sábado, 2 de septiembre de 2017

La ciencia a través de la ventana

La experiencia que les voy a relatar no puedo calificarla inicialmente de buena ni de mala, porque tuvo un poco de lo uno y algo de lo otro.  

Cursábamos el cuarto año de primaria y disfrutábamos de los años felices de la infancia en el que la alegría estaba relacionada con un cáñamo adecuado para lograr que el trompo bailara más y mejor que la comparsa del carnaval o con un buen pulso para que nuestros boliches hicieran blanco perfecto en el de los eventuales adversarios o que hubiera brisa suficiente para que la cometa se elevara por los cielos con sus colores multicolores y llegaran cerca del cielo en donde Dios sonreiría al ver sus bellos colores y escuchara el atronador sonido de sus poderosos zumbadores. 

La límpida cúpula celeste abrigaba las fragorosas horas de la veloz infancia en la que la escuela se atravesaba casi como un fatal estorbo frente al cual no teníamos más remedio que doblegarnos para no despertar la apocalíptica ira de nuestros padres, quienes sostenían que esa 
la mejor herencia que podían dejarnos.   

Nosotros soñábamos que nos heredaran un auto como el de Batman para patrullar por los laberínticos `paisajes de ciudad gótica o un avioncito, ahí fuera pequeño, como los que aterrizaban seis veces diarias en el aeropuerto San José, pero ellos insistían en que la educación era mejor herencia que cualquier carro o avión o edificio lo que fuera. 

Por eso,  íbamos a la escuela sin falta dos veces al día doscientos días al año en un horario parecido al de la señora Nilda, quien para la época era la gerente de uno de los mejores hoteles de la ciudad. Ella iba al trabajo a las 8 de la mañana y regresaba a las 12 a disfrutar de la calor de su hogar. 

Nosotros partíamos raudos hacia el Gimnasio a las 8 dela mañana y sólo regresábamos para tomar el almuerzo a las 12 del día. Cuando ella se despedía de de su esposo con un romántico beso y regresaba a sus labores, nuestra madre nos daba un beso en la frente y nos enviaba de nuevo al colegio. Era la rutina de siempre y ya estábamos tan acostumbrados a ella que nuestras almas podían ir al colegio sin que la acompañara nuestro cuerpo y viceversa. 

En las tardes regresábamos a casa cargados de ganas: ganas de de acariciar de nuevo a la inquieta mascota de la casa, ganas de abrazar a mamá, ganas de trar el maletín de los libros y no verlo nunca más y ganas de encontrar rápido el balón para jugar fútbol callejero, una especie de guerra campal más o menos organizada en el cual soñábamos a ser las futuras estrellas del fútbol mundial. 

Pero nada de esto era posible hasta que no termináramos las tareas, las cuáles consistían más o menos en escribir los números del uno al diez mil, copiar tres mil veces la frase "Debo portarme bien en la clase de sociales" y hacer las investigaciones de ciencias naturales. 

Las "investigaciones" consistían en copiar textualmente de un libro las definiciones que el profesor había solicitado.  Cuando la clase era, por ejemplo, acerca de los batracios, entonces éramos obligados a escribir en el cuaderno de 22 líneas todo lo que el libro dijera acerca de éstos particulares animalitos, que a mí siempre me han parecido muy interesantes aunque con muy mala prensa. 

Para la época me destacaba por ser un muy mal investigador y tenía dos razones para ganarme la "honrosa" distinción: por un lado me daba mucha jartera copiar textualmente todo lo que decía el libro y la otra, aún más poderosa, era que mi papá no había ganado suficiente dinero para comprarme el libro.   

Nadie discutía que las investigaciones se hicieran de forma tan simple por otra poderosa razón: las órdenes de los profesores no se cuestionaban sino que se obedecían. Lo que el profe o la seño dijeran, eso era ley. Y pare de contar. 

Un día la señor de ciencia nos pidió una nueva investigación y en este caso sería sobre uno de los animales que yo más conocía y adoraba: la gallina.  

Esa tarde, después dela rutina de las ocho largas horas en el colegio  recorrí las calles pedregosas  del barrio en búsqueda de alguna alma caritativa que me prestara el preciado libro, pero tuve que regresar a casa con la desagradable sensación del fracaso y el temor de fallar nuevamente en la presentación de mi tarea. 

Me fui al patio de la casa a pensar en la amargura de mi nuevo fracaso y presencié copn tristeza el lúgubre concierto de las sombras y el desconsolado aullido de un perro que desde la lejanía de su soledad le solicitaba compañía a la marchita luna de cuarto menguante. 

Estaba sumido en mis pensamientos cuandio decidí dirigirme al corral en que descansaban las doscientas gallinas que mi mamá criaba desde que yo tenía uso de razón. Le pedí excusas a una de las aves a la cual interrumpí el sueño y la llevé conmigo a pesar de sus reiteradas protestas, hasta el lugar en que pude verla más de cerca bajo la luz tenue de un bombillo a punto de fundirse.  

Las alas extremidades del pequeño animal y sus altisonantes  alaridos despertaron a dos gallos que desde su sitio de reclusión reclamaban iracundos  la devolución de su compañera. 

Mis pequeñas manos exploraron el cuerpo emplumado de de la gallina, me detuve en sus pequeños ojos de escasa visión nocturna ubicados a cada lado de su cara; vi sus patas arrugadas al final de sus flacos muslos y toqué las uñas, no tan largas, pero adecuadas para la tarea de escarbar en la arena y en la hierba; vi su cresta roja encima de la cabeza y los lóbulos debajo de lo que sería su barbilla y pensé cuán pequeña era en comparación con los machos de la especie; toqué su pico encorvado hacia abajo con el cual su dueña atacaba y se defendí y además utilizaba para alimentarse de semillas, hierbas, restos de comida, granos y pequeños insectos, vi los dos orificios que estaban en el pico y procedí a taparlo con los dedos, lo que originó la protesta de mi amiga emplumada. 

