miércoles, 18 de octubre de 2023

José Luis Palmar Díaz, el pintor que captura los colores de La Guajira (Primer capítulo)

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Primer capítulo: Un parto muy difícil

El vehículo avanza  a toda la velocidad que le permiten sus ruedas y su motor a través de una angosta trocha inundada de fina arena y rodeada en algunos tramos de cardones, tunas y trupíos.

Por momentos se hunde del todo y es cuando el motor se torna incapaz de continuar el viaje. Es necesario que los pasajeros varones se bajen para ayudar a empujarlo y ponerlo en marcha de nuevo. Ha salido desde puerto López con destino final Riohacha y en el camino ha pasado por numerosas comunidades en donde algunos pasajeros se bajan con sus aperos y otros suben a bordo para llegar a alguna parte.

En algunos tramos no hay vegetación ni puntos de referencia para guiarse, pero el conductor conoce el camino como la palma de la mano y no tiene ningún problema en su orientación.

En el cielo se mueve perezoso un sol inclemente y tan sólo unas pocas nubes escuálidas y presurosas que no dan ninguna esperanza de sombra y mucho menos de lluvias. Es apenas el mes de septiembre, de modo que faltan aún algunas mañanitas para que comiencen las lluvias de octubre.

El conductor sabe que entre sus pasajeras viene Paulina Díaz, mujer wayuu, nativa de Uribia, a quien mandaron de viaje de manera urgente porque tiene cumplidos sus nueve meses de embarazo. Como no hay partera en Puerto López la familia ha decidido mandarla a Riohacha para que tenga su criatura. Por esta razón el vehículo no puede ir todo lo rápido que quisieran sus ocupantes, porque la muchacha puede sufrir algún percance de salud. 

Pero tampoco pueden ir tan lentos porque corren el riesgo de no llegar a tiempo al hospital. En una de sus paradas advierten que el vehículo está recalentando, situación que los obliga a hacer una pausa más prolongada de lo normal. Paulina y sus acompañantes se preocupan y le piden a Dios que el carro pueda reanudar la travesía y llevarlos sin contratiempos a su lugar de destino.

Tras largas jornadas de desplazamiento, paradas, pausas, revisiones mecánicas y negociaciones entre los transportadores y los pasajeros que piden rebaja, el vehículo por fin llega a Riohacha al atardecer del 5 de septiembre de 1950.  Paulina y sus acompañantes se instalan en la casa de sus familiares en la calle cuatro, cerca al Cementerio Central, sector conocido como El Guapo.

Las oraciones habían dado resultado en cuanto a la llegada, ahora faltaba que la criatura naciera sin ningún contratiempo. El rostro de la mujer indicaba que sufría los rigores propios de los últimos

días de su embarazo.  Podría decirse que habían llegado sobre el límite del tiempo. Esa noche Paulina no durmió mal y, al día siguiente se sentía bastante decaída. Al parecer el maltrato sufrido en el viaje le estaba pasando factura. Cuando despertó, con el último hilo de su voz debilitada le hizo saber a sus familiares lo dramático que era su estado de salud: 

-         "Ya no aguanto más, creo que me voy a morir, todo me duele, todo me da vueltas.” 

Quienes la rodeaban comprendieron que la situación era muy delicada, le pidieron a Dios que no fuera muy tarde y se decidieron a actuar.

Leer el segundo capítulo

lunes, 16 de octubre de 2023

El placer de escribir a máquina otra vez


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Me recomendaron situar una maquina de escribir en la biblioteca con fines decorativos. Ellas son muy coquetas y fotográficas y hacen que los espacios se vean muy bonitos, me sugirieron.
No fue fácil obtenerla porque hace dos décadas están descontinuadas, pero una vez la conseguí pude observar que no sólo era muy bonita sonó que funcionaba perfectamente. Entonces me di a la tarea de escribir en ella y ahora ustedes están leyendo el resultado de ese naciente romance.

Escribir a máquina es dejar las ideas plasmadas para la posteridad guiados por la nota musical que nos conduce a un encuentro con la memoria.

