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martes, 29 de enero de 2008

Maicao al Día: La columna de Santos Choles

Santos Choles es un reconocido economista y conoce a fondo el tema de fronteras. Hoy nos da una demostración de ello a trebv{es de su artículo

EL TIEMPO SE DETUVO EN LA FRONTERA

Para hablar de la dinámica fronteriza es importante retomar términos que definan en un lenguaje cotidiano el diario vivir, para ello los economistas y entendidos en la materia han comparado este vivir con la sinergia que produce el reloj pendular, su movimiento se puede comparar con la dinámica que tiene las fronteras en relación a su economía lo cual tiene relación con agregado económico, conocidos como balanza comercial y de pago.

Para determinar el comportamiento del primer agregado económico (balanza comercial) es importante contar con registros que formalicen la sumas de bienes y servicios intercambiado, para nuestro caso es impredecible poder cuantificar esta suma por la informalidad de nuestra relación comercial con Venezuela, dado que la comunidad Guajira-Zulia, existe una relación descrita como contacto, esta forma de relacionarnos hoy solamente describe el dolor mas no la enfermedad que amerita un diagnostico, para poder a tacar el mal de fondo y de esta manera conseguir combatir el dolor.
Este hecho amerita un estudio que argumente políticas de choque fundamentada en una planificación a corto mediano y largo plazo, para conseguir enmarcar el problema se debe de propiciar un dialogo permanente con la academia, el sector publico y propiciar la promoción de la economía solidaria que de paso a la formalización de los sectores productivos que representan la frontera, tarea que debe de comenzarse tarde o temprano, para disminuir el grado de dependencia del país vecino.

En lo concerniente a el segundo agregado económico (balanza de pago), esta relacionado con la dimanica de compra y venta del bolívar, que para nuestra realidad se constituye en la moneda que operativiza el intercambio comercial en la frontera, el cual para lograr su paridad de precio (igualar precios en ambos países), se fija en el mercado de la misma la tasa de cambio.

En nuestra frontera no existe un indicador que determine el valor de cambio de manera formal a través de una autoridad Bancaria, esta realidad amerita de igual forma un análisis para encaminar un desarrollo cambiario formal que de estabilidad a una economía propia.

A la descripción de estos agregados económicos se hace importante reconocer la energía del péndulo que dinamiza la economía en la frontera y entender, que si se para el péndulo no funcionara el reloj en cuanto a el recorrido de su manecillas y de esta manera, se paraliza la economía causando desabastecimiento y desempleo abocando esta situación a una crisis social y económica que contribuye a alterar la convivencia de estos territorios por eso en este momento es importante el dialogo regional y local para convocar la emergencia social que el tema amerita, de no hacer nada o pasar esta responsabilidad a el nivel central agudizaría la crisis de la cual desconocemos sus resultados, para este momento se requiere construir propuesta que nos conduzca a acciones para generar tranquilidad a nuestra gente la frontera. El péndulo debe moverse en la dirección de intercambio pero siempre y cuando tengamos autonomía de intercambio ¿hoy estamos parado que vamos hacer? para devolverle la dinámica a estos agregados económicos

lunes, 28 de enero de 2008

MAICAO AL DÍA: La columna de Mara Ortega

Mara Judith Ortega es una de las personas que más conoce el tema de fronteras en Colombia. Sus desempeño como abogada, sus años de dirigente gremial y el hecho de ser una gran estudiosa del tema le dan la autoridad necesaria para escribir sobre el comercio entre Colombia y Venezuela y su delicada crisis actual.



CONOCER LA HISTORIA
“El que no conoce su historia está obligado a repetirla”
La realidad humana, como campo inteligible, no se puede entender si no es a través de la historia. Del documento FRONTERA EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN. (EL PROYECTO ZIF. Edgar C. Otálvora. 1992) extraje el siguiente aparte:


“Durante 1987, Venezuela y Colombia estuvieron ante un eventual conflicto armado. El gobierno colombiano, presidido desde 1986 por el ingeniero cucuteño Virgilio Barco Vargas, había incluido entre sus líneas de acción exterior el lograr una solución en el asunto de la delimitación de áreas marinas y submarinas en el golfo de Venezuela. En ese contexto, en agosto de 1987 se produce el “incidente del Caldas” (Bendeck Olivella, 1994, 92-121; Romero, 1991, 60), cuando la presencia en aguas del golfo de Venezuela del buque de la armada colombiana ARC Caldas desató una crisis diplomática y militar entre ambos países. El deterioro en las relaciones entre los gobiernos no sólo atendía al tema limítrofe, sino a una larga lista de incidentes previos referidos a la seguridad y el orden público en la zona fronteriza.

