lunes, 6 de septiembre de 2010
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Billy Castro, el alcalde que apoyó a la cultura
Se iniciaba la segunda mitad de los convulsionados años ochenta y el país recordaba cada día los pavorosos hechos de la toma y retoma del Palacio de Justicia con su trágico saldo de muertos y de violación al recinto sagrado de la Justicia.
Por otro lado estaban abiertas las heridas causadas por la catástrofe de Armero y el río con lava ardiente que segó en una sola noche la vida de más de veinte mil compatriotas a los que la muerte sorprendió mientras disfrutaban de su plácido sueño después de una ardua jornada invertida en poner a producir una tierra fértil y amiga, que los había acostumbrado a darles cien veces lo que sembraban en ella.
En Maicao asistíamos al final de una bonanza comercial en medio de la cual se hicieron negocios multimillonarios en corto tiempo. Decenas de almacenes cerraban sus puertas y despedían trabajadores y los carteles de “se vende” fueron colgados en numerosos locales comerciales y casas de los sectores residenciales.
Por ese entonces comenzaron a escucharse las primeras voces de quienes sugerían la llegada de una nueva época y la necesidad de repensar a la tierra de todos. Si el comercio disminuía las costumbres seguramente iban a cambiar y era necesario hacer las cosas que nunca se habían hecho. Los jóvenes entendimos el mensaje y empezamos a trabajar en consecuencia. Corrimos a fundar la Casa de la Cultura y bien pronto tuvimos bien organizados todos los papeles con base en los cuales nacía la nueva organización.
Estábamos entusiasmados pero bien pronto comprendimos que solo teníamos una Casa de la cultura de papel y más nada. Del Instituto Colombiano de Cultura nos llamaron un día para decirnos que los setecientos libros solicitados para nuestra biblioteca (inexistente biblioteca) habían sido asignados y debíamos retirarlos en un plazo perentorio de las oficinas de esa entidad. Y nos advertían que un poco después la ministra de educación en persona estaría haciendo un recorrido por todo el país para verificar el servicio que se estuviera prestando a la comunidad.
No faltó el que hiciera la sugerencia de escribir a Bogotá contando la verdad: no teníamos local, ni biblioteca, ni casa de la cultura ni nada y que le dieran un mejor destino a los libros. Fue cuando Roberto Villanueva, un emprendedor de pura cepa y miembro del grupo, propuso hablar con el alcalde Billy Castro Polanco y pedirle que nos asignara alguna de las desocupadas oficinas del recién remodelado edificio de la alcaldía.
En la audiencia no salíamos de nuestro asombro cuando el alcalde decidió cedernos no solo un modesto local en el último rincón del pasillo (como casi siempre se ubica a la cultura) sino que, en un acto de desprendimiento, nos cedía las cómodas instalaciones destinadas a convertirse en su despacho. La felicidad nos inundó y no tardamos mucho en conseguir el mobiliario y en poner la nueva biblioteca al servicio del público. Poco después recibimos la visita de la ministra de educación quien se fue feliz y contando por toda Colombia el buen servicio que prestaban los libros entregados a los maicaeros.
No sé si Billy Castro Polanco recuerde este momento de su administración. Pero era hora de recordarlo y de hacerle un reconocimiento ante las nuevas generaciones.
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La Unidad de Maicao
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martes, 31 de agosto de 2010
Dos muertos en accidente de tránsito en carretera a Carraipía
Por: Ernesto Acosta Solano
Un alegre paseo familiar terminó en tragedia, donde dos personas murieron y otras nueve resultaron con heridas de gravedad, en hechos registrados en la vía que une a Maicao con la población de Carraipía, a la altura del kilómetro 69, cerca al nuevo mercado municipal.
Las víctimas mortales fueron identificadas por miembros de la Policía de Carreteras como Aldrenis Rafael Brito Gabalo, de 24 años de edad, natural de Maicao, residente en la calle 8 con carrera 20 del barrio Maicaito, hijo de la pareja que conforman el profesional del cambio en la plaza Bolívar, Mario Brito, y Virginia Gabalo, funcionaria de la Cruz Roja Municipal, de cuya unión nacieron dos varones y dos mujeres.
Aldrenis Rafael era reservista del Ejército Nacional y se dedicaba a labores de mototaxismo; presentó golpe severo en la zona craneana, por lo que fue llevado por voluntarios hasta la sala de urgencias del hospital, en donde falleció minutos más tarde.
Con él viajaban también su esposa Soad Elena González y su hija menor Mariana Brito González, quienes resultaron lesionadas.
