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jueves, 19 de febrero de 2015

Encuentro de Joseístas

Maicao-. En 1.986 los compañeros de la Quinta Promoción de bachilleres del Colegio San José de Maicao, se reunieron para recordar los momentos felices que pasaron juntos durante sus estudios e secundaria.

La velada se llevó a cabo en casa de Yolanda Guerra, madre de Arturo Román Guerra. En la foto aparecen Janeira Flórez, Mireya Paredes, Efraín Guerrero (QEPD), el profesor Albert Rodríguez (QEPD), "Santico" Carrillo, Arturo Román, Olson Martínez y Alejandro Rutto.

¿Puede usted identificarlos a todos? Te retamos a que lo hagas.

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lunes, 28 de febrero de 2011

Sixto amador: el matemático de la palabra fácil

Crónica

Por: Alejandro Rutto Martínez



Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Sixto amador estuvo destinado desde su nacimiento a vivir una existencia salpicada por sucesos extraordinarios. Sus ojos de cartagenero soñador y laborioso se abrieron por primera vez el 31 de diciembre a las doce de la noche menos 15 minutos, en 1.945, un año en que el planeta sentía aún los ecos cercanos del fusil asesino utilizado en la Segunda Guerra Mundial y hacía un esfuerzo inútil para olvidar el mortal aroma de las humeantes ciudades de Hiroshima y Nagasaki, pulverizadas cruelmente por dos bombas atómicas cargadas de odio destrucción.

Las tibias aguas del Mar Caribe en las Costas de su Cartagena natal lo inspiraron para enamorarse de la vida y del estudio. Los calendarios de su feliz adolescencia le sirvieron como telón de fondo para su feliz y prematuro romance con los números. Desde bien temprano se hizo profesor de matemáticas y entre todos los números con los que lidiaba en la faena cotidiana aparecía uno más: el 900, correspondiente a los novecientos pesos mensuales que recibía como retribución por su trabajo de tiza blanca y pizarrón verde.

Un amigo cercano de la familia, Gustavo González (conocido como Picacable), lo invitó cierta vez a recorrer otras tierras y su inclinación a la errancia, derivada tal vez del hecho de haber nacido en un puerto frente al mar inmenso, lo llevó a aceptar la propuesta del viaje hacia tierras de la que solo conocía su nombre y los relatos fragmentarios que le hablaban de frontera, comercio, indígenas y árabes. Llegó a Maicao en 1.968 y comenzó a trabajar en el colegio Paulo VI a las órdenes del profesor Luis García, con un sueldo de novecientos cincuenta pesos mensuales, algo más de lo que ganaba en Cartagena, pero con menos rendimiento, pues ahora sus gastos en tierra extraña eran mayores.

Pero esa tierra no le sería extraña por mucho tiempo pues en ella conocería a Genara López Casicotes con quien compartiría la aventura de la empresa familiar de la que nacerían sus más preciados retoños: Richard José, José Carlos y María Angélica Amador López, convertidos hoy en exitosos profesionales, quienes aprecian su identidad maicaera tanto como a sus logros académicos y personales.

El espíritu errante de Sixto Amador se durmió para siempre pues nunca más salió de Maicao, en donde construyó un deslumbrante faro para la enseñanza de las matemáticas y fraguó proyectos sólidos y duraderos de educación cualificada. Las aulas de los colegios San José (diurno y nocturno), Cooperativo y María Montessori, así como las Universidades San Buenaventura y Magdalena, serían testigo de su esfuerzo para formar nuevas generaciones de ciudadanos dispuestos a construir mundos nuevos y mejores. Por sus clases pasaron el reconocido científico Orlando Díaz y los connotados profesionales Deyanira Guevara, Edilberto Díaz, Juan Mendoza, Olga Díaz y Yanet López Martínez.

El 31 de diciembre del 2.010 (“a las doce menos cuarto, me recalca”), cumplió la edad de retiro voluntario de la docencia y, por lo tanto ya no se encuentra en las aulas, pero eso no le impide continuar al pie de la hoguera iluminadora de su vida de donde brotan los rayos cargados de sabiduría asociados a las ecuaciones, la factorización y la cinemática. Tampoco se ha separado de los proyectos educativos que en el pasado le permitieron traer a su ciudad de adopción varias centros universitarios, entre ellos la Universidad de San Buenaventura y la del Magdalena, en la cual obtuvo su título como licenciado en Matemáticas y Física.