Superado el incidente del Caldas sin que se produjera un enfrentamiento armado, las comunidades nacionales de ambos países permanecieron altamente sensibilizadas por discursos nacionalistas, en ocasiones abiertamente guerreristas, a la par que se iniciaba una intensa política de incremento del gasto militar en ambos países (Vivas Gallardo, 1999, 242).

Por otra parte, la frontera era y sigue siendo un escenario privilegiado donde confluyen impactos de las circunstancias económicas internas de cada uno de los países vecinos, lo que se denomina “efectos de derrame” (SELA, 1996, 41). Desde la devaluación de 1983 en Venezuela, los gobiernos de este país mantuvieron un sistema de control de cambios, así como una política de subsidios a productos de consumo masivo.

Los cargamentos de leche en polvo o aceite comestible ofrecidos en el mercado interno venezolano con precios subsidiados no sólo atendían la demanda nacional, sino que llegaban incluso hasta lejanos lugares de la geografía andina suramericana, dado el importante diferencial de precio con respecto a los vigentes en países vecinos.
Este fenómeno fue denominado en el discurso popular y oficial venezolano como “contrabando de extracción”, el cual se producía a través de las fronteras, y de forma resaltante en los límites con Colombia. “La devaluación del bolívar en 1983 generó un cambio radical en la orientación del comercio fronterizo, por la pérdida de valor progresivo de la moneda venezolana en los mercados oficiales y libres.
La economía fronteriza colombiana, especializada en comercio de exportación, se vio tan afectada que las autoridades se esforzaron en reorientarla hacia el sector productivo. Del lado venezolano el proceso devaluacionista generó una fuerte progresión del comercio en el área fronteriza, reorientándose éste desde la tradicional reexportación de productos electrodomésticos hacia la venta de bienes considerados como de primera necesidad, como consecuencia de una política de subsidios masivos que no fue sustancialmente modificada entre 1983 y 1988” (Martens, 1992, 382).

Como parte del ambiente bilateral posterior al incidente del Caldas, el gobierno venezolano decidió frenar la exportación de productos subsidiados, primero, con medidas policiales por parte del resguardo aduanero a cargo de la Guardia Nacional. Luego, mediante dos decretos presidenciales que prohibían la apertura de nuevos establecimientos comerciales en una franja fronteriza de 20 kilómetros en una primera versión, y de cuatro kilómetros en su normativa definitiva. Los decretos presidenciales y la mano dura de la Guardia Nacional no lograban controlar el flujo comercial, no sólo de los productos con subsidios directos del Estado sino de la más amplia gama de bienes de consumo de fabricación venezolana. Esta situación variaría a partir de 1989, cuando el programa de ajuste económico del nuevo gobierno venezolano haría variar el sentido del comercio fronterizo.
De hecho, la economía fronteriza y la economía nacional actuaron en direcciones radicalmente opuestas en cuanto al comercio con Colombia, a raíz del programa de apertura comercial iniciado aquel año. Venezuela, con precios más atractivos, incrementó sus ventas globales a Colombia y redujo sus importaciones desde ese país, mientras el comercio de la frontera venezolana redujo sus ventas (basadas en bienes anteriormente subsidiados en el mercado venezolano) e incrementó sus compras de bienes esenciales de origen colombiano (Otálvora, 1992, 175).

Sorprende la similitud de las causas y las consecuencias de la tensa situación que vivimos ahora con la sucedida en 1987. Como resultado positivo de este rifirrafe se firmó El 3 de febrero de 1989, el Acuerdo de Caracas, que modificó el estatus de las negociaciones entre los dos países. Los presidentes de Venezuela y Colombia, Pérez y Barco, respectivamente, acordaron crear un mecanismo para atender los asuntos pendientes, en obvia referencia al tema de la delimitación territorial. A su vez, anunciaron la constitución de otro mecanismo bilateral el cual trabajaría sobre los aspectos “relativos al desarrollo económico y social de las áreas fronterizas”.
El Acuerdo de Caracas se plasmó en la Declaración de Ureña del 28 de marzo de aquel mismo año, mediante la cual se designaron los integrantes de las comisiones, señalándoles un temario básico y un mandato amplio en cuanto a iniciativas. La creación del mecanismo de las Comisiones Nacionales de Asuntos Fronterizos, amén de su propia composición, buscaba ser una instancia de vocería regional binacional.

