Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
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Hernando Deluque Freyle es un hombre lleno de paz y de tranquilidad, que pocas veces se ve quieto, sobre todo cuando se trata de hacer algo para ayudar a alguien que puede ser un poco más feliz con lo que él le pueda dar.
Y eso cuenta para todo,
desde regalar una bolsa de mangos en una comunidad indígena hasta llamar
desesperadamente a todos sus amigos para conseguir el traslado de un enfermo
grave a otra ciudad.
Su registro civil
indica que nació en la mitad el siglo XX: 30 de enero 1950, el mismo año en el
que Uruguay dio una de las más grandes sorpresas del fútbol al vencer a Brasil
en el partido final de la Copa Mundo Celebrada en el estadio Maracaná en una
nueva versión de la pelea desigual en que David, el pequeño, derrota a Goliat,
el gigante.
Ese día la comadrona, con
los ojos iluminados por contagiosa alegría puso el niño en manos de Alfredo
Deluque Panaflett y le dijo: tu hijo es un varoncito y va a ser muy
inquieto. En la habitación contigua doña
Remedios Freyle Magdaniel se reponía del trabajo de parto y esperaba con
desespero que le entregaran a su hijo para amamantarlo por primera vez.
Carisma y algo más
El chico comenzó a
crecer y se volvió el centro de todas las reuniones y fiestas e niños: jugaba y
hacía travesuras que a sus amiguitos les agradaba. “Tiene carisma”, dijo una
vez un amigo de la familia. “los demás ‘pelaos’
juegan siempre lo que él dice y le caminan para donde él va.
Carisma, esa es la
palabra que mejor lo definiría en adelante. Nadie sabe dónde lo aprendió o de
dónde lo sacó. Es como una gracia especial concedida por Dios y la vida para
caerle bien a quienes les rodean. Y esa sería su impronta, su marca personal en
las diversas etapas de la vida.
Pero el carisma no
sería su única característica. A ésta hay que sumarle su vicio de leer hasta
los clasificados del periódico, su espíritu de caminante incansable, su verbo
fácil y campechano y las ganas inagotables de convertir en propias las
angustias de otras personas, aún aquellas a las que no ha tratado tanto.
Habíamos dicho que
no se sabe de dónde sale su carisma. Pero su generosidad sí es de origen
conocido: en la casa sus padres Alfredo y Remedios le habían hecho aprender, a
fuerza de repetírselo mil veces, el dicho preferido de la familia. “haz el bien
y no mires a quien”.
Simplemente "Nando"
Cuando el joven
Hernando se hizo mayorcito dejó de llamarse como lo habían bautizado los curas
franciscanos de la Catedral y pasó a llamarse simplemente Nando, pues sus
amigos guajiros, fieles a la costumbre de economizar letras y de encaquetarle
apodos a sus congéneres, decidieron llamarlo de esa manera.
Se traslada a Bogotá: ciudad del estudio y el trabajo
Nando se fue a
estudiar derecho y se graduó como con honores en la Universidad Externado.
Y comenzó su carrera laboral en la que
hacía lo que los abuelos le habían enseñado en la infancia, y le había repetido
los profesores de la Divina Pastora, en
donde se graduó como bachiller: “Cuando comiences a trabajar, tienes que llegar
de primerito y esperar a que todos se vayan. Después te vas tú”.
Y así lo hizo
durante el tiempo que trabajó en como Jefe de la División de Auxilios y como
Jefe de Personal de la Contraloría Nacional en Bogotá a finales de los años
setenta y principio de los ochenta.
De regreso a su tierra
De regreso en su
tierra fue nombrado subdirector de Corpoguajira hasta 1.998 y después pasó a
ser asesor del gobernador Álvaro Cuello, su compañero de militancia y amigo
personal.
En un corto tiempo logró que
los ojos de la comunidad, las cámaras y las grabadoras de los medios y los
reflectores de la opinión pública estuvieran puestos sobre él y su accionar
dentro del gobierno.
