martes, 31 de octubre de 2023

Tomás Domingo Ocando, pionero de emisoras y aerolíneas (Episodio final)


Escrito por:
Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior:   Mingo estaba dedicado a impulsar Ondas de Maicao, la emisora que había creado,  pionera de la radiodifusión en el pueblo. Un día dejó a un lado la máquina de escribir y el radio, se puso a analizar la contabilidad de  su novedosa empresa y lo que descubrió le causó una gran sorpresa.

Las cuentas no cuadraban con la sintonía y el fervor que generaba la programación. Las huellas del lápiz rojo sobre los números de la contabilidad delataban el mal momento financiero por el que atravesaba la empresa. Los oyentes apoyaban a la emisora, pero los anunciadores no pautaban.

La tristeza hizo su aparición, pero no se desesperó. Llamó a su esposa y consultó con ella la gravedad de la situación.  

-       Tenemos que salvar la emisora dijo Mingo

-       Pero, ¿Cómo lo haremos, esos números que dejan lugar a dudas?  Estamos al borde de la quiebra, le respondió Josefina.

-       No sé, pero no podemos cerrar Ondas de Maicao, tenemos que salvarla.

Y encontraron la fórmula para salvarla, aunque para ello se vieron obligados a tomar una dolorosa decisión: venderla a un empresario que tuviera el suficiente músculo financiero para mantenerla en el aire.

Logró contactarse con empresarios radiales de Barranquilla quienes a su vez la vendieron a Aroldo Zapata  y de esta operación nacieron Radio Península y Radio Tribuna, dos de las más recordadas estaciones de radio del departamento de La Guajira.

Tomás Domingo,  por su parte, se dedicó de nuevo al comercio y a la familia. El cariño y el tiempo que le dedicaba a la emisora lo orientó hacia su flamante campero Nissan Patrol, que en adelante sería su compañero inseparable y su mejor amigo  y compañero de trabajo.

Incursionó en la compra de sal, pero prefería la de Bahía Honda, porque según sus conocimientos esta era de mejor calidad para el consumo humano y la curtiembre. Después la trajo también desde Manaure. 

También en el procesamiento de sal fue pionero, el suyo fue el primer molino para el procesamiento del mineral en Maicao. En algún momento fue distribuidor del hilo que utilizan las artesanas guajiras para elaborar sus artesanías.  


El negocio avanzaba bien y tenía cara de que mejoraría en las siguientes temporadas.   Y se volvió tan buen cliente que sus proveedores le hicieron una sorprendente propuesta: le enviarían sólo hilos blancos y él se encargaría de tinturarlos de acuerdo con la demanda del mercado  local.  

Una vez manifestara su aceptación le dieron las instrucciones necesarias y las herramientas para montar su pequeña factoría.  El proveedor le enviaba los hilos blancos y él, a través de un complejo proceso químico, los teñía de rojo, verde, morado amarillo…de acuerdo con las solicitudes de la clientela.

En el plano familiar contemos que el  hogar se llenó de alegría con la llegada de sus siete hijos Shirley de Jesús, Tomás Domingo, Indira Jazmín, Lenin Jesit, Osiris Carolina, Henry Rafael, Erica Joselina.

Incursionó también en el trabajo social a través de programas de pavimentación comunitaria lo que le valió el agradecimiento de decenas de familias y dirigentes locales quienes decidieron bautizar con su nombre un barrio de la ciudad, el cual se levantó en los mismos terrenos en donde se instalaron por primera vez los transmisores de Ondas de Maicao.  

También existe una avenida llamada Mingo Ocando: la carrera 12 en el tramo que va desde el Cuerpo de Bomberos hasta la antigua pista del Aeropuerto San José.

Jaime Mendoza Pitre, el gran profesor Pitre, define a Mingo Ocando como un ícono de los maicaeros, éstas son sus palabras:

-   “Mingo Ocando es un ícono por su seriedad, su permanencia y su querer y amor a Maicao. Lo considero y lo he llamado 'mi jefe único' por que es la persona que se ha ganado el cariño de los maicaeros. A través de la emisora logró que La Guajira y Colombia supieran qué era Maicao y cómo era Maicao. Aún sigue insistiendo en eso. Quien no conozca a Mingo Ocando es porque es muy joven o no es de Maicao. Es un mito, muy popular y su Nissan Patrol lo hace aún más popular, cuando pasa la gente dice “ahí va Mingo Ocando. Es una persona a quien le tengo gran aprecio, cariño y estima”

Mingo Ocando camina por las calles de Maicao como el hombre del millón de amigos, al que todos quieren y respetan, como un símbolo del civismo y del progreso y como pioneros de la emisora y las aerolíneas.

