viernes, 30 de junio de 2023
Walid Hachem, un libanés que le dio su corazón a Maicao
El día en que premiaron a Carlos Serrano Cotes
El programa fue organizado por el Círculo de periodistas de La Guajira y el semanario Causa Guajira.
lunes, 19 de junio de 2023
Cuatro datos importantes sobre la final entre Millonarios y Nacional
Son los equipos más ganadores del fútbol
colombiano
Los dos son los
equipos más ganadores en la historia del fútbol colombiano. Nacional suma 17
títulos en la liga y Millonarios tiene 15. Sumando otros torneos Nacional tiene
32 títulos (17 de liga, 5 Copas BetPlay, 3 Superligas, 2 Copas Libertadores, 2
Copas Interamericanas, 2 Cpas Merconorte y 1 Recopa Sudamericana). Millonarios por su parte posee 20 títulos (15
de liga, 1 Merconorte, 3 Copas BetPlay y 1 Superliga)
Nunca se han enfrentado en una final de liga pero sí en otros torneos
Nacional y
Millonarios nunca han disputado una final directa desde que se creó este
formato en los años 90, pero se han enfrentado tres veces en otros torneos,
como lo describimos a continuación:
Copa Merconorte
2000, ganada por los verdes de Antioquia
Copa Colombia
2013, también ganada por Nacional
Superliga 2018,
en la que resultó vencedor Millonarios.
Son los mejores equipos del año
Al sumar todos
los puntos del 2023, incluidos los cuadrangulares los dos finalistas resultan
ser los que mejor posición tienen a lo largo del semestre. El equipo de Gamero
suma 51 y figura primero en la
reclasificación, contra 47 de Nacional que se ubica como segundo.
Una gran rivalidad de 34 años
El 26 de abril de 1989 se jugó el partido de vuelta en los cuartos de final de Copa Libertadores entre los dos protagonistas de hoy. En el juego anterior Nacional había ganado 1-0 con gol de Albeiro Usuriaga y necesitaba de un empate para avanzar a semifinales. Carlos “La Gambeta” Estrada puso en ventaja a Millonarios a los 25 minutos y Jhon Jairo Tréllez empató a los 80.
Si embargo, la
jugada polémica ocurrió en el minuto 67 cuando René Higuita derribó en el área
a Arnoldo Iguarán, pero el árbitro chileno Hernán Silva, a quien se le cayó el
pito en ese momento, lo recogió del suelo y señaló cobro de tiro de esquina y
no la pena máxima esperada por los jugadores albiazules y los más de treinta
mil asistentes al estadio El Campín de Bogotá.
Nacional
clasificó y ganó el torneo pero a la familia azul nunca se le olvida este
episodio que desencadenó una rivalidad igual o superior a la que se mantiene
con Independiente Santa Fe.
sábado, 17 de junio de 2023
La traga de Dámaso o el amor que nunca fue
Escrito por: Edwin Peralta Martínez
Andaba Dámaso en
su Toyota viejo 74 y al doblar por la calle del Pereque se encuentra
Pasó todo el día pensando en Sildana y aunque se
ocupó en su cultivo de arroz, no dejó de recordar aquella mujer que lo
atormentaba por ese amor que solo pudo ser una aventura de jóvenes. Sildana se
fue muy temprano a estudiar medicina, por el afán de su padre que fuese
profesional en ese ramo. Al venir de vacaciones sus padres no eran gustosos de
las serenatas que Dámaso y sus compinches le colocaban las noches, al
contrario, generaban rechazo, obligándola a ausentarse del pueblo y forzándola
a irse para la fría capital, donde una tía durante las navidades.
Pasaron los años
y la distancia fue alejando
cualquier pretensión del insistente
enamorado que esperaba su regreso de la ciudad, no olvidaba nunca sus miradas,
pero ella conquistaba otros escenarios y
olvidaba aquel provinciano, se
ennovió con un estudiante de familia reconocida,
del agrado de sus padres con ínfulas de grandeza y creyéndose de sangre azul, desdeñando
del pobre Dámaso, hijo de agricultores, gente trabajadora, parrandero, irresponsable,
mujeriego, serenatero y con poca
prestancia económica.
