MAICAO AL DÍA
A los colombianos se nos exige todo tipo de requisitos, trámites y trabas para poder viajar legalmente a Venezuela. A los venezolanos solo se les exige la cédula para viajar a Colombia.
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En un viaje por carretera hacia Venezuela, procedente de Colombia, llegué al puesto fronterizo de migración del DAS en Paraguachón, departamento de La Guajira, con el objeto de que me colocaran el obligatorio sello de salida del país en mi pasaporte. Allí presencié un hecho increíble para nosotros los colombianos.
Estando en la cola de espera, con sorpresa noté que el señor que estaba delante de mí no le entregó al agente del DAS un pasaporte visado, como nos lo exigen en Venezuela a los colombianos, sino su cédula venezolana. El agente con mucho profesionalismo y amabilidad le dio instrucciones y le entregó un papelito de un cuarto de una hoja tamaño carta el cual contenía un formulario. Entre las instrucciones, recuerdo que el señor debía colocar los días que quería permanecer en Colombia, nombres, ciudad adonde se dirigía, entre otros. No debió adjuntar ningún otro papel ni documento alguno ni foto ni certificado judicial de su país ni constancia de ningún tipo, solo su cédula original sin fotocopia. Una vez devuelto el formulario llenado, el agente lo pasó por la máquina registradora (“lo selló”) y lo devolvió al señor. Éste lo guardó en su bolsillo y siguió su viaje feliz hacia Colombia.
La otra realidad, la de los colombianos, se percibe en infinidad de casos como el que yo mismo presencié en un consulado venezolano en Colombia. Estaba yo haciendo cola en el consulado para solicitar visa de estudiante y llegó un señor muy viejo de unos 65 años a pedir un permiso para llevar de urgencia a su hijo, enfermo de gravedad a un hospital de Maracaibo, Venezuela. Después de horas de espera, un funcionario consular bajó a la puerta, escuchó el objeto de la solicitud del señor y le informó que no le podían dar el permiso porque no tenía el certificado judicial.
Los relatos anteriores son una muestra de las increíbles facilidades migratorias de los venezolanos en Colombia. Otra es la realidad para nosotros los colombianos que por alguna circunstancia debemos viajar a Venezuela y nos acercamos a un consulado venezolano a sacar un permiso fronterizo. Debemos madrugar a hacer una larga y demorada cola en un consulado venezolano para ver si es que nos lo conceden y no nos salen con la respuesta de que “se acabó la papelería” o que no se concedió el permiso. Pero antes debemos hacer otra larga cola en el Banco Popular para pagar los 28.900 que el DAS nos cobra por el certificado judicial; otra cola en las oficinas del DAS para obtener este documento que garantiza que no tenemos cuentas pendientes con la justicia colombiana; pagar 5.000 pesos por fotografías tamaño documento y adjuntar constancia de trabajo o de residencia. Todo este tiempo y dinero invertido sin la certeza de obtener el permiso ya que éste se asigna a discreción del cónsul de turno y no es obligatoria su asignación.
Si tenemos la suerte de que nos den el llamado “permiso fronterizo”, éste solo es concedido por tres días y solo podemos llegar hasta el puente sobre el lago de Maracaibo. Es decir, no podemos pasar del Estado Zulia, no podemos llegar a Punto Punto Fijo ni a Valencia ni mucho menos a Caracas. Además, debemos tener disponibles 46 bolívares fuertes (unos 23.000 pesos) para pagar el “impuesto de salida”. En contraste, la llamada “Tarjeta Andina de Migración”, que es el nombre del permiso que nuestro país le da a los venezolanos, no les limita su tráfico por el territorio nacional. Pueden viajar por todas las ciudades que quieran dentro del tiempo que solicitaron en el formulario hasta un plazo máximo de 90 días prorrogables sin pagar impuesto de salida. Las ventajas para los venezolanos son notorias; las desventajas para los colombianos son indignantes.
En la explicación de esta contrastante realidad se utilizan dos falsas creencias. Hay quienes afirman que las facilidades de migración para los venezolanos se deben a que ellos vienen de turismo a Colombia y gastan su dinero en nuestro país. Afirman también que las restricciones a los colombianos se deben a los altos índice de inseguridad de Colombia y que se teme que delincuentes colombianos pasen a Venezuela si se flexibiliza el paso hacia ese país. Las dos afirmaciones anteriores son falsas. El auge del turismo de los venezolanos hacia Colombia quedó relegado hasta antes de 1983 cuando un bolívar llegó a costar 17 pesos y era muy rentable venir a pasear a Colombia. Hoy, el peso colombiano vale el doble de un bolívar y ya son pocos los venezolanos que vienen de turismo porque los costos se duplican con respecto a su moneda. La mayoría de los venezolanos que todavía viajan a nuestro país son colombianos de doble nacionalidad y lo hacen principalmente para visitar a familiares en Colombia. En materia de seguridad ambos países estamos a la par. En las principales ciudades venezolanas hay tanta inseguridad como la puede haber en las ciudades colombianas: atracos, robos, secuestros, asesinatos, entre muchos delitos se suceden a diario. Por lo anterior, es muy probable que delincuentes venezolanos pasen la frontera y se establezcan en Colombia dadas las facilidades migratorias de nuestro país.
Por aeropuertos internacionales la situación es diferente. Los colombianos más solventes a nivel económico pueden viajar a Venezuela sin visa. Con solo mostrar un pasaporte sin visa (que cuesta más de 70.000 pesos) se obtiene un sello que permite estar en Venezuela hasta por 90 días no prorrogables (al menos eso dice la norma). Para obtener este sello se debe mostrar un tiquete de regreso por avión más una reservación de hotel o una carta de invitación notariada con los datos de la persona que lo albergará, su dirección y teléfono. Como se puede ver, esta no es una solución para los colombianos de a pie sino para los colombianos que se pueden dar el lujo de pagar el equivalente de 640 dólares (aproximadamente 1.460.000 pesos) por un tiquete de ida y de regreso a Venezuela. Definitivamente la clase media trabajadora no puede disfrutar de este beneficio. Se nota entonces que en esta es una medida para los colombianos adinerados puesto que solo se tiene en cuenta la capacidad económica de la persona. Imagínese que usted viva en la frontera con Venezuela, en Maicao o Riohacha. Para poder disfrutar de este permiso, le tocaría viajar durante cuatro horas por carretera a Barranquilla y allí abordar un avión que lo lleve luego a Maracaibo o Caracas, con un alto sobrecosto en los gastos de viaje. Sin embargo, un venezolano simplemente muestra su cédula en cualquier puesto fronterizo de migración del DAS y obtiene su permiso por hasta 90 días sin tantas complicaciones de tiempo ni de dinero.
Toda esta reflexión nos debe servir para generar conciencia de la necesidad de que nuestro gobierno colombiano, especialmente nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, se reúna con los homólogos venezolanos para replantear las reglamentaciones migratorias ente ambos países de manera que los colombianos tengamos acceso a la “Tarjeta Andina de Migración” con las mismas ventajas que acceden los venezolanos, ya que la gran mayoría de los colombianos somos gente de bien, trabajadores honestos, profesionales o estudiantes. El filtro para evitar que la delincuencia emigre lo tienen las muy eficientes bases de datos del DAS que deberían conectares con la Onidex de Venezuela y así restringir el paso de personas con problemas judiciales.