viernes, 28 de julio de 2023

Unión Guajira, equipo sensación en los años ochenta


En los años ochenta se produjo una “invasión” de estudiantes guajiros a la Universidad Autónoma del Caribe, quienes, además de destacarse en sus compromisos académicos, sobresalían como buenos jugadores de fútbol.

Llegó el día en que se juntaron y decidieron crear un equipo para participar en las competencias universitarias y, por supuesto, se posicionaron como la atracción en los diferentes campeonatos.
En esta fotografía aparecen de izquierda a derecha, el arquero Ortega, detrás del arquero Orlando Romero, hermano del profesor Eduardo Romero, Issac Carrillo, Noimes Duarte, Victor Balaguera, Wilson, Miguel Celedón, Morales, Ramírez, Roberto Díaz, Abajo de izquierda a derecha Geobildo Santico Carrillo, Teddy Orozco, Gustavo Quintero, Orlando Rodríquez, Javier Figueroa, Henry Aizmendi, Hernán.

No aparecen en la foto dos jugadores sensacionales como lo son Néstor Enrique Valdeblánquez y el gran puntero izquierdo Carlos Lanao Ríos.
En esta foto aparece Carlos Lanao en sudadera, debido a que una lesión de rodilla lo marginó de las canchas

La selección de guajiros tenía unos pocos refuerzos de Barranquilla y Santa Marta, entre ellos Teddy Orozco y Balaguera.

Con este equipazo Unión Guajira logró siete títulos consecutivos en los torneos de la Universidad Autónoma del Caribe.

Al principio eran patrocinados por un aserradero, pero a los muchachos no les agradaba la idea de que el aviso era muy grande y ocupaba casi todo el ancho y largo de la camiseta. Por esta razón Carlos Lanao, como líder de los jóvenes, fue a tocar las puertas al Hotel Royal, propiedad del empresario guajiro José Cotes, quien aprobó la idea y dio instrucciones al administrador Arnaldo "Cocha" Ariza, quien le pidió a los encargados del departamento del hotel que diseñaran el nuevo uniforme y procedió a comprarlo y entregarlo al equipo.

Para la camiseta se escogió el color verde en homenaje al departamento de La Guajira.

Cortisol


Escrito por:
Lizeth López España

El mundo sucumbe

Ante la falta de un abrazo,

La humanidad clama perenne 

Por una sonrisa,

La especie desea vehementemente

Ser querida.

¿Por qué preocuparnos por lo que no es real?

Bien dice la escritura: Bástele a cada día su propio afán.


El ser humano necesita descansar,

Respira profundo y haz a un lado el celular,

Corre, grita, salta y nunca dejes de soñar.

Ten una ilusión ante el futuro;

Todo lo que nos pasa tiene un propósito 

Seguro. 

Fija tu mirada no en lo que te pasa, 

Si no como interpretas cada vivencia 

Al final de la jornada.


Por último y no menos importante 

Disfruta de la vida, eres un campeón,

Estimula oxitocina con la meditación 

Y si quieres algo más barato con la imaginación 

Logra cosas increíbles como subir en un avión 

Y si quieres ser osado ayuda al necesitado

Pero no permitas que sin pies y manos

Nos siga ganando el malvado CORTISOL,

El esta vencido en el nombre de nuestro gran DIOS

jueves, 27 de julio de 2023

José Prudencio Padilla López, 200 años de gloria y 193 de inmortalidad

 


Escrito por:
Luis Eduardo Acosta Medina

A Riohacha no hay porque tenerle intriga ella se merece muchos honores, allá fue donde nació ese gran hombre se llamó José Prudencio Padilla lo fusilaron y perdió su vida porque se amarró bien los pantalones ese Almirante fue Riohachero luchó constante fue por su pueblo”