El secretario estrella
Para la época
Nando era, lo que llaman en “el congresito” del parque Padilla el secretario
estrella de la administración Cuello Blanchar.
¿Cómo lo había
logrado? Sin trabajar para lograr ese
título, sino para ayudar a la gente.
Cuando se encontraba con los líderes
comunales de los pueblos y veredas de La Guajira paseándose de un lugar a otro
sin encontrar a la persona que buscaban, él los tomaba casi de la mano y los
llevaba a la oficina misma del secretario o del director que necesitaban y, si
era necesario, a la oficina del mismísimo gobernador.
Se quedaba en la reunión y se convertía en el
compromisario de los acuerdos a que se llegaran. Cuando el líder se desocupaba,
lo invitaba a almorzar, le daba para los pasajes, y lo llevaba al sitio en que debía tomar su
transporte de regreso.
Unos días
después lo llamaba para saber si le
habían cumplido lo pactado.
Si la
respuesta era negativa se dedicaba a “patinar” el asunto en las diferentes
dependencias y no se quedaba tranquilo hasta lograr su objetivo.
Candidato a la Gobernación
En 1.999, cuando
faltaba algo más de un año para las elecciones e nuevo gobernador el grupo
político Nueva Guajira buscaba un candidato que le permitiera ganar las
elecciones por tercera vez consecutiva.
Debía ser una persona muy bien
preparada, con gran carisma, buenas capacidades y un prestigio que le permitiera
sobreponerse al desgaste natural de seis años de seis años de gobierno.
Nando les dijo a
los jefes del grupo que él prefería seguir trabajando muy cerca de la gente y
les imploró que no lo incluyeran en la baraja de precandidatos.
Quienes
participaban en la decisión le prometieron tener en cuenta su decisión pero no
le prometieron nada.
Nando sospechaba
que en las toldas del movimiento se fraguaba una encerrona para designarlo como
candidato y optó por irse de Riohacha por unos días mientras las aguas se
calmaban.
Cuando regresó se
encontró con que le estaban solicitando la renuncia y, como para que no le
quedaran dudas, le presentaron a su sucesor, con quien debería iniciar el
empalme de inmediato.
Cuando preguntó por
qué lo trataban así le respondieron: “Ya no te necesitamos como asesor sino como Gobernador,
eres el candidato a la gobernación y tienes que irte rápido antes de que te
inhabilites”.
Después se enteró
de que los líderes de los barrios, corregimientos y pueblos habían dicho que
era Nando o no era ninguno. Ellos
querían elegir a quien tanto le había servido de manera desinteresada.
Una
campaña muy particular
Hernando Deluque
Freyle se tomó la campaña como un evento de su vida que debía disfrutar en lo
que le más le gustaba: conversando con
la gente y metiéndose a cualquier hora las profundidades del barrio, a
las entrañas de la ranchería o a la casa más distante del pueblo más pequeño,
para ir a saludar a una matrona que le había mandado la razón de que fuera a
visitarla.
El carro de la campaña
era casi un lujo, puesto que el candidato decidió hacer su campaña caminando y
lo hacía desde el amanecer hasta bien entrada la noche. Solo se subía al
vehículo para ir de un pueblo a otro o a una ranchería. Cuando llegaba, era
capaz de caminar hasta 12 y 14 horas diarias.
Era tanto su
esfuerzo y derroche de energías que la campaña le asignó una doctora para que
valorara su salud de manera permanente y le hiciera las recomendaciones a que
hubiera lugar.
Un día le pidió
cinco minutos para dialogar con él y le dijo: “doctor, usted debe dosificarse,
porque si no, se nos va a fundir. No va a resistir tanto trajín”
Nando prometió que
lo haría pero apenas entró a la siguiente reunión se olvidó de las
recomendaciones de su médico. Ella anduvo detrás de él hasta que la venció el
cansancio y se dedicó a menesteres menos agotadores de la campaña.
