Francisco Javier Barón Mercado es un joven lleno de sueños y
proyectos cuyo principal interés en la vida es servirle a los demás a través de
lo que mejor sabe hacer: el trabajo en favor de la comunidad. Para cumplir con
este objetivo utiliza el don innato de la palabra, su capacidad de gestión y
sus conocimientos muy bien valorados en periodismo alternativo. Te recomendamos leer también:Francisco Javier Barón Mercado, joven candidato al concejo de San Bernardo del Viento
Hace unos meses se propuso visibilizar ante la opinión
pública nacional los problemas de la vereda que lo vio nacer. Es admirable cómo este muchacho, teniendo
como único recurso la cámara de su sencillo celular, hizo que millones de
colombianos supieran que José Manuel de Altamira no tenía ni siquiera cómo
comunicarse por teléfono con San Bernardo del Viento y otros municipios de Córdoba. Un día grabó un reportaje sobre el tema y lo
envió a la sección “El periodista soy yo” exponiendo la necesidad de
comunicación. Después mandó otro informe y otro más, hasta que una de las empresas
más importantes de telefonía móvil decidió instalar una antena en el pueblo y
prestar el servicio a todos sus habitantes.
Después presentó otros informes sobre la falta que le hace
al colegio el muro de cerramiento. Aún cuando la petición no ha sido atendida,
él cumplió con lo suyo: poner en conocimiento del país el hecho de que el
colegio no tiene paredes y por tal razón los estudiantes, los profesores y los
bienes de la institución se encuentran expuestos a la inseguridad.
Francisco Javier nació el 28 de junio de 1.990 en San
Bernardo del viento. Es hijo de Francisco Barón Torres un beisbolista nacido en
José Manuel de Altamira, actual empresario de juegos de azar y Nidia Mercado
Izasa, quien en una etapa de su vida se desempeñó como profesora y ahora está
dedicada a las labores de un hogar del que hacen parte también sus hijos Juan Carlos,
enfermero de profesión, Kelly una buena enfermera, y Luis Miguel quien ya
concluyó sus estudios secundarios.
Cuando avanzaba en sus estudios Francisco Javier debió ser
sometido a una delicada cirugía a corazón abierto, que gracias a Dios fue exitosa
y le dio al joven una nueva oportunidad, la cual aprovechó para continuar y
terminar sus estudios secundarios en la Institución Educativa de José Manuel de
Altamira (INEJOMA). En la ceremonia de
graduación recibió una mención de honor por su espíritu de colaboración. En su
paso por el colegio se destacó por su participación en obras de teatro y otras
actividades culturales.
Al terminar el bachillerato recibe una invitación de los
líderes Alex Correa Cuadrado y Carlos Barrios Benítez para que se vincule a la organización
Grupo Juvenil, en la que desarrolla importantes actividades cívicas y sociales.
Un poco después se trasladó a Maicao (Guajira) en donde ingresó a la Corporación Educativa
del Caribe (Cedelca) a realizar sus estudios técnicos, los cuales terminó
satisfactoriamente para recibir el título de Técnico en Sicología.Adicionalmente hizo varios cursos y
seminarios en salud ocupacional, seguridad industrial y talento humano.
En la actualidad Francisco Javier sigue siendo el abanderado
de las causas cívicas, culturales y Sociales en José Manuel de Altamira y San
Bernardo del Viento, continúa adelante en su vocación de periodista comunitario,
actividades que ejerce a través de videos en YouTube y con la elaboración de
informes para la sección “El periodista soy yo” en la cual sigue poniendo en
conocimiento del país los problemas de su tierra.
Desde el pasado jueves 11 de
julio se lleva a cabo en Barranquilla el XIII Congreso Nacional de ediles y
edilesas pacto por las Juntas Administradoras Locales, y el Pacto por Colombia. Entre los temas que se ventilan en el
evento se encuentran la descentralización, la participación ciudadana y el
gobierno local en Colombia y el rol de las Juntas Administradoras Locales.