Comprendí entonces que eran sus fosas nasales y me sentí como un monstruo al comprender que estaba a punto de asfixiarla. 

Mi exámen de veterinario precoz o de biólogo en ciernes era suficiente. Devolví el animal a su descanso y me fui a transcribir mi tarea. Sólo que en esta ocasión iba a transcribir no desde el libro de texto de cuarto grado sino desde la región de mi memoria en donde se alojaba ahora la información reunida en mis tres años de  experiencia como ayudante de mi mamá en las labores de avicultura y de la observación directa que acababa de hacer. 

Esa noche escribí tanto que tuve necesidad de usar varias veces los servicios de mi desgastado sacapuntas para que el lápiz de fabricación venezolana rodara mejor sobre la hoja blanca de rayas azules de mi cuaderno. El pobre lápiz dejó de ser un gigante para convertirse en un enano, pero no importaba. Lo importante era que había hecho mi tarea y al día siguiente. 

Mi corazón de niño oscilaba entre la alegría del deber cumplido y el temor por la reacción de una profesora acostumbrada a aplicar con rigor los elementos esenciales de la geometría pedagógica. Me perdonan esta expresión rebuscada. Hubiera sido más simple decir que mi seño tenía la mente cuadriculada y yo no conocía como iba a reaccionar cuando le presentara mi tarea construida de forma tan alejada de la costumbre del colegio. 

La profesora en el fondo era buena y en alguna orilla de su alma abrigaba un bello  filón de generosidad y yo creo que era como era no por que quisiera serlo sino porque a su vez la obligaban a que actuara de esa manera. La obligaba el sistema frondoso en reglas y pobre en creatividad. 

La obligaba el borroso surco de su repetida liturgia cotidiana en la que los días eran una repetición del anterior y este a su vez del anterior y así sucesivamente en una repetición infinita de muchos días multiplicados por una sola forma de hacer su trabajo. 

A la mañana siguiente nuestra profesora nos llamó a lista, esn estricto orden alfabético, como era su costumbre, para que presentáramos la tardea. En esta ocasión no pidió el cuaderno para leer ella misma los garabatos ilegibles de nuestra presurosa caligrafía, sino que pidió leer en voz alta la tarea. El ejercicio resultó muy aburrido, m´ñas aburrido que nunca. 

El patio de la escuela estaba poblado de árboles e copas elevadas y flores relucientes pero la atmósfera del salón era pesada, opaca y un poco triste. Se imaginan ustedes un recital en que cada declamador lea o pronuncie exactamente los mismos versos que el anterior y así sucesivamente?  

Era como si todos recitaran el ave maría, el credo o el padre nuestro y lo hiciera exactamente como  lo hacían los demás. Todo ocurría en estricto orden alfabético. Y así desde la A de Arrieta hasta la Ra Ramírez, la Re de Redondo,  La Ri de Ricaurte, la Ro de  Romero, y la Ru...¿de quién? De Rutto, bueno, al fin llegó mi turno.

Después de cada lectura la profesora escribía en su cuaderno un 5 como premio al esfuerzo de mis compañeros y por su dedicación a investigar sobre el tema propuesto. Y por su disposición a obedecer órdenes cumplidamente, como debería ser. Y ahora me correspondía leer a mí.

¿Cómo iba a reaccionar mi profesora? ¿Le gustaría mi tarea o, por el contrario, cuestionaría mi indisciplina, me llevaría a la oficina del rector por no cumplir las normas como las habían establecido en el reglamento?

Comencé a leer y de inmediato percibí al mirar de reojo, o con el rabo del ojo, como decía mi mamá, la cara de sorpresa de mis compañeros y el asombro dibujado en el rostro de la seño. 

Estaba claro que mi lectura estaba quebrando las líneas de su geometría pedagógica y en medio del silencio sepulcral del salón, en la que solo se escuchaba mi voz temblorosa, se habían esfumado las sonrisas y eran remplazadas por la sorpresa, la mañana parecía un mar en calma chicha que en cualquier momento podía terminar para darle paso a una fuerte tormenta en la que tendríamos olas inquietas y relámpagos trepidantes. 

A terminar mi cautivador relato, salpicado de plumas, patas, ccos y cacareos, la profesora abrió sus inmensos ojos, tragó saliva, se organizó las hebras e cabello que caían sobre su frente y me lanzó como un pitcher fornido, la pregunta que yo esperaba desde que hice los primeros trazos de la tarea: 
-¿En qué libro encontraste la tarea?

Tragué saliva y sentí un temor nacido en el fondo de mi inocencia, sentí en lo profundo de mi pecho el tic tac de un reloj presuroso y ansioso por devorar los instantes de la eternidad.

Saqué valor de la fuente errátil de mi infancia y le respondí: 

-De ningún libro, profesora. Yo mismo escribí lo que usted ha escuchado

La profesora me miró directamente a los ojos y logró que se me paralizara la respiración, las pulsaciones, la circulación de la sangre...

-Antes de que pudiera coordinar mis ideas la profesora volvió a la carga y me hizo una nueva pregunta que me supo a insulto, pero envuelto en el grato aroma de un elogio disfrazado: 
-¿Estás seguro e que tú escribiste eso?

