Tal como se esperaba, uno de los primeros actos de gobierno del Presidente Barack Obama fue el cierre de la prisión de Guantánamo. Hay que predicar con el ejemplo. El discurso de cambio que lo llevó al triunfo comenzó a reflejarse en lo local e internacional. La nueva era anunciada presupone la lucha en defensa de los Derechos Humanos. La ignominiosa prisión no podía seguir abierta.
.
Esta prisión-laboratorio tenía propósitos oscuros. Producto de la paranoia del presidente Bush, se puso en funcionamiento sin el menor escrúpulo, ni preocupación porque se enteraran de las violaciones de los Derechos Humanos. Lo que para el mundo fue sorprendente y aberrante, para las fuerzas militares de los Estados Unidos eran meros experimentos científicos, permitidos en su ideología guerrerista. Estos adquirieron aspectos monstruosos alejados de toda ética, muy cercanas al sadismo y la perversión.
.
La responsable del Pentágono, Susan Crawford, supervisora de los tribunales para los detenidos en Guantánamo, sacó la conclusión que el Ejército estadounidense torturó a un ciudadano saudí. Éste supuestamente planeó participar en los atentados del 11 de septiembre de 2001.[1] El mismísimo presidente (con minúscula) Bush aceptó la tortura como método para la interrogación de los sospechosos. Sólo existe tortura, se llegó a afirmar, cuando los dolores ocasionados al acusado-paciente superan el de causarle la muerte.
.
Las experiencias que le dirían al SERE[2] cuáles son los límites de la tolerancia humana, en lo físico, síquico y moral, incluían propinar golpes a la cabeza; la asfixia por inmersión –prueba del “submarino”-; mantener desnuda a la víctima y la amenaza de dejarlo así para siempre; privación del sueño; obligación a mantenerse de pie por periodos interminables; sometimiento al hambre y el frío; y el confinamiento en solitario. Amén de otras maniobras degradantes. Una en particular consistía en azuzar unos perros que amenazaban con devorar a la víctima.
.
Los ensayos individuales, con todos los registros en detalles o “historias clínicas”, mostraban cuándo las victimas-cobayas-prisioneros perdían la identidad, la memoria, las ideas, los sentimientos. Vale decir, cuándo los individuos se despersonalizaban. La intención de las pruebas “científicas” era reducir las necesidades de estos “a nivel animal” y evaluar sus reacciones. Estas prácticas sado-maquiavélicas mantenían a estos sujetos, en la mayoría de los casos inocentes, en simulados campos para prisioneros de guerra, sin siquiera saber dónde estaban, pues se conducían vendados desde el sitio de la captura y eran recibidos con el acostumbrado Welcome to Israel.
.
El CICR[3] denunció en el 2002 los abusos psicológicos y físicos- incluidas algunas palizas-, cometidos por los interrogadores estadounidenses para obtener información de guerra y clínica. También detectaron enfermedades mentales, producidas por el estrés a que estaban sometidos, sobre todo por los largos confinamientos en solitario. El portavoz del pentágono no compartió la denuncia y dijo que ese era sencillamente el punto de vista del CICR.
.
En junio de 2005 el gobierno de los Estados Unidos preparó Sumarios de Prueba para los 517 musulmanes detenidos, en un intento de justificar su rótulo de "combatiente enemigo". Sólo el ocho 8 por ciento fue "definitivamente identificado" como combatientes de Al-Qaeda.. El resto no tenían una conexión establecida con este grupo. Los campos de detención de Guantánamo estaban y aún están llenos de pastores, choferes de taxi, agricultores, pequeños empresarios, drogadictos, gente sin techo y menores de edad. Richard Cheney, Vicepresidente de USA, en ese entonces, dijo que los detenidos no deberían quejarse de las condiciones en que se encontraban porque eran afortunados de vivir en el trópico.
.
Las técnicas de Estados Unidos para interrogar a sus prisioneros en Guantánamo estaban inspiradas en métodos de tortura de China comunista, indicó el New York Times en varios números de junio de 2005. Según el diario, los métodos “son una copia textual de un estudio realizado en 1957 por la Fuerza Aérea (norteamericana) de las técnicas usadas por China comunista en la guerra de Corea para obtener confesiones –muchas de ellas falsas– de prisioneros norteamericanos”.
.
Ante semejante descredito a nivel mundial, el Presidente Obama no podía hacer menos que cerrar este centro de afrenta humana. No se puede perder el norte de la libertad, sacrificando precisamente a ésta. Hay que rechazar contundentemente como falsa la elección entre “la seguridad” y los ideales que enmarcan la Declaración Universal de los Derechos Humanos como si fuesen incompatibles. Los gobiernos deben ser los primeros obligados en su defensa y no basarse en la lógica maniática del control total sobre posibles amenazas futuras que justifican ataques preventivos en contra del terrorismo fundamentalista y la detención de cualquiera que parezca sospechoso.