Hoy sus días son más fecundos que nunca pues permanece en constante movimiento atendiendo sus múltiples proyectos y se mueve tanto, como se lo exigían hace algún tiempo los ritmos salseros de Ricardo Rey y Bobby Cruz, los cuales le servían para controlar el estrés laboral y aún el puntaje excesivo de colesterol y triglicéridos. Hoy le sirven para ser un hombre feliz y un matemático de palabra fácil y corazón noble, como sus hijos y su familia. Noble como la tierra en que logró capturar la felicidad dibujada hoy en su rostro de hombre bueno

sábado, 5 de abril de 2008

¿Relaciones de Cristal?

POR : Ramiro Alfonso Choles Andrade


Dios ha de querer que las relaciones de hermandad entre los pueblos Bolivarianos, sigan mejorando sustancialmente, y muy especial con la fructífera frontera con el Estado Zulia – Venezuela .

La Semana Mayor que acaba de expirar, debió servir de éste y de aquel lado, para conscientes reflexiones y sesudos análisis; por lo que pudo ser y no fue

Los hilos invisibles del Genio de Bolívar, unido a la sensatez, a los compromisos abonados por un destino y una historia común; fue la alquimia que generó el restablecimiento de un cordial ambiente, capaz de perdurar como aquel antiguo Nudo Gordiano reseñado por mi amigo y maestro, Roberto Gutiérrez Castañeda en el caliente Liceo Almirante Padilla, en la década de los sesenta.

Es muy saludable para los gobiernos vecinos, priorizar en todas las fronteras profundos cambios en todos los niveles; con políticas interiorizadas y consensuadas con los verdaderos centinelas de los hitos fronterizos, en donde aun hay racimos humanos cargando pesadas cruces, descritos por el ilustre Rómulo Gallegos cuando afirmó que eran unos seres que “ Sufren, Aman y Esperan”.

Dejar solas a las fronteras, al azar, al libre vaivén, a la buena de Dios; se constituye en poderosas bombas de tiempo, en fortín para toda clase de desmanes con intenciones Maquiavélicas

A las fronteras se les debe dotar de los mejores planes reivindicativos .Ya es hora que se les pague la alta deuda acumulada desde largo rato y que aun pervive como mala leche.



Hay que reiterar hasta el cansancio, que es en las fronteras donde comienzan los primeros vagidos de nacionalidad y de patria. Es allí también en donde se agitan las palpitaciones al ondear de banderas tejidas con el calor humano, fortaleciendo lazos de paz y convivencia.

A las fronteras hay que brindarles mayores cuidados y corazón. La sociedad Civil debe constituirse en atalayas, para defender hasta los tuétanos, el pensamiento “Que ellas, no nos dividen, sino que nos unen “Que no son espacios fértiles ni para el Patrioterismo,ni para el imperio de la soldadesca con clarines y tambores ; llamando a la topa tolondra a que se caben mas sepulturas , con los arabescos del subdesarrollo social y mental .

Nadar contra oscuras corrientes y serrarles paso a pretensiones suicidas, debe constituirse en la mejor bandera; izada en el corazón de todos aquellos que comulgamos en que en la unión está la fuerza y que en éstos duros tiempos, es mejor inscribirnos como bomberos, que incendiarios de medio pelo.

Hay necesidad en seguir invocando a todos los Dioses Tutelares fronterizos, para que las fronteras no sean de cristal, sino de vitales encuentros, de unificación, de dignidad terrígena --- de nacionalismo sano y productivo y finalmente que sean fronteras de entusiasmo, para que cada morador de acá y acullá en las fronteras, lleven a Dios escriturado en lo mas profundo del pecho .

“ Lo sucedido en el presente, no necesariamente debe repetirse en el futuro; ya que después de superado el conflicto no se retornará a la realidad inicial ; y sí por alguna circunstancia llegare a ser igual o parecida, el conflicto podría alcanzar magnitudes impredecibles.”

martes, 1 de abril de 2008

El profesor Choles opina

Nota de la Redacción: el profesor ramiro Choles Andrade nació en Riohacha pero desde hace varias décadas se encuentra radicado en Maicao en donde es un ícono como educador, directivo docente y escritor. Desde hace 26 años se desempeña como rector del Colegio San José ( hoy Institución Número 5). Es autor de la letra del himno a Maicao y de varios libros inéditos y coautor de "Cuentos que no son cuento" . Nos sentimos orgullosos de presentar hoy su primera columna en Maicao al Día.

