martes, 19 de septiembre de 2023

El maestro Guillermo Ospina Vélez, constructor de casas y promotor de felicidades ajenas (Primer episodio)


Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Son las 5 de la tarde de un día caluroso en Maicao y mi hija ha pasado a recogerme en la puerta del Maicao Juan Hotel, en donde me había dejado un poco antes. Al embarcarme le pido que me lleve a la casa del maestro Guillermo Ospina Vélez en la Comuna Número Cuatro en una lugar que no preciso, pero del  cual recuerdo que está ubicado en la calle 22 muy cerca del templo católico del barrio San Antonio.

Mi hija conduce su automóvil Renault color vino tinto con la pericia de quien lleva más de quince años en el oficio. Uno de mis hobbies es acompañarla en la silla del copiloto.  La miro y me retrato yo mismo un montón de años atrás cuando era pasajero frecuente en el puesto de la ventanilla, en la volqueta de mi padre a la que todos llamábamos El Cotorrón. Tiempos idos que nunca olvidaré.

Cruzamos las calles de la Comuna, una antigua zona cenagosa, recuperada gracias a las calle-canal y a programas oficiales de pavimentación. Los niños juegan descalzos en los solares, la gente se refugia del fuerte calor debajo de los árboles de nin que existen en las aceras y la tarde comienza a morirse.  

La Comuna Cuatro se precia de albergar el estadio Hernando Urrea Acosta y el coliseo Jorge Toyota Novoa y la iglesia de San Antonio.    En sus límites se encuentra una emblemática empresa de la familia Terraza conocida como “Las Carrocerías”, que le da su  nombre a las manzanas adyacentes. En sus talleres se han fabricado desde los años setenta las carrocerías tipo estaca que utilizan los vehículos de carga de todo el departamento. Su época dorada fue la de los años de bonanza comercial cuando fabricaban las carrocerías de  los camiones grandes llamados “siete y medio” en los que se transportaba la mercancía desde el puerto hasta las bodegas y almacenes de Maicao. Aún funciona,  pero no como en aquellos tiempos cuando caravanas interminables de estos vehículos transportaban café o mercancías extranjeras.

Cuando estamos en el sector indicado le preguntamos a la primera persona que encontramos y ésta, un hombre de unos cincuenta años, nos señala un árbol de mango y nos dice:

-Es ahí, vayan con confianza.

Al maestro Guillermo todos los conocen en el barrio y, si no me niegan su dirección es porque saben que a él nunca lo van a buscar para algo malo. 

Hemos llegado al lugar indicado y en la puerta de la casa veo una hermosa pareja de octogenarios quienes disfrutan del sencillo paisaje consistente en una cantina frente a su casa en donde los parroquianos juegan billar y beben cerveza, los motocarros que pasan y las motocicletas que ruedan a toda velocidad a pesar de que es día sin moto.

Antes de dejarme bajar del auto mi hija me pregunta:

- ¿Qué vienes a hacer acá?

- Voy a entrevistar al maestro Ospina, le contesté

- ¿Y él quién es?, volvió a preguntarme

- Él es la persona que ha construido varias de las casas y de los edificios que vimos en todo el camino. Además, fue fundador de la emisora del barrio y es el padre de la navidad.

- ¿El padre de qué?, alcanzó a preguntarme.

Pero no escuchó mi respuesta porque el parlante de un altanero equipo de sonido en el volumen más fuerte posible, se hacía sentir con una canción de Diomedes Díaz. 

He llegado a la casa del maestro Guillermo y, sólo en ese momento me doy cuenta de un detalle en el que no había pensado…(CONTINUARÁ)

Leer el segundo episodio

lunes, 18 de septiembre de 2023

Homenaje a Roberto Solano: un auditorio llevará su nombre


El pasado viernes 15 de septiembre el alcalde Mohammad Dasuki develó el nuevo nombre de este importante centro de reuniones y de eventos culturales y académicos: Roberto Solano Sanclemente, en homenaje al excelso compositor y cantante de música caribeña y autor de la emblemática canción "Los Charcos", grabada por Fruko y sus Tesos.
En adelante no diremos "La conferencia será en el auditorio de la Casa de la Cultura". En cambio, la invitación dirá: "La conferencia se efectuará en el auditorio Roberto Solano Sanclemente".
Merecido homenaje a quien ha hecho tanto por la música y la cultura en general.