Es el epónimo hijo de El Molino Armando Zabaleta Guevara autor de  la canción Titulada “Riohacha” merecido  homenaje a la ciudad capital de La Guajira de la  cual hemos transcrito un aparte preliminarmente,  han sido hasta ahora sus únicos interpretes  Los Hermanos Zuleta. Vino  en el corte  3 del “Lado B” LP  titulado “Dinastía y folclor” lanzado por la disquera CBS en el mes de noviembre de 1979, ninguna otra canción mas oportuna para iniciar nuestra crónica conmemorativa del Bicentenario de la madre de las batallas lideradas con éxito y ganadas con su  inteligencia por el malogrado libertador de los mares de América José Prudencio Prudencio Padilla López.

Ha sido la ingratitud desde la Historia Sagrada inclusive la peor enemiga de las causas nobles, porque despierta la ira de quienes logran sus propósitos por medios innobles, José Prudencio Padilla fue víctima de ello, porque en lugar de admiración y respeto por sus triunfos en sucesivas batallas que hicieron posible la Independencia  le generó la animadversión gratuita y los celos  de sus similares combatientes y de su superior funcional también hasta propiciar el inútil sacrificio de su vida con su infructuoso propósito de borrar de la memoria nacional su grandeza, sus logros y su gran obra libertadora.

Recordamos hoy  cuando celebramos el Bicentenario de la Batalla del Lago de Maracaibo que Padilla fue Juzgado con violación de su derecho de defensa, columna indispensable para el Debido proceso como garantía irrenunciable para todos  los seres humanos, sometido a tratos crueles antes de sentenciarlo a morir fusilado por un delito que no cometió, pero nunca lo pudieron humillar, por eso las balas de la patria que ayudo a liberar no pudieron acabar con su vida en el primer intento de su envidiosos enemigos por deshacerse de el, necesitaron fusilarlo por segunda vez para hacerlo partir sin haber muerto a pesar de la horca posterior porque contrario a lo que pretendían sus verdugos allí inicio fue su inmortalidad.

Estoy plenamente de acuerdo con quienes piensan  que a Bolívar no lo llevo al sepulcro   el   paludismo, el tabardillo  ni  la amibiasis que se había concentrado en el pulmón después de haberle perforado el diafragma, se lo llevó la pena moral, el remordimiento, y la debilidad de su corazón arrepentido de haber sucumbido  a la lisonja, el chisme y las consejas pasionales que lo enloquecieron de celos y alimentaron convicción errada e invencible de que era el Héroe Riohachero una amenaza para sus pretenciosas tentaciones sentimentales y dictatoriales, por eso le falto valor para firmar la sentencia de la ignominia, cumpliendo con esa ritualidad prevaricadora e   inconstitucional en cuerpo ajeno a través de José María Córdova  l quien firmo aquel documento para consumar el crimen de Estado, nada extraño   en ese violáceo personaje  quien tiempo atrás en Popayán asesinó a José del Carmen López Sargento del mismo ejército libertador  por ser  el amante de una hermosa hembra llamada Manuela Morales, de la cual  el estaba enamorado, o sea que el de Padilla era para el un crimen más que también involucraba un tema que le traía ingratos recuerdos… las faldas.

Evidentemente el 2 de octubre, siete días después de “La conspiración septembrina”, y bajo la autoridad del juez Rafael Urdaneta, fue ejecutado ese hombre  inocente pero incómodo para los saca micas de Bolívar  en la plaza mayor de Bogotá junto  al coronel Ramón Nonato Guerra, a quien Urdaneta le anuló la sentencia que lo había  condenado a ocho años de prisión, y le impuso   la pena capital, todo  con el beneplácito como ya se dijo  de Simón Bolívar quien todavía debe estar dándole explicaciones al Todo Poderoso.