FIN

Tomás Domingo Ocando, pionero de emisoras y aerolíneas (Tercer episodio)


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior:   Tomás Domingo Ocando se ha casado con su novia Josefina  Brito, natural de Fonseca. A los pocos días de convivir con su esposo Josefina descubre una de las grandes aficiones del hombre al que había unido su vida

Una de las más grandes pasiones de Mingo era     sintonizar y escuchar emisoras de todas partes del mundo en su potente radio de doce bandas, el cual permanecía encendido casi todo el día. En casa de los Ocando se enteraban primero de lo acontecido en cualquier parte del mundo a través de los noticieros y los avances noticiosos de la radio Deutsche Welle (La Voz de Alemania), Radio Francia Internacional, la BBC de Londres, la Voz de los Estrados Unidos de América y Radio Nederland, entre otras, además de las colombianas Caracol, Radio Libertad y Radio Sutatenza.

Su apego a la radio lo llevó a pensar en que las emisoras eran un síntoma del progreso de los pueblos y un símbolo del desarrollo y de la modernidad. Desde ahí comenzó a darle vueltas en la cabeza la idea de montar una emisora en la tierra donde vivía.

Hizo las gestiones pertinentes en el Ministerio de Comunicaciones y con la ayuda del doctor Fabio Espinoza, propietario de Radio Juventud y la cadena radial CORAL quien le asesoró en los complejos trámites legales y administrativos y, además, lo ayudó a conseguir el transmisor y una parte de los equipos necesarios para el funcionamiento de la estación de radio.

Mingo estaba obsesionado con el sueño de que Maicao tuviera una emisora de verdad en un tiempo de comercio floreciente en el que la publicidad, los anuncios sociales y algunas noticias eran transmitidas a través de un par de bocinas situadas en lo alto de un tubo de diez metros a quien su propietario, el famoso “Chalindú” llamaba La Voz de La Frontera.

 

Después de varios viajes a Bogotá y a Tunja, desde donde vino el transmisor, Ondas de Maicao, identificada ante el Ministerio de Comunicaciones como H J I O comenzó sus transmisiones a través de la frecuencia 1290 khrtz el 20 de julio de 1969, día de la Independencia nacional. 

Lo primero que se escuchó fue el himno nacional y después algunas canciones de moda en la época.  Ondas de Maicao se convirtió en la novedad del último año de la década de los sesenta. Su improvisada cabina y sus estudios estaban ubicados en la salida a Paraguachón, margen derecha y allí mismo quedaban los estudios.

Mingo recuerda esos tiempos con nostalgia, como se aprecia en su narración:

-       “Eran tiempos muy duros, a mí me tocaba recoger a los locutores y periodistas para llevarlos a la emisora porque esta quedaba muy lejos. Además, pasaba toda la noche pegado al radio para copiar las noticias nacionales e internacionales para que las leyera Roberto Pineda. Eran noticias frescas que los periódicos solo publicaban al día siguiente”

Después la empresa consiguió un enlace de FM y pudieron trasladar las cabinas al centro de la ciudad en la esquina de la carrera 12 con calle 14. Ondas de Maicao se convirtió  en la escuela en donde comenzaron a formarse periodistas y locutores de la talla de Roberto Enrique Pineda y Amaranto pájaro Murieles. 

Mingo demostraba que siempre lograba lo que se proponía, por eso es tan difícil definirlo como ser humano y describir su generosa personalidad. El exalcalde Ovidio Mejía Marulanda, uno de sus mejores amigos, al referirse a él lo hace con estas elogiosas palabras:

- “Para describir a Mingo Ocando se necesita el cincel de Miguel Ángel y el pincel de Leonardo Da Vinci. Con él he construido una amistad y una hermandad. Lo conocí cuando implementamos el plan de pavimentos comunitarios, él era un hombre prevenido con la clase política. 

