miércoles, 14 de mayo de 2025

𝐄𝐝𝐮𝐥𝐟𝐨 𝐂𝐚𝐥𝐝𝐞𝐫𝐨́𝐧, 𝐮𝐧 𝐬𝐚𝐛𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐛𝐚𝐣𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐝𝐫𝐨


“𝑬𝒍 𝒎𝒆́𝒅𝒊𝒄𝒐 𝒔𝒂𝒃𝒊𝒐 𝒄𝒖𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒑𝒐; 𝒆𝒍 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐 𝒔𝒂𝒃𝒊𝒐 𝒔𝒂𝒏𝒂 𝒆𝒍 𝒂𝒍𝒎𝒂.”

— 𝑷𝒓𝒐𝒗𝒆𝒓𝒃𝒊𝒐 𝒄𝒉𝒊𝒏𝒐
El profesor Edulfo Calderón Morales respira sabiduría. La lleva en los ojos, en la pausa con que pronuncia sus palabras, en el silencio que deja al final de cada enseñanza para que el alma complete lo que la mente no alcanza a comprender. Nació en Valledupar, un 22 de marzo de 1950, bajo el cielo de Cañahuate y bajo la tutela de sus padres: Elvira Mercedes Morales y Eladio Antonio Calderón Galindo, el recordado Toño Calderón, uno de los últimos curadores del Valle.
Desde pequeño mostró señales de una inteligencia profunda, un niño que no se conformaba con repetir lo aprendido, sino que buscaba entender el porqué de todo. Estudió en la escuela Vicente Roig y Villalba —llamada por todos “Navalito”—, y luego en la Escuela Tercera para Varones, donde se destacaba más por sus preguntas que por sus respuestas.

En 1966 ingresó al Colegio Nacional Loperena, y desde entonces ya dejaba una huella de grandeza. Era un discípulo sobresaliente de sus profesores: mientras otros se distraían con la brisa vallenata, él parecía escuchar voces más antiguas, quizá las del universo.
Fue deportista brillante, amigo ejemplar, esposo amoroso de Magdalena del Carmen Díaz Oñate, padre de Edwin, Isis, Morian e Indi, abuelo tierno de Sean y Jesod. Pero por encima de todo eso, fue maestro. De los verdaderos. De los que enseñan lo visible y lo invisible.
Vivió en muchas ciudades y pasó por muchas aulas, pero sería en Maicao donde su figura alcanzaría la estatura de leyenda. Aquí llegó con una melena frondosa como la de los revolucionarios afrocaribeños, como la del futbolista Diego Umaña y una voz capaz de convocar a la razón y al asombro. Además de dar sus clases: ofrecía revelaciones.
Explicaba teorías y descorría velos. Hablaba de átomos como quien revela secretos de familia, y citaba a Shakespeare con la reverencia de un sacerdote ante el texto sagrado. Lo hacía en español y en inglés, y con ambos idiomas dejaba al público hechizado.
Durante un largo paro de docentes, en los años ochenta, convirtió el patio del colegio en el aula en donde solo se hablaba de ciencias.

