sábado, 18 de junio de 2022

Vicente Bocanegra de Oro: un amigo que es como su segundo apellido


Nació en Fundación
, cálido municipio del departamento del Magdalena, el penúltimo día de diciembre de 1.942 un año en que el mundo ardía en llamas por causa de la Segunda Guerra Mundial y la literatura recibía con alborozo la publicación de El Extranjero, de Albert Camus. 

Sus padres eran campesinos de escasas ganancias lo que lo obligó a probar suerte en varios lugares como Aguas Blancas en donde vivió algún tiempo. Allí tuvo la fortuna de volverse el favorito de una de sus tías, la esposa de su tío político Luis Gómez Castro, funcionario de la secretaría de hacienda municipal de Maicao, quienes lo invitan a vivir con ellos.

Llega a esta ciudad un sábado del mes de mayo de 1962, a las 4:30 de la tarde, se hospeda en casa de sus parientes, ubicada en la calle 14 número 15-32, en pleno centro. Al día siguiente, domingo, sale al centro a buscar trabajo y consigue que lo contraten como empleado en el Almacén Emilio, frente a lo que hoy es el Maicao Juan Hotel.

En lo sucesivo desempeñaría varios trabajos como gerente del restaurante Los Ranchos y de Apuestas Las Vegas. Fue contabilista del Hotel Familiar de la familia Abuchaibe, el más importante de su época, en donde también se desempeñó como jefe de personal. Allí pudo conocer a grandes personalidades del mundo empresarial y artistas de la talla de La Billo's Caracas Boys. También fue gerente del primer alcantarillado privado de Colombia, propiedad de los mismos dueños del hotel.

Se caracteriza por su gran sentido de afecto por la familia. Después de posicionarse en Maicao hizo lo posible por hacer que se vinieran sus hermanos entre ellos el legendario profesor Robinson Bocanegra de Oro.

A este último sus estudiantes le escuchaban con frecuencia un relato que lo llenaba de orgullo familiar:

“Bocanegra somos muchos, De Oro somos poco…pero Bocanegra de Oro sólo somos mi hermano y yo

Ese hermano al que amaba tanto era, Vicente, hombre amable, caballeroso, buen comunicador y dueño de un don de gentes que le permite ser muy querido por todos los que lo conocen.

Ha sido estudiante del Sena en donde perfeccionó sus conocimientos como pequeño empresario y vendedor calificado.

A lo largo de la vida tuvo siete hijos cuyos nombres son Geovanny, Vicente, Jesús Enrique, Lilia Esther, Madolina, Libia Esther, María Eugenia, Aisha.

Por convicción propia y luego de profundas meditaciones y un largo diálogo interior decidió convertirse al Islam y practicar la religión musulmana con la dedicación que le es característica y que según sus palabras, le ha permitido tener una relación estrecha con el Creador. Por un tiempo Vicente fue el encargado de impartir las conferencias que la Mezquita le ofrece a sus visitantes en Maicao.

Uno de los momentos más felices de su vida lo vivió en el año 2016. A sus setenta y cuatro años recibió su título de bachiller en la Institución Educativa Número 2 sede La Inmaculada, junto con su hija Aisha Bocanegra a sus quince años.


Hoy en día Vicente Bocanegra de Oro es un símbolo viviente, una leyenda sonriente de la maicaeridad.

martes, 14 de junio de 2022

Entrevista al maestro Lázaro Cantero en exclusiva para Maicao al Día

Hace un tiempo en San Bernardo del Viento, logramos entrevistar de forma exclusiva para Maicao al Día al consagrado decimero Lázaro Cantero, quien nos habló de su hermoso arte, el cual lo hizo famoso en todo el país. 

Abrigados por la fresca brisa de Luna Caribeña, refugio hermoso del padre Francisco Coneo y todo el que se considere su amigo,  en las afueras del pueblo en donde nació Juan Gossaín, pudimos verlo en acción en una de sus presentaciones y, en una pausa de su trabajo tuvo la gentileza de concedernos una entrevista en la que también se refirió al padre de la gaita, Francisco Llirene

viernes, 10 de junio de 2022

Imaginarios y fronteras: leyendas de la maicaeridad

Imaginarios y Fronteras, en esta ocasión iniciamos un recorrido por las rutas de la maicaeridad con el homenaje al profesor Ramiro Choles Andrade, quien fue el autor de la letra del himno a Maicao y un referente de la educación y la cultura local : 


Te invito a suscribirte a nuestro canal de Youtube: Imaginarios y Fronteras

viernes, 3 de junio de 2022

Diálogo con la sirena

 




Escrito por:
Genariel Pinsedo

-¿Hola Sirena, cómo estás?

-Muy bien, pero un poco ansiosa

-Y eso…¿por qué?

-Quiero pegarte otra vez

-¿Pero es muy urgente? Ando tantito ocupado

-Yo diría que sí es urgente, porque estoy muy muy ansiosa

-Pero no lo entiendo, ya me pegaste hace tres días, aún no se me borran de la espalda las huellas de los fajonazos

-Sí, pero vi una película y me tiene muy ansiosa. Ella le pegaba a él con mucho carácter, y se me subió la adrenalina

-¿Podrías esperar a la tarde?

-No, no puedo esperar a tanto

-Está bien, salgo para allá ¿Algo más?