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VALORES MAICAEROS

Por: Ramiro Choles Andrade
Mis cavilaciones y reflexiones durante la Semana Mayor, me llevaron a entender por enésima vez, que es totalmente cierto y cobra vigencia , aquello que no solamente somos hijos de un territorio por haber nacido en él, sino también donde se lucha con Ardentía, tesón y dignidad . Bajo éste postulado , por eso hay Maicaeros por nacimiento y por adopción.

En las pocas décadas (8) de la existencia legal de nuestro terruño, muchas han sido las personas de diferentes espacios geográficos que regalaron su granito de tierra para que Maicao encontrara su norte , por los verdaderos caminos de prosperidad a que tiene derecho, por designios del Todopoderoso y de sus Dioses tutelares

Todas esas personas de carne y hueso, con aciertos y errores. Muchas veces solidarias hasta con la uñas, hacen parte de un ejército silencioso que lleva el sentir maicaero, hasta en los mas ocultos e inimaginables agujeros del cuerpo.---todos ellos seguirán inscritos en las paginas de la historia de nuestro pueblo, con la tinta indeleble con que Escribieron sus nobles actuaciones con el mero sabor a pueblo.

Este espontáneo reconocimiento, dista muy lejos de la adulación o de oscuros intereses - Pero si bien cercano en reconocerles sus aportes significativos y se cumpla aquello de Que “ Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios, lo que es de Dios “. En todos ellos primó un denominador común: Profirieron ser solidarios con la causa maicaera, realizando ingentes esfuerzos, en el fortalecimiento humano de una comunidad con Anhelos de grandeza en sus prácticas y en sus sentimientos religiosos.

sábado, 15 de marzo de 2008

Cilia Pimienta, mujer de temperamento y palabra

Por: Alejandro Rutto Martínez

A Cilia Pimienta la conocí en una mañana remota de 1974. Vivía el fragor de mis nueve años y una etapa bella e incomparable en que el arco iris era un portón abierto por Dios para que entraran al cielo todos los niños que respetaran a sus padres y quisieran a sus maestras; el arroyo del barrio era un río cuyas aguas, muchos kilómetros más adelante, servía para que los ángeles le dieran reposo a sus alas de algodón y lavaran sus ropas inmaculadamente blancas.

El bosque era una sábana pintada de verde por la mano firme del Padre Celestial en donde las vacas comían toronjil; el mar era una inmensidad azul coloreada por Dios cuando tenía nueve años como yo; y el fútbol era un deporte lejano y raro que se jugaba en una cancha enorme como una finca y mucho más grande que el pedazo de calle en donde nosotros jugábamos con nuestra pelota hecha de medias viejas hurtadas a nuestros padres.

Había comenzado 1.974 y los niños del Gimnasio Girardot, educados con la disciplina y el coraje del héroe de Bàrbula, nos disponíamos a beber gota a gota ese mundo de conocimiento que nos servían en el vaso siempre lleno de la aplicación y el amor al estudio.

La nueva profesora de ciencias naturales era “una señora alta y morena que habla bonito” según el decir de los niños. Y llegó el día en que al fin nos visitó. Era una mañana soleada y tibia de esas en que la mente está dispuesta a explorar el universo ancho y largo de la investigación. La nueva “seño” nos miró la cara y desde un principio puso sus condiciones: “vamos a conocer los animales. Los animales son seres muy importantes y los vamos a conocer a todos. Tienen que comprar un libro donde hablen de los animales y me van a hacer las tareas y las tienen que entregar a tiempo”

Y sí que hubo tareas. Y empezamos a conocer el mundo inexplorado, casi desconocido y mil veces maravillosos del reino animal. Supimos así que el sapo no era solo un animal repugnante o un príncipe llevado a esa deplorable condición por el hechizo perverso de una bruja, sino un aliado de la naturaleza para eliminar las plagas; que el chivo no era solo el plato suculento que con tanto cuidado preparaban nuestras mamás sino un animal cuadrúpedo cuyos propietarios se llamaban pastores; que la vaca no era solo una intrusa que revolvía las basuras en el mercado y nos asustaba con sus enormes cornamentas sino un generoso e involuntario proveedor de carne, leche y cuero.

Las clases de la nueva seño se volvieron cada vez más amenas y eran esperadas con el mismo interés con que mis amigos leían los paquitos de SANTO, el enmascarado de plata o con el ánimo que mis hermanos y yo teníamos cuando escuchábamos las aventuras de “Martín Valiente, el ahijado de la muerte” a través de Radio Maracaibo. Eran otros tiempos en que no perdíamos unos minutos para gozarnos la infancia.