El candidato no
dejó lugar a donde no fuera: desayunaba en el mercado de un municipio, visitaba
dos o tres barrios, almorzaba en otro lugar y llegaba a donde nunca habían ido
ni los candidatos ni los gobiernos.
La gente se revolucionaba cuando sabía que el
hijo de la señora Remedios estaba cerca
y armaban unos tumultos gigantescos para hablar con él y ofrecerle su apoyo.
Las
“perdidas” del aspirante
El candidato
disfrutaba de todos sus actos de campaña: de las reuniones masivas en las
cuales era acogido como una celebridad; los festivales en donde le robaba el
protagonismos los artistas invitados; las entrevistas en los medios de
comunicación especialmente la radio en donde atendía todas las preguntas de los
periodistas y la comunidad sin eludir ninguna.
Pero lo que más gozaba era su
presencia en las remotas rancherías de la Alta Guajira en donde tenía la
oportunidad de gozar escuchando la sabiduría de los mayores, quienes desde ese
momento le daban consejos sobre buen gobierno.
Varios momentos especiales los vivió también en sus visitas a los
establecimientos educativos, colegios y universidades en donde prometió que al
ser elegido decretaría la gratuidad de la educación pública.
El
slogan obvio
Nunca a un grupo de
publicistas y expertos en marketing le fue tan fácil escoger el eslogan de una
campaña. Sólo tenían que tomar el nombre acortado del candidato y fusionarlo
con el verbo que mejor lo describía; caminar. De esta manera surgió la frase “CAMINANDO por los buenos tiempos”
Victoria
estrecha
El día de las
elecciones Nando lo asumió como cualquier otro: visitó el comando, dio
instrucciones, fue a votar en compañía de su esposa Denis y se acercó a los
puestos de votación, a observar cómo se movían las elecciones. Después regresó a casa a esperar los
resultados.
Cuando se cerraron
las urnas y comenzaron a conocerse los guarismos hubo nerviosismo porque al
principio punteaba Jorge Ballesteros, excelente candidato, quien ya había sido
gobernador y tenía miles de seguidores en toda la Guajira.
Jorge era hombre
serio, buen político y un experto en ganar las elecciones. Eso le dio mayor colorido
a las elecciones y conllevó a que estas se definieran por una diferencia de tan
solo cinco mil votos a favor de Hernando Deluque Freyle.
El
Gobierno de la Educación
Nando Deluque se
posesionó el 1º. De enero del 2000, un día en que el mundo entero celebraba la
llegada del tercer milenio con diversas festividades. Sin pérdida de tiempo comenzó a poner en
marcha una agenda de trabajo en que la educación ocuparía un lugar muy
importante.
Desde el inicio de su
Gobierno dio instrucciones para asesorar al municipio de Maicao para que éste
lograra certificarse y tener una relación directa con el Ministerio de
Educación, sin necesidad de tener la tutela de la Secretaría Departamental.
En esos tiempos se
hablaba mucho de la necesidad de sembrar las regalías en obras que le garantizaran
a la región ver con optimismo los días de un porvenir cercano pero incierto.
-“Sembremos las
regalías en la gente”, dijo el nuevo gobernador
-¿A qué se refiere
con eso? Le preguntaron sus asesores
"Me refiero a
que hagamos la inversión en lo mejor que
tiene la Guajira que es la gente. Vamos a darle matrícula gratis a todos los
estudiantes para que nadie se quede sin estudiar porque no tiene con qué pagar
lo que cuesta la matrícula. Y para que los colegios tengan una platica con la
que puedan mejorar sus condiciones”
Después de un
intenso debate, en el que la mayoría de los participantes no estaba de acuerdo,
Nando hizo valer su autoridad y definió que en adelante la educación de todos
los guajiros sería gratuita desde el preescolar hasta la Universidad, gracias
al apoyo que la Gobernación le daría a las instituciones educativas y a la
Universidad de La Guajira.
La medida
hizo que los padres de familia respiraran tranquilos, pues podían llevar a sus
hijos al colegio con la confianza de que no les cobrarían.