La escena parecía el ritual de un templo. Los feligreses sedientos de saber se sentaban en el suelo y el ministro tomaba el hisopo de la sabiduría y los rociaba con el agua bendita del conocimiento.
Mientras muchos profesores se ausentaban, él se presentaba cada día. No le pagaban, pero eso no lo detenía. Los estudiantes llegaban por su propia cuenta, guiados por algo más fuerte que la obligación: la sed de aprender.
Cuando los salarios dejaron de llegar y la dignidad comenzó a peligrar, el profesor Edulfo dio un paso silencioso. Renunció a las aulas y abrió un pequeño almacén de plantas medicinales. Su nuevo trabajo era también un improvisado salón de clases que tenía por techo el cielo y como pupitres, los bancos de madera y los andenes bajo el almendro legendario de la calle 11 con carrera 14.
Allí seguía enseñando, aunque el pizarrón se hubiera transformado en la corteza de un árbol. Muchos llegaron por un remedio para el cuerpo y salieron con una medicina para el alma.
Mi padre, por ejemplo, lo encontró un día en esa farmacia mágica. Volvió a casa con una bolsa de infusiones y el rostro iluminado. “Este es un sabio de verdad”, dijo. Al conocerlo, entendí a qué se refería: quien tales remedios le habían entregado era nuestro guía.
Edulfo cura, y cura con plantas, pero también con palabras.
Hoy, ya pensionado, sigue viviendo con el alma encendida. Su casa se ha convertido en un templo para quienes buscan salud, consejo o simplemente el privilegio de escucharlo. No da clases en colegios, pero cada conversación suya se convierte en una cátedra. Habla desde la convicción de quien ha recorrido casi todos los caminos posibles y desde la profundidad de los silencios.
El profesor Ildefonso Coronel lo llama gurú. Y vive agradecido con él. “Edulfo ha sido muy importante para mi familia y para mí, ha sido el mejor médico que hemos tenido cuando mi esposa ha afrontado quebrantos de salud. Me apoya de una manera desinteresada y con una dedicación que me sorprende cada día más”.
Yo diría que es más que un gurú. Es un hombre que ha descubierto el equilibrio entre el saber y el ser. Un faro sin arrogancia. Una enciclopedia viva, perfumada con menta y eucalipto. Un anciano que sigue joven porque nunca dejó de aprender.
Edulfo Calderón demuestra que algunos hombres que no se jubilan de su vocación, aunque hayan dejado atrás el aula. Sigue enseñando porque nació para ello. Y quienes lo escuchamos, aunque sea una vez en la vida, llevamos dentro una semilla de luz que jamás se apaga. Y todo porque el médico sabio cura el cuerpo; el maestro sabio sana el alma.
Bibliografía consultada: https://n9.cl/pvg59
Autora de la biografía consultada: Shery Ortega Martínez
Agradecimientos: Magdalena Díaz Oñate.

sábado, 5 de abril de 2025

Jaime Pitre, el maestro que trascendió el aula


 Presentación

Jaime Mendoza Pitre no enseñaba desde la tarima, sino desde la vida. Fue maestro, gestor cívico, compañero de luchas y sembrador de futuro en cada aula y en cada esquina de Maicao. Este libro recoge once episodios que no son solo capítulos, sino ventanas abiertas a su legado.

A través de entrevistas sinceras y emotivas con familiares, exalumnos, colegas y amigos, reconstruimos el perfil de un hombre que no se conformó con dar clases, sino que se empeñó en dejar huella. Cada testimonio revela una faceta distinta de Pitre: el profesor exigente, el líder político sereno, el amigo leal, el familiar recto y cariñoso.

Estos once capítulos son también once agradecimientos. Once maneras de decirle a Jaime Mendoza Pitre que su historia no se borró con la tiza, sino que quedó escrita con tinta firme en la memoria colectiva de su pueblo.

A continuación, el enlace a cada uno de los 11 vibrantes episodios de esta particular serie: 

Episodio número 1

Episodio número 2

Episodio número 3

Episodio número 4

Episodio número 5

Episodio número 6

Episodio número 7

Episodio número 8

Episodio número 9

Episodio número 10

Episodio número 11

martes, 11 de marzo de 2025

Roberto Enrique Pineda, la Voz que nunca se apagó

 


La vida de Roberto Enrique Pineda: un relato en siete episodios

La historia de una persona es el reflejo de su tiempo, de los desafíos que enfrentó y de las huellas que dejó en quienes lo conocieron. En esta crónica en siete episodios, recorremos la vida de Roberto Enrique Pineda, un hombre cuya existencia estuvo marcada por la perseverancia, el sacrificio y la búsqueda incansable de sus sueños.

Desde sus primeros años en Maicao hasta su incursión en distintos ámbitos de la sociedad, cada episodio reconstruye los momentos clave de su vida, con una narración que mezcla el rigor de los hechos con la emoción de los recuerdos. A través de estas páginas, conoceremos su infancia en una comunidad en transformación, sus años de formación, las dificultades que enfrentó y los logros que alcanzó con esfuerzo y determinación.