Lo conocí como un hombre pulcro, de manos limpias, que no propone ni se deja proponer actos indecentes que puedan manchar su honorabilidad y honradez. Por eso aconsejo, recomiendo que el que busque un amigo de verdad, que busque a Mingo Ocando”

Volvamos a los tiempos de la radio en los que el dueño de la emisora fungía, además como uno de los “cazadores de información”. No era lo que pudiéramos llamar un reportero, pero él se las ingeniaba para rastrear las noticias nacionales e internacionales:

-       “Yo tenía un radio de onda corta, marca Phillips, muy potente. Me pasaba la noche escuchando radio y transcribiendo las noticias nacionales e internacionales en mi máquina de escribir para que al día siguiente las leyera Roberto Enrique Pineda.  De esa forma logramos que En Ondas de Maicao se difundieran noticias del mundo y del país primero que las grandes cadenas de radio”

Por esta razón Ondas de Maicao se ganó el respeto y aprecio de su multitudinaria audiencia. Además, prestaba servicios sociales muy importantes como felicitaciones a quienes cumplían años o tenían otro motivo de celebración como grados o matrimonios; invitaba a las honras fúnebres; ayudaba  a encontrar documentos perdidos y daba a conocer los servicios de las empresas y establecimientos comerciales.

Un servicio social común en aquellos tiempos era:

-       “Se le informa a Marina González que su hermana Eudosia llegó procedente de San Onofre y desconoce su dirección. Se le agradece pasar por nuestros estudios a recogerla”

No pasaban cinco minutos antes de que Marina fuera a buscar a Eudosia a la emisora.

Un día Mingo dejó a un lado la máquina y el radio, se puso a analizar la contabilidad de  su novedosa empresa y lo que descubrió le causó una gran sorpresa.

Leer el episodio final

domingo, 29 de octubre de 2023

Tomás Domingo Ocando, pionero de emisoras y aerolíneas (Segundo episodio)

Foto reciente de Mingo Ocando y Joselina Brito

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior: 
Un ruido que se escucha todas las noches en el banco tiene alterado el ánimo de los vecinos y ha hecho que circulen en el sector varias hipótesis, entre las que se cuentan historias de fantasmas. Al principio se preguntaban  ¿Qué será ese ruido tan raro? 

Pero después los rumores fueron perdiendo fuerza y se volvieron parte de la cotidianidad. 

Mientras tanto en el banco se presentó una vacante para el cargo de auxiliar de oficina.  Se postularon varios candidatos entre ellos uno que llamó la atención del gerente: el celador nocturno.

Al directivo se le hizo extraño que una persona de conocimientos limitados en el área administrativa aspirara al nuevo cargo, pero le dio la oportunidad de participar en el proceso de escogencia.  No había ninguna regla que lo impidiera. 

La prueba consistía en escribir una carta, mecanografiada,  sin errores de ortografía ni enmendaduras en el menor tiempo posible.

El primero en terminar la prueba fue...el celador, un muchacho de mirada limpia y sonrisa alegre que respondía al nombre de Tomás Domingo Ocando.

-¿Y este carajo en qué momento aprendió a escribir a máquina con esa redacción perfecta y esa ortografía impecable?, se preguntaba el gerente.

Y el cura italiano le respondió: “Caro amico, chi ha interesse al progresso studia alla luce di una lampada e impara a scrivere anche di notte”  (Querido amigo, aquellos que están interesados ​​en progresar estudian a la luz  de una lámpara y aprenden a escribir aunque sea de noche). 

Esa era la explicación  del ruido del banco. Era el intermitente clap, clap de una máquina de escribir en la que el celador aprendía a escribir a máquina, a la luz de un mechón que prendía y apagaba con ciertos intervalos. Al principio los tipos golpeaban de manera irregular el papel situado en el rodillo, pero después lo hacía de manera fluida. Era ese el momento en que Mingo ya había adquirido total destreza como mecanógrafo.

El excelador asumió su nuevo cargo, pero nunca le reveló a nadie que en algunos momentos de la noche prendía un mechón para leer y también para aprender a escribir a máquina y de esa manera se develó el misterio difundido por Ana Velásquez.