- Sí, profesora, le respondí, con la voz trémula de quien se encuentra en vísperas de dar los últimos suspiros de la vida

La profesora no me dijo nada más, tan solo anotó algo en el cuaderno de notas y procedió a llamar a Sánchez, mientras yo miraba por la ventana el paisaje de verde de nuestro jardín en donde una bandada de traviesos colibríes seducían a dos rosas y tres azucenas plantadas en el jardín. 

Más allá una gallina roja como el fuego invitaba a media docena de rubios pollitos para que degustaran las migajas de pan que algún niño descuidado había dejado por ahí.  

No sabía cuál era la anotación de la profesora en su viejo cuaderno de notas, pero no me interesaba saberlo. A través de la ventana los colibríes, la gallina los pollitos, las azucenas, las rosas y el viento con aroma de lluvia que movía insistentemente los racimos provocativos del árbol de mamón, me estaban dando la mejor clase de ciencias naturales de mi vida. 

Lo primero debe ser ésto, después lo demás

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
Ryszard Kapuscinski fue un periodista trotamundos, quien desde la trinchera inquieta de su máquina de escribir narró los acontecimientos del siglo veinte gracias a su labor de corresponsal en varios continentes, en los que tuvo la oportunidad de presenciar 27 revoluciones con sus gritos de guerra y la artillería pesada de la propaganda oficial con la cual se pretendía convencer a propios y extraños que la vía elegida era el único camino posible para acceder al añorado paraíso de la felicidad colectiva.  
Como si faltara algo para adornar su trepidante currículo podríamos agregar que en cuatro ocasiones fue condenado a  muerte, sin que Dios y la vida permitieran que la sentencia pudiera ejecutarse.  Finalmente murió en Varsovia, la capital de Polonia, su país, el 23 de enero de 2007.
Quien desee conocer el periodismo por dentro y por fuera debería acercarse a la biblioteca especializada más cercana para solicitar sus libros y dedicarse al deleite de leer a alguien que en el agitado final del siglo veinte y el inicio enloquecedor del siglo actual fue capaz de defender con firmeza y valentía los valores humanos con la ilusión tal vez ingenua de que los seres humanos pudieran construir un ámbito de convivencia pacífica en los que juntos pudieran construir el sueño esquivo de la solidaridad humana.
Defendió especialmente la ética del periodismo y del periodista y como parte de su lucha acuñó una frase que hoy hace tránsito para graduarse de axioma y que debería estar colgada en la sala de redacción de todos los medios de comunicación y aún en el despacho de todos los profesionales: “Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”
Si pudiéramos hablar aún con el maestro podríamos pedirle permiso para decir que las malas personas no pueden ser buenos periodistas y tampoco buenos ingenieros, ni buenos policías, ni buenos sacerdotes y, por supuesto, tampoco podrían ni deberían ser buenos maestros.
La buena formación de los profesionales no puede hacerse de espaldas a la desafortunada realidad  que hoy vivimos en la cual se incuba el deseo de ganar a toda costa y las ganas de triunfar a costa de la dolorosa derrota de los demás, con lo cual el ganador pone la primera piedra para su próxima derrota o de la próxima derrota de la siguiente generación. 
También es una enseñanza oportuna para un mundo convulsionado y enloquecido por la idea equivocada de la riqueza en la que el tener es mucho más importante que el ser y en  la que una cuenta bancaria inflada sin importar la procedencia del dinero es más importante que una conciencia tranquila.
En la búsqueda de la paz sería conveniente alzar el volumen para que se escuche fuerte la voz de Kapuscinski y podamos convencernos que la escuela y la universidad, pero, sobre todo, la familia, están en mora de formar las buenas personas que estamos necesitando para ejercer la profesión del periodismo, de la ingeniería, de la medicina, de la publicidad, de guionista de televisión, etc.
No existe un pre grado ni una maestría ni un doctorado en donde se enseñe a los estudiantes a ser malas personas, pero en el camino la gente se las ha arreglado para volverse voceros e instrumentos del mal. Por eso nos encontramos de frente con la corrupción que a su vez se convierte en el desencadenante de los males que destruyen el tejido social y contaminan la atmósfera en que se levantan las siguientes generaciones y contamina el aire puro que deberían respirar los ciudadanos del mundo, quienes hoy gravitan alrededor del dilema de conseguir lo necesario para vivir bien y la necesidad de respetar las normas de la honestidad y de la honradez.
¿Por dónde comenzar entonces para obsequiarle al mundo las buenas personas que después se conviertan en buenos periodistas?
Es difícil tener una respuesta única y concreta, pero una frase sabia y concluyente del mismo Kapuscinski nos da luces para encontrar el interruptor que prenda las luces con las que se ilumine el camino que aún hemos de recorrer: “Dentro de una gota hay un universo entero. Lo particular nos dice más que lo general; nos resulta más asequible”.
La respuesta está en lo sencillo, en lo pequeño, en lo natural. En la gota transparente y cristalina en la que reposa la sabiduría de los mayores, el respeto al prójimo, la esencia del hombre y el respeto a los derechos de la gente.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Así se adelanta la convocatoria de la selección de La Guajira infantil.

Por: Wilfrido E. Solano. (Wes)

El pasado domingo 27 de agosto, se llevó a efecto  el ejercicio  de detección o escogencia de talentos infantiles de fútbol en la cancha Los Ídolos del barrio Colombia Libre de Maicao, asistieron  cerca de 60 niños entre  los 12 y 13 años lo que  resultó por debajo  de las espectactivas del seleccionador Nilson Martínez.