Esta serie de relatos no solo es un homenaje a Roberto Enrique Pineda, sino también una invitación a reflexionar sobre las historias que dan forma a nuestra identidad colectiva. A continuación, presentamos los siete episodios que conforman esta crónica, con la intención de que el lector se sumerja en un viaje por la memoria y descubra la esencia de un hombre que dejó una marca imborrable en su entorno.

Enlaces a los episodios:

 Roberto Enrique Pineda, la voz que nunca se apagó (Parte 1)


Roberto Enrique Pineda, la voz que nunca se apagó (Parte 2)

 

Roberto Enrique Pineda (Parte 3)


 Roberto Enrique Pineda (Parte 4)

 

Roberto Enrique Pineda (Parte 5)


 Roberto Enrique Pineda (Parte 6)

 

Roberto Enrique Pineda (Parte 7, final)


sábado, 8 de marzo de 2025

Entrevista a Reina Murieles de Pineda

 



Realizada por Alejandro Rutto Martínez

La historia de Roberto Enrique Pineda no puede contarse sin la voz y la memoria de quien compartió con él sus días, sus triunfos y desafíos, su amor por la radio y su compromiso con la comunidad. Reina Murieles de Pineda no solo fue su esposa, sino también su compañera de vida, testigo de su crecimiento profesional y del impacto que dejó en Maicao y en el periodismo regional. En esta entrevista, Reina nos permite adentrarnos en la vida íntima de Roberto, más allá de los micrófonos y las cabinas de radio, ofreciéndonos un retrato del hombre detrás de la voz que nunca se apagó.

Maicao, en los años en que Roberto estuvo en la cúspide de su carrera, era un hervidero de comercio y cultura. La radio era el medio de comunicación más influyente, y Roberto Enrique Pineda era su principal referente. Su voz acompañaba a la gente desde la madrugada con noticias, análisis y entretenimiento. Pero, además de periodista, fue esposo, padre y un hombre profundamente entregado a su comunidad.


Los carnavales de aquella época eran celebraciones llenas de color, música y entusiasmo, en las que Roberto tenía un papel destacado. Su participación como locutor y cronista de las festividades le dio un lugar especial en el corazón de los maicaeros. Paralelamente, en la radio, se rodeó de un equipo de trabajo con el que construyó una escuela de periodismo y un estilo de comunicación que aún se recuerda.

En esta entrevista, Reina Murieles nos hablará sobre su vida junto a Roberto, sus hijos, los carnavales de la época y el equipo de personas que lo acompañaron en su trayectoria. Nos contará sobre el legado que dejó y cómo su familia y la comunidad siguen recordándolo con cariño y admiración.

 

Alejandro Rutto Martínez (ARM): Señora Reina, hablemos de su esposo. ¿Cómo era Roberto Enrique Pineda en su vida cotidiana, más allá del periodista reconocido?

Reina Murieles de Pineda (RMP): Roberto era un hombre apasionado por lo que hacía, pero también un esposo y padre muy dedicado. En casa, lejos del micrófono, era un hombre tranquilo, bromista y muy protector con su familia. Siempre tenía un libro en la mano y le encantaba compartir historias. Nunca se desconectaba del todo del periodismo, pero cuando estaba con nosotros, se aseguraba de que sintiéramos su presencia y cariño.

ARM: ¿Cómo era Roberto como padre?

RMP: Era un padre amoroso y presente dentro de sus posibilidades. A pesar de su trabajo en la radio, siempre encontraba tiempo para sus hijos. Les inculcó valores como la honestidad, la responsabilidad y el amor por el conocimiento. Siempre se preocupaba por su educación y por transmitirles su pasión por la lectura y la historia.

ARM: ¿Cuáles fueron los valores más importantes que les inculcó a sus hijos?