 José Prudencio, el héroe de los mares, admirado por las tropas por su coraje y por las mujeres de la época por su personalidad y su porte, agravantes para su injusto enjuiciamiento y condena fue colocado frente al pelotón fusilador a las once de aquella mañana fría y lluviosa en la plaza mayor, en aquel momento  hasta el cielo lloró,  después del fusilamiento, fue colgado al lado de Ramon Nonato Guerra emulando macabramente las practicas escarmentadoras de los españoles con los criollos, esta vez para que los opositores a Bolívar y sus seguidores supieran a qué atenerse, era una versión reeditada de la pacificación de don Pablo Morillo.

Coinciden todos los investigadores en el sentido de que Padilla no participo en la conspiración septembrina, no tenía maneras de hacerlo, porque  había sido puesto prisionero desde cuando inicio la Convención de Ocaña  por su enemigo Mariano Montilla y por órdenes expresas de Bolívar para neutralizarlo por ser  hombre sin  preparación académica académica pero de gran valor militar, y ya había caído  en desgracia con Bolívar porque en la larga permanencia de éste en Lima  a donde al parecer estuvo disfrutando de fiestas y lujuriosas contiendas, Padilla y otros le comunicaron la necesidad de su urgente regreso   preocupados por la situación  que se estaban presentando  Padilla en una carta se atrevió a decirle sinuosamente  lo siguiente:: “¿Qué encanto especial será el que detiene allá a su Excelencia?”, creo que allí estuvo su sentencia de muerte. 

Estaba detenido en el batallón Vargas desde el tiempo de la convención de Ocaña, como ya se dijo esa noche del 25 de septiembre cuando los conjurados se acordaron de el fueron a buscarlo para ponerlo en libertad y ver si se sumaba a su causa, el no quiso participar y desconocía los planes contra el Libertador porque lo tenían incomunicado, pero su suerte estaba echada, estaba condenado de antemano, solo lo absolvió la historia.

Roberto Tiznes describió así aquel crimen de Estado; “Para ejecutar a aquellos dos proceres se hizo ostentación del más imponente aparato. En los costados norte, oriente y occidente de la plaza principal

de Bogotá, estaban formados los batallones de la guarnición de la capital; en el centro, del lado sur, se hallaban dos horcas detrás de los banquillos que habían servido el 30 de septiembre, a cofradía de los hermanos de la Veracruz con su fúnebre aparato, se presentó en el cuartel de Artillería donde esperaban los que iban a morir, al toque de corneta de atención dada en la plaza, contestaron las campanas de los templos con doliente plegaria y se puso en marcha el aterrador cortejo precedido del crucifijo de los agonizantes, a las 11 de la mañana del día 2 de octubre de 1828. 

La entrada de aquella siniestra procesión a la plaza fue saludada por el sonido estridente de los tambores y cornetas, que batían marcha militar, en contraste con el lúgubre tañido de las campanas y en medio de las voces de mando de los jefes de los batallones para que estos echasen al hombro las armas.

Padilla marchaba altivo y vestía uniforme de general de división; apenas atendía a las exhortaciones del religioso que lo acompañaba llevando el crucifijo, era un mulato esbelto, de constitución de atleta, usaba patillas, el pelo cortado al rape, bizco, de mirada inteligente, de andar cadencioso, como es costumbre en los hombres de mar, sin otra instrucción que la necesaria para gobernar un barco y valiente hasta la temeridad.

Víctor Julio Díaz Daza, conjuez de la Corte Suprema de Justicia


Escrito por: Hernán Baquero Bracho 

El doctor Víctor Julio Díaz Daza acaba de ser nombrado conjuez de la honorable Corte Suprema de Justicia, de la Sala  de Casación Laboral, dignidad que enorgullece a su querido Maicao y a La Guajira.

Su trayectoria como profesional del Derecho ha sido impecable en su trasegar como hombre público, en todos sus menesteres. Víctor Julio Diaz Daza nos hace sentir orgullosos de ser guajiros; en hora buena este nombramiento que enaltece al profesional costeño. Él es prenda de garantía de la justicia colombiana.