Al evento asisten
aproximadamente 1.200 ediles procedentes de la mayoría de los municipios
colombianos, quienes plantean la necesidad de ser reconocidos como los
interlocutores más cercanos a las comunidades, puesto que viven en ellas,
conocen sus necesidades y son los primeros a quienes acude la ciudadanía cuando
necesitan resolver algún problema de su barrio o de su cuadra.
También han asistido
personalidades como el viceministro de Relaciones Políticas Francisco Chaux, el
Gobernador del Atlántico Eduardo Verano
y el alcalde distrital de Barranquilla Alejandro Char.
El municipio de Maicao se
encuentra representado por el presidente de la Asociación de Ediles de Maicao Randy Aguas y
otros líderes comunitarios entre los que se encuentran Libardo Vega, Diana
Cantillo, Maryuris Gómez, Noraida Flórez, Tania Riquett, José Repelino, Annelis
Lozano, Paula Parra, Nancy Castro, Mabel Villanueva y Luis Sossa.
Durante el encuentro los
representantes de Maicao se han sumado a las coces que piden a los Gobiernos
locales tener una mayor interlocución con los ediles, vincularlos de forma más
activa a la formulación de las políticas sociales y de desarrollo urbano y a la
elaboración de presupuestos públicos participativos en los que se tenga en
cuenta la voz de las comunidades.
El 11 de julio de 1982, viví uno de los momentos más emocionantes al lado de mi padre. Juntos presenciamos frente a nuestro pequeño televisor a blanco y negro el vibrante juego por la final de la Copa Mundo de España 82 entre Italia ( país de mi viejo) y Alemania.
Los alemanes venían de derrotar a Francia, posiblemente el mejor equipo hasta el momento, en un sangriento partido que en 120 minutos había terminado empatado 3-3 y se definió en la tanda de lanzamientos desde el punto de pena máxima.
Italia, tras una difícil ronda de grupos en la que no ganó ningún partido y clasificó de segundo gracias a que tenía un gol más que Camerún, fue creciendo poco a poco y en la segunda fase venció a los gigantes Sudamericanos Brasil (con Sócrates, Junior, Falcao, Leandro, Paulo Isidoro, Zico y Toninho Cerezo, Edevaldo, Edinho y Telé Santana como DT a bordo) y Argentina ( con Fillol, Pasarella, Tarantini, Ardiles, Bertoni, Kempes, Pasarella, Ramón Díaz Maradona y compañía). A Argentina lo venció 2-1 con goles de Tardelli y Cabrini. A Brasil lo derrotó 3-2 con un maravilloso triplete del Bambino d'Oro, Paolo Rossi. Ese fue, a no dudarlo, uno de los mejores partidos de todos los mundiales.
En semifinales alcanzó un nítido triunfo 2-0 ante Polonia, de nuevo con goles de Paolo Rossi. De esta manera alcanzó su sorpresiva clasificación a la final en la que enfrentaría a la poderosa Alemania.
En este último juego Italia llevó la iniciativa, pero a los pocos minutos de comenzado el juego desperdició una pena máxima cobrada por Cabrini. En el minuto 57 Paolo Rossi apareció de la nada para marcar el primer gol. Doce minutos después Marco Tardelli marcó el segundo y celebró a rabiar. Nosotros en Maicao lo imitamos abrazados y con una euforia bien grande como solo los latinos sabemos hacerlo. A los 81 minutos Alessandro Altobelli, casi desde el suelo, marcó el tercero. Las cámaras de la televisión enfocaron el palco de los directivos y mostraron la radiante felicidad del presidente italiano Sandro Pertini quien hacía ademanes que pudimos interpretar como "ya esto lo ganamos".
Pero faltaban 9 minutos en los que Paul Breitner anotó el descuento para los alemanes y sellar el marcador definitivo de 3 para Italia y 1 para Alemania. La escuadra Azurra era campeona del mundo. ¡Increíble! Después de 44 años repetía la hazaña que había logrado en Italia 1934 y Francia 1.938 y alcanzaba a Brasil como el más ganador de la historia. Aún puedo repetir, casi de memoria, la alineación titular escogida por el técnico Enzo Bearzot: Dino Zoff en la portería; Bergomi, Collovatti, Scirea y Bergomi en la defensa; Gentile, Orialli y Tardelli en el medio; y Conti, Paolo Rossi y Graziani como delanteros. A veces entraban Causio, Antognoni, y Altobelli como alternativas.
