Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
Resumen del episodio anterior: Guillermo sobrevive a un terrible accidente y se siente mucho mejor y de nuevo vuelve a estar muy inquieto. Quiere hacer más por su pueblo. Un día fue al mercado y trajo varias cajas de tomate vacías, mucha madera y tela, potes y combustibles.
¿Qué se proponía ahora?
Hizo una oración y una breve reunión familiar que terminó en aplausos. Todos salieron decididos a trabajar en el nuevo proyecto. Algunos serruchaban la madera, cosían las telas, preparaban mechones con los potes vacíos y otros escribían cartas.
Unos pocos días después estaba lista una
estructura a la que le agregaron figuras
de animales como ovejas, burros,
vacas y algunas figuras humanas vestidas a la usanza de los tiempos
bíblicos.
La familia Ospina Vélez
había hecho un pesebre gigante, con todas las de la ley. Con su creatividad,
esfuerzo y espíritu navideño habían construido una hermosa réplica del lugar en
que nació el niño Dios muchos años atrás en la ciudad de Belén. Ahora sólo
faltaban los regalos, que ellos mismos comprarían o serían aportados por
aquellas personas a las que se les enviaron las cartas elaboradas a mano.
En Maicao no había un
buen servicio de energía eléctrica, pero ese no sería impedimento, pues para
eso eran los potes vacíos, las mechas y el combustible: para preparar mechones.
La noticia se regó en
el barrio y, a pesar de que no era diciembre, los niños y los adultos
comenzaron a visitar ese lugar que parecía sacado de un cuento de hadas o de
las ilustraciones bíblicas.
La voz a voz de la
gente le dio un nuevo nombre a la casa del maestro Ospina: en adelante todo el
pueblo la conocería como “La Casa del Pesebre”
Antes del inicio de las
novenas se habían recolectado decenas de regalos y buen chocolate para repartir
en esos días.
Herbert Ospina recuerda
esos días con nostalgia que por poco le nubla los ojos de lágrimas:
-
“Fueron
días muy hermosos, mi papá por fin
decidía quedarse en alguna parte enamorado de la gente de acá. Esa navidad fue
muy linda, hay que ver la generosidad de la gente para darnos los regalos y la
alegría de los niños cuando llegaban a cantar los villancicos y a rezar las
oraciones. Todo el barrio se contagiaba del espíritu navideño. Son días
inolvidables”.
La poetisa y cantante
de música cristiana Lizet López España es una de las de decenas de niños que
asistían a la Casa del Pesebre en cada navidad. Hoy explora sus recuerdos y los
expresa de la siguiente manera:
-
El pesebre me trae muy lindos recuerdos de esos
años de la infancia. A veces me escapaba de la casa con mi hermanita al pesebre
había un pequeño estanque en donde colocaban pececitos, disfrutábamos mucho
de las reuniones, de las novenas y por
supuesto, de los buenos regalos que nos daban el 24 de diciembre”.
La navidad ha sido
siempre una época muy especial para toda la familia y sirvió para que echaran
raíces en esta tierra, tanto que han declinado varias ofertas muy atractivas
para que regresen a los Llanos Orientales, incluida la posibilidad de una
fértil parcela y el pago de los estudios a todos los hijos y nietos.
Pero la navidad ha podido más. La influencia de sus tíos sacerdotes y sus tías monjas que organizaban la navidad cuando él era apenas un niño ha sido fuerte y vital.
Desde septiembre Guillermo se olvida del dolor de espalda que le
dejó el grave accidente de hace años y empieza a trabajar en el montaje del
pesebre. Arregla de nuevo su vestido de Papé Noel y vuelve a probarse la barba
postiza, ensaya los villancicos y reparte las cartas para que los padrinos
recuerden el compromiso de mandar los regalos antes de que comiencen las
novenas.
Durante esos días se da
gusto: canta villancicos, se viste de
Papá Noel y actúa como maestro de ceremonias en la Iglesia. Los niños acuden
felices a su casa y él, vive pensando siempre en nuevos proyectos.
Un día, poco antes del
inicio de las novenas, se presentó con unas cajas y varias herramientas. ¿En
qué estaría pensando ahora?