Los mayores andaban preocupados con la guerra fría y la crisis del petróleo; se escuchaban aun los ecos de la aventura lunar protagonizada por el Apolo 11 y sus tripulantes quienes unos años antes habían dado su pequeño paso para el hombre y el paso gigante para la humanidad. Los noticieros hablaban de una cosa que podía comenzar en cualquier momento llamada Tercera Guerra Mundial y que José Manuel, el más despistado del curso confundía con una presentación de titiriteros. Eran tiempos de gran agitación en Maicao.

De noche recorríamos, de la mano de mi viejo, las calles del centro donde miles de personas visitaban los almacenes que solo cerraban después de las 8 de la noche. Nuestro moderno aeropuerto recibía y despachaba hasta cinco vuelos diarios y los aviones volaban tan bajito que rozaban casi el techo de nuestras viviendas. Alguien dijo que un avión rojo con blanco quedaba suspendido sobre el patio de su casa todos los días a las 12 del mediodía. Era la hora exacta en que su hermana, una portentosa quinceañera, tomaba el baño antes de ir a sus clases en la escuela La Inmaculada.

Así pasaban las jornadas hasta el día aquel en que la Seño Cilia me pidió que investigara una tarea sobre un animalito andariego, ruidoso y apetecido: la gallina. Llegué a casa y le pedía mi padre que me ayudara a buscar la lección en mis dos libros de ciencias naturales, pero no tuvimos éxito: los autores habían infestado las hojas de los textos con alusiones a los gusanos, ratas y mosquitos, pero no decían nada sobre la amable y generosa gallina. El viejo me permitió revisar sus libros pero comprendí con tristeza y desesperación que Alejandro Dumas no escribía sobre mis plumíferas amigas y Miguel de Cervantes andaba muy ocupado en la descripción de Rocinante para detenerse en estas aves de corto vuelo.

Todas mis abuelas, mis tías y mi vieja habían sido por siempre criadoras de gallina y nuestra casa era casi un gallinero donde también vivía la gente. Pero no teníamos un solo libro que nos hablara de esos animales. Así que, para remediar la desesperada situación, porque ya eran las 9 de la noche del día antes a la entrega del trabajo, desperté a una gallina y, sin pedirle permiso por la interrupción a su profundo sueño, la puse ante mí y empecé a describirla: mencioné sus alas cortas, sus patas arrugadas, su cresta pequeña y roja, sus plumas variopintas, sus huevos amarronados o blancos, su cacareo y cloqueo, su afición al maíz y a escarbar en busca de la vida, sus amoríos fugaces con el gallo altivo y madrugador, su costumbre de echarse durante 21 días en el y sus bellísimos y tiernos hijos a los que cuidaba con el celo con que todo ser de sexo femenino defiende a la familia.

Al día siguiente la seño Cilia, en vez de revisar como hacía siempre, me pidió que yo mismo leyera el escrito. Leí como escuchaba que leían los locutores de Radio Península, sin saber que esa lectura estaba marcando mi destino. La seño me escuchó con atención y sorpresa. Se notaba que no había leído antes ese relato.

Al final me preguntó que de cuál libro había copiado la tarea. Nunca he tartamudeado tanto. Asustado dije que no había sacado ese texto de un libro oloroso a nuevo como los de mis compañeros sino de un gallinero enorme como el corazón de mi madre.

“Eso no parece escrito por un niño de nueve años, me dijo”, “Pero está muy bueno y tiene 5”. Mis compañeros no se lo creían y yo tampoco. Pero con el tiempo supe que esa mañana impregnada por el olor a lluvia de la noche anterior y por el arco iris radiante que conducía al cielo, marcó mi vida para siempre.

Desde entonces siento como Cilia Pimienta me lleva la mano como lo hizo la señora Sara Viecco para enseñarme a hacer las planas de mis primeros días en la escuela. Cilia me lleva la mano para convertir imágenes en palabras y paisajes en poesía. Todo comenzó en aquella aula del cuarto grado guardada en las nostalgias de mi infancia desde donde tomo fuerza para decir que Cilia es una científica de las letras, una mujer de temperamento y palabra.

sábado, 1 de marzo de 2008

Mario Valdelamar: una institución en el desarrollo cultural de Maicao




Por:  Ernesto Acosta Solano

Este Cartagenero se gano el aprecio y cariño de los maicaeros que desde hace muchos años presencian por las calles en época de carnaval el singular disfraz de la típica mujer costeña que baila al ritmo de una tambora que le acompaña en la visita a los almacenes y hogares de esta ciudad comercial.

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