jueves, 12 de octubre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Todos los episodios)


Escrito Por: Alejandro Rutto Martínez


Episodio Número uno

Episodio número dos

Episodio número tres

Episodio Número cuatro

Episodio número cinco

Episodio número seis

Episodio número siete

Episodio número ocho

Episodio número nueve 

Episodio número diez

Episodio Número once

Episodio número doce

Episodio final


El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Episodio final)

Resumen del episodio anterior: Radio Caracolito incursiona en las transmisiones deportivas y le brinda la oportunidad a tres jóvenes narradores y comentaristas para que inicien su carrera en el periodismo deportivo. 


La emisora trasladaba sus equipos a la cancha y desde ese lugar se transmitían todas las jugadas de los distintos torneos en la voz de William Merlano y los comentarios de Dalmiro Ariza. El fútbol a través de la radio comunitaria se escuchaba en los barrios de las Comunas 3 y 4 y en buena parte de la ciudad.

Cuando Merlano se trasladó a Bogotá por razones personales lo reemplazó Mike Ramírez, quien formó una pareja inolvidable con Dalmiro Ariza.

Es de anotar que Caracolito fue la plataforma en que se iniciaron estos tres comunicadores que después ingresaron a emisoras como RCN, La Voz de la Pampa y Olímpica Stéreo.   

Merlano y Ramírez ya se encuentran viviendo en la eternidad. Ariza hace parte de la Asociación Colombiana de Periodistas Deportivos (ACORD) y ha liderado varios programas en la radio cristiana en una brillante carrera que se inició en las tardes y de fútbol en “Caracolito”.  

Dalmiro Ariza Barraza con el uniforme de la Asociación de Periodistas Deportivos, Acord

Al consultarle sobre sus inicios en la radio comunitaria del barrio San Antonio se expresa de la siguiente manera:

-      Al señor Guillermo Ospina lo conocí por allá en los años ochenta y ocho, ochenta y nueve, allí se jugaba un campeonato de microfútbol, en una cancha de tierra. Se jugaban siete, ocho, hasta diez partidos. Sus bocinas eran la emisora del barrio. William Merlano y yo fuimos contratados para narrar los partidos de ese torneo. 

   Nuestras voces se escuchaban en muchos barrios. Se transmitían los servicios sociales, por ejemplo, cuando moría una persona él daba el nombre del difunto, las condolencias, la dirección del velorio, la hora del sepelio. Si se perdía una cartera él informaba y anunciaba si había una recompensa. Era una persona muy honorable que se ganó el cariño de la gente.  

Y sigue registrando sus recuerdos:

-  En el campeonato mi compañero, el narrador William Merlano inventó apodos como El “Mágico” Molina, “El Pielrroja Morón”, “El Tumbatecho De la Cruz”, que era muy alto.

Ese torneo fue muy reconocido y fue donde nos dimos a conocer en la radio. Le agradecemos a él porque a través de la emisora pudimos incursionar en la radio.

Algunos se preguntarán qué pasó con la emisora y por qué hoy no funciona. Resulta que Caracolito tuvo un triste final por cuenta de la delincuencia. Hace unos años los ladrones llegaron a la Casa del Pesebre y se robaron todos los equipos. Don Guillermo y sus amigos lograron recuperar parte de los elementos, pero de nuevo se los volvieron a robar un tiempo después y nunca más aparecieron.

Hoy Guillermo disfruta de la tranquilidad del hogar, al lado de su esposa e hijos. No es tan activo como antes, pero vive gran parte del año concentrado en la preparación de la navidad y sueña con el día en que el pueblo vuelva a tener la compañía de su desaparecida emisora.


Estoy a punto de terminar este relato, pero es difícil. Me he metido tanto en los laberintos de la historia que ahora no encuentro la puerta de salida. En un intento para buscar el punto final me sitúo frente al edificio Uribia, una de las obras más importantes en las que trabajó Guillermo Ospina Vélez, lo observo en pie, en medio de construcciones menos imponentes y como centro de un hormiguero humano del que hacen parte comerciantes, obreros, vendedores ambulantes y vecinos del lugar. 

Miro el edificio de arriba abajo y no me explico cómo Guillermo pudo sobrevivir a su caída desde la parte más alta, cuando aún se encontraba en construcción y exploro el pavimento en busca del lugar en donde puede estar la alberca en donde cayó el humilde obrero accidentado.