De todos los protagonistas de ese día sólo dos han partido a la eternidad: Gaetano Scirea, el mejor defensor de todos los torneos que jugó, y Ernesto Rutto, mi padre, con quien ese día me fundí en un duradero abrazo y sobre cuyos hombros derramé lágrimas de felicidad. Cómo me gustaría tenerlo a mi lado para celebrar esta fecha con él y disfrutar de su compañía...pero ya no está.
San Bernardo del Viento y de las letras
Junio 24 al 27 de 2019
Parte I
El viaje de Maicao a San Bernardo del Viento
Se efectuó recientemente el II Encuentro de Escritores del Viento en el municipio de San Bernardo del Viento una localidad del Departamento de Córdoba, conocido por su hermoso nombre, por su rica historia y por ser la cuna de Juan Gossaín, uno de los más grandes periodistas de Colombia.
El reloj marcaba las 11:40 de la mañana cuando el bus de Brasilia partió de Maicao. En la taquilla nos habían dicho que no había ruta directa a San Bernardo, pero podíamos llegar a Lorica y desde allí hasta nuestro destino podíamos tomar un taxi o un colectivo que en tan solo 10 minutos nos dejaría en nuestro destino. Seguimos el consejo del eventual asesor de viajes y compramos el tiquete rumbo a Santa Cruz de Lorica, una de las más importantes ciudades del departamento de Córdoba, al que empecé a conocer gracias a la enorme colonia de personas de esas tierras que por años han estado residenciadas en Maicao.
Para decir verdad el bus hizo el recorrido más largo posible. Nos habían dicho que el viaje a Lorica podía durar entre 12 y 14 horas, pero se extendió a 18, porque el programa del bus incluía la ruta más larga: Maicao-Riohacha-Santa Marta-Barranquilla-Cartagena Lorica. Cuando pasamos por la capital de nuestra amada Guajira pudimos ver el el televisor del terminal el único gol que la selección Colombia le marcó a Paraguay en el cierre de la fase de grupos de la Copa América. fue un buen tanto de Cuéllar que ayudó a aumentar la ilusión que todos los colombianos teníamos acerca del papel de nuestro equipo en la Copa América.
El viaje fue ameno y cómodo pero muy largo. Me preocupaba llegar a tierras desconocidas a altas horas de la madrugada. Pero el tiempo y el conductor del bus se confabularon para que esto no sucediera. Cuando llegamos a Lorica eran las 5:20 de la mañana y ahí, frente al terminal, ya se encontraban los vendedores de tinto y arepa de huevo y otros deliciosos productos de la gastronomía criolla.
Caía una ligera llovizna, de manera que debimos correr para guarecernos debajo del primer techo que encontramos. El tinto hervía en el vaso de plástico y la arepa de huevo quemaba la yema de los dedos a pesar de que la forraba una envoltura de cuatro servilletas dobladas en dos.
Varios taxistas se ofrecieron amablemente a llevarnos hasta “La Caribeña” una hermosa estancia ubicada entre San Bernardo y Moñitos en donde nos alojaríamos por cuenta del Encuentro de Escritores y por cortesía de su propietario Francisco Coneo, uno de los organizadores del evento literario. Fiel a la promesa que le había hecho a nuestro anfitrión lo puse al teléfono con uno de los líderes de los taxistas quien, al colgar la llamada, nos indicó que nos fuéramos con “El Flaco”, un muchacho que se gana la vida consiguiéndoles pasajeros a los transportadores. Caía una leve llovizna sobre Lorica y lugares cercanos y comenzaban a aparecer los primeros charcos en el desamparado suelo.
Nuestro guía nos condujo de prisa hacia una estación de colectivos que cubren la ruta Lorica- San Bernardo-Moñitos y uno de los conductores se ofreció a llevarnos por diez mil pesos a cada uno de los pasajeros.