En el proceso de llamado previo, se les recibió la documentación para verificar sus edades , el próximo encuentro de detección será el 10 de septiembre  en Villanueva sede de la zona # 1 para los niños de la Jagua, Urumita y el Molino donde el mánager general de la selección infantil Nilson Martínez, tendrá el acompañamiento del técnico José Ovalle. En Maicao se preseleccionados 9 niños quedando la posibilidad de llamar tres más, que  estarían en el proceso que finalizará en el mes de octubre.
Los 9 jugadores seleccionados de Maicao. 

El entrenamiento en Maicao será constante con los locales mientras se visualiza el resto de jugadores en el departamento y se agenda los microcosmos y amistosos para enfrentar la competencia nacional en el mes de enero próximo. Para ésta incursión  de la Guajira a nivel de selección se estimaron unos acuerdos entre la Liga y el entrenador para alcanzar los mejores resultados posibles, que borren la ingrata recordacion de la participación de esta misma categoría el año pasado al mando del mismo técnico, en el cual la planificación estuvo totalmente ausente y se aceptó el reto para. evitar sanciones deportivas.

Cronograma departamental para reunir los jugadores que conformaran esta selección.














Y tu ¿Que esperas para hacer parte de esta selección?

SE POSESIONA INSPECTOR RURAL DE CASTILLETE Y PUNTA ESPADA

.El cargo lo asumió el licenciado Yoedys Palmar.

En ceremonia realizada en la alta Guajira se juramentó ante el secretario de Gobierno del municipio de Uribia Rubén Almazo Monroy, el nuevo inspector rural de Policía del corregimiento de Castillete Yohedys Palmar, mediante el decreto 205 del 25 de Julio de 2017 firmado  por el alcalde  de Uribia Luis Enrique Solano.

Yoedys Palmar, con el secretario de Gobierno Rubén Almazo (izquierda )

En la posesión estuvo presente la concejal de Uribia Nidia Sabino Rodríguez y Rafael Sapuana éste último autoridad tradicional del resguardo indígena de Jasalina. La decisión del nombramiento suple la ausencia de la figura  del inspector hace varios años en este remoto lugar de alta Guajira, al igual que  el corregimiento de Punta Espada hasta donde extenderá su jurisdicción el recien nombrado inspector y cuyas necesidades más apremiantes son: el escaso suministro de agua para el consumo humano, al igual que el acceso vial.

Yohedys Palmar Gonsález es licenciado en docencia y cursa segundo semestre de derecho civil, fué miembro del Parlamento indígena en Caracas Venezuela y nació en Castillete en el hogar formado por Luzmila gonsález y el Gobernador de Cabildo Indígena de Castillete Rafael Sapuana.
Sus primeras acciones según manifestó se encaminaran a paliar la sed de los pobladores mediante la distribución de agua a través de carros cisterna, habilitados por la Secretaría de gobierno y Salud del municipio de Uribia, así mismo implementará programas de Salud poblacional y mejoría de acceso vial, para que  los indígenas puedan comercializar sus crías de ovinos, caprinos y aves de corral con menores inconvenientes.

martes, 29 de agosto de 2017

Los Guajiros Están Dando De Que Hablar En El Fútbol Nacional e Internacional.

Día a día los jugadores peninsulares siguen trabajando para ganarse un espacio en sus equipos y poder contar con minutos en el terreno de juego.

Por: Ernesto J. Rutto
Temporada tras temporada se agranda el número de guajiros que llegan al fútbol profesional, al igual que aquellos que van a equipos de divisiones inferiores a prepararse para algún día dar el gran salto, así como un día lo hizo el ídolo guajiro Arnoldo Iguaran.

Arnoldo Iguara. 

Luis Miranda, del Cúcuta Deportivo, Ángel Bonilla, de Tigres Fútbol Club y  Yair Castro, con el Doxa de chipre, son la cuota de Maicao, y por el sur guajiro está Luis Fernando Diaz, barranquero jugador del Junior De Barranquilla.

De los maicaeros el que más cuenta con minutos es Angel Bonilla Gutiérrez, mediocampista del equipo capitalino Tigres Fc, quien ha disputado 5 partidos este año como titular, además de contar con minutos en la etapa complementaria de muchos juegos. El pasado fin de semana jugó todo el encuentro en la victoria de su equipo 1x0 frente a Jaguares de Córdoba. Bonilla cumple una función importante en su escuadra, la cual  lucha por no descender,  es el encargado de trabar el juego del conjunto rival, además de  tener salida con pases largos para delanteros.

Aangel Bonilla, foto archivo Tigres Fc. 

“Con esta alineación siempre hemos sacado resultados, seguiremos trabajando para lograr el objetivo de permanecer en la categoría y seguir mejorando-, dijo en declaraciones   Bonilla Gutiérrez, para los micrófonos de Todelar Radio Cordillera-. Quiero mandarle un saludo a todos en La Guajira y en Maicao, sepan que tienen un representante”, concluyó.
 

Luis Miranda,  delantero del Cúcuta Deportivo, estuvo presente en la victoria de su equipo 3x1 contra Bogotá Fc, entrando en el minuto 68 de la etapa complementaria aportando en el ataque y creando oportunidades de gol. Miranda disputa su segunda temporada en el equipo de la capital del Norte de Santander, el cual limita en la segunda división de la liga colombiana.