No entiendo cómo alguien pudo haber sobrevivido a este percance y entonces le doy la razón al médico del hospital de Cartagena en donde le salvaron la vida al protagonista de nuestra historia: “A usted, mi querido paciente, lo salvaron las alas de Dios”

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Episodio doce )


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior: La casa de Guillermo es el epicentro de la navidad en la Comuna Cuatro de Maicao. Los niños acuden felices a su casa y él, vive pensando siempre en nuevos proyectos. Un día, poco antes del inicio de las novenas, se presentó con unas cajas y varias herramientas. ¿En qué estaría pensando ahora?

En los días previos había hecho arreglos en una de las habitaciones y allí sobre una mesa dejó los paquetes con la orden expresa de que nadie los tocara. Volvió a salir y un rato después se bajó de una camioneta F-100 que prestaba servicio como taxi con una vara de guadua muy larga.

Sus hijos se preguntaban qué había en esas misteriosas cajas y para qué serviría ese “palo” tan largo.

No debieron esperar mucho para tener respuestas. Guillermo deshizo el empaque de los paquetes y ante sus ojos aparecieron dos bocinas enormes, un micrófono, un pequeño amplificador, varios metros de cable y una grabadora

Pasaron un buen tiempo haciendo la instalación de las bocinas en lo alto de la vara de guadua, desde donde descendían los cables que las conectaban al amplificador, al cual se encontraban conectados la grabadora y el micrófono.


De esa manera acababa de nacer “Caracolito” una de las más famosas emisoras comunitarias de Maicao.  En la primera histórica transmisión se escuchó la voz de Guillermo Ospina Vélez quien se expresaba de la siguiente manera

-      Buenas tardes señoras y señores, damas y caballeros, bienvenidos a las emisiones de prueba de Radio Caracolito, transmitiendo desde la Casa del Pesebre, queremos desearles a todos ustedes una feliz navidad. 

 

Saludos a mis compadres Lucho Rhenals y Telesila. Aquí estaremos para mantenerlos informados y para encargarnos de sus servicios sociales, cumpleaños, reporte de documentos perdidos y todo lo que usted necesite.  Invitamos a todos los niños del barrio para que nos acompañen en la novena desde el 16 de diciembre Y a continuación los villancicos para que disfruten la navidad”.

Esa primera incursión de “Radio Caracolito” tuvo un efecto indescriptible en el ánimo de la gente.    La mayoría era incrédula porque no se imaginaban que en plena modernidad y cuando Maicao contaba con prestigiosas emisoras como Radio Península y Radio Tribuna, pudiera tener alguna cabida la radio comunitaria.    Otros se sentían acompañados por la música de navidad y por la voz de Guillermo que les recordaba la hora y los invitaba a decorar sus casas con motivos navideños.

Radio Caracolito se volvió parte de la cotidianidad en la Comuna Cuatro. Era el medio ideal para que alguien recuperara sus documentos, para conseguir un carpintero disponible, para saber en qué hogar se necesitaba agua y se la llevaran a domicilio.

Cuando un familiar venía de otro pueblo y no conocía la dirección a donde debía llegar, iba a Caracolito en donde se escuchaba poco después el siguiente mensaje:

-      “Se le informa a la señora Ruperta Morales que su primo Crescencio llegó de San Onofre y desconoce su dirección, Puede pasar a recogerlo en nuestros estudios. Repetimos…” 

Y así sucesivamente hasta que la señora Ruperta fuera a buscar a su pariente.

En algunas ocasiones felicitaban a las personas que cumplían años, a los que se graduaban, a los novios que iban a casarse y se organizaban las celebraciones de fechas claves como Día de las Madres y día del maestro.

La emisora comenzaba a escucharse a las cinco de la mañana cuando Guillermo amplificaba el programa “Despierta Guajiro” de Amaranto Pájaro, el cual se transmitía por Radio Península y transmitía a lo largo de la jornada enlazada con la cadena nacional Caracol, en los horarios noticiosos.

Radio Caracolito transmitió las novenas de ese año, las cuales fueron un éxito absoluto con buena natilla, chocolate, buñuelos y regalos para los niños, además del acompañamiento de la radio alternativa.

