural lo cual les permitió que Radio Maicao comenzara sus emisiones de forma legal en la residencia de la señora Rosario Solano, ubicada en la calle 12 con carrera 11, pleno centro de Maicao y diagonal a la plaza Simón Bolívar.   El problema de la falta de energía eléctrica fue resuelto gracias a que el comerciante Teófilo María, vecino de la señora Rosario, tuvo la generosidad de permitir que la emisora se conectara a la planta de su establecimiento comercial desde la hora en que comenzaban sus emisiones a las 6 de la mañana hasta la hora en que terminaban a las 6 de la tarde.

La emisora se sostenía gracias a los avisos de felicitaciones por cumpleaños, invitaciones a verbenas y anuncios publicitarios de los almacenes. Existían programas culturales en los que se destacaban los comentarios sobre agrupaciones culturales del momento, un programa de humor llamado Tic-Toc y música, mucha música.

El 2022 es un año más importante de lo que usted cree, no sólo porque se elegirá Presidente de la República  y habrá mundial de fútbol como en 1962, sino porque se cumplen sesenta años desde aquel día en que Luis Cepeda Arraut con su voz fresca de veinteañero saludó a la audiencia para decir “señoras y señores bienvenidos al primer día de emisiones de Radio Maicao”

domingo, 27 de marzo de 2022

La edad dorada de la radio en Maicao (segunda parte)


 

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Leer la primera parte de "La edad dorada de la radio de Maicao"

En este recorrido por los tiempos de la edad dorada de la radio sería bueno mencionar cómo nació la radio en Maicao, pero eso ameritaría una serie completa y extensa, de manera que le voy a contar sólo una pequeña parte, con la promesa de presentar un estudio más amplio en otra oportunidad.

Me cuenta mi amigo el ex concejal de Maicao y ex representante a la Cámara Luis Cepeda Arraut, residenciado hoy en Cartagena y Magangué, que en 1.962, cando era un jovenzuelo, llegó a Maicao en busca de nuevos horizontes y se le ocurrió la idea de montar una emisora. Para tal efecto se asoció con José Martínez, empresario de radio de Fundación (Magdalena) y locutor y juntos montaron Radio Maicao, para lo cual utilizaron algunos equipos ya usados anteriormente  y de poco alcance.           

    


Aún así, la emisora llegaba a un radio de cuarenta kilómetros a la redonda, lo que le permitía ser escullada en Paraguachón, algunos pueblos de Venezuela y en las rancherías vecinas.
  Con las relaciones de los propietarios lograron conseguir que el Ministerio de Comunicaciones les otorgara una licencia como radio cultural lo que les permitía emitir programas musicales, humorísticos y de variedades.
Luis Cepeda Arraut

La nómina de locutores estaba integrada por los socios Luis Cepeda Arraut, José Martínez y un profesional de Fundación llamado Marcos Pérez, quien después de un tiempo no soportaría las ganas de volver y se regresó a su tierra.

Nos cuenta Luis Cepeda Arraut, un hombre de memoria prodigiosa, que la emisora se montó en la calle 12 con Carrera 11, en la casa de la señora Rosa Solano Ospina.  El novedoso proyecto, el cual revolucionó a la sociedad maicaera, fue posible gracias al tesón de sus precursores quienes desde el principio debieron enfrentar un grave problema, muy difícil de superar: por esos tiempos en Maicao no había servicio de energía eléctrica y no se conoce la primera emisora que funcione con leña, carbón o gas propano.

Esta contingencia fue superada gracias a la generosidad del comerciante Teófilo María, propietario de una planta eléctrica que utilizaba para proveer electricidad a su residencia y al almacén de su propiedad, quien no tuvo ningún reparo en permitir que la emisora se conectara desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche.

Había nacido de esa manera la radio en Maicao. La radio abierta, a través de los aparatos convencionales, valga la aclaración, porque anteriormente existieron algunas “emisoras” consistentes en varias bocinas situadas en la parte superior de una vara (o un tubo) bien alto desde donde se emitían programas y avisos comerciales. También se utilizaban para ciertos avisos parroquiales como la apertura de matrículas en la escuela, los horarios de la misa y felicitaciones a quienes cumplían años o se graduaban como bachilleres en la Divina Pastora o el Liceo Padilla de Riohacha (en Maicao no había colegios de bachillerato).  Uno de los dueños de estas singulares emisoras era Chalindú, un personaje que fue símbolo del Maicao de los años cincuenta y sesenta.   

El gran Chalindú tenía además un móvil en el que vendía productos medicinales de fabricación artesanal que servían para todo: desde limpiar el hígado, hasta matar las lombrices; desde gotas para que los ojos volvieran a ver perfectamente bien y sin gafas hasta jarabes para la memoria. Los maicaeros y los visitantes de otros lugares se familiarizaron con su voz de patriarca paisa, le compraban sus medicinas y le pedían que les hiciera el favor de divulgar sus anuncios. Cuentan los testimonios de la época que los menjurjes de Chalindú funcionaban al pie de la letra, con todos los beneficios que él ofrecía en sus convincentes alocuciones.

Pero dejemos esa era antigua y volvamos a tiempos más cercanos a nosotros en donde estábamos, con Luis Cepeda Arraut, José Martínez y Marcos Pérez y su Radio Maicao, conectada a la planta de Teófilo María ¿Se acuerdan?

Pues bien, la emisora funcionaba a las mil maravillas y era un verdadero acontecimiento.  Sus programas culturales hacían parte de la escasa diversión de un pueblo bucólico en el que las horas transcurrían lentamente y se invertían en atender los locales comerciales, luchar para conseguir agua, fabricar chirrinchi y barrer las terrazas en donde se acumulaba el polvo trasladado por la brisa desde las pocas y arenosas calles de un caserío con ínfulas de pueblo.

Un día cualquiera doña Rosario Solano Ospino hizo lo que pocas veces acostumbraba: tocar a la puerta de la sagrada cabina desde donde se emitían los programas de Radio Maicao.

-¿Qué se le ofrece, doña Rosario?

-Tenemos visita, don Lucho

-¿Y es muy urgente que la atendamos? Usted sabe que a esta hora estamos en Tic Toc, el programa de más sintonía en la emisora.

-S no fuera importante no lo habría interrumpido, usted sabe que yo nunca lo molesto.

-Está bien, doña Rosario, dígale a la visita que nos espere diez minutos mientras terminamos y lo atendemos.

Luis regresó a la cabina un poco preocupado

¿Quién podría ser esa visita tan importante que llevó a doña Rosario a interrumpir el programa más importante de la emisora?

Continuará

Leer la primera parte de "La edad dorada de la radio de Maicao"

Leer la tercera parte de "La edad dorada de la radio de Maicao"

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