La otra víctima mortal respondía al nombre de Rosmel Brito Díaz, de 41 años de edad, primo hermano del anterior, quien murió casi de manera instantánea, presentó golpes en el cuerpo y zona craneana; residía con sus familiares en la calle 20 con carrera 8 del barrio San José.
Venían de un paseo familiar
Los muertos, al igual que otras nueve personas que resultaron heridas, hacían parte de un paseo a Guayacanal, un corregimiento de Barrancas. Habían salido de Maicao, a las once de la mañana, y al parecer por exceso de velocidad al esquivar una motocicleta, se salieron de la carretera y fueron a parar contra un árbol de cañahuate que los detuvo.
La otra versión entregada por la Policía precisa que el vehículo tuvo un contacto con una motocicleta y se salió de la vía con los resultados plenamente conocidos.
El vehículo comprometido en este lamentable percance es una camioneta tipo Explorer, gris, modelo 2008, identificada con las placas registradas en Venezuela KAT 23 N, la cual venía conducida por Harley Brito Bolívar, quien presentó lesión en un brazo.
Listas de heridos
Las otras personas heridas que ingresaron al Hospital San José responden a los nombres de Katherine Hani Mauri, Yolanda Pacheco Pushaina, Zoyla Rosa Cambar, Segundo Bolívar Brito, Eladio José Sierra, Maryori García Rodríguez y Yerlim Escorcia Herrera.
De acuerdo al parte médico, los heridos no revisten mayor gravedad, algunos fueron dados de alta y otros aún permanecen bajo observación de los facultativos
lunes, 30 de agosto de 2010
El Molino vivió nuevamente la fiesta de las letras guajiras
El evento, organizado por la Fundación Letras Guajiras, contó con la presencia de la escritora chilena Gladys Aqueveque, el venezolano Orlando Trovat y representantes de Magdalena, Córdoba, Bolívar, Magdalena, Cesar y La Guajira. Por el Magdalena concurrió Rafael Jiménez, natural de Aracataca, en donde dirige el taller “Muchos años después” y coordina la Casa Museo Gabriel García Márquez”. Por el departamento de Bolívar acudió el tallerista Matías Salas; por el departamento de Códoba Naudín Gracián.
En representación de La Guajira concurrieron artesanos de la palabra de la talla de Abel Medina Sierra, Enmanuel Pichón, Jack Soto, Pedro Córdoba, Gustavo Maceas, Alejandro Rutto y Julio Larios, entre otros.
Todo nació como una estrategia dentro del aula
Edgar Camargo, fundador del encuentro, manifestó que todo nació dentro del aula de clases cuando llevaba a sus estudiantes textos de autores guajiros para que los leyeran, disfrutaran y analizaran. A través de los libros, textos y fragmentos los estudiantes empezaron a encariñarse con los autores nativos de la península y le solicitaron a sus profesores y directivos de la institución que los llevaran al plantel para conocerlos. De esa manera se programó el primer encuentro en el año 2.003 cuando, sin embargo, por razones de tiempo y la complicada agenda de los autores, solo pudo asistir Abel Medina Sierra.
En adelante el evento siguió su curso y cada día fue mayor el número de asistentes hasta la edición del año 2.010 cuando la asistencia superó los cuarenta participantes.
Los talleres, estrategia para fomentar el hábito de la lectura y escritura
En su última versión el Encuentro versó acerca de la metodología utilizada por los talleres y colectivos de distintos lugares de la Costa Atlántica para fomentar el hábito de la lectura y formar nuevos escritores en cada uno de los rincones de la Costa Caribe.
Algunos directores de talleres se mostraron partidarios de hacer un cuidadoso trabajo de creación y revisión, evitando la prisa por publicar y con la mira en trabajar con esmero cada producción de los nuevos escritores.
Sin embargo hubo otra tendencia: la de quienes se inclinaron por la publicación de los textos como un elemento necesario para estimular el trabajo de quienes se están iniciando en los caminos de la creación literaria.
Un recital al pie de la Ermita
Uno de los momentos más emocionantes de este festival de las letras y los versos es el recital que se llevó a cabo en la noche del 26 de agosto en el atrio de la ermita de San Lucas de El Molino. Uno a uno los poetas, los estudiantes y aún anónimos ciudadanos fueron desfilando ante los micrófonos y las lámparas para expresar el sentimiento a través de hermosos poemas de su autoría.
El recital fue seguido por unas setecientas personas que desafiaron el aguacero que esa noche cayó sobre el Sur de La Guajira y dieron un paso más para constituir a El Molino en uno de los municipios en donde más florece la cultura en el departamento de La Guajira.