El Junior de Barranquilla, parece haber encontrado en Luis Fernando Díaz su estrella para el futuro, y es que el barranquero cada vez que tienen minutos deslumbra con su gran regate. Luis Fernando, estuvo en el pasado sudamericano sub 20 con la selección Colombia, disputando 4 partidos y siendo de los mejores deportistas del combinado nacional, esta participación y la gran temporada disputada con el Barranquilla Fc de la primera B de Colombia, le bastó para  unirse al equipo que dirige Julio Comesaña.

El pasado miércoles 23 de agosto, Díaz ingresó en el segundo tiempo en el partido por copa, contra Millonarios, faltando pocos minutos y cuando parecía que los tiros desde el punto penal eran inevitables, el jugador guajiro hizo un regate desde su propia área hasta el pórtico que defendía el guardameta Nicolas  Vikonis, quien salió desesperado cometiendole falta que el árbitro daría como penal, el cual Jarlan Barrera cambiaria por gol, para el 1-0 final y el paso a la semifinal.
Gracias a esta jugada Luis Fernando fue declarado el mejor jugador del compromiso, convirtiéndose en tendencia en  las redes sociales con mas de 3mil tuits, y el reconocimiento de todos los especialistas en el deporte.

La Guajira no solo aporta jugadores a las ligas colombianas, también se tiene muchos en las diferentes ligas sudamericanas e incluso europeas.  Yair Castro, disputa su segunda temporada con el Doxa Katokopias, de la liga de Chipre.

Castro juega de extremo derecho,  poco a poco se va ganando un espacio en su equipo. la temporada pasada anotó más de 5 goles en los casi 10 partidos que jugó.


La Guajira tiene muchos representantes en los diferentes deportes y mucho talento que aportar, jóvenes que trabajan para  dar el gran salto al profesionalismo pero que muchas veces ven frustrados por el poco apoyo recibido en la región.

Te invitamos a que cada semana sigas de cerca y apoyes a nuestros deportistas, los cuales dejan el nombre de La Guajira en alto.

Y tu ¿Conoces a otro jugador guajiro?

sábado, 26 de agosto de 2017

Todo por la familia

Consejos para los jóvenes y la familia

Ideales de vida

Educación popular incluyente y permanente

""Lucho por una educación que nos enseñe a pensar y no por una educación que nos enseñe a obedecer".  Paulo Freire

He sostenido siempre que el acto educativo es uno de elementos básicos para que la persona camine de prisa detrás de la utopía que seguramente nunca podrá alcanzar pero que, en atención a Galeano, le permitirá moverse siempre adelante. 

No creo que la educación esté obligada a cumplir con una labor mesiánica de salvar a la humanidad pero sí es un camino seguro para  motivarla y ayudarla a seguir un camino a través del cual encontrará su propio goce y se aproximará a la construcción de los sueños individuales y colectivos.

Sin embargo, creo que la educación, en cierto sentido, es una herramienta, y como tal puede ser utilizada por el dueño de ésta tanto para bien como para mal.  Para bien porque sirve para que el individuo sea desafiado y en medio del desafío que la vida le plantea pueda llegar a la búsqueda de la felicidad.  

La educación puede hacer que el campesino sea un buen ingeniero agrónomo en el futuro; y conseguir que el niño que soñaba con ser piloto, pueda, algún día, por lo menos montarse en avión en condición de pasajeros; y también puede hacer que la niña traviesa y vivaracha que en la soledad de su aldea sueña con ser doctora para curar a sus abuelitos, al fin llegue a vestir la bata blanca de médico y trabajar en el aséptico hospital de la gran ciudad.  Y también puede ser utilizada para bien porque en los procesos de mediación pedagógica el maestro y el estudiante pueden reconocerse como integrantes de un mismo contexto social en la que juntos habrán de construir procesos de cambio.

La educación es uno de los medios que existe para conocer, saber y aprender, y le sirve a las comunidades para sistematizar su acervo cultural y sus tradiciones y garantizar la  prolongación de su existencia.
Sin embargo, la educación puede ser también un medio de manipulación  y de sometimiento a las clases populares y vulnerables para que éstas continúen, sin derecho a la protesta, en la situación de exclusión a la que han sido sometidas durante los cinco siglos subsiguientes a la llegada de los europeos a lo que hoy es Iberoamérica.  La educación es parte de la artillería pesada utilizada por el establecimiento para lograr sus fines y garantizar su solidez y perpetuarse como lo único bueno y aceptable para la sociedad.

La educación popular está llamada a romper con el paradigma de que lo que existe y como existe es lo mejor. Su función es ayudar a descorrer el velo de la ignorancia y no de cualquier ignorancia como la de no saber que 2 +2 son 4, sino la ignorancia de saber que nos están destruyendo el medio ambiente del cual dependemos, que nos están cambiando la cultura que nos hizo fuerte, que nos están metiendo en una forma de vida  en el que las cosas son más importantes que las personas y en que el arte popular debe doblegarse ante el poder arrollador de la cultura foránea.

La educación popular tiene el reto de educar personas pensantes, que no se compran ni se vendan por un pedazo de pan ni por un millón de monedas de oro y tiene también el compromiso sagrado de llevarnos por el camino de la emancipación social, y comprender a Eduardo Galeano cuando nos invitó a ser desobedientes cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.



sábado, 19 de agosto de 2017

¿Qué somos en realidad?

Jesús de Nazaret: Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre Celestial, es mi hermano, mi hermana y mi madre.


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Si usted lo ve bien eso es lo que somos en la vida: pasajeros en tránsito, pues hemos venido por un tiempo a la vida terrena, tal como la conocemos y un día hemos de marchar de vuelta a la casa paterna, situada en la eternidad.   Nos ocurre como cuando estamos en un aeropuerto o en un terminal de transportes esperando el avión o el bus o el tren que nos llevará a nuestro destino definitivo. Mientras  permanecemos en ese lugar vemos televisión o las pantallas de los próximos vuelos, tomamos un café, leemos un libro o revisamos el correo…son actividades transitorias, porque ese no es nuestro sitio.

