viernes, 15 de mayo de 2009

Razones por las que soy profesor

Víctor Hugo: El porvenir está en manos del maestro de escuela

Por: Alejandro Rutto Martínez

Cierta vez andando por ahí, en los afanes de la vida, me preguntaron por qué era maestro. Si mal no recuerdo quien primero me hizo esa pregunta fue Leonardo el zapatero que de vez en cuando se encarga de mi calzado. Después el empleado del transporte que diariamente me lleva a casa volvió a hacerme la misma pregunta.

Y así, una por una, varias personas se turnaron tratando de encontrar una explicación razonable al hecho de que alguien se dedique por entero al arte de la enseñanza. No sé si se confabularon para hacerme todos juntos la misma pregunta o si fue pura casualidad.

Pero lo cierto del caso es que consiguieron inquietarme y aquí estoy yo mismo preguntándome por qué soy un maestro.

A decir verdad no he encontrado la respuesta correcta pero en cambio he encontrado muchas respuestas sueltas que, unidas entre sí, no me aclaran mucho las cosas pero por lo menos me hacen llegar a la conclusión de que soy feliz siendo maestro.

Aquí están algunas de esas respuestas, dirigidas a quienes me preguntaron y a quienes no lo hicieron. Son respuestas sobre todo para mí mismo y para ese maestro que hace algún tiempo vive en mi interior. Soy maestro porque se me ha concedido el privilegio de construir mundos posibles y soñar con universos imposibles.

Porque comparto el cambio y a veces también hago que el cambio ocurra. Soy maestro porque cada día aprendo el doble de lo que enseño. Por que es la única forma que existe de ganarlo todo sin perder nada.

Soy maestro porque me siento como el alfarero tomando en mis manos mentes inocentes que al pasar por mis clases se convertirán en preciosos elementos de la alfarería social.

Soy maestro porque tengo la oportunidad de compartir con seres humanos de verdad, con personas de carne y hueso. Con gente que se equivoca, que tropieza y cae y se vuelve a levantar sin rendirse ni maldecir. Soy maestro por que es la única manera de lograr que me paguen mientras me divierto.

Tal vez deba explicarme mejor. Siendo maestro, siento la misma sensación agradable, la misma excitación que siente mi vecino mientras conduce su flamante carro último modelo. Soy maestro porque mis estudiantes, es decir, mi gente me concede el privilegio de contarme sus confidencias, de expresarme sus desalientos y manifestarme sus ilusiones.

Soy maestro porque siéndolo ejercito un oficio desafiante, que es, al mismo tiempo muy fácil y también bastante difícil. Es ingrata y a veces injusta mi profesión. Pero tiene algo especial, por encima de las injusticias y de las ingratitudes, me gusta ser maestro.

Pero hay algo más que aún no les he contado: desde que soy maestro no trabajo. Me han dicho los que conocen el trabajo que este es muy duro y desagradable. Yo mismo lo pude comprobar cuando trabajaba en otros oficios, es decir cuando aún no tenía la dicha de ser maestro. Pero en cambio ahora... ahora la dureza del trabajo no la siento.

Porque, ¿cómo voy a llamarle trabajo a mi distracción favorita? Soy maestro porque me fascina el instante mágico en que descubro unos ojos atentos, una mente abierta un rostro optimista, una postura de entusiasmo: con ellos marcho por la senda del acuerdo y de los éxitos compartidos.


Y también soy maestro porque me agrada el ceño arrugado del estudiante incrédulo, los ojos entrecerrados del que duda, la pregunta ingenua del confundido, la afirmación retadora del hombre crítico... esos gestos, esas acciones y sus dueños, me avisan que sigo siendo humano y que puedo equivocarme. Soy maestro porque creo que Dios tiene confianza en mí.

De otra manera no permitiría el buen Señor que esté compartiendo tanto tiempo con los hombres y las mujeres, ávidos de aprender y de emprender. Pudieron ir a otra parte para calmar su sed de aprender, pero vinieron a donde mí buscando un maestro.

Vivo mi existencia intensamente siendo maestro y, pensándolo bien, no creo que haya una forma de vivir más intensamente la vida. Soy maestro porque tengo fe, esperanza y amor. Tengo fe en un porvenir del cual se me ha permitido ser protagonista.