Si existe un abogado con trayectoria impecable en su carrera profesional ese es Víctor Julio Díaz Daza, maicaero, de padres sanjuaneros, como lo fueron Don Argemiro Díaz Oñate y Doña Olga Daza Cuello.

En ese hogar, hecho a pulso, ha dado profesionales de los mejores con que cuenta La Guajira: Humberto, quien es un reconocido médico; José, ingeniero mecánico, quien fuera superintendente en Cerrejón; Álvaro, ingeniero industrial, quien también tuviera un alto cargo en Cerrejón; Orlando, neurorradiólogo intervencionista, quien se ha convertido en un científico reconocido en los Estados Unidos; Alcides, arquitecto, y Olga Lucía, radióloga. 

Sus estudios de primaria los hizo en Maicao, y cursó hasta décimo grado en el colegio San José, de Maicao, en donde recuerda con mucho cariño a sus profesores, Sixto Amador y Ramiro Choles, hoy fallecidos por el covid. Terminó su bachillerato en el colegio Santo Tomás de Bucaramanga y se graduó como abogado en la Universidad Santo Tomás, de la misma ciudad. Y como especialista en Derecho Laboral, de la universidad Externado de Colombia. 

Víctor Julio es magíster en Derecho del Trabajo, y candidato a doctor en Derecho Laboral, de la universidad de Salamanca, España. Es diplomado en negociación y manejo de conflictos en el curso “Theory and Tools of the Harvard Negociation Proyect”, Conducted at the Harvard Faculty Club, Harvard University, Cambridge, Massachussets, Estados Unidos, octubre 2009. 

Su vida laboral la inició como egresado del Derecho, cuando fue designado como juez promiscuo municipal de Uribia, y juez primero penal municipal de Maicao, como requisito para obtener el título de abogado. 

Antes de graduarse como abogado, fue contratado como el asistente único del gerente del departamento legal de Morrison Knudsen International Company, en donde fue encargado de la gerencia en varias ocasiones. Dicha empresa manejó la construcción del proyecto del Cerrejón; tuvo más de ocho mil trabajadores y una ejecución de contrato por más de US 3.000 millones de dólares. 

Inmediatamente, ante su eficiencia y eficacia en Morrison, fue contratado como abogado laboralista en el departamento legal de Carbones del Cerrejón, de donde renunció para abrir su bufete de abogado; en la actualidad, sigue siendo asesor laboral de dicha empresa. 

Allí, en Intercor, hicimos amistad que trascendió a la Agremiación Corporación de Amigos de La Guajira, donde hizo grandes aportes por su tierra. Amistad que se ha mantenido incólume por tantas décadas. 

Su vida como docente y conferencista, también ha sido brillante. Es profesor de Derecho Laboral y director de la especialización en derecho laboral de la Universidad del Norte. Ha sido ponente en muchos congresos nacionales organizado por colegios de abogados y universidades. 

Becario de la OIT al curso para expertos latinoamericanos en relaciones laborales, Turín, Italia, Bolognia, Italia y Toledo, España, 2005. Fue invitado especial como ponente en la 50 Asamblea Nacional de Derecho del Trabajo, San Luis Potosí, México, marzo, 2010. Evento organizado por la Academia Mexicana de Derecho del Trabajo y de la previsión social. 

Víctor Julio Díaz Daza, un bogado que nos enorgullece y nos dignifica a nivel nacional e internacional, también ha sido un tratadista brillante en su devenir. Autor del libro “Derecho procesal del trabajo” (dos ediciones), autor del libro “Administración de personal y liquidación de nómina” (tres ediciones), autor en obra colectiva “Derecho procesal del trabajo y de la seguridad social”, legis y colegio de abogados del trabajo, 2013 y también autor de artículos de derecho del trabajo, publicado en revistas especializadas del orden nacional. 

