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jueves, 21 de abril de 2022

Leoryis Vanegas Rivera, de la comprensión humana al Tejido Social

Leoryis Clareth Vanegas Rivera en una de sus conferencias sobre construcción de tejido social

Escrito por:  José Arturo Barraza

Leoryis Vanegas Rivera, es su nombre. El trabajo es su pasión. El amor al prójimo es el centro del universo que ha construido con mucha sabiduría. 

La Guajira es su tierra y el arte de servir es su marca personal.   Ella es una joven guajira que durante toda su vida ha estado obsesionada con una idea:  toda situación social puede mejorar, pero no mejorará por casualidad ni por efecto de la ley de la gravedad o de la inercia. Alguien tiene que actuar para lograr un cambio y cuando se pregunta quién está dispuesto a propiciarlo, entonces Leoryis es la primera en levantar la mano.

Te invitamos a leer "Trabajo Social y coaching, un aporte al tejido social"

Trabajadora social egresada de la Universidad de La Guajira, aspirante a grado en la Especialidad de Resolución de Conflictos de la Universidad de La Guajira, libra una tenaz batalla por mejorar las condiciones de vida de sus compatriotas a través de lo que más sabe hacer, que es servir a la gente, propiciar escenarios de participación y unir las fortalezas de los unos con las debilidades de los otros para lograr el pegamento social que tanta falta le hace a la sufrida península

Conozcamos un poco más a esta profesional Guajira

Leoryis Clareth Vanegas Rivera  nació en el municipio de Bosconia, departamento del Cesar, pero es Guajira pura sangre. Su familia paterna es del corregimiento de Galán, del municipio de Riohacha donde se crió.


Realmente nació fuera de las fronteras de su departamento por una de esas casualidades de la vida. Su señora madre, doña Emilis Maria Rivera Luna , impulsada por razones familiares, había hecho el duro  viaje desde Riohacha  a través de un camino largo y polvoriento para pasar unos días con sus familiares, y compartir con ellos la felicidad del reencuentro mientras se preparaba para tener a su progenitora.

Dios tuvo sus razones para permitir que el parto fuera en esa tierra de árboles erguidos


valerosamente sobre el recio suelo, viento suave y calor intenso.   La hermosa niña nació a eso de las 5 de la mañana de un 11 de agosto  y desde entonces se convirtió en la alegría de la familia.   Una alegría algo incompleta porque Wilson Vanegas Moscote esposo de  Emilis Maria Rivera Luna y padre de Leoryis Clareth,  se había quedado en su pueblo natal, Galán,  tratando de reunir los recursos que la familia, ahora más numerosa, estaba necesitando.

La espera no duró mucho, unos días después del nacimiento, el feliz padre  se presentó a Bosconia, le dio las gracias a la abuela de la niña doña  Inés Luna Castellar por cuidar a sus dos mujeres y partió rumbo a Riohacha, con un regocijo enorme, y un orgullo de varón que no le cabía en el pecho.

La niña creció en medio del amor de todos. Se destacaba por su dulzura, por su inteligencia precoz y cierto tacto para evitar que sus contemporáneos se pelearan entre ellos.  Cuando inició su vida escolar hubo algo que la distinguió de sus compañeros: una  curiosa habilidad para hacer  rendir la merienda para lo cual tenía un método muy particular: guardaba casi todo lo que su padre le daba para el recreo aunque para lograrlo debiera soportar  sed y las  ganas de comprarse un bombón. 

Pero después, con el fruto de los ahorros, compraba dulces y pequeños suvenires los cuales vendía a sus compañeros. De esta manera obtenía algunas ganancias que invertía en comprar útiles escolares y algunos libros para complacer su deseo de leer.

En el paso de niña a mujer llegó a las aulas del Liceo Nacional Almirante Padilla en donde pudo consolidar aún más su liderazgo a través de la práctica del baloncesto y la representación de su curso en los comités estudiantiles y culturales.


Poco a poco iba creando el hábito de  la transformación, de ella y de su entorno.
   Para estos días tiene un encuentro con cierta idea que la ha marcado para siempre: “sólo me voy a comprometer con las cosas que pueda hacer, pero una vez que me comprometa voy a trabajar hasta que logre la meta que me he propuesto”. 

En atención a lo anterior su filosofía de vida se puede resumir en el postulado del compromiso con las causas que le gustan, que la llenan de motivación, que están al alcance de sus posibilidades y en las cuales invertirá todo su esfuerzo, sin rendirse, para llevarlas a feliz término.

Hoy es  trabajadora social (profesión que le escogió Dios), con gran reconocimiento en toda La Guajira por sus  labores en el Tránsito Departamental, en Instituciones que trabajan a favor de la mujer, la infancia y la adolescencia (ICBF) y con las poblaciones vulnerables, fundadora del primer Consultorio Social  en la Guajira, Apushi Wayira.

Para ella la expresión Trabajadora Social debe escribirse con letras mayúsculas y lo mejor de la profesión debe cumplirse en el teatro de los acontecimientos, en los lugares en que el hambre, la sed y las necesidades básicas insatisfechas dejan sus cicatrices, las cuales se reflejan en los rostros famélicos de los niños en las delgadas piernas de los migrantes que después de un día entero de peregrinación no ganan ni para el sustento familiar, en las caras macilentas  de quienes están enfermos y sin esperanzas de que los atiendan .

Consciente que para ayudar a la gente debe prepararse cada día más decidió ingresar  a la Escuela Internacional de Liderazgo INILID en donde ha sido preparada para ejercer el coaching, una forma de entrenamiento personal  que le permite ejercer como coach de personas, comunidades y equipos de trabajo.

Así es ella, por eso decidió construir el tejido social de su tierra. Puede decirse que es una de las profesionales que más conoce el secreto de cómo estructurar unas relaciones horizontales sanas, sin las tergiversaciones creadas por las relaciones verticales de poder generadas por la política tradicional.

Leoryis Vanegas Rivera se siente aún más realizada como mujer por su papel de madre  del joven Wilhar Arredondo Vanegas y por ser la mayor de cinco hermanos,  inteligente, tocada por la sabiduría de su genética multirracial, influida por el conocimiento construido en años de estudios e investigaciones cuyo sueño es transformar a la sociedad mediante la construcción de un tejido social invulnerable que nos lleve a todos los seres humanos a ser amorosos, solidarios y soñadores como lo es ella desde el día en que la casualidad le permitió ver por primera vez la luz del día en una humilde casa de Bosconia al lado de una abuela tierna, y una madre feliz y luchadora

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