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Oneida Pinto no le debe su rápido ascenso en política a sus aliados electorales, sino a su forma de ser: ella desde muy joven se dedicó a hacer lo que fuera, y cuando fuera para ayudar a los demás a resolver sus necesidades.
En su pueblo era la que hacía las colectas para trasladar los enfermos al hospital de Maicao; lideraba la organización de las fiestas patronales; convenció a sus coterráneos de que el nombre de Albania era más bonito que "Calabacito", como antes se llamaba.
En fin, por su casa la veían poco porque siempre estaba en alguna parte ayudando a alguien.
Por eso no tuvo problemas para escoger su carrera cuando terminó los estudios secundarios: la universidad le daría un título de Trabajadora Social que en en la cotidianidad ya se había ganado con honores.
Cuando regresó, graduada y convertida en profesional universitaria, se presentó como candidata al concejo de Maicao. La campaña fue rápido y esforzada, pero su equipo de trabajo la ayudó en todo, desde hacer los sancochos comunitarios hasta tocar las puertas de cada casa para pedir el apoyo de la gente.
Ganó sobrada y comenzó a ejercer como concejal. Era una de las pocas mujeres en el cabildo maicaero y se destacaba por combinar sus propuestas con una febril actividad comunitaria no solo en su natal Albania, sino algunos barrios de Maicao en donde adelantó obras sociales.
Cuando Albania se convierte en Municipio tiene su primera aspiración a la alcaldía pero los resultados no son favorables. Decide esperar con paciencia y cuatro años después arrasa en su segunda aspiración. Como alcaldesa pone en marca desde la institucionalidad los programas sociales que había liderado desde los barrios y las comunidades.
Se gana el cariño de su pueblo y se constituye en una de las mandatarias con mayor aceptación en el departamento. Eran los tiempos buenos en los que La Guajira y sus municipios mineros contaban con cuantiosos recursos para hacer las obras necesarias para el desarrollo local y bajar los índices de necesidades insatisfechas.
Su paso por la alcaldía le permitió adquirir una gran imagen, gracias a la cual fue elegida con una amplia votación cuando se presentó de nuevo como candidata en el año 2011.
En este segundo período debió sortear las dificultades derivadas del nuevo modelo de distribución de regalías. Ya no abundaban los recursos pero sí las necesidades. Aún así se empleó a fondo en su capacidad para tocar puertas e hizo lo que estuvo a su alcance para cumplirle a sus paisanos, pero...sólo por algo más de dos años.
Cuando llevaba dos años y medio renunció a su cargo para aspirar a la Gobernación de departamento. Sus amigos le decían que La Guajira la necesitaba y que ella podría ayudar a su departamento a resolver las necesidades que por siglos lo había agobiado.
Ella decidió apartarse de la alcaldía y se postuló a la Gobernación. Después de una dura lucha para obtener el aval de Cambio Radical, el mismo partido que la había avalado en sus aspiraciones a la alcaldía, se inscribió sin pérdida de tiempo. Y, al parecer, en eso consistió su error,.
De nada le sirvió ganar la Gobernación con la mayor cantidad de votos en 24 años de historia de la elección de gobernadores por votación popular. De nada le sirvió ser la primera mujer en ser elegida gobernadora de La Guajira.
El pasado 7 de junio La Guajira sufrió un verdadero terremoto político cuando el Consejo de Estado decidió anular su elección como gobernadora.
El pasado jueves 9 de junio, en uno de sus días más tristes de su vida, Oneida se despidió de sus colaboradores en el Palacio de La Marina. Ellos le expresaron su nostalgia y su aprecio. Y en medio del dolor alguien le recordó que su carrera no se la debía a sus aliados sino a la gente a la que ayudaba desde su adolescencia, sin interés y sin esperar nada a cambio.
Sólo Dios sabe cuál será su futuro ahora. Pero todos esperamos que a ella no se le olvide su origen y sus ganas de servirle a la gente. Para ésto último, para servirle a su pueblo, no necesitará una credencial de gobernadora.