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jueves, 12 de octubre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Episodio doce )


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior: La casa de Guillermo es el epicentro de la navidad en la Comuna Cuatro de Maicao. Los niños acuden felices a su casa y él, vive pensando siempre en nuevos proyectos. Un día, poco antes del inicio de las novenas, se presentó con unas cajas y varias herramientas. ¿En qué estaría pensando ahora?

En los días previos había hecho arreglos en una de las habitaciones y allí sobre una mesa dejó los paquetes con la orden expresa de que nadie los tocara. Volvió a salir y un rato después se bajó de una camioneta F-100 que prestaba servicio como taxi con una vara de guadua muy larga.

Sus hijos se preguntaban qué había en esas misteriosas cajas y para qué serviría ese “palo” tan largo.

No debieron esperar mucho para tener respuestas. Guillermo deshizo el empaque de los paquetes y ante sus ojos aparecieron dos bocinas enormes, un micrófono, un pequeño amplificador, varios metros de cable y una grabadora

Pasaron un buen tiempo haciendo la instalación de las bocinas en lo alto de la vara de guadua, desde donde descendían los cables que las conectaban al amplificador, al cual se encontraban conectados la grabadora y el micrófono.


De esa manera acababa de nacer “Caracolito” una de las más famosas emisoras comunitarias de Maicao.  En la primera histórica transmisión se escuchó la voz de Guillermo Ospina Vélez quien se expresaba de la siguiente manera

-      Buenas tardes señoras y señores, damas y caballeros, bienvenidos a las emisiones de prueba de Radio Caracolito, transmitiendo desde la Casa del Pesebre, queremos desearles a todos ustedes una feliz navidad. 

 

Saludos a mis compadres Lucho Rhenals y Telesila. Aquí estaremos para mantenerlos informados y para encargarnos de sus servicios sociales, cumpleaños, reporte de documentos perdidos y todo lo que usted necesite.  Invitamos a todos los niños del barrio para que nos acompañen en la novena desde el 16 de diciembre Y a continuación los villancicos para que disfruten la navidad”.

Esa primera incursión de “Radio Caracolito” tuvo un efecto indescriptible en el ánimo de la gente.    La mayoría era incrédula porque no se imaginaban que en plena modernidad y cuando Maicao contaba con prestigiosas emisoras como Radio Península y Radio Tribuna, pudiera tener alguna cabida la radio comunitaria.    Otros se sentían acompañados por la música de navidad y por la voz de Guillermo que les recordaba la hora y los invitaba a decorar sus casas con motivos navideños.

Radio Caracolito se volvió parte de la cotidianidad en la Comuna Cuatro. Era el medio ideal para que alguien recuperara sus documentos, para conseguir un carpintero disponible, para saber en qué hogar se necesitaba agua y se la llevaran a domicilio.

Cuando un familiar venía de otro pueblo y no conocía la dirección a donde debía llegar, iba a Caracolito en donde se escuchaba poco después el siguiente mensaje:

-      “Se le informa a la señora Ruperta Morales que su primo Crescencio llegó de San Onofre y desconoce su dirección, Puede pasar a recogerlo en nuestros estudios. Repetimos…” 

Y así sucesivamente hasta que la señora Ruperta fuera a buscar a su pariente.

En algunas ocasiones felicitaban a las personas que cumplían años, a los que se graduaban, a los novios que iban a casarse y se organizaban las celebraciones de fechas claves como Día de las Madres y día del maestro.

La emisora comenzaba a escucharse a las cinco de la mañana cuando Guillermo amplificaba el programa “Despierta Guajiro” de Amaranto Pájaro, el cual se transmitía por Radio Península y transmitía a lo largo de la jornada enlazada con la cadena nacional Caracol, en los horarios noticiosos.

Radio Caracolito transmitió las novenas de ese año, las cuales fueron un éxito absoluto con buena natilla, chocolate, buñuelos y regalos para los niños, además del acompañamiento de la radio alternativa.