La máquina produce un sonido voraz de teclas deseosas de lacerar el papel en blanco, letra por letra, golpe por golpe. Es un encuentro polifónico entre los dedos pensantes y el teclado diligente.

El sonido es un golpe anunciador del vuelo de un pájaro o la fuga de una mosca o la paciencia de una araña. Avanzan indemnes las palabras en los surcos de la historia.

Y avanza el carro con su rodillo, de derecha a izquierda para que las letras, los puntos y las comas se sitúen como soldados de una sola legión en marcha de izquierda a derecha.

Las teclas producen notas sonoras como altivas fanfarrias que anuncian la llegada de cada letra al trono del poder sobre el inmaculado lienzo del papel en blanco.

Suenan y suenan, el rodillos, la barra espaciadora, la campanita del margen...todo en perfecta armonía.

Canta el escrito a los acordes de tipos presurosos. Una tilde exiliada de la A o de la E, en todo caso de la vocal mayúscula que reniega porque no quiere tener una cicatriz sobre su cabeza.

Y el sonido se va con el viento, pero los tipos han impregnado el papel de letras y ellas no se van, ni fácilmente se dejan borrar.

Entonces las letras vienen y van como alondras pensativas. Más allá de los montículos y de las colinas dibujadas con palabras, empieza a mostrar sus reflejos el crepúsculo.

El texto se colorea al vaivén de la escritura, de palabras enhebradas en la fantasía de una frase con cara de mujer y cintura de reloj de arena. Escribir a máquina es mirar el pasado a través del retrovisor del tiempo. Es meditar y transcribir; recordar y suscribir; pensar y escribir. Escribir a máquina es aferrarse a la soledad para que la luz de la sabiduría se encienda como candil perseguidor de bloqueos obsecuentes y de errancias testarudas.
Escribir a máquina es, en resumen, mirar atrás con valentía, para caminar adelante sin vacilaciones.

jueves, 12 de octubre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Todos los episodios)


Escrito Por: Alejandro Rutto Martínez


Episodio Número uno

Episodio número dos

Episodio número tres

Episodio Número cuatro

Episodio número cinco

Episodio número seis

Episodio número siete

Episodio número ocho

Episodio número nueve 

Episodio número diez

Episodio Número once

Episodio número doce

Episodio final


El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Episodio final)

Resumen del episodio anterior: Radio Caracolito incursiona en las transmisiones deportivas y le brinda la oportunidad a tres jóvenes narradores y comentaristas para que inicien su carrera en el periodismo deportivo. 


La emisora trasladaba sus equipos a la cancha y desde ese lugar se transmitían todas las jugadas de los distintos torneos en la voz de William Merlano y los comentarios de Dalmiro Ariza. El fútbol a través de la radio comunitaria se escuchaba en los barrios de las Comunas 3 y 4 y en buena parte de la ciudad.

Cuando Merlano se trasladó a Bogotá por razones personales lo reemplazó Mike Ramírez, quien formó una pareja inolvidable con Dalmiro Ariza.

Es de anotar que Caracolito fue la plataforma en que se iniciaron estos tres comunicadores que después ingresaron a emisoras como RCN, La Voz de la Pampa y Olímpica Stéreo.   

Merlano y Ramírez ya se encuentran viviendo en la eternidad. Ariza hace parte de la Asociación Colombiana de Periodistas Deportivos (ACORD) y ha liderado varios programas en la radio cristiana en una brillante carrera que se inició en las tardes y de fútbol en “Caracolito”.  

Dalmiro Ariza Barraza con el uniforme de la Asociación de Periodistas Deportivos, Acord

Al consultarle sobre sus inicios en la radio comunitaria del barrio San Antonio se expresa de la siguiente manera:

-      Al señor Guillermo Ospina lo conocí por allá en los años ochenta y ocho, ochenta y nueve, allí se jugaba un campeonato de microfútbol, en una cancha de tierra. Se jugaban siete, ocho, hasta diez partidos. Sus bocinas eran la emisora del barrio. William Merlano y yo fuimos contratados para narrar los partidos de ese torneo. 