Tomás Domingo Ocando nació en Distracción, un pueblo pequeño, acogedor y romántico del sur de La Guajira, el 18 de septiembre de 1939, es hijo de Rafael Ocando un próspero comerciante de la región quien llegaría a ser nombrado alcalde de Maicao, y Victoria “Toya” Borrego, una amorosa mujer dedicada las veinticuatro horas del día a cumplir sus labores de gerente del hogar.

En 1956, cuando su registro civil indicaba que tenía 17 años, Tomás Domingo, a quien en adelante llamaremos “Mingo” se trasladó a Maicao en busca de mejores oportunidades, pero se encontró con la realidad de enfrentarse a lo desconocido y a la escasez de oportunidades. Trabajó como ayudante de albañilería, maestro de obra y mandadero. Hizo de todo hasta que se le presentó la oportunidad de trabajar en el Banco Popular en el que desempeñó varios cargos gracias a su don de gente, talento y su afición a formarse como autodidacta.

Al retirarse del banco se dedicó al comercio de víveres y abarrotes, pero un día recibió la llamativa oferta de gerenciar la oficina local de una empresa de transporte aéreo y fue así como llegó a ser gerente de Aerocóndor, una de las aerolíneas colombianas más importante de los años sesenta y setenta, para todo el departamento de La Guajira.

También tuvo su propia agencia de viajes en donde vendía tiquetes de las empresas Avianca, Sam, Aerocóndor, Taxader, Urraca y Satena. Era la época dorada del aeropuerto San José y “Mingo” era el encargado de venderles los pasajes a los numerosos viajeros que día a día se trasladaban desde Maicao hacia otras latitudes.

Por esa época conoce a la joven Joselina Brito, natural de Fonseca, quien vivía en el mismo sector que él, calle once con carrera 15 zona adyacente al mercado público. Se hicieron novios y decidieron unir sus vidas para siempre. La boda se efectuó en la iglesia San José el 16 de septiembre de 1967. Ella acudió elegante, como una rosa blanca, del brazo de su abuelo quien la llevó al altar en donde se encontraba Tomás Domingo, acompañado de Toya, quien desbordaba felicidad.

El matrimonio fue uno de los acontecimientos familiares más importantes de la década para las familias Ocando y Brito. Tanto Mingo como Joselina contaban con el gran aprecio de sus familiares.    

En el momento más importante de la ceremonia el sacerdote italiano expresó la conocida fórmula del ritual católico: Los declaro marido y mujer hasta que la muerte los separe. Y acto seguido le dirigió una pequeña exhortación a Mingo:  Caro ragazzo, prenditi cura di questa bella donna, ha un bell'aspetto e non ne troverai mai una come lei da nessuna parte.  (Querido muchacho, cuida a esta hermosa mujer, se ve que es buena y nunca vas a encontrar una como ella en ninguna parte.)

Josefina no necesitó mucho tiempo para conocer los hábitos de Mingo y sus aficiones. Entre ellas una  que marcaría la vida de ambos. 

sábado, 28 de octubre de 2023

Tomás Domingo Ocando, pionero de emisoras y aerolíneas


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

“Para describir a Mingo Ocando se necesita el cincel de Miguel Ángel y el pincel de Da Vinci” Ovidio Mejía Marulanda

Introducción: Tomás Domingo Ocando es una leyenda viviente de Maicao. Gracias a Dios está vivo y con la salud como la de un roble, vive con su esposa Joselina y es el patriarca de una hermosa familia. Fundó la primera emisora de Maicao, trajo al pueblo varias aerolíneas, lideró procesos de pavimentación por autoconstrucción...en fin, es una verdadera personalidad en el pueblo.  Una avenida y un barrio llevan su nombre, un honor que muy pocos han conseguido en vida. 

Con cierta frecuencia se lo ve con su abundante cabellera canosa amarrada en forma de cola de caballo, como la de los grandes artistas,  detrás del timón de alguno de sus dos camperos Nissan Patrol por las calles de Maicao o tomando el fresco de la tardes en su casa del barrio San Martín al lado de su esposa Joselina. Allí, en el patio de su casa me invitó a tomar café para darme notas que anoté juicioso en una libreta. Son  las notas que hoy me permiten contarle varios episodios de su interesante historia. 

