Por: José Carlos Molina B
Abogado litigante. Presidente del colegio de abogados de Maicao CODAMA
Siempre he querido escribir sobre la música vallenata, que para mi gusto es la mejor del mundo, o por lo menos (para no entrar en calificaciones) es con la que mejor me identifico emocionalmente. La música, si no logra trasmitir y despertar un sentimiento en el ser humano, carece de sentido y el vallenato es eso, puro sentimientos; es además la expresión más autentica de una región que sufre, llora, ríe, se enamora y a pesar que mediante prevaricatos y peculados le han secuestrado su esperanza, no le ha podido arrebatar su alegría, la que expresa cantando.
He disfrutado de hermosísimas canciones, innumerables, pero hoy quiero referirme de manera exclusiva a una canción que desde el primer día que la escuché, en el año 1982, me causó una gratísima impresión por su profundo contenido social, humano y poético. Me refiero al tema “LA LAVANDERA” canción de la autoría de Daniel Celedón, grabada al lado de su compañero más insigne, Ismael Rudas; trabajo titulado “Tesoro Musical”.
Desde el inicio de la canción uno queda atrapado en la historia, cuando el autor comienza narrando el paso de una mujer que tiene por oficio lavar ropa ajena. Sin duda es un homenaje a las mujeres que se dedican a ese pobre “oficio de batea”. Describe con una fuerza narrativa de forma magistral y poética a las mujeres lavanderas, “Comadres de conciencia buena”, que mientras uno escucha la canción pareciera estar observando de manera impotente aquella escena dramática.
El autor e interprete Daniel Celedón, aprovecha la trama para denunciar la injusticia social, el “mugre de la sociedad”, la falta de empleo, de oportunidades; falta de equidad que a pesar de los años sigue teniendo vigencia. Esta canción guarda el equilibrio perfecto, difícil y escaso de plantear en un tema musical, como es narrar situaciones de denuncias y tristeza sin perder la belleza musical y poética.
En unos de los apartes de la canción, el autor en su denuncia describe con maestría, la realidad de la lavandera, que es al mismo tiempo la situación que padecen los obreros, los hombres y mujeres que viven del “REBUSQUE” en los semáforos, los parques y en general en las calles de Colombia. Dice: “Lavandera de poca sombra, nadie te nombra nadie te llama y en tu casa hay llanto de sobra si lo que cobras ya no te alcanza, cada aurora un bojote de ropa y en cada gota se te va el alma, forjadora misión de pompa, jabón que engloba desesperanzas”.
Definitivamente “LOS MÚSICOS LE COMPONEN Y LE CANTA A SU GENERACIÓN”, como en alguna ocasión les escuché decir en una tertulia a los connotados investigadores del vallenato Emmanuel Pichón Mora y Abel Medina Sierra; quizás eso explica un poco, que esta generación de compositores y cantantes motivados por una generación con otro tipo de expectativas, de preocupación y gustos no acudan a la denuncia social necesaria en procura de propiciar y/o reclamar cambios sociales.
“Lavandera manduquendo vas todo el mugre de la sociedad, dale duro dale más y más que hay tantas cosas que den blanquear”.