Veinte años después, como escribiría Dumas, los guajiros seguimos sufriendo la incertidumbre del futuro gris y, los wayuu, con menos población, resultan más vulnerables en su propio territorio. En el referente histórico citado debemos buscar la solución a la problemática actual y entender de una vez por todas que además de ser colombianos de primera línea, los guajiros somos ante todo: ciudadanos de fronteras, con una “identidad cultural de frontera” y que en este momento nos sentimos presionados desde el exterior fronterizo, es decir desde las capitales nacionales, y no tenemos porque convertirnos en guardianes de la nacionalidad, sino que debemos propender por el respeto a esa convivencia en la frontera caracterizada por lazos de parentesco, la homogeneidad de cosmovisiones, de prácticas sociales, religiosas y alimentarias, de hábitos de vestir, la cercanía de los pueblos y el intercambio económico y sobre todo por el respeto al derecho inalienable a la libre autodeterminación de la gran nación Wayuú.


Mara Ortega Acuña
Email: oa_mara@hotmail.com

miércoles, 9 de enero de 2008

Artículo de nuestro colaborador el médico Alfonso Choles Q.


YO SI ME QUEDÉ

Cuando se aproximaban las fiestas, nuestros padres hablo de los que ahora contamos con 45 años en adelante, hacían sus preparativos para que pasáramos unas fiestas muy buenas eso comenzaba mas o menos en le mes de octubre, ellas iban al mercado y comparaban una piña verde con sal de exón, sal de glover, llegaban a la casa y daban la orden a que licuaran la piña sin colarla y disolvían esas dos sales y nos servían mas o menos antes del desayuno un vaso de pasta grande color azul, estaba servido hasta arriba o sea que estaba copeteado, había que tomarse aquello todo, sin asco y no descansar o sea que había que tomarlo de un solo envión, conjuntamente había una disposición que decía que “no se podía comer hasta que el purgante no le hiciera a uno”, era así que había que pasar todo el día acudiendo al baño y sin poder comer nada de nada, por allá en la tarde luego de ese calvario, nos daban un pan saldo con una agua de panela cocida y la situación seguía hasta el otro día, donde habíamos dormido no se si placidamente pero nos levantábamos ojerosos, escuálidos y con una hambre que ni que decir, esa era la primera preparación para las fiestas venideras.

La otra era ese dialogo secreto que iniciaba la mama al papa diciéndole que había que preparar a los pelaos para la ropa de diciembre.
El padre no hablaba, se quedaba en silencio, ella seguía con su diatriba agregaba que su comadre fulana estaba en el cacaito en la colmena tal y esa comadre viajaba Bucaramanga a traer zapatos y tenia nuevos artículos a buen precio y se podía pagar de manera módica, de la ropa pues ella le decía al padre que seria bueno comprarle ropa que fuera quedando para el que seguía en orden de uso, y que además sirvieran para el uso de la temporada escolar que se avecinaba en el año entrante, se procedía a llevarlo a uno a la peluquería del mercado donde el señor carreipia al lado de Meme Magdaniel, quien como de costumbre hacia la misma pregunta que corte le hacemos al pelao y procedía mi padre a decir uno de hombre que no quede con mucho pelo, entonces el hombre (Carreipia) nos pasaba la maquina con el peine numero 1 en toda la cabeza y nos dejaba un mechón de cabello arriba de la frente era la cabeza pelada y el pompon antes de terminar afilaba la navaja sobre el cuero de la silla y nos hacia los cortes en la nuca y en las patillas y para rematar con broche de oro nos pasaban la piedra de alumbre uff como ardía esa piedra, ese el corte de diario y de todos los días.

Las fiestas que bella época y que trágica, luego del purgante, la ropa y la motilada ya venia la casa, compraban lija, brocha, pintura y carburo.
Y dele lijar, lijar y luego pintar, el carburo era pa el patio, el cual había que rastrillar a diario por las hojas del palo de almendro, de mango, recoger la basura que en ese tiempo se quemaba en el traspatio y ya tenia una montaña de cenizas y restos de las quemadas y subirla en al camioneta para llevarla a la vía de carreipia y allí deshacerse de ella.