Víctor Julio Díaz Daza ha sido delegado por Colombia a la 91 conferencia de la Organización Internacional del Trabajo, Ginebra, Suiza, 2006. Es miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia; exgobernador del Colegio de Abogados especializados en derecho del trabajo y de la seguridad social de Colombia, 2015-2016. 

Conjuez de la sala de descongestión de casación laboral de la Corte Suprema de Justicia, septiembre 2018 y actualmente sigue siendo conjuez de la misma sala. Rector del Colegio Colombiano de Derecho Social, 2020, cargo que ocupa actualmente. 

Director y presentador del programa “Consultorio Jurídico”, el cual se emite semanalmente por Telecaribe y director del canal de Youtube “La vida de las canciones”. 

Víctor Julio Díaz Daza ha tenido una brillante carrera profesional y ha recibido las siguientes distinciones: declarado huésped ilustre en San Luis Potosí, México, 2020. En la misma ceremonia recibió igual reconocimiento Miguel de la Madrid, expresidente de México. 

Medalla a la excelencia profesional, “Blas Herrera Anzoátegui”, Colegio de Abogados del Trabajo, 2018. Declarado por la alcaldía municipal, hijo ilustre de Maicao, 2019 y profesor distinguido de la Universidad del Norte desde el año 2012 y donde se ha ganado el prestigio como un gran catedrático y hoy es el director de la especialización en Derecho Laboral.

lunes, 24 de julio de 2023

El bicentenario de la batalla naval del Lago de Maracaibo


Escrito por:
Amylkar Acosta Medina


"Triste destino el de la gloria humana/ 

tan costosa, efímera y tan vana/ 

ayer, renombre, movimiento, ruido/ 

hoy torrente de lágrimas/ 

mañana, hondo silencio, soledad, olvido" 

 Gaspar Núñez de Arce  


Se cumplen doscientos años de la batalla naval que se libró en el Lago de Maracaibo, en la cual el gran protagonista fue el héroe guajiro José Prudencio Padilla, quien, siguiendo las instrucciones del Vicepresidente Francisco de Paula Santander, con su intrepidez y experticia vapuleó la escuadra realista en la Punta de Palma, frente al castillo de San Carlos, infligiéndole una estruendosa derrota a sus huestes que pretendían doblegar la resistencia de los patriotas, empeñados como estaban en coronar con éxito la gesta de la independencia en su porfiada lucha por alcanzar, a mandoblazos, en los mares triunfos tan rotundos como los ya alcanzados en tierra firme. Indudablemente la derrota de los realistas, que fue el triunfo de los patriotas, sirvió para consolidar la independencia patria. 

No cabe duda de que la batalla del lago de Maracaibo fue en los mares lo que la batalla de Boyacá en tierra. Sin el triunfo de aquella, no se habría podido consolidar ni recoger los frutos de esta última. Padilla no era un bisoño en estas lides, se había iniciado en su rauda carrera como mozo de cámara de la Marina Real; en ella hizo sus primeras armas, justo en momentos en los que España le declaró la guerra a Gran Bretaña el 12 de diciembre de 1804, en respuesta a sus provocaciones, al tiempo que firmó un tratado aliándose con la Francia napoleónica el 4 de enero de 1805. 

La célebre batalla de Trafalgar, que tuvo lugar el 21 de octubre, fue el culmen de esta confrontación, una de las más sangrientas y decisivas de las guerras napoleónicas. La flota franco – española perdió en esta conflagración 23 de 33 embarcaciones que se habían alistado para el combate y los británicos, al mando del Vicealmirante Horatio Nelson, ninguno, alzándose con la victoria la Gran Bretaña, lo que le significó su dominio absoluto de los mares hasta la segunda guerra mundial. 

Entre los 7.000 prisioneros que pagaron con su cautiverio el precio de la derrota estuvo Padilla, hasta que celebrada la paz retornó a España en 1808 y ese mismo año llegó de vuelta a su terruño, enrolándose en las tropas patriotas.