Mati su madre,
notaba que su
hija era feliz, con aquel hombre de finos modales y aunque
era cinco años mayor
que ella, le brindaba el status que necesitaba la familia para defender
ante el pueblo la prestancia
y la honra que necesitaban señorear, ella sabía que debían
agarrarse por encima de
cualquier cosa de aquel nuevo miembro que toda
mujer en el pueblo quería y el citadino hombre al lado de su
hija mayor, era prenda
de garantía.
-Traigan las
maletas al cuarto—llegó la princesa de la casa y su rey
Vamos a atender en
grande al nuevo miembro de la familia como se lo merece, con la mejor comida de
la región, música y lo mejor que le podamos brindar de sus bellos
paisajes-expresó el Dr. Carrillo con voz de júbilo.
Tuty y Yuyo, hermanos de Sildana de inmediato salieron en busca del mejor whisky, un conjunto vallenato de la región, la mejor cocinera de la población y por orden del suegro quien con su diezmada economía trató de impresionar al yerno. Aunque Dámaso se aferraba por aquel el amor frustrado cuando la veía en Fuente Seca se le revolvía el estómago, corrió el chisme que Sildana se había entregado al citadino por interés.
El enamorado herido veía al Dr. Carrillo como su verdugo, entrometido que truncó aquella unión que se pudo materializar en la juventud, donde anhelaba en medio de su locura llevarla al altar de la población, en la iglesia de San Benito.
Mati como toda mujer sabia era consciente de la situación, tenía presente la venganza de aquel hombre herido, quien alguna vez en la cantina de Víctor Martinete expresó que cobraría dicha afrenta. Aun así, hace unos años atrás en medio de esas tantas borracheras, alcanzó hacer una descarga en la calle del pereque al frente de la casa de los Carrillo Sierra, retando al padre de su enamorada quien no salió al desafío, denunciándolo posteriormente a las autoridades locales.
Aquella situación llegó a los oídos de los pobladores que organizaron una reunión para apaciguar la furia del escurridizo romeo, estando todos interesados en que no se perturbara la paz, por aquella situación sentimental que alteraba el orden público de las familias. Al día siguiente nuevamente Dámaso paso en su Toyota por la casa de Sildana, trató de hacer un alto, anhelaba ver aquella ilusión que embargaba su corazón, mientras ella estaba sentada con ese hombre que le había robado el suyo.
Aquel día se sintió cobarde, indefenso, desesperado al ver que no le correspondía Sildana, a quien anhelaba abrazar, creía que este mundo era cruel y que no se merecía ese destino al verla intacta, bella, como en la época de su juventud cuando le robase algún beso en la plaza. Aunque esa noche miró al cielo, cuestionó al poderoso por su situación, sin clemencia alguna y con vigor de hombre de provincia se embriagó con 3 botellas de whisky escoces hasta quedar dormido en el sardinel de su casa.
Apenas amaneció Zunilda su mujer lo levantó y lo acostó, le quitó la ropa y lo miró con ternura. Ella complaciente completó la tarea y lo consoló recordándole que era su mujer. Aunque está en un alto grado de alicoramiento no pudo negarse que era un hombre bravío y que aun herido la madre de sus hijos le ayudaría apaciguar ese tizón que llevaba en el alma respondiéndole como mujer.
A mediados de 1991 conoció a Zunilda en una fiesta de carnaval en la caseta Currucuchu, aquella mujer lo inspiró con su bella cabellera luego de la tuza por la partida de Sildana cayendo rendido a sus brazos, con ella consumó media docena de hijos.
Al principio se confundía y la llamaba erróneamente con el
nombre de Sildana, ella con su buen trato y atenciones logró que olvidara esa mujer
galante que vivía en la calle del pereque, aun así, Zunilda nunca se sintió ofendida
y el gavilán parrandero, amiguero, pechichón de las mujeres estaba en su jaula,
era su mejor gesta, su mayor conquista.