Buena parte de los problemas de la raza humana tienen su raíz en haber creído que éste es su lugar definitivo y han desarrollado un apego egoísta y exagerado a los bienes  acumulados y a los placeres sin pensar  en la temporalidad de todo lo que existe y en que algún día tendremos que salir de la sala de espera y continuar nuestro viaje.

Cuando hizo alusión a las preocupaciones  de este mundo Jesús de Nazaret hizo una invitación a que no nos desesperemos ni nos angustiemos por las necesidades del día a día. En una de sus más conocidas enseñanzas se hizo una comparación entre las necesidades de las aves del cielo y las de los seres humanos, tal como se puede leer en el capítulo 6 versículo 26 del libro de Mateo: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”

Y más adelante  nos da uno de los mejores consejos que alguien pueda ofrecernos: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” (Mt. 6:31)

Nuestro Padre Celestial sabe que necesitamos todas estas cosas. Así lo ha dicho Jesucristo, quien nos invita a buscar algo aún más importante que la comida y la bebida y todos los bienes materiales y es el reino de los cielos y su justicia. Y si lo buscamos se nos ofrece una ventaja adicional: todo lo demás, lo adicional, lo materia, también lo recibiremos. Así se desprende de uno de los textos bíblicos más sobrecogedores que podamos leer: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”

Desafortunadamente hemos estado invirtiendo el orden establecido por Dios y gastamos casi todo el tiempo y buena parte de nuestra existencia a conseguir lo que ya se nos ha ofrecido pero no como el obsequio principal sino como añadidura. En otras palabras, vivimos desesperados por obtener la envoltura cuando realmente lo que vale es el regalo, lo que va por dentro, en otras palabras, el reino de los cielos y su justicia.

Ha llegado la hora de hacer un alto en el camino y pensar en lo que de verdad cuenta. Nuestro lugar no está en la sala de espera de un terminal ni en las cómodas sillas de un moderno y rápido vehículo. Nuestro verdadero sitio está en la eternidad al lado de Dios u por eso el gran propósito de hoy y de siempre debe ser atender el llamado de Jesús a buscar el reino de los cielos y su Justicia. Y lo demás es lo demás. Y vendrá por añadidura. 



martes, 15 de agosto de 2017

TIC y tecnología humana

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
Los docentes debemos prepararnos para aprovechar las nuevas condiciones que brindan las tecnologías para el aprendizaje. 
Las tecnologías han servido para hacerle un poco más fácil la vida a los seres humanos, pero también han traído, justo es decirlo, sudor y lágrimas. Todo depende del uso que se le dé. La tecnología aplicada al servicio de la guerra, el peor de los inventos del ser humano, fue el detonante para causar millones de muertes en conflictos armados a lo largo y ancho del mundo. 
El arco, la flecha, la lanza y la espada pasaron a ser juguetes infantiles al lado de los explosivos, los ataques aéreos, las bombas atómicas y los misiles. Y eso sin contar la pesadilla de acostarnos cada noche con el temor de que mañana se desate una nueva conflagración, que al decir de todos, sería la última por el poder letal de las armas con las que hoy cuentan las principales potencias militares.
Pero, alto ahí. No podemos seguir profundizando en la visión apocalíptica de la tecnología cuando lo cierto del caso es que ésta ha contribuido a mejorar la calidad de vida de las personas por medio del avance en las ciencias de la salud y las telecomunicaciones.
La educación ha sido otro de  los escenarios impactados favorablemente por el desarrollo de las Tecnologías y de algunos componentes asociados como las redes sociales tan usadas hoy en día. Los expertos recomiendan, eso sí, la utilización de redes temáticas que de manera sencilla pongan a nuestra disposición los mismos recursos de las poderosas redes sociales dedicadas al ocio, pero en este caso centradas en la construcción de conocimientos científicos.
Estas redes junto con todo el esfuerzo realizado por la educación, a través de sus actores, conduce a la búsqueda de la prosperidad. Valga la pena anotar que la prosperidad de las sociedades con mayor calidad de vida en el mundo se basa en el conocimiento de sus habitantes.
Lo anterior seguramente llevará a tomar medidas relacionadas con los nuevos aires que se respiran en el mundo y la nueva visión que se tiene respecto a la forma en que debe cumplirse la función educativa.
En ese sentido el Informe Horizon 2016 K12 plantea que “El aprendizaje excesivamente reglamentado de las escuelas tradicionales está siendo eclipsado por el reconocimiento de que la educación formal debe reflejar la forma en que las personas aprenden y trabajan en el siglo XXI”.
Lo anterior nos permite concluir que la educación acogerá finalmente la tesis de que la forma en que aprenden los estudiantes debe ser tenida muy en cuenta, casi tanto o tal vez más que la forma en que se enseña.
Los docentes debemos prepararnos para vivir ese nuevo escenario que ya se asoma en el panorama de la escuela como la punta del iceberg en medio del océano. Habrá nuevas exigencias para quienes deseen seguir ejerciendo bien la profesión en la que se han movido por años. 
Además de las competencias en tecnologías, las cuales hemos ido adquiriendo por placer o por deber, deberemos entender que habrá unas nuevas exigencias, no solo técnicas y pedagógicas, sino morales, humanas y de liderazgo.
Pero además, deberemos desarrollar competencias sicológicas que nos permitan conocer aún mejor a los estudiantes, sus motivaciones, sus estilos y sus ritmos de aprendizaje, para superar el error que por años se ha cometido al considerar que la escuela es una fábrica de los tiempos de la Revolución Industrial en las que el propósito era elaborar cientos o miles de productos de idénticas características en el menor tiempo posible.
Hoy en día el maestro (maestro, qué linda palabra) deberá conocer la tecnología más avanzada pero también las más humanas de las condiciones como ser buena persona, y conocer a los estudiantes a los cuales se debe desde el principio hasta el final.