   Nuestras voces se escuchaban en muchos barrios. Se transmitían los servicios sociales, por ejemplo, cuando moría una persona él daba el nombre del difunto, las condolencias, la dirección del velorio, la hora del sepelio. Si se perdía una cartera él informaba y anunciaba si había una recompensa. Era una persona muy honorable que se ganó el cariño de la gente.  

Y sigue registrando sus recuerdos:

-  En el campeonato mi compañero, el narrador William Merlano inventó apodos como El “Mágico” Molina, “El Pielrroja Morón”, “El Tumbatecho De la Cruz”, que era muy alto.

Ese torneo fue muy reconocido y fue donde nos dimos a conocer en la radio. Le agradecemos a él porque a través de la emisora pudimos incursionar en la radio.

Algunos se preguntarán qué pasó con la emisora y por qué hoy no funciona. Resulta que Caracolito tuvo un triste final por cuenta de la delincuencia. Hace unos años los ladrones llegaron a la Casa del Pesebre y se robaron todos los equipos. Don Guillermo y sus amigos lograron recuperar parte de los elementos, pero de nuevo se los volvieron a robar un tiempo después y nunca más aparecieron.

Hoy Guillermo disfruta de la tranquilidad del hogar, al lado de su esposa e hijos. No es tan activo como antes, pero vive gran parte del año concentrado en la preparación de la navidad y sueña con el día en que el pueblo vuelva a tener la compañía de su desaparecida emisora.


Estoy a punto de terminar este relato, pero es difícil. Me he metido tanto en los laberintos de la historia que ahora no encuentro la puerta de salida. En un intento para buscar el punto final me sitúo frente al edificio Uribia, una de las obras más importantes en las que trabajó Guillermo Ospina Vélez, lo observo en pie, en medio de construcciones menos imponentes y como centro de un hormiguero humano del que hacen parte comerciantes, obreros, vendedores ambulantes y vecinos del lugar. 

Miro el edificio de arriba abajo y no me explico cómo Guillermo pudo sobrevivir a su caída desde la parte más alta, cuando aún se encontraba en construcción y exploro el pavimento en busca del lugar en donde puede estar la alberca en donde cayó el humilde obrero accidentado.

No entiendo cómo alguien pudo haber sobrevivido a este percance y entonces le doy la razón al médico del hospital de Cartagena en donde le salvaron la vida al protagonista de nuestra historia: “A usted, mi querido paciente, lo salvaron las alas de Dios”

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Episodio doce )


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior: La casa de Guillermo es el epicentro de la navidad en la Comuna Cuatro de Maicao. Los niños acuden felices a su casa y él, vive pensando siempre en nuevos proyectos. Un día, poco antes del inicio de las novenas, se presentó con unas cajas y varias herramientas. ¿En qué estaría pensando ahora?

En los días previos había hecho arreglos en una de las habitaciones y allí sobre una mesa dejó los paquetes con la orden expresa de que nadie los tocara. Volvió a salir y un rato después se bajó de una camioneta F-100 que prestaba servicio como taxi con una vara de guadua muy larga.

Sus hijos se preguntaban qué había en esas misteriosas cajas y para qué serviría ese “palo” tan largo.

No debieron esperar mucho para tener respuestas. Guillermo deshizo el empaque de los paquetes y ante sus ojos aparecieron dos bocinas enormes, un micrófono, un pequeño amplificador, varios metros de cable y una grabadora

Pasaron un buen tiempo haciendo la instalación de las bocinas en lo alto de la vara de guadua, desde donde descendían los cables que las conectaban al amplificador, al cual se encontraban conectados la grabadora y el micrófono.