-Sí, trae tu cinturón, el mío quedó un poco averiado el otro día

jueves, 2 de junio de 2022

El nacimiento de la princesa


Y como  ha transcurrido gran parte del día y nadie me ha felicitado, les voy a hacer  el reclamo porque hoy, hoy es día de mi cumpleaños. Se sorprenderán porque su memoria no les avisó y el supersabelotodo Facebook tampoco les avisó.

Bueno, en realidad, cumplir años como tal…no. Pero en este día de hace un corto tiempo me ocurrió algo muy bonito. ¿Quieren saber que fue?

Paso entonces a contarle. Un 2 de junio me convertí en papá por primera vez.  

La historia es como sigue.

Habíamos ido al altar y un año después Carlene, mi esposa, estaba en los días en que se inicia la cuenta regresiva.

Un día de mayo, poco antes de las elecciones presidenciales, fuimos de nuevo al hospital.

- “El bebé puede nacer entre el 1 y el 10 de junio, nos dijo el doctor Jack Salá Mendoza nuestro vecino del barrio San Martín y médico de cabecera, quien había tenido a cargo los controles de rigor durante el embarazo.

-“Ojalá sea el 10 para que sea el regalo de cumpleaños de mi papá” dijo Carlene emocionada ante la probabilidad de esa afortunada coincidencia.

En cambio a mí las cuentas no me daban, para  que la criatura fuera mi regalo del día del padre.

El primer día de junio acudí la Universidad en Riohacha, presenté mi parcial de sociología y me fui a la biblioteca a estudiar para el de administración financiera. A eso de las 6 de la tarde emprendí el regreso a Maicao y cuando llegué a casa me recibieron  con la noticia de que algo estaba sucediendo en el vientre de la madre primeriza:

-“Carlene ya va a parir, se la llevaron a casa de la hermana Blanca, váyase rápido para allá”

La hermana Blanca no era sólo la pastora de la iglesia sino la mamá de Carlene, una mujer celosa con su familia.  Cuando su hija comenzó a dar muestras de que estaba en las horas claves, se apoderó de ella, la instaló en una habitación de su casa y mandó a llamar al médico. Allí estaban reunidos los abuelos, tíos, y hasta la junta directiva de la iglesia. Sólo faltaba la persona que a esa hora corría más rápido que los campeones olímpicos de los cien metros planos para llegar al sitio en donde debería de estar.

Cuando llegué con el cuerpo inundado de sudor y la lengua de corbata el médico ya venía saliendo. Quise preguntarle algo, pero él se adelantó:

-“Todavía no es hora, cualquier cosa me llaman, voy a estar en la casa”

Y cuando dijo “voy a estar en la casa”, señaló hacia una de las viviendas ubicadas en la acera opuesta. Realmente teníamos muy cerca al doctor.

Y pobre de él por vivir tan cerca. Su sueño era interrumpido cada dos horas, porque el bebé anunciaba su nacimiento pero después retornaba a la placidez de su vida en la burbuja de líquido amniótico en que era tan feliz.

A las 5 de la mañana del día siguiente un ojeroso y envejecido médico en el enésimo exámen a su atribulada paciente por fin dio la orden que todos esperábamos:

-“Vámonos para el hospital, se acerca la hora”

Y nos fuimos todos en una camioneta Wagonier con capacidad para siete personas en la que de forma milagrosa y en abierto desafío a las leyes de la matemáticas, la física (y de tránsito) nos encarapitamos más de una docena de pasajeros entre quienes se incluían abuelos, tíos, vecinos, amigos. Cuando arrancábamos alguien tuvo la cortesía de abrir también un campito para la parturienta y su médico.

En el hospital esperamos un buen rato pendientes de los  dos bombillo, uno azul y otro rosado que anunciaría el nacimiento y el sexo del  o de la recién nacida.

A las 9:04 de la mañana la tranquilidad del hospital fue interrumpida por un fuerte llanto que inundó habitaciones, pasillos, salas, jardines y siete cuadras circunvecinas. Sobre el marco de la puerta se encendió el bombillo rosado y todos nos fundimos en un fuerte abrazo y algunos alaridos de felicidad que sólo fueron interrumpidos cuando el pastor Santander Ortega, abuelo de la niña nos invitó a orar para dar gracias a Dios.

Había venido al mundo Genevi, nombre que le eligieron sus abuelos, apócope de Genevieve, nombre en otro idioma de la bella ciudad de Ginebra y que tiene varios significados dependiendo del idioma del que se trate. En céltico es “ola blanca”; en francés y alemán: “de la raza de las mujeres”.

 

Como defensor del idioma nuestro prefería un nombre criollo fácil de pronunciar, común y hermoso como Juana, María, Dominga, Isnelda (como la abuela) Perfecta o Domitila, pero la familia me los rechazaba con serios gestos de desaprobación y acusaciones sobre supuesto mal gusto.

Me trancé con el rarísimo “Genevie” pero logré imponer mis dos condiciones: 1. Que me permitieran  “castellanizarlo”  y 2. Que me dieran libertad para escoger el segundo nombre. En uso de la primera condición decidí que el nombre se escribiría Yenevi y el segundo nombre sería Carlene, en homenaje al amor con que la sacrificada madre llevó en el vientre a semejante estrella de la belleza y la inteligencia durante nueve meses.

 

Tal vez nada de lo que he contado sea importante para usted,  pero lo es para mí que estoy cumpliendo años desde el día en que se encendió el bombillo rosado para anunciarme que me había convertido en papá por primera vez.

Analytic