Tengo la esperanza de caminar algún día por un camino tan amplio en donde usted y yo podamos transitar sin tropezarnos y tan angosto que pueda sentir de cerca nuestros afectos y calor humano. Y tengo el amor que cientos de personas me dan y me reciben mientras hago lo único que soy capaz de hacer bien: ser una persona humilde, amable y al servicio de mi gente.

En resumidas cuentas, quiero decirle al mundo que soy maestro porque los maestros somos... ...constructores de paz...sembradores de sueños...forjadores del progreso...visionarios de mundos nuevos y mejores. Es por eso que, maestro soy, y por siempre lo seré.
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Feliz día del maestro

Presentamos esta nota como homenaje a todos los maestros de Colombia en su día:


CORTESÍA DE MAO TELEVISIÓN Y "BUENOS DÍAS MAICAO"

Dirección General: Nazly Pérez
Dirección Periodística: Alcides Alfaro
Edición: Fabián Daza Díaz

jueves, 14 de mayo de 2009

Naturaleza Guajira

Por: Danny Daniel López Juvinao

Eran dos amigos, Iguanito Mansito e Iguanazo Pelmazo. Vivían en las estribaciones del Cerro de la Teta, lo más septentrional que La Guajira tiene, con un hermoso cielo despejado.

Iguanito era huérfano de padre y tenía muy buenos principios, le gustaba leer mucho sobre su naturaleza, normalmente pasaba suspendido de las ramas de los árboles; a los 16 meses de edad, viajó para la Sierra Nevada de Santa Marta a seguir formándose gracias al esfuerzo de su madre Iguaneta, quien vendía igüarayas en la puerta de su cueva arrendada.


Iguanito tuvo que sacrificar su periodo reproductivo, prefirió esperar y dedicar su vida a examinar detalladamente la biósfera de aquella extraña selva, sabía que ello le significaba mejorar sus mecanismos de defensa para enfrentar los peligros presentes en su monte nativo; prepararse lo llenaba de satisfacción, toda vez que aumentaba el tamaño de su cola, espinas y papada.

A Iguanazo, sus padres Sceloporus y Phrynosoma, lo mandaron a asimilarse para San Andrés; pero él, muy lagarto y trepador, los engañaba y malgastaba su tiempo fumando hierbas y entrelazando su lengua corta y gruesa con numerosas muescas. Iguanazo se salía todas las noches de su zona, exponiéndose a ser cazado, conoció muchas especies de otras latitudes, pero se relacionó con Cocodrilos y Buitres de malas costumbres.

Por su parte, Iguanito aunque carecía de competencias para relacionarse, de sus orígenes lo conocía todo, sus amigos Iguánidos lo buscaban y salían a pasear a las inmediaciones de estanques y ríos del área circundante; él tenía un horizonte muy bien definido en su género, sabia donde quería alcanzar su madurez y se disponía para ello, irse a vivir a las riberas del Rio Ranchería era su sueño.


Iguanazo lo pasaba tomando sol en las playas de aquella paradisíaca isla, nunca aprendió a nadar ni a correr con rapidez, prefería lo divertido, lo nocturno y lo riesgoso. Adolecía de muchos valores, era rebelde, la notada Phrynosoma sabía que eso podría no terminar bien, pero le acolitaba con su silencio.


De nuevo en su hábitat natural y en vacaciones las cosas eran a otra pitanza, los cactus, las charcas, los trupillos, el terrario, los juegos, contando sus chascos y experiencias afuera, compartían sus secretos de manera jocosa. Tan opuestos pero tan cercanos, Iguanito e Iguanazo, crecieron y pasaron juntos sus primeros meses de existencia; sus amigos en el Jagüey más contiguo eran Caimán, Tortolita, Culebra, Ciempiés y Gaviota.

Después de un periodo en la Sierra, Iguanito culminó su faena, gran felicidad embargó a esta criatura y a su madre, engendrado como huevo único. Volvió a su cueva, de nuevo a la semidesértica Guajira, donde ahora si cortejó a una hembra y ella le correspondía adorando su orla dorsal.

Sceloporus viajó sorpresivamente al archipiélago a percatarse de los rumores de muchos grupos de saurios y de ese modo se enteró de las andanzas de su hijo; aunque fue muy difícil, nunca le dio látigo con su larga y delgada cola. Iguanazo se independizó, entabló "amistad" con Gavilán y empezaron a contrabandear tallos desde la Serranía del Perijá en las montañas Venezolanas, los cargaban al por mayor, eso multiplicó sus provechos; sobornaban al Rey Guajiro para el transporte aéreo de la flora. Compró todo un territorio florido y se alimentaba solo con las exclusivas algas marinas.