De esa manera acababa de nacer “Caracolito” una de las más famosas emisoras comunitarias de Maicao.  En la primera histórica transmisión se escuchó la voz de Guillermo Ospina Vélez quien se expresaba de la siguiente manera

-      Buenas tardes señoras y señores, damas y caballeros, bienvenidos a las emisiones de prueba de Radio Caracolito, transmitiendo desde la Casa del Pesebre, queremos desearles a todos ustedes una feliz navidad. 

 

Saludos a mis compadres Lucho Rhenals y Telesila. Aquí estaremos para mantenerlos informados y para encargarnos de sus servicios sociales, cumpleaños, reporte de documentos perdidos y todo lo que usted necesite.  Invitamos a todos los niños del barrio para que nos acompañen en la novena desde el 16 de diciembre Y a continuación los villancicos para que disfruten la navidad”.

Esa primera incursión de “Radio Caracolito” tuvo un efecto indescriptible en el ánimo de la gente.    La mayoría era incrédula porque no se imaginaban que en plena modernidad y cuando Maicao contaba con prestigiosas emisoras como Radio Península y Radio Tribuna, pudiera tener alguna cabida la radio comunitaria.    Otros se sentían acompañados por la música de navidad y por la voz de Guillermo que les recordaba la hora y los invitaba a decorar sus casas con motivos navideños.

Radio Caracolito se volvió parte de la cotidianidad en la Comuna Cuatro. Era el medio ideal para que alguien recuperara sus documentos, para conseguir un carpintero disponible, para saber en qué hogar se necesitaba agua y se la llevaran a domicilio.

Cuando un familiar venía de otro pueblo y no conocía la dirección a donde debía llegar, iba a Caracolito en donde se escuchaba poco después el siguiente mensaje:

-      “Se le informa a la señora Ruperta Morales que su primo Crescencio llegó de San Onofre y desconoce su dirección, Puede pasar a recogerlo en nuestros estudios. Repetimos…” 

Y así sucesivamente hasta que la señora Ruperta fuera a buscar a su pariente.

En algunas ocasiones felicitaban a las personas que cumplían años, a los que se graduaban, a los novios que iban a casarse y se organizaban las celebraciones de fechas claves como Día de las Madres y día del maestro.

La emisora comenzaba a escucharse a las cinco de la mañana cuando Guillermo amplificaba el programa “Despierta Guajiro” de Amaranto Pájaro, el cual se transmitía por Radio Península y transmitía a lo largo de la jornada enlazada con la cadena nacional Caracol, en los horarios noticiosos.

Radio Caracolito transmitió las novenas de ese año, las cuales fueron un éxito absoluto con buena natilla, chocolate, buñuelos y regalos para los niños, además del acompañamiento de la radio alternativa.

La emisora se volvió muy famosa, escucharla era un deleite y alrededor de su trabajo existen muchas anécdotas: Miller Angarita, por ejemplo, narra la forma en que se conoció con los esposos Ospina Betancur:

-      “Los conocí de una forma muy particular a mí me gustaba mucho ir por los lados del estadio municipal y un día cualquiera de diciembre pasé muy cerca del barrio San Antonio y se escuchaba una música muy de diciembre y lo más curioso un aviso o como se decía un anuncio parroquial: se le avisa a doña Cirita q la puerca se metió al patio de doña María y está haciendo daños que vaya por ella

Eso me llamó mucho la atención y hasta nos dio risa a mi esposa y a mí.  Averigüé con mi amigo Alberto Hernández quien vivía por esos lados y le comenté lo que había escuchado. Me contestó que era la emisora del señor Ospina a quien describió como “un man que hace muchas cosas para el barrio, y también ahora por ahí el 16 de diciembre hace las novenas de aguinaldos y arma un pesebre grande”.

“Radio Caracolito” incursionó también en las transmisiones deportivas de un importante torneo. 

En el próximo episodio les contaremos de qué campeonato se trataba y quiénes eran los jóvenes narradores y comentaristas. Adelantamos que fueron tres personas que en los siguientes años se destacaron en el periodismo deportivo y la narración de fútbol en el departamento de La Guajira y otras regiones del país.

Leer el episodio final de esta emocionante crónica

 

Analytic