Ahora los niños
podían estudiar sin que sus padres incurrieran en este costo o se
comprometieran con los políticos que les consiguieran una beca, como antes
sucedía.
En el año 2011 el Gobierno
Nacional tomó la decisión de crear la gratuidad educativa para todos los
estudiantes de preescolar, básica y media en el país, pero La Guajira le llevaba
11 años de ventaja a trascendental medida.
El
mejoramiento urbano participativo
El Gobernador quiso
cumplir su promesa de campaña de pavimentar las calles y carreras de los
municipios, las cuales eran intransitables en verano a causar de la arena e
imposible de transitar en invierno a causa de los charcos en que quedaban
convertidos.
Junto con sus asesores ideó el plan de Auto gestión comunitaria
mediante el sistema de costos compartidos en el que la Gobernación aportaba la mayor
parte de los recursos. Otra partida era entregada por los municipios y una
pequeña parte por la propia comunidad. Se le llamó pavimentación comunitaria.
El proceso fue un
éxito y sirvió para cambiarle la cara a cientos de calles y carreras que ahora
adquirían otro aspecto gracias a la pavimentación liderada por el hombre de las
largas caminatas.
Convenios
con el Gobierno Nacional para mejorar salud
La Gobernación sembró regalías, además, el un convenio, el
primero de su género en el país, con el Gobierno nacional para ampliar la
cobertura de salud, para una mejor atención a todos los ciudadanos, pero sobre
todo para mejorar las condiciones en que se atendía a los indígenas del
departamento.
Para el sector salud y para los niños y niñas fue una buena
noticia también la puesta en marcha de los Centros de Recuperación Nutricional,
en los que los niños con problemas de desnutrición eran atendidos hasta que recuperaran
el peso que debían tener de acuerdo con su edad. Los primeros de estos centros
funcionaron en los municipios de Manaure, Uribia, Maicao y Riohacha.
El
inicio de la represa
Nando Deluque convenció al Gobierno central para
que se iniciara la construcción de la primera etapa de la represa y distrito de
riego del ranchería, obra de gran importancia
para el suministro de agua a los habitantes del semi desierto guajiro y
proyecto clave para darle un impulso muy importante a la agricultura de la
región, especialmente a la del sur del departamento.
El día
en que finalmente el proyecto se culmine, la Guajira reconocerá la visión de su
primer gobernador del siglo XXI.
Final
anticipado
Una orden judicial que él acató con respeto lo obligó a entregar
la gobernación seis meses antes de que se cumpliera el período constitucional
para el cual había sido elegido.
Cuando atravesó por la puerta de la casa de Gobierno por última vez en
condición de mandatario los periodistas le preguntaron qué iba a hacer en
adelante.
Él, fiel a su estilo descomplicado respondió: “voy a seguir caminando
por toda La Guajira”
-¿Volverá a ser candidato?, le preguntaron
- “Uno no necesita ser candidato para acordarse de sus amigos. Yo
los visito por que los quiero. Y camino porque me gusta” les respondió
Siete
años después
Nando Deluque cumplió su promesa y recorrió el departamento como
un aldeano más. En algunas partes se sentaba a conversar. A otros lugares
llegaba a dar el pésame. Y en ocasiones se aparecía en los festivales. Siempre
encontró a los amigos dispuestos a pasar un buen rato con él.
Por aquella época, siete años después de su salida de la
gobernación, su hijo Alfredo Deluque se presentó como candidato a la Cámara de
Representante y fue elegido como nuevo parlamentario de La Guajira.
“El muchacho es inteligente, tiene lo suyo y cae bien” decía
Nando el día en que festejaban la entrega de la credencial.
Era cierto, pero había algo más: siete años después, La Guajira
aún recordaba con cariño la gestión y la figura de Nando Deluque, el hombre que
le propuso a la Guajira caminar por los buenos tiempos.
La gente,
definitivamente no olvidaba al hombre de la palabra popular y la sonrisa
carismática que no se cansaba ni de caminar ni de servir.