La Mal Sufrida.





Por: Yamel Hernández, estudiante  10-09 - I.E.No 2 Maicao

Los gritos de mi madre me despertaron, otra vez papá le pegaba. Era muy temprano por la mañana, y tenía que cumplir con mis labores, vendía chicles por la calle para ayudar a mi madrecita, estudiaba de tarde, no me gustaba mi escuela, o, por lo menos no me gustaban mis compañeros, siempre están jalando de mis pelos, me rasguñan,  me golpean, se burlan de mí.

Soy tan poca cosa, no sirvo para nada, soy un estorbo para la felicidad de mi madrecita; o eso me ha dicho ella. Mi madrecita me tiene un trabajo nuevo, estoy un poco feliz, ya no tendré que levantarme tan temprano, trabajaré de noche.

No me gusta este trabajo, un señor me tocaba y me susurraba cosas muy feas al oído. Hoy mi madrecita me ha golpeado, me ha dicho otra vez que no sirvo para nada y que soy un gran estorbo, siguió y siguió golpeándome estaba enfadada por no haber cumplido mi “trabajo”.
Estoy desamparada con tan solo 15 añitos y vivo en la calle, mi madre me ha desamparado, tengo hambre y el frio se apodera de mi cuerpo.

Salto en mi llanto como pude haberlo hecho en un charco de lodo, intento recuperar la niñez perdida, juego con una cuerda, salto de aquí para allá, juego con una cuerda, la cuelgo en un lugar alto, juego con una cuerda, me cuelgo en ella. Susurros de sufrimientos, el fuego del infierno es sofocante, fetos abortados danzando a mi alrededor, sollozando sangre mientras ríen y danzan, quisiera morir de nuevo, pero morir e irme a la nada, quisiera dejar de sufrir y dejar de ser una mal sufrida.
                                                                                       

sábado, 12 de agosto de 2017

La revolución de las conciencias

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez 
Alexis Carrel:   “Es imposible educar niños al por mayor; la escuela no puede ser el sustitutivo de la educación individual.” 
La escuela, en términos generales, es uno de los entes más reacios al cambio en 2000 años de historia, cuando los maestros enseñaban a los estudiantes a través de la lectura de algunos documentos o de lo que los maestros sabían y los estudiantes no. El apóstol Pablo escribe en el libro de los hechos: "Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado bajo Gamaliel en estricta conformidad a la ley de nuestros padres, siendo tan celoso de Dios como todos vosotros lo sois hoy."  (Hechos 22:3). En nuestros tiempos la escuela cree aún en el maestro que comparte sus conocimientos, que enseña y procura hacer mejores a sus estudiantes. ¿Qué ha cambiado?
Sería injusto decir que nada ha cambiado. Se mantienen algunos aspectos como la ubicación de los muebles, la rígida disciplina, el vehemente mandato de homogeneizar a los estudiantes bajo el falso entendido de que todos son iguales y aprenden de la misma manera y la estigmatización y reprobación de aquellos que no son capaces de responder como el sistema quiere que respondan. 
En cierto sentido,  el sistema educativo sigue insistiendo en la estéril labor de lograr que los peces trepen a los árboles cuando se hicieron para ser felices y nadar con libertad y sabiduría en las aguas turbulentas de un río furioso o en el cálido lecho marino de las profundidades inexploradas o en las tranquilas aguas de un hermoso lago rodeado de plácidas colinas tapizadas de verde por el pincel de la primavera. 
A lo largo de los años la sociedad ha aplaudido a la escuela por su loable labor de transformar la vida de las personas pero no son pocas las voces que se han levantado también para cuestionar su papel, y, sobre todo, el modus operandis que adoptó, importado desde las enloquecidas fábricas nacidas en el corazón de la Revolución Industrial, y cuya labor consistía ( y consiste aún) en producir de manera automática miles de artículos ( en algunos casos millones) con las mismas características y de acuerdo con los mismos estándares de producción. 
El escritor, conferencista y escritor británico Ken Robinson retó a los modelos educativos a reinventarse cuando afirmó que:  “La educación es la culpable, casi siempre, de desviar a la gente de sus talentos” 
No es extraña no novedosa esta afirmación. Séneca, mucho antes lo había dicho de otra manera: “No aprendemos gracias a la escuela, sino gracias a la vida.”    Pero aún más duros fueron Einstein y Mark Twain, reconocidos el uno como el mejor físico del siglo XX y el segundo como una de las plumas más prolíficas de los Estados Unidos. El primero manifestó que la educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela; el segundo fue más allá cuando afirmó: "“Nunca he permitido que la escuela entorpeciese mi educación.” 
Después de leer lo anterior, ¿Qué deberíamos hacer? ¿Cerrar las escuelas y dejar que cada quién se las arregle como pueda para educar a sus hijos?  Por supuesto que no. 
Lo que se necesita es una escuela dispuesta a reinventarse cada día y ajustarse a las necesidades cambiantes de la sociedad. Necesitamos que se considere a cada niño como un proyecto individual, promisorio, poderoso y en ese sentido apoyarlo, impulsarlo, protegerlo y ayudarlo a llegar al puerto seguro de su destino como hombre de bien y de servicio para su entorno. 
No es posible que haya más facultades de educación y nada  cambie. No es posible que los docentes se gradúen en maestrías y doctorados en los que les enseñan nuevos métodos, metodologías y modelos y les abran los ojos sobre lo dinosáurico que era el modelo anterior y, cuando lleguen a sus clases, después de celebrar ruidosamente su nuevo título, vuelvan a hacer lo mismo que hacían antes: de la misma forma, a la misma hora y con los mismos actores. 
Necesitamos una revolución de los currículos, pero, sobre todo, una revolución de las conciencias. Necesitamos comprender que la educación tiene un deber sagrado de tomar el duro y rudimentario barro humano para convertirlo en el bello y atractivo objeto cuya reluciente imagen inspirará a la sociedad a descubrirse y redescubrirse para conseguir el fin de elaborar la fina filigrana del bienestar y la felicidad de la familia universal. 