viernes, 1 de septiembre de 2023

Carta para un amigo y hermano: Osvaldo Mejía Marulanda


Escrito por:
Alejandro Rutto Martínez

Apreciado hermano, quiero contarte que nos reunimos con frecuencia alrededor de tu recuerdo en días de sol portentoso y de calor extremo, para reescribir algunos de los párrafos de la historia que pudimos vivir juntos en los caminos de piedra y polvo de nuestra tierra, en sus calles anchas y sudorosas en las que te placía andar y en las que te acomodabas como marinero sobre la cubierta para otear el horizonte y mirar los lugares y los tiempos que se aproximaban.
Querido hermano, muchas gracias por habernos acompañado en la travesía por mares sinuosos y caminos imprevisibles.
Te escribimos para describirte, como hombre laborioso de memoria amplia y también porque creemos que el buzón de tus cartas aún tiene dueño y sentimos tu presencia como el canario que se posa sigiloso en la rama del árbol protector de nuestra raza.
Gracias porque creces cada día como las raíces del pino para hacerte aún más fuerte sobre el puente de los diminutos corpúsculos del tiempo.
Aquí estamos en este concierto de ecos en donde se escuchan tus consejos, tus frases y refranes y podemos disfrutarlos sin afanes y sin desconsuelo en cada uno de los rincones de la Casa de Mamá por cuyas páginas transitaremos para disfrutar de tu valiosa compañía.
Querido hermano, aún vemos tu sonrisa en el fresco rocío matinal, en el desnudo suelo de los pueblos colgados en las faldas de las montañas y en los caminos de gracia que recorremos en nuestras oraciones.
Tu vida fue un continuo soplo de pasión en el que no te vimos llorar a menudo porque en jugabas tus lágrimas en el paño de la fe en el Señor de los cielos.

Usabas tu llanto cuando sentías piedad, como abeja que deambula alrededor de corolas vivaces o como luciérnagas encendidas que pasean por el salmo de los delicados pastos.
Aquí estamos mi hermano, fundidos en un largo y fraterno abrazo que solo terminará en el día inexistente del nunca jamás.
Gracias por vivir de ahora en adelante en el proverbio de la sabiduría.
Muchas gracias.

lunes, 28 de agosto de 2023

Llegó el día de ir a Playa Cristal

 


En día llegó y fue el 26 de agosto, por sugerencia de Nilse Blanquiceth, una líder de la zona quien nos hizo la invitación para celebrar mis treinta y cuatro años de matrimonio con Carlene, su amiga desde los tiempos en que aún no había ocurrido el diluvio universal.  En atención a las sugerencias recibidas nos hospedamos la noche anterior en un hotel del barrio Once de Noviembre de Santa Marta, el cual tiene un nombre bien simpático: Hotel, ubicado en plena Troncal del Caribe, diagonal a la Tienda Ara del Barrio.  

-“Mañana los recojo a las 5 de la mañana”, nos dijo nuestra querida anfitriona y acto seguido nos dejó en manos de los recepcionistas. El hotel es muy bonito, tiene lo esencial y la atención que nos brindaron fue espléndida.

Dormimos con el temor de no despertar temprano, después del cansancio de un día de bastante ajetreo, pero a las cuatro de la mañana la preocupación se disipó por completo cuando comenzó a roncar la primera tractomula en el parqueadero del hotel. Y cuando el sueño nos vencía otra vez, el rugido de otro de estos pesados camiones nos puso de nuevo en alerta.

A la hora fijada nos recogió Nilse en un Montero Mitsubishi marrón modelo 91, conducido por el joven Carlos Riátiga, un biólogo enamorado de la naturaleza y del turismo, quien conoce muy los parajes de la Sierra Nevada, los accidentes geográficos de la zona y vive enamorado de la naturaleza, pero, sobre todo, del mar.

Antes de iniciar el recorrido hubo una parada en zona de alimentación. Los hambrientos viajeros eligieron unas empanadas reforzadas que más parecía un “calentao” paisa, muy grande y aprovisionada con múltiples ingredientes. El día comenzaba muy bien y pintaba como una gran jornada.

El montero inició la marcha y tras un breve recorrido por la Troncal del Caribe giró a la izquierda, por la entrada del Parque Tayrona. El camino es un carreteable en buen estado al cual se le nota que tuvo mejores épocas con tramos que conservan lo que fue el asfalto que lo cubrió.   Carlos nos anticipó que el recorrido duraría unos cincuenta minutos hasta el punto en que tomaríamos una lancha para hacer la travesía marítima que nos llevaría al destino final.