La emisora se volvió muy famosa, escucharla era un deleite y alrededor de su trabajo existen muchas anécdotas: Miller Angarita, por ejemplo, narra la forma en que se conoció con los esposos Ospina Betancur:

-      “Los conocí de una forma muy particular a mí me gustaba mucho ir por los lados del estadio municipal y un día cualquiera de diciembre pasé muy cerca del barrio San Antonio y se escuchaba una música muy de diciembre y lo más curioso un aviso o como se decía un anuncio parroquial: se le avisa a doña Cirita q la puerca se metió al patio de doña María y está haciendo daños que vaya por ella

Eso me llamó mucho la atención y hasta nos dio risa a mi esposa y a mí.  Averigüé con mi amigo Alberto Hernández quien vivía por esos lados y le comenté lo que había escuchado. Me contestó que era la emisora del señor Ospina a quien describió como “un man que hace muchas cosas para el barrio, y también ahora por ahí el 16 de diciembre hace las novenas de aguinaldos y arma un pesebre grande”.

“Radio Caracolito” incursionó también en las transmisiones deportivas de un importante torneo. 

En el próximo episodio les contaremos de qué campeonato se trataba y quiénes eran los jóvenes narradores y comentaristas. Adelantamos que fueron tres personas que en los siguientes años se destacaron en el periodismo deportivo y la narración de fútbol en el departamento de La Guajira y otras regiones del país.

Leer el episodio final de esta emocionante crónica

 

miércoles, 11 de octubre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Octavo episodio )

Maestro de ceremonias en la iglesia de San Antonio


Resumen del episodio anterior: Un inversionista local contacta a Guillermo para que se haga cargo de cierta obra muy importante. No responde de inmediato, pide tiempo para pensarlo y consulta con su esposa y sus consejeros. Tres días después tiene dos decisiones tomadas. 

La primera decisión consistía en darle una respuesta afirmativa a Alfonso Puerta.

-Don Alfonso, sí puedo hacerme cargo de la construcción de su edificio y lo haré con mucho gusto

-En ese caso necesito que iniciemos cuanto antes, le respondió el empresario.

La segunda decisión fue viajar en compañía de Sara a Barranquilla para recoger algunos muebles y parte de los elementos del hogar que se encontraban guardados en la Arenosa desde su venida a Maicao.

¿En serio Guillermo estaría pensando en no irse más de Maicao?

Esa era la pregunta que Sara se hacía a cada instante al recordar todos los trasteos que habían tenido en sus años de matrimonio.

La cuadrilla de laboriosos trabajadores contratada por Alfonso y Guillermo trabajó muy duro, tanto que la obra avanzaba a muy buen ritmo. No les faltó en ningún momento el material y tampoco el agua que era tan escasa para esos días. Todo iba muy bien, pero Guillermo quería hacer mucho más de lo que hacía.

Una tarde de sábado tomó la escalera, la colocó en la pared frontal de su casa y en lo mes alto ubicó el cartel que lo haría aún más conocido en el pueblo.

"Se soban piernas y brazos"

En sus tiempos de vaquero en los llanos Orientales Guillermo había aprendido el arte de "sobar", es decir, aplicar sus conocimientos para enderezar huesos dislocados, “cuerdas montadas" y entablillar fracturas.

En algunos casos la terapia era dolorosa y como en aquellos parajes no se conocía la anestesia ni los sedantes, tenía que ingeniárselas para disminuir el sufrimiento de los pacientes. 

Herbert, el hijo mayor de Guillermo revela un episodio en el que éste tiene que emplearse a fondo para atender a un enfermo en aquellos tiempos:

"Mi papá decía que era capaz de enderezarle el brazo torcido al trabajador de una finca, pero sabía que el procedimiento iba a resultar muy doloroso, entonces se pudo de acuerdo con familiares de esa persona y algunos amigos. Se lo llevaron para la cantina, en donde estuvieron departiendo y bebiendo, y cuando el enfermo estaba bien borracho lo ataron a una silla.