Primer episodio

En esas mañanas de intenso calor y calles invadidas por la arena y la resequedad la brisa se había ausentado y las copas de los árboles se mantenían imperturbables, su amable sombra era el único y eficaz refugio en el que podían protegerse los fatigados transeúntes que iban y venían de la plaza. 

Ante la falta del viento lo único que corría por el caserío era el rumor que andaba de boca en boca desde la noche en que Ana Velásquez pasó por el edificio donde funcionaba el Banco Popular y sintió que algo raro pasaba en su interior.

Banco Popular antiguo

Al principio le pareció ver un mechón encendido, pero éste se apagó misteriosamente cuando ella se acercó a comprobar si era verdad lo que sus ojos habían visto. A ella no le cabían dudas de lo que sus sentidos  le decían. La noche siguiente sintió un ruido extraño, como el que producían las máquinas de escribir al martillar sus teclas contra el papel en blando envuelto en el rodillo. 

Ana le contó la historia  a una vecina y esta a un compadre y el compadre hizo el comentario en la ventana de la tienda y poco después la noticia del “Fantasma del Banco” se había extendido por todas partes.

- "Esa es el alma en pena de alguna persona que trabajó en el banco y murió”, se atrevió a decir alguien experto en temas del más allá, pero otras personas preferían creer en la tesis de que era el eco de las máquinas que se escuchaba como las fichas de dominó a altas horas de la madrugada los lugares en donde se acostumbra a golpearlas contra la mesa.

El cura italiano al que le preguntaron si existía un fantasma escritor respondió:

- “Il diavolo è troppo impegnato nella sua malvagità per scrivere lettere di notte” (El diablo está muy ocupado en su maldad para escribir cartas por la noche).

El único que no sentía el sonido de la máquina fantasma era el celador del banco. A las 6 de la mañana, cuando terminaba su turno, abría la puerta y se iba tranquilo para su casa. Si alguien le preguntaba por el ruido de la máquina y el mechón que se encendía y se apagaba, tan sólo respondía:

- “Son ideas de la gente loca”, yo estoy despierto toda la noche y no siento nada, fantasma que se aparezca, fantasma que espanto.

Sin embargo, la gente no estaba muy convencida del "no pasa nada" todos estaban seguros de que algo estaba pasando y seguían con la inquietud metida en el pensamiento y el temor incrustado en el alma. 

Los vecinos se dividieron en tres grupos: los creyentes, los temerosos y los arriesgados. 

Los creyentes organizaron reuniones en las que rezaban el rosario juntos o elevaban silenciosas oraciones en privado. 

Los temerosos atrancaban bien la casa por si acaso o colgaban un amuleto en lugar estratégico, como la mata de sábila detrás de la puerta. Y los más arriesgados patrullaban por los alrededores o se asomaban por las rendijas de las ventanas con la idea de captar algo que los ayudara a resolver el misterio. 

Pero pasaban los días y no pasaba nada. Los ruidos extraños persistían, así como las oraciones, los amuletos y las hipótesis sobre sus posibles causas. Eran los tiempos de un pueblo en el que no pasaba nada o casi nada y cualquier acontecimiento por pequeño que fuera se convertía en tema de conversación.

El rumor fue perdiendo fuerza, no porque desaparecieran el ruido nocturno y la luz intermitente, sino porque la gente decidió no invertir más tiempo tratando de explicar lo inexplicable. El pueblo aceptó ambos fenómenos como parte de su vida normal y dejó de hablar de ese tema.

Supusieron que la verdad se sabría tarde o temprano pero no abandonaron sus cavilaciones:

¿Qué será lo que causa ese ruido todas las noches?

Leer el segundo episodio


domingo, 22 de octubre de 2023

José Luis Palmar Díaz, el pintor que captura los colores de La Guajira (Todos los capítulos)



Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Te invitamos a disfrutar de esta maravillosa serie sobre la vida del gran artista colombiano José Luis Palmar Díaz. Te vas a adentrar en paisajes de La Guajira y en la forma en que crece y se consolida uno de los más grandes artistas de los últimos tiempos:

Capítulo 1: Un parto muy difícil

Capítulo 2: A veces llegan las cartas

Capítulo 3: Estudios y más estudios 

Capítulo 4:     Primer cuadro, producto de exportación

Capítulo final: Familia, logros y satisfacciones

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