Cruzamos por un bosque seco tropical poblado de trupíos y cardones y muy pronto tuvimos a nuestra izquierda la majestuosidad del Mar Caribe que se asomaba por entre la vegetación y luego volvía a esconderse.  En unos minutos llegamos al mirador conocido como Siete Olas en donde pudimos apreciar el espectáculo indescriptible de un mar cristalino en su romance con la serranía dentro de la Ensenada de Neguanje.


Después de las fotos de rigor y de las explicaciones de nuestro guía proseguimos la marcha hasta otro punto desde donde tomamos nuestra lancha con destino a Playa Cristal, uno de los lugares más hermosos de Colombia. El trayecto nos ofreció un paisaje bellísimo, mezcla de mar cristalino y de montañas tupidas de verde y recortadas contra un cielo inmensamente azul.


Desembarcamos en Playa Cristal en donde Nilse es toda una celebridad, la gente le reconoce su liderazgo, su trabajo para mantenerlos unidos y alrededor de algo que es una obsesión para todos ellos: la protección del Parque Tayrona, sus playas, su mar cristalino, sus corales. En fin, no sólo son proveedores de servicios turísticos sino protectores y guardianes de la naturaleza.


Libardo Quintero Redondo, un dibullero que desde hace varios años trabaja en el turismo, nos explica que Playa Cristal, antes conocida como playa del Muerto, se divide en tres segmentos: Uno destinado exclusivamente para la llegada de las lanchas, otro para las carpas en donde descansan los turistas y el tercero al que está prohibido llegar porque es el santuario de los corales y hay que protegerlos al máximo.


Nos parqueamos en nuestra carpa a escuchar las historias de Nilse sobre la forma en que la comunidad de prestadores de servicios se viene organizando desde hace varios años. Son personas humildes y muy trabajadoras cuya jornada se inicia con el día y termina bien entrada la tarde cuando todos, trabajadores y turistas regresan a Santa Marta.  Son varias familias las que operan el negocio y todas comparten el trabajo de mantener las playas limpias y de atender bien a los visitantes. Se propusieron erradicar el sistema de ventas ambulantes para que los viajeros no se sientan agobiados y establecieron precios claros para que nadie abuse de los clientes.


Aprendieron a respetar las costumbres de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada, los Kogis, Arhuacos, Arzarios y Wiwas. Por eso saben que hay tres temporadas en el año en las que no pueden venir a este lugar, pues son tiempos en los que los hermanos mayores están haciendo sus pagamentos y rituales de purificación y recuperación de la madre tierra



Mientras nos invitaba a degustar una deliciosa ensalada de frutas preparada por la señora Gladys nos explica que Parques Nacionales los capacita en todas las áreas de sus labores, pero en especial en aquellas relacionadas con la relación ser humano-naturaleza-cultura. Los enseñado a ser grandes emprendedores y ellos han iniciado actividades en sus unidades productivas, como Dercy, una joven morena que ha aprendido el milenario arte de las abuelas para producir deliciosos dulces de frutas que ofrece con singular amabilidad a grandes y chicos. 


Unos minutos después nos ofrecen una piña colada que literalmente es una piña, bien hermosa y decorada que contiene la deliciosa bebida de preparación artesanal envasada de forma muy creativa dentro de la fruta, la cual ha sido previamente ahuecada por las manos laboriosas de consagrados artistas del arte culinario.

Entre conversación y conversación entrábamos al mar y volvíamos a salir, era una delicia estar allí en esa enorme piscina de agua salada sin olas y de aguas totalmente limpias.

Llegó la hora del delicioso almuerzo consistente sopa de pescado, cojinúa frita, patacones, arroz de coco y ensalada, acompañadas por limonada natural. Como adicional llegaron los aguacates provistos por Yender, un calidoso vendedor experto en combinar su don de la palabra con un respetuoso buen humor.


-Señora, mire, estos aguacates están tan buenos que me da dolor venderlos”, dice mientras divide en dos un provocativo aguacate sobre el cual dispersa la sal y las gotas de un enorme limón.

-“Este limón llora más que mi abuela cuando va a un velorio”, dice para robarle una sonrisa a sus clientes.