¿Saben lo que pasó después?

Ocurrió que el señor fue atado a una silla para que Guillermo pudiera hacer bien su trabajo. Cuando el paciente despertó dio un grito que se sintió en todos los Llanos Orientales, pero el brazo había sido enderezado, se encontraba en perfectas condiciones y su dueño nunca más: volvió a mencionar sus antiguas dolencias.

Los vecinos de San Antonio y Rojas Pinilla contarían en adelante con su sobandero de cabecera al mismo tiempo que los del centro tenían a Fuge Brito.

Dellanit Giovanetti, una talentosa profesional residente en el barrio San José recuerda que en una ocasión se sentó en la silla de los pacientes de Guillermo.

Muestra una gran sonrisa  en los labios cuando relata de la siguiente manera su experiencia:

"Una vez me descompuse un dedo del pie y me dolía muchísimo. Me lo recomendaron a él como sobador y me dejó en muy buenas condiciones. El dolor desapareció por completo para no aparecer nunca más"

Los clientes hacían filas en la casa de San Antonio, pero la familia no los consideraba clientes sino amigos, así que todos disfrutaban de un buen café antes de recibir la respectiva terapia.

El protagonista de nuestra historia se encontraba sobredimensionado de energía, tal vez el agua de panela que le preparaba su esposa más el consumo de chivo, carne a la cual se había vuelto adicto, le proveían nuevas fuerzas y él las destinaba a servirle a la comunidad.

El cura y la congregación al conocer sus dotes de comunicador lo designaron como el maestro de ceremonias de las programaciones de la Junta de Acción Comunal y de la Iglesia.  

Micrófono en mano hacía las veces de presentador oficial. En alguna ocasión se vistió de payaso para distraer a los niños y era el locutor preferido en las festividades cívicas y religiosas.

Hacía mucho y al mismo tiempo sentía que no estaba dando aún lo suficiente.  Era como un guerrero que podía afrontar varias batallas a la vez o como un ajedrecista que atiende en simultánea a varios rivales.

Una tarde, al regresar del trabajo sorprendió a la familia con la noticia de que había encontrado una nueva forma de servirle a la gente y, acto seguido, les mostró una bolsa.

¿Qué contenía?

Leer el siguiente episodio

jueves, 5 de octubre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Séptimo episodio )

Escrito por: Alejandro Ruto Martínez

Resumen del episodio anterior: Guillermo se conoció con una personalidad de Maicao, alguien que tenía una enorme popularidad, esa naciente relación con  sería clave para que Guillermo Ospina Vélez tomara una de las decisiones más trascendentales de su vida.

La tribu completa estableció su centro de operaciones en la calle 18 con la carrera 10 en el barrio San José. Desde ese lugar se dirigían a cumplir los compromisos en las obras donde eran contratados.

Guillermo traba amistad con un líder muy reconocido de la comunidad. Se trataba de Luis Rhenals Henríquez, fundador de numerosos barrios, concejal, directivo comunal y gestor público. La amistad se inició cuando el maestro Guillermo realizó algunas reparaciones en la vivienda de Luis (a quien llamaban "Lucho") y su esposa Telesila, una gran mujer, conocida por su amabilidad, don de gentes, persona de fe y espíritu maternal.

Por esa época Lucho estaba al frente de la creación del barrio Rojas Pinilla, vecino del San José. Guillermo conversa con Lucho y le pide la asignación de un lote en el naciente barrio para él y su familia, pero se encontró con la respuesta que no hubiera querido escuchar:

-           -Ya todos los lotes han sido asignados, mi estimado Guillermo

-          - "Don Luis, regáleme así sea un pedacito de tierra, yo le ayudo para que se pueda construir una iglesia".