La emisora se volvió muy famosa, escucharla era un deleite y alrededor de su trabajo existen muchas anécdotas: Miller Angarita, por ejemplo, narra la forma en que se conoció con los esposos Ospina Betancur:

-      “Los conocí de una forma muy particular a mí me gustaba mucho ir por los lados del estadio municipal y un día cualquiera de diciembre pasé muy cerca del barrio San Antonio y se escuchaba una música muy de diciembre y lo más curioso un aviso o como se decía un anuncio parroquial: se le avisa a doña Cirita q la puerca se metió al patio de doña María y está haciendo daños que vaya por ella

Eso me llamó mucho la atención y hasta nos dio risa a mi esposa y a mí.  Averigüé con mi amigo Alberto Hernández quien vivía por esos lados y le comenté lo que había escuchado. Me contestó que era la emisora del señor Ospina a quien describió como “un man que hace muchas cosas para el barrio, y también ahora por ahí el 16 de diciembre hace las novenas de aguinaldos y arma un pesebre grande”.

“Radio Caracolito” incursionó también en las transmisiones deportivas de un importante torneo. 

En el próximo episodio les contaremos de qué campeonato se trataba y quiénes eran los jóvenes narradores y comentaristas. Adelantamos que fueron tres personas que en los siguientes años se destacaron en el periodismo deportivo y la narración de fútbol en el departamento de La Guajira y otras regiones del país.

Leer el episodio final de esta emocionante crónica

 

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Episodio once )

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Resumen del episodio anterior: Guillermo sobrevive a un terrible accidente y se siente mucho mejor y de nuevo vuelve a estar muy inquieto. Quiere hacer más por su pueblo.  Un día fue al mercado y trajo varias cajas de tomate vacías, mucha madera y tela, potes y combustibles.

¿Qué se proponía ahora?

Hizo una oración y una breve reunión familiar que terminó en aplausos. Todos salieron decididos a trabajar en el nuevo proyecto. Algunos serruchaban la madera, cosían las telas, preparaban mechones con los potes vacíos y otros escribían cartas.   

Unos pocos días después estaba lista una estructura a la que le agregaron figuras  de animales  como ovejas, burros, vacas y algunas figuras humanas vestidas a la usanza de los tiempos bíblicos.  

La familia Ospina Vélez había hecho un pesebre gigante, con todas las de la ley. Con su creatividad, esfuerzo y espíritu navideño habían construido una hermosa réplica del lugar en que nació el niño Dios muchos años atrás en la ciudad de Belén. Ahora sólo faltaban los regalos, que ellos mismos comprarían o serían aportados por aquellas personas a las que se les enviaron las cartas elaboradas a mano.

En Maicao no había un buen servicio de energía eléctrica, pero ese no sería impedimento, pues para eso eran los potes vacíos, las mechas y el combustible: para preparar mechones.

La noticia se regó en el barrio y, a pesar de que no era diciembre, los niños y los adultos comenzaron a visitar ese lugar que parecía sacado de un cuento de hadas o de las ilustraciones bíblicas.

La voz a voz de la gente le dio un nuevo nombre a la casa del maestro Ospina: en adelante todo el pueblo la conocería como “La Casa del Pesebre”

Antes del inicio de las novenas se habían recolectado decenas de regalos y buen chocolate para repartir en esos días.

Herbert Ospina recuerda esos días con nostalgia que por poco le nubla los ojos de lágrimas:

-       “Fueron días muy hermosos, mi papá  por fin decidía quedarse en alguna parte enamorado de la gente de acá. Esa navidad fue muy linda, hay que ver la generosidad de la gente para darnos los regalos y la alegría de los niños cuando llegaban a cantar los villancicos y a rezar las oraciones. Todo el barrio se contagiaba del espíritu navideño. Son días inolvidables”.

La poetisa y cantante de música cristiana Lizet López España es una de las de decenas de niños que asistían a la Casa del Pesebre en cada navidad. Hoy explora sus recuerdos y los expresa de la siguiente manera:

-      El pesebre me trae muy lindos recuerdos de esos años de la infancia. A veces me escapaba de la casa con mi hermanita al pesebre había un pequeño estanque en donde colocaban pececitos, disfrutábamos mucho de  las reuniones, de las novenas y por supuesto, de los buenos regalos que nos daban el 24 de diciembre”.

La navidad ha sido siempre una época muy especial para toda la familia y sirvió para que echaran raíces en esta tierra, tanto que han declinado varias ofertas muy atractivas para que regresen a los Llanos Orientales, incluida la posibilidad de una fértil parcela y el pago de los estudios a todos los hijos y nietos.

Pero la navidad ha podido más.   La influencia de sus tíos sacerdotes y sus tías monjas que organizaban la navidad cuando él era apenas un niño ha sido fuerte y vital.  

