Joaquín Joaco Valencia viene de abajo: en la infancia fue ayudante de piperos, un oficio que consistía empujar un barril de agua que era tirado por un burro, para llevar el agua a los hogares maicaeros. Luego fue vendedor de avena en el centro de la ciudad y más tarde, propietario de una colmena en la cual aún atiende a su numerosa clientela en Maicao.
En los años ochenta el gremio de comerciantes estacionarios lo eligió como concejal en dos oportunidades. En el cabildo local se convirtió en uno de los más férreos defensores del comercio informal en la frontera.
Hoy vive rodeado de hijos y nietos en el barrio San Martín, barrio que ayudó a fundar hace más de sesenta años.