Con el pasar de los años su resignación y los llantos silenciosos de su corazón por no poder alcanzar aquel amor y del cual llevaba una cruz se fue distrayendo en otras cosas, los gallos, la vida de trago, los juegos de azar, las mujeres, los negocios.
Entonces porque sufría se preguntaba cada vez que veía a Sildana que llegaba de viaje a visitar la casa de sus padres, porque tanto desespero, se sentía como un polluelo mientras esas garras de águila no podían atrapar aquella paloma blanca: Se preguntaba a sí mismo, se cuestionaba hora tras hora ese sentimiento que no le dejaba ser feliz y seguir adelante.
Su madre le recordaba a Sildana que saliera poco a la población para evitar el encuentro con Dámaso, rumores corrían de una posible venganza en contra del hombre de la ciudad, a duras penas se sentaban en la terraza desde las 5 hasta las 7 y luego se refugiaban en la vivienda para evitar cualquier imprevisto que empañara algún suceso de los esposos.
En temporada de los
reyes magos regresaban a la ciudad al retorno de sus actividades laborales, el
esperaba las otras vacaciones solo para mirarla, embriagarse, transitar por su
casa y alimentar esa ilusión de que pasara algo al citadino de piel blanca y por fin arrullar a su
amada Sildana en sus brazos con el fin de estar junto a su eterna enamorada.
jueves, 15 de junio de 2023
Las bodas de Oro de Manuel de los Reyes González y Ana Gastelbondo
Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
Voy a esforzarme por decirles en pocas palabras parte de lo que han sido los cincuenta años de matrimonio de Manuel de los Reyes González Gutiérrez y Ana Gastelbondo.
Manuel de los Reyes (a quien en adelante llamaremos “Reyes”) y sus asesores buscaban con desespero
una muchacha que aceptara ser la reina del barrio en los que se proyectaban
como los mejores carnavales de la historia para lo cual contaban con una
soberana hermosa y carismática llamada Orieta Atafache. La escogencia de la soberana del San Martín
recayó sobre Elizabeth Guerra, quien
aceptó siempre y cuando le aceptaran una petición: necesitaba una capitana que
la acompañara en todas sus presentaciones y que fuera tan bonita como ella.
De nuevo los
asesores entraron en acción y propusieron hablar con Joaquín y Ana Manuela para
que su hija fuera la asistente de la reina, pues reunía las condiciones
solicitadas. La familia al principio tuvo algunas objeciones pero al fin aceptó
y fue así como Ana Gastelbondo se convirtió en la capitana y asistente de la
reina y en la mano derecha del presidente del Comité de Festejos.
Los carnavales
avanzaron y pasaron a la historia, la Junta pudo recaudar algunos fondos y le
agradeció sus servicios al presidente del Comité de Festejos, a la reina, a los
asesores y a la capitana.
-“Nos vemos en
unos meses para organizar las fiestas del 11 de noviembre”, fue el último
mensaje que recibieron antes de que se acabara la reunión.
Pero Reyes no
podía esperar hasta noviembre para volver a verse con una de las damas que le
había despertado la atención. No era la reina, ni alguna de las bailarinas de
la comparsa. Sus ojos se habían posado en la bella Anita, de manera que
encontraba siempre algún pretexto para visitar al señor Joaquín y entablar con
él y su esposa alguna conversación. A
veces la excusa era mostrarles lo bien
que se veía la joven en las fotos
tomadas durante los carnavales. Cuando
la suerte lo acompañaba, Anita también participaba en las tertulias y se hizo
aún más amiga de su antiguo jefe.
La amistad pasó a
convertirse en un bello romance. Se les permitía hablar a través de la ventana
y aún en la sala de la casa bajo la estricta vigilancia de los mayores. Y una
que otra vez alcanzaron a verse a solas detrás de un árbol cómplice bañado por
los plateados rayos de la luna guajira.