Otra preparación era la espera tormentosa del familiar que venia de Riohacha o de Cotopriz a comprar todo el menaje de diciembre había que acompañarla al centro, eso no compraban de una vez cotizaban todo en todos lados y luego regresaban a la casa por lo del almuerzo porque no se podía comprar nada en la calle porque había que ahorrar, así que pasaban por al carrera 12 con 13 abajo del banco Bogota donde había una frutera donde se exhibía manzanas, peras, uvas chilenas, duraznos pelones, ciruelas de calidad en fin el señor dueño las mojaba y parecían que acababa de llover, esas frutas estaba provocativas pero nada nada solo tragaba uno en seco porque ellas las tías de visita no compraban nada de nada.

Los regalos, los juguetes, los carritos, las bicicletas hoo que delicia para los ojos recuerdo una bicicleta de cambios que había en frente del milano al lado del pasaje liz cerquita de provisiones Chichi , que espectáculo de bicicleta me acuerdo hasta la marca Chooper, para no hacerla larga jamás la tuve, pero era mía solo mía, soñé con esa bicicleta no paso un día de mi vida en esa época que no fuera verla hasta que el turco dueño del almacén se aburrió de tenerla y no venderla que se la regalo al hijo y cruzando la carrera 9 una camioneta la piso y creo que me piso a mi también porque era mía solo mía.

El 7 que gran fecha velitas, cohetes, volcanes y mas velas salíamos en patotas a ver como están las calle del barrio el carmen pasábamos por la capilla y hasta de repente coordinábamos una cita con alguna niña que en nuestros adentros era la novia pero ella ni lo sabia ni habíamosle comunicado de esa pretensión, la noche pasaba tiros, tiros y mas tiros porque si alguien sonaba su revolver el bosque el carmen le respondían con una pistola y así pasábamos toda la noche comíamos lo que fuere porque ese día nos suministraban $5 pesos que billete y que cantidad de plata, bolis, mogollas, merengues, bolitas y de todo cuanto hubiera en la tienda de la señora Juanita, hasta que llegaba la hora de las velitas que se ponían en todos lados de la casa y solo quedaba el pegoste en piso que no se sabia quien ni como lo despegaba.

El 24, que cosa mas bonita estaba la expectativa de la llegada de el “Niño Dios” todo en orden los encargos que casi nunca eran tenidos en cuenta, pero de todos modos la cosa era la espera, la dulce espera que desespera, así que la cosa muy quieta la dormida temprano y pensando en ponerla la trampa para ver al niño Dios cuando llegara a media noche, era así que nos agarraba el sueño, y el sueño quedaba en nada, nunca supimos a qe hora llegaba pero había cierta sospecha en que estaba allí dentro de la casa por la mañana que alegría corros muñecas y de todo era algo que no se podía creer habían años que se excedía y otros muy pero muy austero, pero esa mañana producía anorexia ya que la situación era de salir a pavonear y a presumir de los obsequios de el Niño Dios

Diciembre que mes tan largo y tan corto, tan lindo y tan nostálgico, me puse a pensar en eso el otro día que salí de mi casa ahora en el tiempo presente, en los transporte que no es Centrama se cotizaron pasajes a Barranquilla y a otras partes de con sobre cargo en pasajes de hasta el 200% y sin cupos en ningún vehiculo Maicao se quedo solo, solo es solo, casi todos se fueron se notaba la ausencia de todos y para todo, no se vio el almendro de la 16 vía a la tijera que comía nadie tortuga, no había desayunos donde Cenit en la clle 15 con carrera 21, no había viajes a ninguna parte de Colombia ni a cafernaun, no habían cafeteros de Tuchin, ni siquiera el árabe de la mezquita hizo sus oraciones o por lo menos yo no lo escuche en el alto parlante estábamos solos.

Me surgieron preguntas
Será que no hay Maicaeros, será que todos somos de otros lados, será que quieren a Maicao, o buscan gastar lo ganado en Maicao para gastarlo en otros lados en fin yo si me quede y me quede con gusto


Alfonso Choles Q.
“El duende del traspatio”

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