En otras palabras, la escuela debe mirar hacia la sabiduría africana y aprender del noble pueblo de ese continente indómito: "Para educar a un niño hace falta la tribu entera"

domingo, 6 de agosto de 2017

martes, 4 de julio de 2017

Ahora más que nunca

Escrito por: Ignacio Escudero Fuentes

Los devotos que vinieron por votos a La Guajira, tienen una deuda histórica que

saldar con este pueblo que cada día se hunde en la miseria, desesperanza y el

olvido de las esferas nacionales de gobierno. Además, del estigma y la señalización

a que hemos sido sometidos por la indelicadeza al parecer – no está probado - de

algunos servidores públicos en el manejo de los recursos que son de todas y todos

los guajiros. Situación esta que, no es diferente al comportamiento de los

mandatarios a lo largo y ancho del territorio nacional.

Es cierto que, desde que se implementó en la Constitución de 1991, la

Circunscripción Nacional para la elección del Senado de la República, cuya

finalidad fue, facilitar el acceso de nuevas fuerzas políticas y/o de minorías

políticas al Senado, disminuir o acabar con las prácticas electorales clientelistas

llevadas a cabo por los grandes “barones electorales” y la creación de un espacio

de representación de los intereses nacionales a través de políticos de perfil

nacional. La realidad, para Departamentos como La Guajira, es que fue peor el

remedio que la enfermedad.

Lo que ocurrió, fue la avalancha de candidatos que vinieron con “tulas” y torcieron

la voluntad ciudadanas que al final entregaron el voto por un plato de lentejas,

cercenando con ello la posibilidad de contar con un Senador y cuyo reflejo es

irrebatible por el trato indigno y grosero que estamos recibiendo de las altas

esferas de poder nacional.

Discrepo, respeto pero no comparto a quienes piensan que lo más conviene es

pasar factura de cobro a quienes elegimos los guajiros. Sobretodo que en la

actualidad grandes decisiones como la nacionalización de La Universidad de La

Guajira, reforma al Sistema General de Regalías, Estampilla Pro Universidad de la

Guajira, entre otros, están para debate en esa corporación y sanción presidencial.

Pienso todo lo contrario, debemos solicitar respetuosamente, pero con

determinación a los Senadores - como supieron hacer nuestros Representantes a la

Cámara - que en estos y otros casos de trascendental importancia tramitan en el

poder central que benefician a nuestros conciudadanos para que se coloquen la

numero 10, no de la tricolor sino de la bandera verde y blanco en defensa de los

intereses del Departamento.

Quienes son los Senadores que están en deuda con los guajiros, entre otros,

Bernardo Elías, José Alfredo Gnecco, Antonio Guerra de la Espriella, Álvaro Uribe Vélez,

Armando Benedetti, Roberto Gerlein, Horacio Serpa, Arturo Char, Efraín Cepeda, Musa Besaile,

Jorge Gechen, Daira Galvis, José Name, William Chamorro, Hernán Andrade, Bernabé Celis,

Eduardo Pulgarin y Lidio García Turbay. Los estamos observando y esperando.

El debate electoral es como el hambre, “va y viene” al igual que la celebración de nuestra

fiesta patronal del 2 de febrero cuando los guajiros con sus mejores galas celebramos las

fiestas religiosas de la Virgen de Los Remedios o Vieja Mello” como cariñosamente la

llamamos. Pero, los grandes políticos del país, con Presidente y ex Presidentes abordo vienen a

pedir a nuestra patrona su unción para obtener votos. Y, los guajiros, es el escenario idóneo

para solicitar Rendición de Cuentas de gestiones y ejecutorias a cada uno de ellos que

beneficien el colectivo peninsular. Es nuestra oportunidad, no tenemos de otra.

Cuando rasgueaba el artículo, escuche por la radio la visita próxima del señor

Presidente de la Republica de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, escenario

propicio para que escuchemos al mandatario los avances de la política pública de

su gobierno en beneficio del Departamento. Ojalá, con soluciones, que se permita el

análisis, la discusión y el disenso frente a la cruda realidad que vivimos donde las

obras públicas brillan por su ausencia y la recepción económica está en el pico más

alto de la historia político – administrativa del Departamento de La Guajira.

Bienvenido señor Presidente, ojalá usted y los Senadores en esta oportunidad sea

portadores de buenas noticias: AHORA, MAS QUE NUNCA… RECHAZAMOS LA

ESTIGMATIZACIÒN, LA EXCLUSIÒN Y EL ABANDONO OFICIAL.

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