La naturaleza se confabuló e Iguanito Mansito pudo llegar al Rio Ranchería, tal y como siempre lo deseó, solía encontrarse siempre en el borde del mangle, cerca del agua o también en los arbustos, logró sus fines con mucha ética y pudo poner en práctica todas las habilidades adquiridas.

La vegetación creció y los amigos del Cerro se trasladaron a diferentes extensiones de Colombia, ya se habían reproducido y desarrollado, incluso algunos ya tenían hembra; probaron suerte en otras zonas selváticas y montaraces, destinos comunes y silvestres.

Iguanito fue desplazado por los salvajes, dos grupos de burros se plantaban por el dominio de las periferias del rio y amenazaban con sus dentones y rebuznos a todas las especies del monte. La visión de Iguanito se desvanecía antes sus tres ojos; lagrimas y deseos de ser devorado a manos de un águila, pero su destino era otro.

Con la ayuda de la astuta y megáptera Ballena Jorobada, Iguanazo diversificó sus negocios y empezó a traficar por el océano atlántico de las hierbas que él humeaba; aquel comercio lo hizo poderoso, pintó su cuerpo vertebral. Ahora si era todo un animal, al cual nada lo satisfacía e hizo un acuerdo con los burros para su custodia especial.

Lo oscuro pasó e Iguanito empezó una nueva vida, más robusto, mas grisáceo, con rayas transversales marginadas por su dolor interno, con sus cuatro fuertes patas provistas de uñas duras y afiladas, decidió caminar perenne hacia los paisajes de la Jagua del Pilar en el Sur de La Guajira; replanteó sus metas y encomendó su existencia al Creador.

Iguanazo muere, otros reptiles lo matan, mucha envidia y maldad en la floresta, su exuberancia lo delató, había elegido la ruta equivocada. Caimán cavó un hueco para enterrarlo, todos asistieron desde Culebra hasta Gaviota, asimismo Phrynosoma lo lamentó, pero estaba anunciado.

Iguanito lloró la caza de Iguanazo y prometió formar a las nuevas especies para que ninguno cometiera los errores de su amigo; después de aquel triste suceso, el invierno cesó en el bosque y las plantas florecieron. Iguanito ahora aporta su conocimiento y destrezas por el bien común de las razas de su Naturaleza Guajira, Dios le condujo a eso, él entendió y placenteramente aceptó.

Campeonato Municipal de Fútbol

COPA: ARTURO CUESTA RODRIGUEZ (Maicao)
AÑO 2009.


SABADO: 16 DE MAYO 2009.
CANCHA: COLOMBIA LIBRE.

CATEGORIA INFANTIL:

HORA: 8:00 A.M. LEOPARDOS VS SPORTING.

HORA: 9:00 A.M. LAURELES VS ALIANZA INFANTIL.

HORA: 10:00 A.M. NUEVA ALIANZA VS FEPEGO.

HORA: 11:00 A.M. SEMILLERO MAICAO VS MAICLUB (pre-juvenil).

HORA: 2:00 P.M. JUVENTUD GUAJIRA VS FEPEGO (JUVENIL)

DOMINGO 17 MAYO DE 2009.
CANCHA: COLOMBIA LIBRE.

CATEGORIA INFANTIL:

HORA: 8:00 A.M. INMACULADA VS SEMILLERO M.

HORA: 9:00 A.M. ALIANZA INF VS ESTRELLA FUTURO (pre juvenil).

HORA: 10:00 A.M. LEOPARDOS VS SPORTING. (Pre juvenil)

HORA: 11:00 A.M. INMACULADA VS FEPEGO (pre juvenil)

HORA: 2:00 P.M. LOS ANDES VS BUENOS AIRES (juvenil)

HORA: 4:00 P.M. LEOPARDOS VS ARGENTINOS JRS. (Juvenil)


FAUDYS PALACIO C.
Presidente.

El matrimonio wayüu

El pago de la dote es uno de los aspectos de la cultura wayüu sobre los cuales se han hecho malas interpretaciones. El historiador Luis Guillermo Burgos nos explica en qué consiste este pago que el contrayente le hace a la familia de su futura esposa.

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