Bien pronto, sus dotes de marino avezado y corajudo lo catapultarían a encumbradas posiciones, las que le servirían de crisol en la forja del patriota integérrimo y de dura cerviz que lo caracterizaron, que pusiera en jaque a la otrora Armada invencible del Imperio español. 

Se constituyó Padilla, en abanderado de la causa de la independencia en los dilatados horizontes de nuestros mares, desplegando las velas de la libertad y anclando en el Lago de Maracaibo el mástil de nuestra emancipación definitiva. Siempre estuvo él en el ojo de la tormenta en los procelosos tiempos de la gesta independentista; con su arrojo y valor indescriptibles escribió las mejores páginas de nuestra historia: ora en la batalla memorable de Sabanilla, en la de la Laguna salada, en la Noche de San Juan, ora la del Lago de Maracaibo, donde las quillas anhelantes de las naves de Padilla siguieron su ruta de triunfos altaneros, alcanzando allí el cenit de su gloria y de su fama. 

Alcanzada la independencia, nimbado por la gloria, Padilla se constituyó en uno de los artífices de nuestra primera República. Pero la zalamería, los recelos, la inquina y las torvas estratagemas de sus solapados adversarios, lo malquistaron con el Libertador Simón Bolívar. 

Fue éste el execrable camino escogido por los pérfidos ujieres palaciegos, para llevar hasta el cadalso al Heraldo de nuestra independencia recién alcanzada. Mariano Montilla, de la mano de Urdaneta, sería el encargado de fraguar el artero golpe, propalando la especie de que Padilla se contaba entre los conjurados de la aciaga noche septembrina. 

Eran aquellos azarosos tiempos para la República, en los que cernía sobre ella la amenaza de la entronización de una abominable tiranía. No era Padilla hombre de contubernios; nunca puso su espada al servicio de causas innobles. Bolívar, atormentado y obcecado por el pertinaz empeño del corro de sus aduladores, compelería al héroe riohachero, en medio de sus cavilaciones, a hacer suya la reflexión de Rubén Darío: "Águila que eres la historia, dónde vas a hacer tu nido? 

En los picos de la gloria? ¡Sí, en los montes del olvido"! Cruel final se le deparó al Almirante Padilla: degradado primero, fusilado luego y escarnecido en la horca después, imitando el vitando proceder del realista expedicionario Pablo Murillo, conocido, por su crueldad, como El pacificador. Pero, con su gesto altivo y temerario, triunfó sobre su vil sacrificio, como el Cid campeador. 

Él, igual que Córdoba, acobardó a sus verdugos con su temple y valor indomables y ocupa un sitial especial por su bizarría, como ejemplo vívido para la posteridad. Sus despojos mortales reposan en una cripta en la Catedral Nuestra Señora de los Remedios de Riohacha, capital del Departamento de La Guajira, la cual fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación Colombiana en su honor. 

Nos recuerda el reputado historiador Carlos White Arango, a propósito de Padilla, la sentencia de los sabios en los areópagos de Atenas: "comparezcan las partes dentro de cien años". En el caso que nos ocupa ya comparecieron y Padilla fue rehabilitado tras un fallo inapelable de la propia historia, que destaca su lealtad a toda prueba y su encendido patriotismo, que no pudieron eclipsar sus detractores ocasionales, resplandeciendo fulgurante su figura señera e incontrastable. Así lo reconoció la Convención de la Nueva granada en noviembre de 1831, al rehabilitar su memoria en nombre del pueblo colombiano (¡!).

Enhorabuena, en cumplimiento de la Ley 2012 del 30 de diciembre de 2019, emitió con fines conmemorativos y por una sola vez la moneda de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y Declaratoria del 24 de julio como día de la Armada de Colombia. A su izquierda de su efigie figura el texto “Almirante José Padilla López” y la frase “Morir o ser libres”, tomada de su proclama dirigida a sus hombres antes de iniciar la histórica contienda. 

Analytic