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martes, 5 de julio de 2022

El auto conocimiento, la cuota inicial del éxito

Escrito por: Leoryis Vanegas Rivera 


Muchos autores y expertos hablan del éxito, pero para ti ¿Qué es tener éxito? ¿Te consideras una persona exitosa? ¿Has tenido éxito en algo? ¿Qué tanto te conoces? Preguntas poderosas que nos ponen a reflexionar, en muchas ocasiones el éxito es relacionado con la fama y el dinero, además dicen que cuando lo logras ya siempre lo tendrás, pero ¿Es el dinero y la fama realmente la garantía de tener éxito? ¿Se puede mantener el éxito con el tiempo?  

El éxito lo comparo con la felicidad y pienso que deben ir de la mano, ya que la persona exitosa debería ser feliz y la persona feliz tiende a ser exitosa, acompañado de esto, que cada persona tiene su propio concepto o su propia definición de lo que les representa ser exitoso y lo que les representa la felicidad, para muchos tener éxito es solo tener una bonita familia, para otros tener éxito es tener un título universitario, para otros es poder tener el último carro y así sucesivamente. 

Lo mismo pasa con la felicidad, para algunos la felicidad la ven, representada al ver a su familia completa y sana todos los días, poder tener una vivienda, poder viajar, poder disfrutar de la naturaleza y así representan muchos la felicidad.

Tal es el caso:  para poder tener éxito y ser felices es necesario el autoconocimiento y aunque pareciera un tema fácil conocerse así mismo para muchos resulta muy complejo y complicado y en ocasiones no lo logran y no es su culpa, realmente la vida, la familia.

Las escuelas nos enseñan a conocer al otro y no nos enseñan a conocernos a nosotros mismos no nos enseñan a identificar cada cosa de nosotros, no nos enseñan a auto analizarnos, a auto conocernos, en ocasiones hasta mirarnos al espejo nos cuesta, nos cuesta creer y conocer nuestras habilidades y nuestros potenciales y es ahí donde muchas personas fracasan, se sienten frustradas incluso no ven el sentido de sus vidas.

Las persona exitosas y felices son el resultado de ese autoconocimiento, logran desarrollar esa habilidad de conocer, reconocer y comprender sus sentimientos, sus emociones, sus habilidades, sus acciones, sus actitudes, sus gestos, lo que le permite además desarrollar la habilidad de conocer, reconocer y comprender los sentimientos, las emociones, las habilidades, las acciones, las actitudes, los gestos de los demás.

Quienes alcanzan el éxito son personas empáticas seguras de sí misma que saben lo que quieren y tienen claro lo que les representa a ellos el éxito y la felicidad siendo así más fácil encontrar el camino para conseguirlo.

El auto conocimiento es la cuota inicial del éxito, pero no la garantía del mismo, este te permite poner la lupa interior, hacer esa introspección, lograr la auto aceptación, mejorar el diálogo interno, entender que no somos perfectos y que podemos equivocarnos, asumir nuestras responsabilidades e ir aprendiendo de cada una de las equivocaciones, lo anterior debe ir acompañado de la motivación, disciplina, del interés, creatividad, la persistencia, el optimismo que le pongas a cada uno de los proyectos y metas que tengas.

martes, 14 de noviembre de 2017

La fuerza del campeón


Por: Alejandro Rutto Martínez

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Eres fuerte porque tienes un talento especial concedido por tu Creador. Bueno, para ser más precisos, cuentas con varios talentos y dones que habrás descubierto o descubrirás en algún instante feliz en el cual terminarás de convencerte de todo lo que puedes aportarle a tus compañeros de generación y a los seres humanos de ésta y de todas las épocas. Por favor, sé fuerte y no abandones ni guardes ni olvides ni sepultes las virtudes que te han sido dadas para que las pongas al servicio de quienes te rodean.

Eres fuerte porque tienes una visión muy tuya del mundo, una forma muy particular de concebir tu papel en el infinito universo, una manera de captar con inteligencia la huella del conocimiento dejada por quienes te han antecedido en el calendario de la eternidad.

Eres fuerte porque tienes tus metas y tus intereses y un propósito claro relacionado con la firmeza de tus pasos a través del camino que habrá de llevarte a la cumbre de tus más preciosos sueños.

Fija la meta de acuerdo con tus potencialidades, dibújala en tu mente, imprégnala en tu corazón y nunca, nunca renuncies a ella. La meta será tu norte, tu brújula, tu guía y tu orientación. La meta le da sentido a tu vida y al luchar por ella, te haces fuerte, muy fuerte.