A principios de
1973, bajo el calcinante sol del mediodía Reyes le contó a su padre que deseaba
casarse con Anita. Junto a ellos estaba el maestro Gustavo Gómez Llanos quien
convenció al señor Ovidio para que visitaran a Joaquín y Ana Manuela para pedir
la mano de Anita.
En marzo Ovidio y Manuel apadrinaron a Reyes y hablaron por él ante los padres de
la princesa del San Martín. Gómez hizo el preámbulo en el que destacó las
virtudes del muchacho como buen trabajador y hombre honrado. Ovidio se animó y
dio un largo discurso sobre las incontables virtudes de su familia y en
especial de su hijo Reyes. Al terminar la reunión había un sí de los papás y
una fecha para el matrimonio: 16 de junio de 1973, un día antes de que Anita
cumpliera sus 17 años. Reyes se sinceró
con la familia al decirles que era padre de una niña de seis años llamada
Margoth Sofía González lo cual fue aceptado sin objeciones por la familia y por
la futura esposa.
Reyes González
Gutiérrez había nacido en 1947 en Barranquilla, hijo de Ovidio González y
Margoth Gutiérrez, pero desde los catorce
años se vino a vivir en Maicao en donde fue adoptado por la señora
Marquesa Banqueth, nueva esposa de su padre y progenitora de sus hermanas Gladis,
La Negra, Deyanira y Doris.
Fue precisamente
la señora Marquesa, modista reconocida,
la encargada de confeccionar el vestido de su futura nuera.
La boda se
efectuó como estaba programada, el 16 de junio de 1973 a las 6 de la tarde en
la iglesia San José en una ceremonia presidida por un sacerdote capuchino muy
querido en la ciudad a quienes todos conocían como “el padre Carmelo”.
Ninguna de las
dos mamás de Reyes, ni Margoth ni Marqueza pudieron asistir a la iglesia por
diversas causas, así que a Ovidio, vestido con su impecable frack azul turquí y
su sombrero de alas recortadas, entregó a su hijo en manos de Anita, quien fue
llevada al altar por sus padres Joaquín y Ana Manuela.
El único padrino de Reyes fue el señor Pablo Rico y en representación de la novia asistieron Anita Sixta Gastelbondo y Francisco Fuentes.
Manuel de los Reyes y Anita en la actualidad |
Ovidio y Reyes
gastaron todos sus ahorros en la organización de la fiesta y esperaban el pago
de su semana de trabajo para poder costear la luna de miel pero los dueños del
edificio que estaban construyendo se fue de viaje sin pagarles, de modo que los
novios pasaron los dulces primeros días de su matrimonio en una habitación del
Hotel Hilda de Maicao y de ahí de fueron para la casa de los padres de Reyes en
donde vivieron cuatro meses. Después se fueron a vivir con los padres de Anita
otros cuatro meses hasta que finalmente se trasladaron a una casa que era
solamente para ellos.
En cinco décadas de unión tuvieron cinco hijos: Yasmina Isabel, Harlinton Johnson, EGLES Marina, Minellis Beatriz y Eder Antonio González. Además la vida los ha premiado con doce nietos: Yirama, Yulibeth. Sergio Luis, Laureles, Neider, Aura Alejandra, Brando, Emili, Evelyn, Eduan, Daniel, Youseth, Nicol, Manuel Antonio.
También gozan hoy
en día de las travesuras y de las ocurrencias de sus bisnietos entre quienes se
cuentan Sharif, Samuel y Ashly.
Manuel de los
Reyes González y Anita Gastelbondo disfrutan de su unión y la paz hogareña en su
casa del barrio Alfonso López, en la calle 23 con carrera 2.
Cuando al jefe de
la familia le preguntan qué significa cumplir cincuenta años de matrimonio
responde orgulloso: “Mi hermano, estos amoríos nacieron en unos carnavales pero
el carnaval no duró cuatro días sino toda la vida y para que eso sea así es
mucho lo que mi esposa me ha tenido que aguantar”.
Ella sólo sonríe
y le pide a Dios para que le de vida para disfrutar de su familia y de más días
como si fueran un eterno carnaval.