Según mis planes después del almuerzo reposaría y entraría de nuevo a la playa para continuar con ese ritual que es como una plegaria a la vida, pero mis anfitriones tenían otros planes: una invitación a caretear, actividad que consiste en adentrarse un poco en el mar, provistos de caretas para observar el lecho marino y, en especial los corales. Al principio me negué porque nunca había estado más de cinco metros “mar adentro, ni me había alejado de la playa más allá de donde mis pies tocaran tierra y el agua me diera en las rodillas.   Al fin acepté y creo que ha sido una de mis mejores decisiones pues pude contemplar el sublime espectáculo de los corales, esos raros seres vivos pertenecientes al reino animal al que tanto de debemos.  Conocimos los cerebros gigantes, los cuernos de alce y una gran variedad de corales, protectores de la riqueza marina y grandes responsables del equilibrio marino.

Terminada la exploración nos indicaron que era hora del retorno. Todos los lugareños recogieron sus utensilios y herramientas y tomaron lugar en las lanchas para ir hasta la playa de Neguanje en donde nos esperaban los vehículos que nos regresarían a Santa Marta. En el regreso tardamos cuarenta y un minutos, 9 minutos menos que en la ida, porque no paramos de nuevo en el mirador de las Siete Olas.

Hasta aquí este relato sobre el día en que por fin fuimos a Playa Cristal, el viaje terminó, pero los recuerdos perduran.

 

 

 

domingo, 27 de agosto de 2023

Nos dejó Lucho

 


Así como lo leemos, por estos días nos dejó Lucho, uno de los barberos más conocido de Maicao durante varias décadas.  Junto a José Pérez formó un dúo de gran respeto en el gremio de la peluquería, similar al que conformaron Rafael Orozco e Israel Romero en la música vallenata.

Su local se ubicó en varios lugares de la carrera 12 y la calle 15, se mudaron varias veces, pero nunca se alejaron mucho del sitio conocido como “Rumba Licores”.  La Peluquería de Los Pérez tenía un estilo en su disposición y decoración que le daban un toque distintivo a sus decenas de clientes: afiches gigantes y bien logrados de artistas y deportistas, cómodos sillones para quienes hacían turno, aire acondicionado y televisión conectada a TV Cable.

Todo eso era muy importante porque los clientes debían hacer largas esperas antes de sentarse en la silla en donde las prodigiosas manos de Joselito o Lucho les harían el corte deseado.

Los dos socios manejaban una ética inquebrantable: los clientes de José sólo podían ser atendidos por él e igual los de Lucho. Cuando uno de los dos viajaba el cliente esperaba a que regresara pero por ningún motivo acudía a otra persona.

Yo era cliente de Joselito y me costó bastante convencer a Lucho de que tenía una emergencia el día en que me iba a graduar en la Universidad. Al fin se compadeció y me atendió bajo la rigurosa promesa de que no dijera nada. Sobra decir que cumplí hasta hoy mi pacto de confidencialidad.

La peluquería era además un centro de información. De las noticias nacionales nos enterábamos a través de la tele o de El Heraldo, cuyo ejemplar del día llegaba todos los días a las 8 de la mañana. Además, teníamos a disposición las revistas más importantes: Cromos, Cambio y Semana. 

Las noticias locales corrían por cuenta de todos los clientes, bien sabemos que las noticias llegan primero a la peluquería del pueblo que a cualquier otra parte.

Hace un tiempo los clientes recibimos la mala noticia de que la peluquería finalizaba sus servicios después de tanto tiempo. Joselito se trasladó a otra ciudad.

Lucho, por su parte, estaba muy enfermo, tanto que se vio inhabilitado para seguir en el ejercicio de su profesión.  Día tras día su salud menguaba y la lucha por la vida se hacía más difícil.

El pasado 24 de agosto la familia dio a conocer la noticia: Lucho había emprendido el camino hacia la eternidad.

Todos creíamos que el apellido de Lucho era Pérez, como el nombre de la legendaria barbería, pero el aviso fúnebre nos hizo enterar de que no era así. En realidad, su nombre era Luis Emilio Lagos Martínez, el esposo de Mileidys Sarmiento y padre de dos hijos:  Jualed, Yaxi Milena, Eduardo y Arjadis.

Nuestras sentidas condolencias a su familia. Nos queda el recuerdo del gran Lucho, uno de los mejores peluqueros, y de la Barbería de los Hermanos Pérez, sus periódicos del día, su buen aroma y sus noticias frescas.

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