Desde septiembre Guillermo se olvida del dolor de espalda que le dejó el grave accidente de hace años y empieza a trabajar en el montaje del pesebre. Arregla de nuevo su vestido de Papé Noel y vuelve a probarse la barba postiza, ensaya los villancicos y reparte las cartas para que los padrinos recuerden el compromiso de mandar los regalos antes de que comiencen las novenas. 

Durante esos días se da gusto: canta villancicos, se viste  de Papá Noel y actúa como maestro de ceremonias en la Iglesia. Los niños acuden felices a su casa y él, vive pensando siempre en nuevos proyectos.

Un día, poco antes del inicio de las novenas, se presentó con unas cajas y varias herramientas. ¿En qué estaría pensando ahora?

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miércoles, 11 de octubre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Décimo episodio )


Resumen del episodio anterior: Un trabajador de Guillermo llega a donde Sara para informarle que Guillermo ha sufrido un grave accidente. La necesitan en el hospital para que firme una autorización. 

Sara hizo acopio de todas sus fuerzas y de su temple de mujer llanera, se cambió tan rápido como pudo y se dirigid al hospital.

¿Qué le habrá pasado a Guillermo? ¿Estará muy grave?  Era lo que se preguntaba mientras el taxi se aproximaba al Hospital San José.

Al llegar se enteró de que la situación de su esposo era mucho más grave de lo que imaginaba.

Guillermo había sufrido un accidente gravísimo, se debatía entre la vida y la muerte. Testigos oculares de los hechos le relataron que había perdido el equilibrio cuando inspeccionaba los trabajos en la azotea y había caído hasta el fondo de un hueco en la acera en donde se iba a construir la alberca.   La caída fue terrible, amortiguada sólo por la arena apilada. Sobre su espalda cayó una motobomba.

Tan grave estaba que los médicos no se atrevían a responder por su vida. Los golpes y las lesiones sufridas eran de tal gravedad que si sobrevivía estaba condenado a no caminar nunca más. Los médicos sugerían un traslado inmediato a una ciudad en la que hubiera mejores recursos para atenderlo, aunque dudaban que llegara con vida a otra ciudad. En todo caso, necesitaban la autorización de Sara para ese traslado.

La situación era en verdad muy complicada. Sara se apartó de los médicos y acompañantes para hacer una oración. Le prometió a Dios que si salvaba a su esposo se volvería la más fiel creyente y su casa será casa de oración y albergue de la más importante de todas las celebraciones religiosas.

El paciente fue trasladado a Cartagena, una ciudad muy distante.  El recorrido estuvo marcado por la incertidumbre, los signos vitales eran estables, pero la preocupación era evidente en los familiares y cuerpo médico. Sara lloraba en silencio y permanecía en comunicación con el cielo. Hizo varias promesas y luchaba contra la idea de perder a su esposo.

Guillermo sobrevivió al prolongado viaje, fue intervenido varias veces por los cirujanos y empezó a mostrar una evolución prometedora. Después pasó a tener una recuperación milagrosa. Días después recibía el contundente mensaje de parte de los doctores:

-         "Usted va a morir de otra cosa, pero no por causa de este accidente. Parece que usted bajó de ese edificio en las alas de Dios"

A su regreso a Maicao celebraron una misa en homenaje a Dios, el barrio entero asistió para acompañar y agradecer por el milagro más grande que hubieran visto en mucho tiempo. Los médicos le habían recomendado absoluto reposo, pero él tenía en mente un nuevo proyecto. No podía quedarse quieto ni en su etapa de convalecencia.

Guillermo es un hombre querido en el barrio y muy respetado en el resto de la ciudad. Lo conocen los comerciantes, los dirigentes del deporte, los niños que son pequeños y los niños que se hicieron grandes.

Miller Angarita un comerciante propietario en otros tiempos del Depósito River Pley y figura central de la Organización Deportiva Maracaná se hizo buen amigo de Guillermo a quien conoció de una manera muy particular, como lo vamos a relatar más adelante.  Esta es la opinión que tiene sobre su amigo, a quien de manera cariñosa llama “El Mono”:

-         “El Mono es un hombre amable, carismático, servicial, y su esposa Sara le seguía todos sus pasos y en todo lo que hacía él ella estaba ahí apoyándolo, cuando podía echábamos cháchara, y los admiraba por ser una pareja de esposos muy ejemplares y todos dos serviciales”.

Volvamos con Guillermo quien ya había superado la etapa de convalecencia. Un día fue al mercado y trajo varias cajas de tomate vacías, mucha madera y tela, potes y combustibles.

¿Qué se proponía ahora?

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