Lucho analizó la solicitud de su nuevo amigo, pero no encontraba cómo ayudarlo.  Además, a Sara y a los demás miembros de la familia se les hacía muy raro que Guillermo estuviera interesado en un lote y mucho menos en construir una casa, porgue su costumbre era estar por algún tiempo en el pueblo donde hubiera trabajo, después en otro más y después emigrar a otro y así sucesivamente.

Un día muy temprano Lucho se presenta la obra en donde trabajaba Guillermo para hacerle una propuesta.

- Tenemos un lote, pero hay dos problemas:  primero, queda bastante retirado, prácticamente mente sería un barrio nuevo, deferente al Rojas Pinilla.

               - No importa que esté retirado respondió Guillermo. Y si hay que fundar un nuevo barrio, lo fundamos.

- ¿Cuál sería el segundo problema?

-El segundo problema es el siguiente, esos terrenos tal vez tienen dueño, entonces ustedes entrarán bajo su propio riesgo, si los dueños aparecen ustedes tendrían que entregarles su propiedad.

Entendidas las condiciones Guillermo y otras personas ocuparon sus lotes. Valga decir que nunca tuvieron ningún problema con sus propiedades.  El suyo sería un barrio Independiente al que llamaron San Antonio.

Tuvieron buen cuidado de separar la mejor ubicación para construir una capilla en homenaje al santo que daba su nombre al nuevo sector.

No fue difícil para el maestro de obra construir su propia casa en la calle 22 у sonreía al pensar que se le volvió tarde para vivir en el Rojas Pinilla, pero era temprano рага ser uno de los nuevos habitantes y pioneros del San Antonio, con la posibilidad de tener capilla propia, privilegio que no tenían los barrios vecinos.

Las manos de Guillermo trabajaban ardorosamente pues ahora debía desempeñarse en tres frentes: la terminación del edificio Маісао Juan Hotel, la construcción de su propia casa y también de la Capilla de San Antonio.

Cuando veía a su esposo pegar cada bloque Sara pensaba para sí misma:

-Tanto trabajo para nada. Dentro de unos meses Guillermo me hace empacar de nuevo las cosas para devolvernos a Barranquilla.   A él no le gusta quedarse en ninguna parte.

Pero Guillermo seguía empecinado en construir su casa. En las pocas horas libres se iba para el terreno de la capilla y hacía las veces de carpintero, pues el templo lo estaban construyendo provisionalmente de madera.

Una vez estuvo lista la pequeña iglesia Telesila, la esposa de Lucho Rhenals destinó sus ahorros de varios años para comprar la imagen del Santo.  La Diócesis dispuso la presencia de un sacerdote encargado de oficiar las primeras misas. Justo al frente de la iglesia quedó un pequeño terreno cuya futura destinación sería la de una cancha de futbol o un pequeño parque infantil.

La casa de los Ospina Betancur también estaba terminada.  La familia tenía, por fin, una casa propia e independiente a la tribu de los Ospina. Guillermo, probó por primera vez el sabor de ser jefe de una familia.

Se había separado de su padre en cuanto a vivienda, pero seguían compartiendo sus trabajos, como, por ejemplo, la construcción de un edificio de varios pisos al lado de la iglesia San José y la colocación de las letras del nombre en el Hotel Dorado.

El señor Alfonso Puerta, un reconocido empresario radicado e Uribia y con grandes deseos de incursionar en Maicao, lo contactó para proponerle que se hiciera cargo de un ambicioso proyecto:  la construcción de un edificio de cuatro pisos en la calle 12 con carrera 16 en vecindades del mercado público.   

Guillermo no dijo sí de inmediato, pidió en cambio un tiempo razonable para hacer consultas con su papá, con Sara y con Lucho Rhenals.  El apoyo de Sara y sus hijos era muy importante porque asumir tan importante reto significaba posponer de manera indefinida el regreso a Barranquilla o el traslado a cualquier otra ciudad.

Tres días después Guillermo tenía dos decisiones tomadas:

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