RMP: El respeto por los demás, la integridad y el esfuerzo por alcanzar sus metas. Siempre decía que la clave del éxito estaba en la disciplina y la constancia.

ARM: ¿Cómo lograba equilibrar su trabajo en la radio con su rol de esposo y padre?

RMP: No fue fácil, porque su trabajo lo absorbía mucho. A veces tenía que madrugar para estar en la emisora y otras veces se quedaba hasta tarde preparando sus noticias. Pero siempre buscaba un momento para nosotros. Cuando los niños eran pequeños, les contaba historias antes de dormir y los domingos eran sagrados para compartir en familia.

ARM: ¿Cómo se vivían los carnavales en aquella época y qué papel jugaba 

Roberto en esas festividades?

RMP: Los carnavales eran una explosión de alegría. Todo el pueblo se involucraba en la organización y las comparsas llenaban las calles con música y color. Roberto no solo cubría el evento para la radio, sino que también era parte activa de la organización. Era el encargado de anunciar a las candidatas y narrar los momentos más importantes del carnaval. Su voz era la que daba inicio a la gran celebración.

ARM: ¿Cómo recuerda la candidatura de Reina Isabel al reinado del carnaval?

RMP: Fue una época emocionante. Las candidatas tenían el apoyo de toda la comunidad, y Roberto fue un gran impulsor del evento desde la radio. Él siempre resaltaba la importancia cultural del carnaval y el impacto que tenía en la identidad del pueblo.

ARM: ¿Quiénes fueron sus principales compañeros de trabajo en la radio?

RMP: Trabajó con grandes profesionales como Tomás Domingo Ocando, Tulio Pizarro Herrera, Ignacio Ramírez Pinzón y muchos otros. También fue mentor de jóvenes como Gustavo Múnera y Alejandro Rutto Martínez. Siempre decía que la radio era un trabajo en equipo y que todos debían aprender de todos.

ARM: ¿Cómo era su relación con ellos dentro y fuera de la cabina?

RMP: Roberto tenía una relación cercana con sus compañeros. Dentro de la cabina era muy profesional y exigente, pero fuera de ella era un amigo leal y solidario.

ARM: ¿Cómo seleccionaba a los jóvenes que quería formar en el periodismo?

RMP: Siempre buscaba gente con pasión por la comunicación. No le importaba si tenían experiencia o no, lo que él quería era compromiso y ganas de aprender.

ARM: ¿Qué enseñanzas dejaba a quienes trabajaban con él?

RMP: La ética, la responsabilidad y el respeto por la verdad. Siempre les recordaba que un periodista debía ser una voz confiable para la comunidad.

ARM: ¿Cómo lo recuerda la gente en Maicao?

RMP: Con mucho cariño y respeto. Aún hoy muchas personas me dicen que extrañan escucharlo en la radio.

ARM: ¿Qué impacto tuvo en la vida pública y en el periodismo regional?

RMP: Fue un referente. Su estilo de hacer periodismo dejó huella y muchos de sus colegas siguen su ejemplo.

ARM: ¿Cómo cree que ha cambiado la radio desde su época hasta ahora?

RMP: La tecnología ha cambiado muchas cosas, pero la esencia del buen periodismo sigue siendo la misma: informar con veracidad y compromiso.

ARM: ¿Qué le gustaría que las nuevas generaciones aprendieran de él?

RMP: Su amor por la profesión, su entrega y su ética inquebrantable.

ARM: ¿Cómo cree que Roberto querría ser recordado?

RMP: Como un hombre que amó su profesión y su tierra, que luchó por informar con responsabilidad y que nunca dejó de soñar con un Maicao mejor.

ARM: Por último, si pudiera decirle algo a Roberto hoy, ¿qué le diría?

RMP: Que lo extraño todos los días, que su voz sigue viva en nuestros corazones y que estoy orgullosa de todo lo que construyó.

ARM: Señora Reina, gracias por compartir estos recuerdos tan valiosos sobre la vida y legado de Roberto Enrique Pineda.

RMP: Gracias a usted por recordarlo con tanto cariño.

 

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