-Siéntense, nos dijo. Me faltan todavía dos pasajeros.
Veinte minutos después una dama con su hijo completaron el cupo. Viajaban hacia Moñitos.
- ¿Y ustedes a dónde van exactamente?, nos preguntó a mi esposa y a mí
-Vamos a la Caribeña, mi amigo, le dije mientras observaba los alegres pastos que recibían las aguas de la llovizna con inmensa alegría.
Las montañas parecían como extraídas de las páginas de una revista de promoción turística y un campesino caminaba por la orilla de la carretera con un balde de leche recién ordeñada en una mano y una botella de suero atoyabuey en la otra.
Parte II
LLegada a la casa finca La Caribeña
Llegamos a La Caribeña en donde nos esperaban Francisco Javier Coneo y su esposa Luz Lenis, quienes nos dieron la bienvenida con una buena taza de chocolate recién preparado y arepas de Maíz. Supimos luego que el día anterior habían llegado el escritor Héctor Hurtado y su esposa. Un poco más tarde, a bordo de un viejo Land Rover hicieron su llegada triunfal los embajadores de Nocaima (Cundinamarca) Alfredo Espinosa y Arturo Peña Barbosa. En un hotel de San Bernardo se hospedaban Hipólito Parra y su esposa. El grupo poco a poco se iba completando.
Como para calentar motores Arturo nos leyó el texto de su última producción litararia, basada en cierta hermosa señora imaginaria llamada María Antonia de su pueblo que se dedicaba al curioso trabajo de vender...besos.
Terminado el chocolate partimos hacia la Casa Lúdica de San Bernardo, un lugar agradable, acogedor y muy bien dotado. Allí se produjo la instalación del evento, a cargo de la profesora Beatriz y de Francisco Javier Coneo, quienes oficiaban como oferentes. Ya se habían integrado al grupo escritores locales como Roberto Yance, Francisco Javier Barón Mercado, Wilson Polo Blanco, Manuel del Cristo Díaz y Francisco Javier Cobo Fuentes.
Parte III
Comienza el encuentro
En adelante, se nos informó, todo giraría en torno a la oralitura, una expresión literaria basada en la oralidad, tan propia del Caribe y en general de los pueblos colombianos. El análisis de las formas literarias orales se diferencia del estudio de las obras literarias escritas en son estrictamente orales y porque cumplen funciones estéticas y folclóricas.
Parte de lo que nos dijeron en la instalación era que no había conferencias, ni talleres, ni nada parecido. El evento consistía en hablar y leer. Cada quién contaría sus historias y leería sus escritos y de esa manera pasaríamos tres días al abrigo de las letras, bajo la frescura de la ligera llovizna y ambientados por el murmullo de las olas del mar y el canto de los pájaros desde lo alto de los frondosos árboles de mango cuya cosecha acababa de terminar.
Uno por uno los escritores fueron pasando al tablero, cada uno de ellos con sus textos bien logrados bajo el influjo del silencio y la soledad y guiados por el espíritu de tejedores de sueños y palabras que gobierna el corazón de los creadores. La sorpresa mayor la constituyó la llegada del decimero Lázaro Cantero Pérez, un artista fulgurante, dueño de una ilimitada capacidad de repentización, quien habló de las décimas, de la música de la región y de la forma en que realizaba sus composiciones. Prácticamente todo lo que decía, lo decía en rimas, sin tener nada preparado ¡Componía sobre la marcha!
Parte IV
Más y más gente llega al encuentro
El evento se fue crecieron, se sumaron los niños poetas, las bailarinas de bullerengue, las poetisas de Cereté y los profesores y estudiantes del colegio principal. Así, entre lectura y lectura, declamación y declamación, entre bailes y tambores fuimos conociéndonos y agradeciendo a los ángeles de la literatura que nos hubiera llevado a ese rinconcito convertido por unos días en la patria de las letras.
Epílogo
Oralitura en su estado puro y despedida
En las noches, allá en la caribeña, después de los chocolates y el café, venían las emocionantes tertulias en las que Francisco Coneo y Arturo Peña Barbosa, nos dieron cátedra de cómo se cuenta una historia bien contada. Oralitura en su estado puro.
