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miércoles, 18 de mayo de 2016

Música tradicional vallenata

Escrito por:  Hernán Baquero Bracho

En el último trimestre del año 2015, la UNESCO declaró a la música tradicional vallenata como patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad. 

Léase bien música tradicional, la que inmortalizaron nuestros juglares y que por ello la UNESCO después de un estudio de investigación y gracias a unos héroes de nuestro folclor que se encaminaron a que la música vallenata tuviera tal reconocimiento como Rosendo Romero Ospino, “Beto” Murgas, Félix Carrillo Hinojoza, entre otros, se logró este gran hito histórico en bien de nuestra música vernácula.

Pues bien, los primeros en prepararse con las exigencias de la UNESCO fue la fundación de la leyenda vallenata, con su icono el festival vallenato, el primero en este género a nivel mundial. 

Por ello para la versión 49, el consejo directivo en cabeza de su presidente ejecutivo Rodolfo Molina Araujo, lo primero que hicieron fue darle un vuelco al reglamento de los concursos, comenzando que en los concursos de acordeón profesional, aficionado, juvenil e infantil las cajas a partir de este año además de cilíndricas de madera y con parches de cuero templado, y las guacharacas de caña lata, el acordeón diatónicos de botones en cualquiera de sus marcas, tamaños y tonos. 

Como testigo excepcional en base a que tengo años de estar ejerciendo el papel de jurado en este gran festival, nos explicaba su vicepresidente “El Mono” Quintero, que para esta versión que pasó, la UNESCO a través del Ministerio de Cultura envío supervisores para ver si el festival estaba cumpliendo con la música tradicional vallenata.

Recordándose que un conjunto típico de música tradicional vallenata es un grupo de tres personas y que en los conjuntos juveniles e infantiles podrán agregarle un cantante, que en forma melodiosa y armónica interpreten la música tradicional vallenata con los tres instrumentos organológicos: Acordeón, caja y guacharaca en los cuatro aires tradicionales: merengue, paseo, puya y son.

Si hiciéramos un análisis rápido de los diferentes festivales y en especial  los que se llevan a cabo en La Guajira, ninguno cumpliría con los requerimientos de la UNESCO. 

El festival más tradicional después del vallenato es el Cuna de Acordeones de Villanueva. 

Hace unos años y actuando de buena fe su presidente ejecutivo Israel Romero Ospino y su consejo directivo aprobaron un  quinto aire llamado “ROMANZA” pero hoy ese quinto aire le quita la propiedad a dicho festival en la tradicional música vallenata. 

Por ello es importante que estudien los requerimientos de la UNESCO para que   este importante festival cumpla con el lema de patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad.

Y si es el festival francisco el hombre que se realiza en Riohacha ese sí que menos cumple con la función de música tradicional vallenata, porque de eso adolece en su conjunto.

Y de ahí la preocupación de Diario del Norte, que en su editorial del viernes 6 de mayo del año en curso se refirió al tema en mención: “¿Cuál es nuestro Clúster?” y puso el dedo en la llaga con este editorial, porque Valledupar a la cabeza, viene liderando la Corporación Clúster de la Cultura y la Música Vallenata y que por el contrario en La Guajira estamos en cero. 

En especial que los directores de cultura así como el Fondo Mixto en primera instancia ni conocen ni están comprometidos con la música tradicional vallenata y como lo expresa el mismo editorial no son los llamados para implementar la resolución 1321 del 16 de Mayo de 2014, firmada por la Ministra de Cultura, mediante la cual se considera muy importante para el país y el mundo, lo que es la música de acordeón. 

¿Cuándo en La Guajira se pondrá en práctica en Clúster vallenato?.


sábado, 7 de mayo de 2016

Confesiones del "Viejo Mile" (Segunda parte)

Escrito por: Hernán Baquero Bracho

Continuando con lo que mi primo Emiliano Zuleta Baquero, me contó en el año de 1996, para mí y los amantes del folclor vallenato es relevante y placentero conocer su historia. 


¿Primo y esas salidas jocosas de donde le salen? Primo, el humor me viene en parte de mi madre. Y también la bebedera. 

Me explico. Antes había un vicio muy agreste: La gente, joven y vieja, comía barro. 

Y creo que yo comía más barro que todo el mundo. Casi me muero. Mi mamá me preparaba unas tomas, con unas botellas de chirrinche el ron de entonces y con quina rayada. 

Y me las daba a beber. Al principio, me obligó a hacerlo. 

Yo le hacía mofa al remedio, pero me lo bebía y le fui cogiendo el gusto. Tanto que después me tomaba el que me daba ella       y otro a escondidas. 

Así me acostumbre a beber. Mi mamá compraba el chirrinche para venderlo en la casa. Un día me pilló tomándome un trago y me regañó. Yo le dije que ya me había agarrado, que me diera una botellita. “Unos pencazos es que te voy a dar”, me respondió. Y eso me causó mucho sentimiento. 

Me puse a llorar y después eché para el monte y me estuve tres días perdido. Yo quería volarme, irme lejos de ahí, pero no tenía un centavo. Mamá me fue a buscarme con dos hermanas mías y me halló débil, muerto de hambre. 

Entonces me dijo: -ay hijo. Allá está toda la cantarita pa´que te la bebáis. Y así fue. Yo le compuse una décima al episodio.

Mi madre compuso versos inolvidables. 

Una vez, siendo ya íntima de Escalona, unos amigos de Valledupar fueron con él a El Plan y allá dijeron: -Vamos a asustar a la Vieja Sara. 

Llegaron dejaron a Escalona en una pieza cerca de allí  y entraron a la casa de mi mamá.
–hola, doña Sara, ¿qué tal? 
–ombe, bien ¿y ustedes? 
–caramba, Vieja Sara, ¿usted supo de la muerte de Rafael Escalona? 
–¡NO! ¿Qué me están diciendo? 
–No que Rafael Escalona murió ayer. 

Cuando eso, no había carretera de El Plan para Manaure, y ella dice: -yo me voy para Manaure a pie  y en Manaure cojo carro. 

Y cuando los amigos ven que mi mamá se está alistando para irse, deciden traer a Escalona. Escalona llega, pasa el quicio de la puerta y cuando la Vieja Sara lo ve, su rostro se ilumina y lanza ella este verso: Llegó el agraciado al puerto/ y en la tierra firme pisó/ y vi que resucitó/ al que nombraban por muerto.

Con todo y sus virtudes heredadas, la Vieja Sara no quiso nunca que yo fuera músico, porque los músicos eran bebedores, irresponsables, no prometían nada en la vida. 

Casi todos mis hijos se hicieron también músicos solos, porque yo tampoco quería que lo fueran. 

El acordeón no era sino para parrandear y vagabundear con los amigos. Mi madre no quería ni que me enamorara ni que tocara acordeón. 

Yo vine a conseguir mujer fue después de ser hombre porque, de joven, mamá no me dejaba. Me celaba con todas.

Nunca aprendí a leer ni escribir. Nuestra vida era muy pobre. 

No había plata y, cuando los niños estábamos en edad de ayudar al trabajo, las mamás nos “concertaban”, como decían antes. 

Nos ponían a trabajar en fincas o casas de familias con dinero. Así que uno no tenía tiempo de estudiar. 

Yo vine a aprender a firmar mi nombre con la primera muchacha que me saqué, Pule Muegues. Las pendejaditas que yo sé de lectura y escritura me las enseñó ella.

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