Escritor: Alejandro Rutto Martínez
Vincent Lombardi: “Los
logros de una organización son los resultados del esfuerzo combinado
de cada individuo.”
El trabajo en equipo es tan
bueno y fructífero que todo lo bueno que se le atribuya es completamente
cierto. El fracaso de las colectividades radica en hacer cada uno por su
parte lo que considera bueno y conveniente la bondad del trabajo en
equipo de encuentra en el hecho de sumar fuerzas que por separado funcionan
bien por un tiempo pero luego se diluyen en las aguas tormentosas del egoísmo y
el alejamiento del puerto seguro y soñado e las metas cumplidas.
Para que el trabajo en equipo,
el verdadero trabajo en equipo funcione, debe descansar en cinco pilares
fundamentales que describiremos a continuación:
1. La intención de
formar un equipo: si bien los grupos pueden
funcionar esporádicamente como equipos para afrontar situaciones de emergencia,
es ideal que cada uno de sus integrantes tenga conciencia de que hace parte de
un todo organizado con unos objetivos claros
y unas metas concretas. Nadie trabaja e buena gana cuando es incorporado
contra su voluntad o cuando se le crea una expectativa que luego no puede
cumplirse. Los equipos exitosos vinculan a las personas adecuadas y consiguen
que éstas se comprometan de manera franca y decidida.
2.
La creación de lealtad. La Enciclopedia Británica define la lealtad como
"adhesión al soberano o gobierno establecido del país de uno" y
también como "devoción personal y reverencia al soberano y a la familia
real". Como no estamos hablando de lealtades a un soberano sino a un
equipo tendremos que decir entonces que la lealtad es devoción y adhesión a una
causa. Y para creer en una causa, tener devoción por ella es necesario estar
convencidos de que es lo que realmente se ajusta a nuestros principios y
valores. Algunas personas mantienen su lealtad en determinadas
circunstancias pero cuando éstas cambian, suelen cambiar de opinión y de
posición. En los buenos tiempos hay muchos adeptos, pero solo en la
adversidad tendremos una idea de quienes realmente están con la causa, el
equipo y el líder.
3. Creación de
confianza. La vida, si usted la mira bien, está sustentada en la premisa de la
confianza. Queramos o no confiamos lo más valioso que tenemos en las manos, el
talento, el buen genio e incluso la cordura de gente que ni siquiera conocemos.
Es lo que nos ocurre cuando subimos a un vehículo que será conducido por
alguien a quien nunca habíamos visto y no conocemos sus habilidades para
desempeñar el oficio. Vamos donde médicos de quienes suponemos que conocen su
oficio y nos dejamos aplicar el tratamiento que nos ordenan. El equipo, por
igual se sustenta en la suposición de que cada uno conoce su trabajo y quiere
hacerlo bien. De ahí la gran necesidad de tener un equipo formado por personas
en quien podamos confiar tanto por sus valores como por el conocimiento
del oficio que se le ha confiado.
4.
Una comunicación eficaz. Uno de los más graves errores que podemos cometer es
creer que las demás personas conocen exactamente todo lo que debe hacerse y la
forma en que se llevará a cabo. En materia de comunicación nada debe darse por
entendido hasta que se verifica de acuerdo con los protocolos establecidos.
Damos por hecho que Juan vendrá a la reunión porque edro siempre le avisa:
pero, ¿estamos seguros de que en esta ocasión Pedro no olvidó informarle?
Damos por hecho de que María cumplirá con su tarea de la manera en que aparece
en el manual. Pero: ¿estamos seguros de que el manual le fue entregado? ¿Se le
entregó el manual actualizado? ¿María tuvo las ganas, el tiempo y el interés de
leer el manual? El único supuesto válido en materia de comunicación
es éste: nada debe suponerse sin verificarse.
5. Tener unos
propósitos claros. Los equipos se forman a se crean porque hay buen propósito
que cumplir, una meta que alcanzar un objetivo para lograr. Cuando hay
conciencia cuál es el punto de llegada, así como las recompensas que se
obtendrán, tanto materiales como intangibles, existirá una motivación muy
importante. Caminar en círculos, de manera rutinaria y sin un fin claro a la
vista, es uno de los causales de desmoralización más grandes que se conozcan.
Una meta final retadora y varias metas intermedias motivadoras harán que
la hoja de ruta sea atractiva y el equipo tenga cada vez más elementos de
motivación para continuar adelante. Una buena labor del líder será hacerle ver
las metas intermedias y las definitivas y enseñar a sus colaboradores cómo
lograrlas.
No está de más que en el equipo
deponemos nuestros intereses particulares y asumimos como interés propio el
bienestar de la colectividad a la que pertenecemos. Lo anterior puede resumirse
en las palabras de Ray Kroc: “Ninguno de nosotros es más importante que el
resto de nosotros”.
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