El primero, un exsacerdote católico dedicado ahora la escritura y a poner bien bonita su finca, nos habló de sus experiencias de vida durante el tiempo en que fue sacerdote de la Iglesia Católica: sus sueños, sus esperanzas, sus frustraciones y sus anhelos. También se refirió a su obra inédita la cual se encuentra escrita a mano en seis gruesas agendas y nos mostró el museo que está organizando en el que se destacan las pertenencias del hombre más pequeño del mundo: un hombre exiguo creado por él mismo que fue una vez a San Bernardo del Viento, y cuando se marchó le dejó varias diminutas prendas como recuerdo.
Arturo Barbosa, por su parte, contó con lujo de detalles sus aventuras por el departamento de Caquetá. Nos tuvo concentrado durante dos horas, tanto que nuestra piel se hizo inmune al ataque de los mosquitos. Su capacidad para cautivar a la audiencia hizo que lo acompañáramos en su recorrido por el Río Caguán, a que compartiéramos su habitación palafítica en uno de los pueblos ribereños, a que nos montáramos en su canoa y tuviéramos el mismo miedo que él a naufragar en medio de las aguas turbulentas.
El encuentro terminó con el abrazo nostálgico propio de todas las despedidas, pero con la promesa de que volveremos a encontrarnos en cualquier momento, en San Bernardo del Viento y en cualquier otro pueblo que tenga por bandera la de la patria de las letras.
Algunos me dicen doctor y se
equivocan rotundamente: no pertenezco a los herederos de la sabiduría de Hipócrates
ni puedo portar la bata de quienes ejercen la maravillosa profesión de la
medicina. El diccionario me dice que los únicos doctores son ellos y los
egresados de un doctorado. Yo no cumplo con la primera condición y aún no
alcanzo la segunda. ¿Se da cuenta mi querido amigo por qué no debe llamarme
así?
Otros me llaman por la denominación
del cargo o la dignidad que
temporalmente desempeño. Unos me han dicho director, secretario, coordinador,
candidato. No creo que sea lo mejor, porque después de un tiempo esa forma de llamar
se vuelve más larga cuando deba anteponerse la partícula ex: ex director, ex
coordinador, ex secretario, ex candidato, Ex cétera (perdón, se escribe etcétera).
Algunos, inspirados posiblemente en
el uso de algunas de mi camisa con cuello parecido al clériman o porque me han
visto hablando de temas bíblicos o predicando, me llaman pastor.Siento mucho decepcionarlos. Mis
conocimientos bíblicos y el tiempo de dedicación a los estudios teológicos aún
no me alcanzan para ser titular del precioso ministerio de guiar a las ovejas
del Señor. Así que no es justo (con la
dignidad de pastor) que me llamen de esta manera.
Quienes no me conocen me dicen Mono
(en razón del color claro de mi cabello), tío o primo (según la edad del
interlocutor). Se los perdono la primera y hasta la segunda vez. Pero después
de un corto tiempo de conocernos, preferiría que se cambie esa forma de
llamarme. Sobre todo Mono, porque se siente un dejo peyorativo en la palabra.
Con quienes me llaman profe o profesor, estoy
inmensamente agradecido. Es la profesión y la faceta de mi vida que más
satisfacciones me ha brindado, que más felicidad me ha permitido cosechar. Me
siento muy bien como así me dicen, pero… es una forma genérica de llamar a
quienes se dedican como yo a la enseñanza. Siento pues, que no es una palabra
que se refiera exclusivamente a mí, como me gustaría.
¿Y entonces, cómo hacemos para
llamarlo?, me preguntarán. Para eso
está el nombre. Me encanta cuando me dicen Alejandro, o Viejo Alejo, como me
llaman algunos de los amigos. O Rutto, como me decían los profesores y algunos
compañero, de tanto oír el llamado a lista siete veces al día, cinco veces a la
semana.
Ya los saben, para todos ustedes
soy Alejandro de ahora hasta siempre, sin prefijos de exaltación ni sufijos
diferenciadores. Soy simplemente Alejandro.