Eres fuerte, muy fuerte, por todo lo anterior pero, sobre todo, porque siempre vas a tener el apoyo incondicional de Dios. Tu Creador te ha dibujado con los inmaculados pinceles de su taller y con sus más luminosas acuarelas y te tiene destinado a ser el conquistador de las más resonantes victorias. Dios te ha dado el aliento vital de tu existencia, tu cuerpo, tus ojos, tus brazos… Y te obsequia el sol que ilumina con intensidad las hermosas montañas que están frente a tu vista.

Dios te ha dado la opción de llorar y reír; de vivir o morir; de amar y de odiar. Dios te ha dado todo para que seas grande, para que triunfes y para que abraces el trofeo que reciben quienes acceden a sus logros.

Eres fuerte, abre tu puerta y vive…vive plenamente la vida. Entrégate al servicio de los demás, dale gracias a Dios y camina con pasos seguros rumbo a tu cita con la historia. Dale gracias a Dios y sé fuerte, muy fuerte porque estás destinado a verte de frente con tus sueños, tu identidad y contigo mismo.

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martes, 12 de abril de 2016

Otra forma de discriminación: etiquetar y generalizar

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez


Alejandro Dumas (Hijo): "Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta".

Una buena tarea para mañana y, por qué no, para hoy mismo es hacer lo posible por no etiquetar a las personas con las que habremos de encontrarnos en cualquier circunstancia de la cotidianidad. Vamos por el mundo  con unas ideas preconcebidas sobre cómo son o cómo deberían ser los demás y entonces caemos en el error de  homogeneizar a las personas que coincidan con ciertas características físicas o sicológicas.

Algunas series de televisión nos han convencido de que todas las mujeres bonitas son de poca inteligencia, dicho en sentido inverso, se nos ha inducido a creer que todas las mujeres, para ser inteligentes deben ser feas.  En las universidades hasta hace poco se creía que los mejores profesores eran aquellos que hacían más difíciles sus asignaturas y al final del curso “lograban” una mortandad académica que los hacía célebres  en la comunidad.

Así mismo, a un hombre que usa el cabello largo se le rotula de determinada manera y lo mismo a una dama que vaya con el cabello corto.  A quienes leen mucho se les dice que están locos  y a quienes practican ciertos deportes se les califica como inteligentes o como salvajes, dependiendo de la disciplina a la que se dediquen.
Las etiquetas nos llevan a tener prejuicios y a valorar a una persona sin conocerla a fondo. En algunas ocasiones nos hacemos un concepto favorable sin mayores elementos de juicio (“Todo el que es amable es buena persona” o “todo el que usa gafas es un intelectual), pero la mayoría de las veces las etiquetas nos llevan a discriminar al otro por el solo hecho de que habla como habla, de que viste como se viste, porque tiene el color de piel que tiene o porque anda con una Biblia debajo del bazo.

Queremos construir una sociedad incluyente y hemos aprendido a reclamar nuestros derechos y a proclamar el respeto de los derechos del prójimo. Sin embargo, persisten aún, enquistadas en el subconsciente de los individuos y en los colectivos sociales algunas sutiles formas de discriminación y eso nos ha llevado a creer, por ejemplo que todos los afro descendientes son buenos para los deportes y solo para los deportes, negándoles el derecho a ser considerados como personas talentosas y competentes en todas las áreas de la vida.

Una buena tarea para quienes nos consideramos como personas incluyentes y para quienes hemos decidido  no discriminar a nadie ni permitir que otro lo haga es revisar  los prejuicios que aún subsistan en nosotros y  hacer el esfuerzo para comenzar a liberarnos de ellos.  Hagamos una profunda reflexión y, en un diálogo con nosotros mismos tratemos de respondernos si no hemos cometido alguna injusticia al juzgar equivocadamente a alguien por hacer un juicio a priori de sus virtudes y defectos basados en las ideas pre concebidas y la forma en que hemos encasillado  el comportamiento, la forma de ser  y el aspecto físico de nuestros amigos o de aquellas personas con las que nos relacionamos por compartir actividades laborales, académicas o de otro tipo.
¿Qué pensamos cuando vemos a una persona muy fea? ¿Cuál es nuestro concepto de TODOS los gordos? ¿Creemos que las personas que han nacido en determinado lugar tienen Todos y SIEMPRE el mismo comportamiento? ¿Consideramos que todas las personas que desempeñan una profesión tienen todos el mismo mal (o buen) comportamiento?

No olvidemos que las generalizaciones suelen ser nocivas. Durante los años aciagos del narcoterrorismo,  los colombianos fuimos etiquetados injustamente como narcotraficantes y como terroristas. ¡Las dos cosas al mismo tiempo! Cuando la realidad no demuestra que la gran mayoría nunca hemos conocido una mata de coca ni hemos tenido un arma en nuestras manos.

La tarea para mañana y, mejor aún, para hoy mismo, es no etiquetar, no pre juzgar, no asumir como ciertas ideas preconcebidas, porque podemos caer en una injusticia aún mayor a las que tantas veces hemos criticado.



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