Ante la paradoja del título el lector se preguntará, ¿Cómo así?, ¿Es posible? Partiendo de lo ideológico parece imposible, pero definitivamente en la práctica se está presentando. Lo más sorprendente es que este tipo de uribismo no viene de simpatizantes o militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela, sino del mismo Hugo Rafael Chávez Frías.
Los dividendos políticos a favor del uribismo lo generan cada una de las declaraciones del Presidente del vecino país después de ser filtradas, procesadas y algunas veces descontextualizadas por la gran prensa colombiana, que por arte de magia, hace que se pase de hablar del incremento de la violencia en Medellín y del sicariato en casi todas las ciudades de Colombia a los crímenes de Caracas; de los escándalos de Agro Ingreso Seguro a la corrupción en Venezuela; de los problemas de agua en la mayoría de los municipios de Colombia a los racionamiento de este líquido en la patria del Libertador.
Sin duda hay todo un equipo periodístico cazando cualquier comentario del lenguaraz y controvertido personaje de la otra nación, para darle la vuelta y lanzar cortinas de humo en torno a los problemas de este lado.
Es sorprendente escuchar a coterráneos preocupados por “el pobre pueblo venezolano”, gobernado por “la tiranía chavista”, sin inmutarse por La Guajira con el 36 % de la población analfabeta; el penúltimo lugar en la calidad de la educación; 62% de la población por debajo de la línea de pobreza; desnutrición crónica y global de los infantes; mortalidades neonatal e infantil de 20 y 40 respectivamente por cada mil nacidos vivos; cobertura en agua potable de menos del 50% de la población; cobertura en alcantarillado 39%; cobertura en educación básica 68% y para completar la deshonra, las epidemias que azotan la península. Ahora con la de lepra incluida.
Miserias parecidas ocurren en el resto del país, pues la radio, prensa y televisión no dejan tan siquiera pensar al promedio de los colombianos, que no pasan de los simples titulares, diseñados más para confundir que para informar. En consecuencia, esta amplificación amarillista no permite reflexionar sobre ninguna otra noticia que suceda en Colombia y excluye de la agenda aquellos tópicos que debaten las actuaciones vergonzosas de su gobierno. Ahí es donde se ve favorecido el uribismo.
En Colombia la polarización política ha llegado al extremo que si no estás de acuerdo con el manejo que el uribismo le ha dado al país, eres sospechoso de simpatizar con el terrorismo, es decir chavista. Mientras más se resalten los errores de palabra y de hecho del líder venezolano y su revolución bolivariana, más uribista es “el pueblo”, pues “Chávez es la Farc” y éstas son el enemigo número uno. Por lo tanto el chavismo es el mayor contrario y el uribismo es el salvador. Cada arremetida de los medios de comunicación en esta guerra hasta ahora de palabras, concluye tácitamente en que los colombianos deben rodear a su Presidente, amortiguando el descenso de su popularidad.
La simple lógica de que a mayor antichavismo mayor uribismo hasta ahora parece que funciona; de eso se han encargado los periodistas uribistas. Lo que no anda por la misma senda es que a mayor antiuribismo mayor chavismo, ni mucho menos, que cada día haya más uribistas o chavistas puros. La intensificación de este boom está llevando a ver al uno y al otro en la misma dimensión. Ni chavismo antiuribista, ni uribismo antichavista. Lo que crece sin cesar es un antiuribismo antichavismo en Colombia y un antichavismo antiuribismo en Venezuela.
La estrategia común de ambos lados de querer perpetuarse en el poder por encima de leyes y constituciones; utilizar los dineros públicos para comprar aliados y conciencias corrompidas; vetar con el poder a periodistas y opositores; exacerbar el patriotismo con fines electorales; agitar el nacionalismo para calmar críticas domésticas tienen como respuesta el aumento de la hermandad de estos pueblos que quieren paz y bienestar. Les ha tocado compartir la desgracia de tener regímenes presidenciales ideológicamente opuestos, pero idénticos en su esencia.
Ya la mayoría de los colombianos, residentes en Colombia, gracias al boom noticioso, están hastiados de Chávez y poco a poco se están mamando de Uribe. El promedio de los venezolanos y casi cinco millones de colombianos que han mejorado su nivel de vida allá beneficiados por la revolución bolivariana, que ya estaban decepcionados de Uribe, se están mamando poco a poco del mismísimo Chávez, preocupados por las tensiones del momento y de tener que prepararse para la guerra con sus hermanos. Poco a poco se agigantan las consignas No más Uribismo en Colombia y No más Chavismo en Venezuela.