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Leoryis Clareth Vanegas Rivera en una de sus conferencias sobre construcción de tejido social |
Escrito por: José
Arturo Barraza
Leoryis Vanegas Rivera, es su nombre. El trabajo es su
pasión. El amor al prójimo es el centro del universo que ha construido con
mucha sabiduría.
La Guajira es su tierra y el arte de servir es su marca
personal. Ella es una joven guajira que
durante toda su vida ha estado obsesionada con una idea: toda situación social puede mejorar, pero no
mejorará por casualidad ni por efecto de la ley de la gravedad o de la inercia.
Alguien tiene que actuar para lograr un cambio y cuando se pregunta quién está
dispuesto a propiciarlo, entonces Leoryis es la primera en levantar la mano.
Te invitamos a leer "Trabajo Social y coaching, un aporte al tejido social"
Trabajadora social egresada de la Universidad de La Guajira,
aspirante a grado en la Especialidad de Resolución de Conflictos de la
Universidad de La Guajira, libra una tenaz batalla por mejorar las condiciones
de vida de sus compatriotas a través de lo que más sabe hacer, que es servir a
la gente, propiciar escenarios de participación y unir las fortalezas de los
unos con las debilidades de los otros para lograr el pegamento social que tanta
falta le hace a la sufrida península
Conozcamos un poco más a esta profesional Guajira
Leoryis Clareth Vanegas Rivera nació en el municipio de Bosconia,
departamento del Cesar, pero es Guajira pura sangre. Su familia paterna es del
corregimiento de Galán, del municipio de Riohacha donde se crió.
Realmente nació fuera de las fronteras de su departamento
por una de esas casualidades de la vida. Su señora madre, doña Emilis Maria
Rivera Luna , impulsada por razones familiares, había hecho el duro viaje desde Riohacha a través de un camino largo y polvoriento
para pasar unos días con sus familiares, y compartir con ellos la felicidad del
reencuentro mientras se preparaba para tener a su progenitora.
Dios tuvo sus razones para permitir que el parto fuera en
esa tierra de árboles erguidos
valerosamente sobre el recio suelo, viento suave
y calor intenso. La hermosa niña nació
a eso de las 5 de la mañana de un 11 de agosto
y desde entonces se convirtió en la alegría de la familia. Una alegría algo incompleta porque Wilson
Vanegas Moscote esposo de Emilis Maria
Rivera Luna y padre de Leoryis Clareth,
se había quedado en su pueblo natal, Galán, tratando de reunir los recursos que la
familia, ahora más numerosa, estaba necesitando.
La espera no duró mucho, unos días después del nacimiento,
el feliz padre se presentó a Bosconia,
le dio las gracias a la abuela de la niña doña
Inés Luna Castellar por cuidar a sus dos mujeres y partió rumbo a
Riohacha, con un regocijo enorme, y un orgullo de varón que no le cabía en el
pecho.
La niña creció en medio del amor de todos. Se destacaba por
su dulzura, por su inteligencia precoz y cierto tacto para evitar que sus
contemporáneos se pelearan entre ellos.
Cuando inició su vida escolar hubo algo que la distinguió de sus
compañeros: una curiosa habilidad para
hacer rendir la merienda para lo cual
tenía un método muy particular: guardaba casi todo lo que su padre le daba para
el recreo aunque para lograrlo debiera soportar
sed y las ganas de comprarse un
bombón.
Pero después, con el fruto de los ahorros, compraba dulces y
pequeños suvenires los cuales vendía a sus compañeros. De esta manera obtenía
algunas ganancias que invertía en comprar útiles escolares y algunos libros
para complacer su deseo de leer.
En el paso de niña a mujer llegó a las aulas del Liceo
Nacional Almirante Padilla en donde pudo consolidar aún más su liderazgo a
través de la práctica del baloncesto y la representación de su curso en los
comités estudiantiles y culturales.
Poco a poco iba creando el hábito de la transformación, de ella y de su
entorno. Para estos días tiene un
encuentro con cierta idea que la ha marcado para siempre: “sólo me voy a
comprometer con las cosas que pueda hacer, pero una vez que me comprometa voy a
trabajar hasta que logre la meta que me he propuesto”.
En atención a lo anterior su filosofía de vida se puede
resumir en el postulado del compromiso con las causas que le gustan, que la
llenan de motivación, que están al alcance de sus posibilidades y en las cuales
invertirá todo su esfuerzo, sin rendirse, para llevarlas a feliz término.
Hoy es trabajadora
social (profesión que le escogió Dios), con gran reconocimiento en toda La
Guajira por sus labores en el Tránsito
Departamental, en Instituciones que trabajan a favor de la mujer, la infancia y
la adolescencia (ICBF) y con las poblaciones vulnerables, fundadora del primer
Consultorio Social en la Guajira, Apushi
Wayira.
Para ella la expresión Trabajadora Social debe escribirse
con letras mayúsculas y lo mejor de la profesión debe cumplirse en el teatro de
los acontecimientos, en los lugares en que el hambre, la sed y las necesidades
básicas insatisfechas dejan sus cicatrices, las cuales se reflejan en los
rostros famélicos de los niños en las delgadas piernas de los migrantes que
después de un día entero de peregrinación no ganan ni para el sustento
familiar, en las caras macilentas de
quienes están enfermos y sin esperanzas de que los atiendan .
Consciente que para ayudar a la gente debe prepararse cada
día más decidió ingresar a la Escuela
Internacional de Liderazgo INILID en donde ha sido preparada para ejercer el
coaching, una forma de entrenamiento personal
que le permite ejercer como coach de personas, comunidades y equipos de
trabajo.
Así es ella, por eso decidió construir el tejido social de
su tierra. Puede decirse que es una de las profesionales que más conoce el
secreto de cómo estructurar unas relaciones horizontales sanas, sin las
tergiversaciones creadas por las relaciones verticales de poder generadas por
la política tradicional.
Leoryis Vanegas Rivera se siente aún más realizada como
mujer por su papel de madre del joven
Wilhar Arredondo Vanegas y por ser la mayor de cinco hermanos, inteligente, tocada por la sabiduría de su
genética multirracial, influida por el conocimiento construido en años de
estudios e investigaciones cuyo sueño es transformar a la sociedad mediante la
construcción de un tejido social invulnerable que nos lleve a todos los seres
humanos a ser amorosos, solidarios y soñadores como lo es ella desde el día en
que la casualidad le permitió ver por primera vez la luz del día en una humilde
casa de Bosconia al lado de una abuela tierna, y una madre feliz y luchadora